viernes, 18 de octubre de 2013

BLUR: UNA DE LAS MEJORES BANDAS DE LOS 90s EN LIMA


Si hablamos de música popular contemporánea asociada al rock, los noventas fueron una década de renovación, de tránsito hacia la nueva era, dominada por la tecnología digital y la compulsiva aparición de fusiones con expresiones folklóricas de los cinco continentes. La resaca ochentera generó una gama variopinta de movimientos musicales en los dos centros de producción que siempre han marcado la pauta de los desarrollos, idas, vueltas y confusiones en la escena musical mundial, que para fines didácticos solemos llamar "rockera" -una generalización que yo, en lo particular, no encuentro incómoda pero que ocasiona más de una arcada en diversos círculos de crítica especializada. 

Desde el grunge que asesinó al glam metal y la recalcitrante movida pop que fue deteriorándose, tras la (afortunada) desaparición de los New Kids On The Block, en Norteamérica; hasta las hordas de bandas herederas del post-punk y la breve pero sustanciosa movida localizada en Manchester, Inglaterra (Madchester para los entendidos), que fueron reunidas bajo el rótulo Britpop; la lista de artistas nuevos creció exponencialmente. A pesar de ello, desde inicios de la década se notó una tendencia hacia la homogeneización, con propuestas sonoras que divergían muy poco entre sí, provocando dificultades al momento de aplicar filtros que definieran cuáles serían protagonistas del cambio y cuáles deberían pasar al discreto silencio y posterior olvido.

Blur -"borroso" en español- fue, desde el principio de su carrera discográfica, una de las agrupaciones animadoras de esta lucha por sobresalir en medio de tanta distorsión, en algunos casos demasiado amateur, de esta generación de músicos ansiosos por demostrar, a un tiempo, que estaban tan influenciados por The Beatles como por The Velvet Underground, por The Clash como por Ramones, por The Stone Roses como por Pavement (y todo lo que hubiese en medio), y así. Damon Albarn (voz, teclados, guitarra), Graham Coxon (guitarra, voz), Alex James (bajo) y Dave Rowntree (batería), luego de reconstruir sus amistades y dejar atrás un largo período de silencio grupal -siete u ocho años separados- han superado la prueba del tiempo y se acercan a Lima por primera vez, para ofrecer un concierto que ha despertado gran expectativa, el próximo 29 de octubre. Ahora ellos son un grupo asociado al concepto de lo clásico, como representantes de una década que dejó poco (o nada) para el recuerdo, salvo una miríada de nombres, cada uno reclamando su porción de influencia por haber hecho más ruido de estática con sus guitarras, por escribir las letras más oscuras o por manipular la tecnología mejor que su vecino.


Confieso no estar tan emocionado por la visita de Blur, aunque sí reconozco su influencia y la importancia que tuvieron sus canciones en esos años. El cuarteto, formado en una escuela de arte de Essex (Londres), se convirtió en una especie de símbolo para la generación previa a los que hoy conocemos despectivamente como hipsters -muchachones de escuela privada, con lentes de montura negra y gruesa, que leen poesía moderna, admiran a Bolaño, compran Etiqueta Negra y creen que Trainspotting es un hito en la historia del cine- gracias a esa combinación inteligente (y meritoria, hasta cierto punto, por no haber sido calculada), de la actitud lánguida típica del inglés clasemediero y un filo rockero respetuoso de la tradición más básica: toques de psicodelia, letras influenciadas por compositores y escritores de la era dorada (sesentas y setentas) y poco temor a la reinvención en cuanto a su sonido. 

A lo largo de sus siete discos en estudio, Blur desplegó creatividad y eclecticismo sobre la base de su noción de trabajo en equipo; mientras que sus eternos émulos Oasis perdieron el tiempo tratando de imitar a The Beatles y soportando las atorrantes actitudes de los hermanos Gallagher. Si Oasis fueron The Beatles de los noventas, Blur fueron The Kinks. Es curioso como han evolucionado los perfiles de estas dos bandas con el paso de los años: mientras la banda de los antipáticos Noel y Liam Gallagher, inicialmente asociada a la clase trabajadora, terminó atomizada y finalmente desaparecida por las arrogancias de sus principales cabezas; Damon Albarn y sus amigos, tachados de "creídos" como diríamos en el Perú y de andar mirando todo por encima del hombro, se ganaron largamente el cariño de su público y sus canciones, simples y algunas veces bastante tontas -pienso en Charmless man, Girls and boys o Song 2-, invitan a la nostalgia de aquellos años. Como dice el cantante en el interesante documental No distance left to run, filmado en el 2010: "La principal razón para regresar como Blur fue porque somos amigos, eso nos hace diferentes del resto". Agarren esa flor, muchachos de Oasis.

Musicalmente, ya lo dije, lo de Blur es simple y por momentos, algo tonto. Sin embargo, es difícil no reconocer el valor de canciones como The universal, Coffe and TVShe's so high, Beetlebum o Tender; que constituyen el lado brillante del cuarteto. Además de la voz inconfundible de Damon Albarn, está el innovador trabajo en guitarras de Graham Coxon y la sólida base rítmica de Alex James y Dave Rowntree, que revela ciertas destrezas contenidas, para favorecer el formato de pop luminoso y sencillo que caracteriza a sus producciones discográficas. Sus álbumes Leisure (1991), Modern life is rubbish (1993), Parklife (1994), The great escape (1995), Blur (1997) y 13 (1999) son diversos entre sí, pero reconocibles de inmediato. No es casualidad que su único álbum de la siguiente década, Think tank (2003), el último hasta la fecha, suene diferente, en actitud y en calidad.



Albarn se convirtió en uno de los rostros más reconocibles del Britpop y además, dio un paso adelante con aquel gracioso proyecto virtual llamado Gorillaz, con el cual su estatus como artista se elevó. Posteriormente participó en otro proyecto denominado The Good, the Bad and the Queen, junto a Paul Simonon (exbajista de The Clash) y otros músicos conocidos. En sus tiempos libres, Coxon desarrolló una interesante y personal discografía solista. Mientras tanto, James publicó un libro sobre la banda y Rowntree desapareció del ambiente musical hasta el resurgimiento de Blur, en el 2009, en un multitudinario concierto en el Hyde Park de Londres. Desde entonces han estado de gira, reencontrándose con su público en diversas ciudades del mundo, a las cuales se sumará nuestra capital, este 29 de octubre, en el Estadio de San Marcos. Sus seguidores peruanos ya están contando los días. Bien por ellos.

domingo, 13 de octubre de 2013

SONIDOS (Y SABORES) DEL MUNDO: UNA NUEVA E ¿INGENIOSA? FORMA DE NINGUNEAR A LA MÚSICA EN LA TELEVISIÓN PERUANA


¿Qué tienen que ver Paco de Lucía y su esperada visita al Perú con un fantoche español, contratado por Gisela Valcárcel para "llevársela fácil" en la televisión nacional y un restaurante de paellas, callos a la madrileña y cocina gourmet? Para Canal 7 y Mabela Martínez, parece que mucho, pues resulta que el nuevo proyecto televisivo del canal del Estado apunta a hacer rating combinando la supuesta cultura musical de esta señora con el ultra manoseado tema de la gastronomía.

Me refiero al programa Sonidos y Sabores del Mundo (sábado, de 7 a 7:30pm.), una extensión del sintonizado espacio que Martínez conduce en el cable, con un añadido (...y Sabores...) que busca, en apariencia por lo menos, atraer a las grandes masas de teleespectadores que ven todo lo que tenga relación con tenedores, mandiles blancos, frituras y combinaciones absurdas, al mundo de la música. Sin embargo, lo que consigue es todo lo contrario: una irritante mescolanza de publicherry gastronómico con la conocida costumbre de Mabela de poner treinta segundos de cada canción para luego arremeter con sus comentarios desabridos, sus entrevistas aburridas y esa sensación de que la música es lo último que importa, para darle preferencia a los auspiciadores. Algo que, por cierto, siempre ocurre en su programa matriz.

Paco de Lucía es, para muchos entendidos, el mejor guitarrista del mundo. Tocará en Lima este 29 de octubre en el recientemente inaugurado Gran Teatro Nacional, tras dieciséis años desde su última visita. Su relación con el Perú es muy íntima pues, como algunos saben, fue él el primer artista vinculado al mundo del flamenco que llevó el cajón peruano a España, luego de conocerlo en una de sus múltiples estadías musicales en nuestro país y, a partir de ello, su uso se extendió hasta el punto de que algunos distraídos creen en la existencia del "cajón flamenco". Ha tocado con todos los grandes de la música; transformó al flamenco, un género localista por naturaleza, en patrimonio musical del mundo y hasta ahora realiza demostraciones sorprendentes de destreza, creatividad y vigencia, a pesar de tener 65 años de edad.

¿No daba esto -y todas las demás cosas interesantes que podrían contarse acerca de su carrera artística- como para dedicarle una hora completa? La respuesta es, desde luego, sí. Pero, evidentemente, Mabela Martínez y los programadores de Canal 7 no piensan lo mismo. Y para asegurarse público, contaminan los electrizantes e incendiarios ataques andaluces de este genio de la guitarra con el sonido del aceite caliente sobre la sartén, el acento españolete de dos compadres que vienen al Perú a hacer plata fácil -uno haciéndose el galán para después aparecer en titulares enfrentándose a Laura Bozzo o Magaly Medina; y el otro, subiéndose al carro de la comida como forma de vida moderna- y las tomas detalle, en cámara lenta, de cómo se sirven gazpacho, un plato que, en este país, nadie consume. Huachafería y de la buena, en señal abierta.

El problema que le encuentro a Sonidos y Sabores del Mundo es que, desde el nombre nada más, fuerza hasta el extremo el concepto del efectismo en televisión nacional. Y, en el caso específico de este espacio, constituye una nueva expresión de nuestra patética realidad en cuanto a la idea que tienen, en principio, los broadcasters locales con respecto a la música como tema digno de difusión: si ponen Sonidos del Mundo (que así, a secas, tampoco es un buen programa) en señal abierta, nadie lo vería, pues. Entonces, deciden pasar por contrabando unos cuantos acordes y datos sueltos acerca de cualquier artista -en este caso fue Paco de Lucía, mañana será Buena Vista Social Club, Jorge Drexler o alguna de las otras obsesiones de Mabela Martínez- en medio de conversaciones acerca de comida, tópico que es utilizado hasta la náusea por todo, en todos los canales y programas. 

¿No es suficiente con Mistura, Gastón Acurio, 20 Lucas, el 90% de la programación de Canal 6 y los glotones reportajes que cotidianamente nos lanzan, ni las campañas publicitarias invasivas que, dentro de poco, propondrán que el chancho al palo reemplace a la cornucopia de la abundancia en el Escudo Nacional? No necesitamos otro programa gastronómico o culinario más. Y, por cierto, tampoco necesitamos seguir viendo a Mabela Martínez haciendo el papel de la musicóloga que no es, solo porque desde hace años se atornilló en un programa de radio, luego pasó a la televisión por cable y hoy marca tendencias para los melómanos de iPod y mp3 para el carro. 

No es justo que tenga que decir "gracias Canal 7 por darme la oportunidad de ver veinte segundos del DVD de Paco de Lucía en vivo en Montreaux 2012", para lo cual debo soplarme los comentarios de un personaje intrascendente como ese presentador español de quien no recuerdo siquiera el nombre. Claro, me dirán algunos, puedo comprarme el DVD o ver el concierto completo por Youtube. Pero no se trata de lo que yo pueda hacer o no. Se trata de que la música, sea flamenco, criolla, electrónica, trova o thrash metal, constituye un tópico lo suficientemente amplio e interesante para dedicarle un programa en la televisión, más aun si se trata del canal del Estado, que no necesariamente tiene como objetivo central las ganancias por publicidad sino la difusión de cultura, y no depender de tres personas comunes y corrientes hablando de comida para generar un público de manera original y bien enfocada.

Es triste comprobar, una vez más, el nulo significado que tiene el fascinante mundo de la música para la televisión nacional. El público masivo con su falta de interés, los anunciantes con su desmedida ambición y los dueños de los canales, contribuyen a que el arte incomparable de Paco de Lucía se vea reducido, en el Perú, a un pretexto para hacerle publicidad a un restaurante de comida española. Como si no se pudiera producir un programa de calidad que trate exclusivamente de música.

viernes, 11 de octubre de 2013

MICHAEL URTECHO: EL PEOR DE TODOS


Tras el aluvión de evidencias que terminaron en esta sanción preliminar -120 días sin goce de haber y una acusación constitucional por múltiples delitos- el congresista de Solidaridad Nacional, Michael Urtecho, pasará a la historia como el más corrupto entre los corruptos. ¿Por qué? Porque cada una de sus acciones ilegales las habría maquinado no solo con el cinismo y la tranquilidad con las que las ejecutan sus maestros Luis Castañeda o Alan García, sino con la premeditación y alevosía de quien sabe que está provocando la lástima de la gente, la conmiseración por su condición de discapacitado, la idea generalizada de que nada malo podría surgir de un hombre que se encuentra postrado en una silla de ruedas electrónica. Su aura de "ejemplo de superación", conseguida con su llegada al congreso a pesar de padecer de esta atrofia muscular que le impide movilizarse normalmente, fue la coartada, el escudo que lo protegió todo este tiempo.

Hace poco, el sorprendente Papa Francisco I, declaró que así como hay políticos corruptos, médicos corruptos, abogados corruptos, etcétera; también debemos aceptar que hay sacerdotes, obispos, cardenales y papas corruptos. Esa frase debería extenderse ahora, para que alcance a casos como el de Michael Urtecho: a contramano de lo que la generalidad suele pensar, también hay discapacitados corruptos.

Cierto es que este congreso, que está plagado de ladrones, personajes que fabrican sus hojas de vida, tipejos que mantienen negocios de meretricio, lumpenaje, narcotráfico y afines, hace lo mínimo con desaforarlo y acusarlo constitucionalmente, y que por cada Urtecho haciendo de las suyas en los pasos perdidos, habrá decenas de otros que siguen contratando, para funciones congresales fantasmas, a sus empleadas, a sus amantes, a sus cuidaperros o a sus parientes -o a todos juntos- y que esta es, como siempre, una reacción ante el escándalo mediático. Pero cierto es también que los testimonios de los empleados que el trujillano utilizó para sus arreglos son por demás, contundentes.

El tema no da para muchos rollos, más allá de lo que podamos enterarnos a través de la prensa convencional, que ve en el tema solo un motivo más de rating y demolición política y no una cruzada por adecentar esta politiquería pues ella misma se encarga de engrasar los motores de la pulla barata, el chisme de vieja callejonera trasladado al congreso y los discursos huecos, que sirven para llenar pautas insulsas y realizar entrevistas que no sirven para nada en un país que necesita más dedos acusadores y menos sonrisitas Milagros-Leyva-style. Pero me nace una pregunta en medio de todo este alboroto, que nadie ha formulado hasta ahora: si Urtecho es condenado por enriquecimiento ilícito, asociación ilícita para delinquir, o cualquiera de las otras tipificaciones que encajan con sus malas mañas ¿a qué cárcel irá? ¿o saldrá algún "connotado" penalista a decirnos que por su condición médica no puede cumplir encierro o carcelería? 

Si un discapacitado -condición que, de por sí, lamentamos y que no nos complace en absoluto-, es capaz de robar (una actividad que planifica utilizando su cerebro, operativo al 100% como podemos apreciar), también puede ir preso ¿o no?

domingo, 6 de octubre de 2013

ENTREVISTA A HERBERT RODRÍGUEZ: ¿ES EL MAC REALMENTE UN "MUSEO DE ARTE?

Conversamos con Herbert Rodríguez, uno de los artistas plásticos más representativos de las décadas 80-90, gracias a su compromiso con lo social, lo ciudadano y lo tradicional. Desde las míticas instalaciones del colectivo Huayco hasta los murales del ahora fenecido centro cultural El Averno, Rodríguez ha dejado siempre en claro su posición frente a tópicos como la discriminación, la violencia política y la corrupción, en un entramado social como el nuestro, que lejos de integrarse, se disocia cada vez más. ¿El tema? Su postura y punto de vista con relación al llamado Museo de Arte Contemporáneo (MAC) de Barranco, su fracaso como elemento de gestión cultural igualitaria y su ataque al espacio público, pues está construido sobre las ruinas de un entrañable lugar de épocas pasadas: la Lagunita y el Centro Cultural Manuel Beltroy Vera. Rodríguez, hoy convertido además en profesor universitario de historia del arte y activista en defensa del patrimonio, nos concedió esta entrevista en los jardines del museo de marras, cuya agenda de actividades se asemejan más a las de un salón de convenciones, ágapes y saraos dignos de las secciones sociales de papel couché que inundan Lima cada semana. Visiten su interesante blog Controversiarte: