David Bowie, una de las figuras más importantes de la subcultura rockera a lo largo de sus seis décadas de existencia, falleció hace casi tres años, dos días después de cumplir 69 años de edad y de haber lanzado su vigésimo quinto álbum en estudio, el sorprendente Blackstar.
Manifestaciones públicas en Londres y otras ciudades del mundo -miles de personas cantando Starman en Piccadilly Circus fue uno de los eventos espontáneos más asombrosos que demostraban el cariño que había inspirado el Duque Blanco entre sus fanáticos en vida, y el pesar que produjo su muerte- y dos documentales de la BBC sobre su carrera, titulados The First Five Years y The Last Five Years habían sido los únicos homenajes formales que aparecieron, más allá de las cientos de bandas que interpretaron en sus conciertos alguna canción (por ahí circuló, en el Facebook, un clip muy bueno de The Flaming Lips tocando Space oddity a teatro lleno en EE.UU.).
Pero ningún homenaje había hecho completa justicia al legado musical y artístico del camaleónico e hiperactivo cantante, actor, productor y multi-instrumentista británico hasta ahora, como lo hace la gira mundial Celebrating David Bowie, un proyecto musical que se está encargando, desde hace dos años, de continuar con aquello que el creador de joyas musicales como Hunky dory (1971), Station to station (1976), Low (1977), Let's dance (1983) o Heathen (2002), disfrutaba más en la vida: hacer conciertos, electrizar al público con esa combinación genial de vaudeville, rock'n roll, circo, moda, glamour, rock progresivo, soul y pop electroacústico que desplegó durante su larga trayectoria.
Una banda de músicos de primera, organizada por el experimentado productor, guitarrista y cantante Angelo Bundini, viene dándole la vuelta al mundo con un repertorio que cubre la etapa clásica de la discografía de Bowie, lanzada entre 1970 y 1984, con algunos añadidos de lo que produjo en décadas posteriores. Este concierto-homenaje es lo más cercano a lo que habría sido la experiencia de ver al fallecido cantante en vivo, gracias a la interpretación prolijamente excelente de este ensamble que reúne a artistas de diversas procedencias unidos por un tema común: su admiración o incluso cercanía al homenajeado.
Por ejemplo tenemos a Angelo Moore, vocalista de Fishbone, ecléctica banda de funk-rock de los ochenta y noventa, a quien Bowie consideraba "el mejor cantante del mundo". O el talentoso e innovador guitarrista Adrian Belew, quien fuera director musical de la banda de Bowie en 1990, luego de haber trabajado para Frank Zappa y Talking Heads, además de ser en ese mismo año miembro estable y fundamental de los titanes progresivos King Crimson. Pero además de estos tres pesos pesados, la banda es complementada por músicos extremadamente buenos como el australiano Paul Dempsey (voz, teclados, guitarra acústica), "House" (bajo), Ron Dziubla (saxo, teclados) y Michael Urbano (batería). El virtuoso septeto estuvo la noche del jueves 25 de octubre en el Teatro Municipal haciendo vibrar al público con esas canciones inolvidables compuestas por David Bowie.
Las graderías, palcos y plateas de nuestro hermoso Teatro Municipal se llenaron de glam-rock y energía durante más de dos horas de show, en el que fue uno de los mejores conciertos de la temporada 2018. Un espectáculo como este, que ha sido elogiado con enorme entusiasmo por medios especializados de EE.UU. y Europa como The New York Times, Uncut y Classic Rock Magazine, entre otros, fue placer de minorías en esta ciudad entregada al mierdoso reggaetón y la idiotizante cumbia de chaveta y pico roto de botella de cerveza. Presentaciones a casa llena en Chile, Uruguay, Brasil y Argentina nos dejan mal parados ante artistas de tanto nivel. Pero estuvieron quienes tenían que estar: fans de Bowie de todas las edades que saltaron, cantaron y bailaron cada tema con emoción y entrega. Algo que Belew, Bundini, Moore, Dempsey, House, Dziubla y Urbano seguro sabrán apreciar.
Angelo Moore resultó ser un personaje lleno de sorpresas, dispuesto a robarse los reflectores. Exultante y desinhibido, Moore comenzó el show antes de la hora pactada, saludando al público que iba ingresando en el foyer del teatro, derramando carisma. Sobre escena, Moore se encargó de personificar, a su estilo sobrecargado, casi de drag-queen, algunos de los emblemáticos atuendos y peinados que usaba Bowie en sus años de gloria, dándose volantines y mezclándose entre el público a quienes les acercaba el micrófono para que colaboren en los coros. La base rítmica de House y Michael Urbano mostró solidez y precisión a lo largo del concierto, y alcanzó momentos realmente fantásticos -sobre todo en los temas más funky del catálogo bowiesco como Sound and vision, Ashes to ashes o Golden years.
Mientras tanto el saxofonista Ron Dziubla brilló en cada una de sus intervenciones, con un punto aparte durante el solo de los exitazos radiales Blue jean y Modern love, que generaron locura en los pasillos del local. Por su parte, Paul Dempsey colocó sus acordes redondos y prístinos de guitarra acústica con suma elegancia en canciones como Space oddity, Quicksand o Five years, además de ejecutar una performance vocal perfecta.
Mientras tanto el saxofonista Ron Dziubla brilló en cada una de sus intervenciones, con un punto aparte durante el solo de los exitazos radiales Blue jean y Modern love, que generaron locura en los pasillos del local. Por su parte, Paul Dempsey colocó sus acordes redondos y prístinos de guitarra acústica con suma elegancia en canciones como Space oddity, Quicksand o Five years, además de ejecutar una performance vocal perfecta.
En cuanto a la pareja de guitarristas, Angelo Bundini y Adrian Belew, podemos decir que mientras el primero se mostró cumplidor y correcto con riffs y solos estrictamente bien colocados, el segundo exhibió su conocido talento para la experimentación con ese manejo tan particular que tiene de la guitarra eléctrica, arrancándole sonidos absolutamente impredecibles, que parecen sacados de otra galaxia, aunque bastante contenidos para nuestro gusto, ya que su rango de acción es muchísimo más amplio y durante la primera parte del concierto entraba y salía permanentemente de escena.
Belew, a pesar de ser el nombre más grande del cartel en esta versión de Celebrating David Bowie -que ha contado, en sus fechas en los EE.UU., con invitados notables como Todd Rundgren, Sting, Gail Ann Dorsey, entre otros-, cumplió con sus apariciones con suma sencillez, casi con perfil bajo. Pero sacudió el teatro cuando le tocó lanzar esas estrambóticas descargas de electricidad -como en Stay o el mix DJ/Boys keep swinging, del álbum Lodger (1979) en el que participó-, las mismas que conquistaron a Bowie cuando lo conoció allá por 1978, y prácticamente lo sacó a hurtadillas de la banda de Frank Zappa, donde cumplía contrato de un año.
Tanto Belew como Bundini, Dempsey y Moore son excelentes cantantes y se repartieron funciones según la canción interpretada. Mención aparte para la emocionante armonía vocal que lograron Moore y Belew en Space oddity, que trajo al recuerdo la que hacía el guitarrista con Bowie mismo, durante la alucinante gira Sound+Vision de hace 28 años. Para el cierre, dos temas que definen no solo la obra de David Bowie sino toda una época del rock, una que lamentablemente no volverá: All the young dudes (que Bowie regalara en 1972 a sus amigos Ian Hunter y Mott The Hoople, para que se hagan famosos) y Heroes, que podríamos dedicar esta semana al fiscal José Domingo Pérez y al juez Richard Concepción Carhuancho, a un paso de convertirse en héroes, aunque sea solo por un día.
Belew, a pesar de ser el nombre más grande del cartel en esta versión de Celebrating David Bowie -que ha contado, en sus fechas en los EE.UU., con invitados notables como Todd Rundgren, Sting, Gail Ann Dorsey, entre otros-, cumplió con sus apariciones con suma sencillez, casi con perfil bajo. Pero sacudió el teatro cuando le tocó lanzar esas estrambóticas descargas de electricidad -como en Stay o el mix DJ/Boys keep swinging, del álbum Lodger (1979) en el que participó-, las mismas que conquistaron a Bowie cuando lo conoció allá por 1978, y prácticamente lo sacó a hurtadillas de la banda de Frank Zappa, donde cumplía contrato de un año.
Tanto Belew como Bundini, Dempsey y Moore son excelentes cantantes y se repartieron funciones según la canción interpretada. Mención aparte para la emocionante armonía vocal que lograron Moore y Belew en Space oddity, que trajo al recuerdo la que hacía el guitarrista con Bowie mismo, durante la alucinante gira Sound+Vision de hace 28 años. Para el cierre, dos temas que definen no solo la obra de David Bowie sino toda una época del rock, una que lamentablemente no volverá: All the young dudes (que Bowie regalara en 1972 a sus amigos Ian Hunter y Mott The Hoople, para que se hagan famosos) y Heroes, que podríamos dedicar esta semana al fiscal José Domingo Pérez y al juez Richard Concepción Carhuancho, a un paso de convertirse en héroes, aunque sea solo por un día.
Destacó que el setlist incluyera siete de las once canciones de The rise and fall of Ziggy Stardust and The Spiders from Mars, legendario cuarto disco de David Bowie, lanzado originalmente en 1972, que hasta ahora es considerado el punto culminante de su primera época: Five years, Soul love, Suffragette city (con Angelo Moore en estado de posesión demoniaca), Rock'n roll suicide, Moonage daydream, Starman y por supuesto, Ziggy Stardust, el himno al alter ego más famoso de la historia del rock, el ídolo de peinado rojo y "ese culo dotado por Dios" que conquistó la Tierra desde el espacio exterior con una guitarra y una banda, las Arañas de Marte.
Una noche inolvidable para los amantes del buen rock and roll, que llegó a Lima gracias al esfuerzo de la productora Lima Live Sessions, la misma que viene trayendo actos de calidad, aunque no atraigan a las masas de público que merecerían sus talentos y trayectorias, para balancear la agenda de conciertos predecibles que debemos padecer en esta ciudad. Solo dos detalles: el sonido no tuvo una buena noche, por momentos no se escuchaban las voces o algunos pasajes de saxo, guitarra y teclados que pasaron desapercibidos. Y el otro: hay conciertos que no requieren de teloneros, y este era uno de ellos. Sin desmerecer el esfuerzo de Toño Jáuregui por mantenerse a flote en la siempre limitada escena local tocando canciones de su exbanda, Líbido, lo suyo no tuvo mucho que ver con la tremenda oleada de musicalidad y virtuosismo que vimos y escuchamos después. Mucha distancia entre ambos. Demasiada.
Aquí el setlist:
1. Loving the alien
2. The stars (Are out tonight)
3. Moonage daydream
4. Fame
5. Golden years
6. John, I'm only dancing
7. Rock'n roll suicide
8. Soul love
9. Starman
10. Space oddity
11. Quicksand
12. Five years
13. Ziggy Stardust
14. Lífe on Mars?
15. Sound and vision
16. Ashes to ashes
17. The man who sold the world
18. Suffragette city
19. DJ/Boys keep swinging
20. Stay
21. Sons of the silent age
22. Blue jean
23. Modern love
24. Rebel rebel
25. All the young dudes
26. Heroes