domingo, 27 de mayo de 2018

ENTREVISTA A CARL PALMER (Diario Exitosa, 26-5-2018)



Carl Palmer: “Keith fue el mejor músico con el que he trabajado”

El legendario baterista británico Carl Palmer (Birmingham, 1950), único sobreviviente del trío Emerson, Lake & Palmer, tocará en el Teatro Municipal de Lima este miércoles 30 de mayo, como parte de su gira denominada Carl Palmer’s ELP Legacy, en la que interpreta todos los clásicos de esta importante banda que fusionó el rock con la música clásica y fue uno de los actos en vivo más sorprendentes de la década de los setenta. Fanático de Gene Krupa y Buddy Rich, Palmer fundó en los ochenta el cuarteto Asia de gran éxito en los años ochenta.

por Jorge Luis Tineo

¿Cuánto tiempo ha pasado desde tu última visita al Perú?

Han pasado muchos años. Creo que tocamos con ELP en el ’97.

¿Eres consciente de ser una leyenda viva del rock?

Bueno, es lo que la gente me dice. No pienso en eso. Mi intención es hacer música lo mejor que pueda y enfocar mi energía para seguir siendo un baterista creativo e innovador. Esa ha sido mi motivación siempre. Es bueno ser reconocido pero el verdadero éxito para mí es ver los rostros de mi público.

Obviamente, el público te reconoce por ser la P en ELP pero estuviste antes en dos grupos: The Crazy World of Arthur Brown y Atomic Rooster.

Cuando yo era joven, muchas personas querían que me convirtiera en un baterista de estudio porque era técnicamente muy bueno. Pero yo no quería eso. Quería estar en una banda y ser un miembro estable. Tuve la suerte de estar en grupos que tuvieron discos exitosos, he pasado horas en estudios de grabación y también largos días de gira. He hecho ambas cosas y eso me convirtió en un mejor baterista.

¿Cómo era el trabajo en los estudios con (Keith) Emerson y (Greg) Lake?

Siempre estaba pensando en cómo hacer arreglos de batería innovadores para las canciones. En ELP usé muchos instrumentos de percusión, como las campanas, bloques de madera, gongs, etc. que no eran usados normalmente por la mayoría de bateristas de rock. Quería mantener la batería fresca y diferente.

Trilogy (1972) fue el primer disco progresivo que escuché y aun es uno de mis favoritos. ¿Cómo fueron las grabaciones de ese emblemático álbum?

Trilogy fue uno de los primeros discos en el que usamos el estudio como un instrumento en sí mismo. Estábamos aprendiendo a usar la tecnología electrónica en una banda de rock.

¿Cómo manejaron las críticas de quienes los consideraban “pretensiosos” por hacer esta combinación de rock y música clásica?

Nunca prestamos atención a los críticos. Ellos no podían entender el hecho de que estábamos consiguiendo discos de platino y llenando estadios. Todo lo que nos importaba era los fans. Si a ellos les gustaba sabíamos que estábamos haciendo lo correcto, musicalmente hablando.

¿Cuál es tu álbum y tema favoritos de ELP?

Brain sald surgery (1973) es mi disco favorito porque creo que allí alcanzamos nuestra cima. Fue un álbum muy difícil de hacer pero no paramos hasta hacerlo bien.

Hace tiempo escuché que había, escondidas en algún sótano, grabaciones de un jam de Emerson, Lake & Palmer con Jimi Hendrix en guitarra. ¿Cuál es la historia detrás de ese rumor?

No es verdad. Jimi le había dicho a Keith que quería conocernos y ensayar con nosotros pero nunca ocurrió. Murió poco después de aquello. La prensa adoraba ese rumor y a Greg le gustaba dejarles la impresión de que iba a entrar en el grupo pero nunca pasó de ser un comentario.

¿Cómo era la vida de ELP en las giras? ¿Siguieron la tradición de “sexo, drogas y rock and roll” o fue diferente para ustedes?

Usábamos las giras para mejorar en nuestros instrumentos  y creo que llegamos a ser tan buenos porque ganamos mucha experiencia tocando en vivo. ELP nunca fue una banda de fiestas salvajes. La música se hacía demasiado complicada de tocar si estábamos borrachos o drogados.¿Por qué querrías hacer música si  no estás en tus cabales?

Fuiste grande en los setenta con ELP y luego llegó Asia, en los ochenta. ¿Cómo recuerdas esa década?

Asia fue como ELP, un supergrupo exitoso. El primer álbum de Asia fue #1 por nueve semanas y se vendió en todas partes. Después tuvimos que mantener ese estándar y ahí llegó la parte difícil. De hecho, creo que Asia fue una mejor banda cuando nos reunimos los cuatro originales en el 2006. Hicimos muy buenos conciertos en esa reunión y duramos más que en nuestra primera etapa. Ahora que John (Wetton)  ya no está y Steve (Howe) se retiró de Asia, Geoff (Downes) y yo estamos reconstruyendo la banda. Hicimos una gira fabulosa el año pasado con Journey, y al público le encantó. Fue muy gratificante.

Vincent Crane, Keith Emerson, Greg Lake y John Wetton, tus hermanos musicales y cómplices se han ido. ¿Qué reflexiones te trae eso a los 68 años? ¿Estás bien de salud?

Bueno, mi salud es muy buena porque me cuido mucho. Casi muero en el 2012 por intoxicación. Después de eso me convertí en vegano por motivos de salud. Esa ha sido la decisión más inteligente que he tomado. Tengo mucha más energía ahora y me siento muy bien. Soy consciente de mi mortalidad, especialmente después de perder a mis grandes amigos.

Las noticias de Emerson sorprendieron al mundo de la música. ¿Hablaste con él poco antes de su suicidio?

Siempre estuvimos en contacto y nos reuníamos cada vez que yo iba a Los Angeles. No teníamos idea de que la depresión lo aquejaba y su muerte fue una enorme sorpresa para todos. Lo extraño mucho. Es el mejor músico con el que he trabajado.

¿Qué es “el arte de dar”?

Es un proyecto de fotografía artística que trabajo con una compañía llamada Scene Four. Sacamos imágenes mías tocando batería en un cuarto oscuro con baquetas que tienen luces LED en las puntas. Las luces cambian de color cada vez que golpeo un tambor de modo que vamos creando sorprendentes imágenes que luego imprimimos sobre lienzos y les pongo mi autógrafo. Hacemos exhibiciones donamos gran parte de los ingresos a obras de caridad. Hemos donado miles de dólares para casos de cáncer. Puedes ver más sobre esto en www.carlpalmerart.com

Recientemente fuiste nombrado Prog God (Dios del Progresivo) en la edición 2017 de los Premios de la Música Progresiva. ¿Qué significó eso para ti?

Fue muy bueno recibir ese premio, y hacerlo frente a un público conformado por muchos de mis amigos y colegas. Significa que soy reconocido por haber ayudado a dar forma a un género musical. Me siento agradecido por haberlo recibido. La escena progresiva actual tiene bandas muy buenas. Gente como Steven Wilson, Bad Plus, con fuertes conexiones con el jaz, son los que más me gustan.

¿Qué debemos esperar del espectáculo Carl Palmer’s ELP Legacy?

Hacemos un concierto de dos horas con música de ELP y proyecciones que acompañan a las melodías. Están todas las canciones conocidas,  pero sin teclados pues la idea es reinventarlas de una manera diferente. Tocamos éxitos como Lucky man, Welcome back my friends y otras. Hacemos algunas canciones que grabamos con ELP pero nunca fueron tocadas en vivo como Trilogy. Y por lo menos habrá una de esas épicas piezas de 20 minutos. Me acompañan Paul Bielatowic en guitarra y Simon Fitzpatrick en bajo y Chapman Stick. Ambos trabajan conmigo desde el año 2001.

martes, 22 de mayo de 2018

ATAHUALPA YUPANQUI: EL PAYADOR INMORTAL


Este miércoles 23 de mayo se cumple un año más de la desaparición del cantor y guitarrista argentino Héctor Roberto Chavero Aramburú, conocido mundialmente por su nombre artístico, Atahualpa Yupanqui. La sola mención de ese alias –referencia directa a los nombres de dos poderosos monarcas del ancestral Tahuantinsuyo- hace vibrar el alma de los andes argentinos con la fuerza de su guitarra telúrica, pulsada con destreza y calidez.

Aunque inició su carrera siendo muy joven, a inicios de los años treinta –había nacido en Pergamino, provincia de Buenos Aires, en 1908- se le recuerda más como aquel querendón y sabio viejecito, de mirada contemplativa y piel cuarteada por los años, que canturreaba sus coplas con sabor a enseñanza popular.

Atahualpa Yupanqui recorrió el Altiplano, durante casi dos décadas, con su guitarra cantando. Encarcelado y exiliado por el gobierno de Juan Domingo Perón por sus filiaciones con el Partido Comunista (al cual renunciaría años más tarde), se hizo conocido en Europa, especialmente en Francia, donde llegó a cantar junto a Edith Piaf.

En 1952 regresó a Argentina. Compuso música para películas, escribió poemarios y grabó decenas de LP con sus melodías extraídas de la tierra, muchas de las cuales compuso con su segunda esposa, la pianista francesa Antonietta Paule Pepin Fitzpatrick, “Nenette”, quien firmaba como «Pablo del Cerro». Este cambio de identidad fue voluntario, como cuenta Roberto “Kolla” Chavero, guitarrista e hijo de ambos, porque al momento de iniciar su relación con Atahualpa, él aún no se había divorciado de su primera mujer.

Su talento para las zambas, chacareras, payadas, milongas y vidalas en las que hablaba de los pesares y correrías del gaucho, el paisanaje y las costumbres pamperas, lo convirtieron en símbolo del canto folklórico argentino, inspirando a toda una generación de artistas: Los Chalchaleros, Los Fronterizos, Los Visconti, Mercedes Sosa, Facundo Cabral, Jorge Cafrune y muchos otros grabaron emblemáticas canciones suyas como Luna tucumana, El arriero, El alazán, Los hermanos o Los ejes de mi carreta. En Alemania, en 1977, se publicó el disco Die Andengitarre, joya instrumental que condensa el legado de Atahualpa Yupanqui como guitarrista criollo.

Sin embargo, la obra capital del zurdo “don Ata” –como le llamaban sus seguidores, o mejor dicho, sus fieles-, apareció en los sesenta. En El payador perseguido (1964) Atahualpa Yupanqui presenta un “relato por milongas” en el que narra, en 107 sextinas (76 recitadas y 31 cantadas), su propia vida de esforzado cantor de pueblo, fiel a sus convicciones y a defender lo genuino frente a lo artificial, un catálogo de consejos para la vida digna, alejada del acomodo y las apariencias.

Basado en la famosa obra de José Hernández, Martín Fierro (1872), clásico de la literatura argentina, El payador perseguido es un inspirado recuento de experiencias diversas, desde sus inicios en guitarreadas y contrapuntos, su paso por diversos trabajos, algunos de ellos muy mal pagados, y ácidas críticas a esos falsos trovadores que venden su guitarra y su verso al mejor postor.

La prosa simple y el acento del argentino rural –que el genial humorista y dibujante rosarino Roberto Fontanarrosa utilizara para dar voz a su entrañable personaje Inodoro Pereyra- es inteligente y cuestionadora, pero también es integradora del espíritu argentino, pícaro y de respuesta ágil, cuyas experiencias de vida generan una sabiduría que no se halla en libros ni academias y que le permite sobreponerse a la agresividad de una sociedad discriminadora, hostil con el provinciano e hipócrita a tiempo completo.

Durante casi cuarenta minutos, Atahualpa Yupanqui nos cuenta su historia acompañándose con finos bordones y trinos mientras sustenta su visión social y humanista, más allá de tontos rótulos políticos que han querido usar quienes se sienten aludidos por sus certeros dardos, para descalificar este canto poseedor de una arrolladora vigencia frente a los problemas de injusticia, racismo y corrupción que aquejan a esta sociedad dominada por las minorías de siempre, que concentran toda la riqueza, mientras los de abajo (agricultores, policías, obreros, maestros de escuela pública), viven con las justas esperando, eternamente, que las cosas cambien.

Las coplas de este payador perseguido se convierten entonces en la voz de aquellos individuos que, por mucho que los apriete la realidad, no dejan de lado sus principios y colocan siempre, por delante de cualquier otra necesidad, la de vivir con la frente en alto, respetando su identidad, sus valores, su dignidad, esa virtud que es, a la larga, la única que nos define como hombres y mujeres de bien. En su momento este disco fue considerado peligroso y condenado al ostracismo. Por eso hoy casi nadie lo conoce.


“Don Ata” residió mucho tiempo lejos de su país pero lo llevaba siempre dentro de sí: “Cuando toco mi guitarra veo el paisaje argentino frente a mí”. En Cerro Colorado (Córdoba), ciudad donde también vivió y es hoy sede de la Fundación Atahualpa Yupanqui, se abrió a comienzos de este año la muestra fotográfica La tierra que anda, en homenaje a su legado artístico y humano. Atahualpa Yupanqui, cuya última aparición en público fue en el Festival de Cosquín, en 1990, falleció dos años después un 23 de mayo, a los 84 años, en Nîmes, al sur de Francia.

lunes, 7 de mayo de 2018

INTI ILLIMANI: UNA HISTORIA DE MÚSICA, EXILIO Y SEPARACIONES




El reciente fallecimiento del folklorista Max Berrú (74) trajo a la memoria esas melodías telúricas que no conocen fronteras, aquellas líneas imaginarias que “separan al hermano del hermano” como dice una conocida décima de Nicomedes Santa Cruz. Es una simbólica coincidencia que su muerte haya ocurrido el 1 de mayo, Día del Trabajador, fecha en que se conmemora una importante conquista del proletariado, ese que Berrú, ecuatoriano de nacimiento y chileno de corazón, defendía con Inti-Illimani, agrupación nacida en la antigua Universidad Técnica del Estado (UTE), en Santiago de Chile.

Berrú, junto con Horacio Durán, Jorge Coulón y Pedro Yáñez, fundó este grupo cuyo nombre recuerda a la imponente montaña boliviana, ubicada a más de seis mil m.s.n.m., en 1967, el mismo año en que se suicidó Violeta Parra, la legendaria cantautora que inspiró el movimiento de la Nueva Canción Chilena, cuyos objetivos eran recuperar el folklore latinoamericano en una época de profundos cambios sociales, políticos y culturales a nivel mundial.

Tras la salida de Yáñez llegaron Ernesto Pérez de Arce y Horacio Salinas, quien se convirtió en director musical del grupo. Inti-Illimani publicó sus primeros LP con temas del acervo musical de Chile, México, Bolivia, Argentina, Venezuela, Ecuador y Perú. En 1970 lanzaron Canto al programa, musicalización del programa de gobierno de Salvador Allende, con textos de Julio Rojas y música de Sergio Ortega, compositor del himno más representativo de la canción-protesta, El pueblo unido jamás será vencido, que grabarían en 1974 en su álbum La Nueva Canción Chilena. Canto para una semilla (1972) fue otro hito importante de su primera etapa junto a Isabel Parra, hija de Violeta. El álbum, que contiene décimas inéditas de la autora de Gracias a la vida, fue lanzado en italiano y francés, en 1978 y 1985, respectivamente.

La música de Inti-Illimani iluminaba cielos europeos cuando Augusto Pinochet irrumpió violentamente en La Moneda aquel 11 de septiembre de 1973. La muerte del Presidente Allende ese día, y del cantautor Víctor Jara, cinco días después, precipitaron la única decisión posible: el exilio. Durante los siguientes quince años, Inti-Illimani se estableció en Italia con su formación definitiva: Horacio Salinas (voz, guitarras), José Seves (voz, vientos, percusiones), Max Berrú (voz, percusiones), Jorge Coulón (voz, guitarras, vientos), Horacio Durán (voz, charango, vientos, percusiones) y José Miguel Camus (voz, vientos) y continuó grabando álbumes que eran a la vez manifiestos comprometidos con la integración latinoamericana y el retorno de la democracia en Chile, como la trilogía Canto de pueblos andinos (1973, 1975 y 1976), Chile resistencia (1977) o Canto para matar una culebra (1979), el primero con Marcelo Coulón (voz, cuerdas, vientos), hermano menor de Jorge, quien reemplazó a Camus, y Renato Freyggang (voz, vientos).

Las décadas siguientes fueron de experimentación musical, cruzando ritmos de Centro y Sudamérica con arreglos de jazz, flamenco y música clásica. La versatilidad de sus integrantes, capaces de intercambiar instrumentos en cada canción, hacía que tonadas instrumentales andinas (Alturas), cantos en quechua (El Tinku), fusiones cubanas y afroperuanas (Sensemayá, Arroz con concolón), sayas (Fiesta de San Benito) y hasta folklore italiano (Tarantella/Canna astina, Danza di Cala Luna) sonaran juntas en perfecta coherencia, reafirmando su espíritu integrador. Sus recias voces se convirtieron en emblemas de las luchas sociales, políticas y estudiantiles de orientación socialista.

El 18 de septiembre de 1988 Inti-Illimani retornó a Chile y su recibimiento fue apoteósico. El grupo realizó recitales multitudinarios por todo el país y apoyó las campañas por el NO para acabar con el régimen pinochetista (el concierto en el Parque La Bandera, a una semana de su regreso, fue memorable). Los álbumes Fragmentos de un sueño (1987) y Leyenda (1990), con los guitarristas John Williams y Paco Peña, continuaron la veta experimental explorada en discos como Palimpsesto (1981) e Imaginación (1984). A fines de los ochenta participaron en los conciertos de Amnistía Internacional junto a Sting, Peter Gabriel y otros artistas.

En 1997 Max Berrú decide apartarse por razones personales. Un año después lo haría José Seves. El ingreso de talentosos músicos jóvenes como Juan Flores, Daniel Cantillana y el cubano Efrén Viera inyectó nuevos bríos a Inti-Illimani, aunque internamente las fricciones entre Horacio Salinas y los hermanos Jorge y Marcelo Coulón mellaron la unidad del conjunto, que finalmente se rompió el 2003 con la salida de Salinas, poco antes de su primera presentación en Viña del Mar. Estas facciones iniciaron una interminable disputa legal por la propiedad del nombre Inti-Illimani. “Se ensució nuestro legado. Me dio mucha pena, sobre todo por los valores éticos y morales que transmitíamos. Fue una decepción”, manifestó Berrú en una de sus últimas entrevistas.

Actualmente existen dos versiones del grupo: Por un lado, Inti-Illimani Histórico, formado por Horacio Salinas, José Seves, Horacio Durán, Fernando Julio, Hermes Villalobos y Camilo Salinas (hijo de Horacio), que ha lanzado varios álbumes con Quilapayún y Patricio Manns, así como un exquisito disco en vivo con Eva Ayllón, grabado en el legendario Café Torres, en el centro de Santiago. Y por el otro; Inti-Illimani Nuevo, con los hermanos Jorge y Marcelo Coulón, Juan Flores, Efrén Viera, Daniel Cantillana y Manuel Meriño (director musical), cuya última producción se titula El canto de todos (2017).