sábado, 23 de noviembre de 2013

UN HEADBANGER EN BROADWAY: WICKED, UNA SOBRECOGEDORA EXPERIENCIA MUSICAL


¿Qué hace un fanático de Frank Zappa como yo, una persona que vibra con los gritos de Tom Araya en Angel of death, un tipo que aun se emociona cuando escucha a los Ramones o a los Sex Pistols y que se pega con los vuelos psicotrópicos de King Crimson o Kraftwerk en una función de Wicked, el musical comercial más exitoso de la última década? Había escuchado hablar de esta puesta en escena pero jamás le había prestado atención, porque definitivamente los Musicales no son mi especialidad, aunque algo sé de su importancia, por cultura general. Pero debo decir una cosa: Wicked en vivo, en el Teatro Gershwin, ubicado en el corazón de Manhattan, es una de las experiencias musicales más sobrecogedoras que he tenido la suerte de ver. Y en este post trataré de explicarles por qué.

Conceptualmente hablando, no hay nada más opuesto al hard rock/heavy metal que los musicales de Broadway. La rudeza y desaliño del primero contrasta con la delicadeza y sofisticación asociadas a este género que existe desde hace más de 150 años y que fue, en algún momento de la historia, lo más cercano a una ópera popular. De hecho, existe un prejuicio ridículo, utilizado como recurso cómico en infinidad de películas y series de televisión, que liga esta clase de shows, voluptuosos y exagerados por naturaleza, con la homosexualidad masculina -casi lo mismo que ocurre con el ballet- pero ese pensamiento corresponde, ciertamente, a una forma de ver el mundo ignorante y, por decir lo menos, cavernaria. Para decirlo con todas sus letras: homosexuales hay en todas partes, en un concierto de Cannibal Corpse o en una función de The phantom of the opera. Así que dejemos ese tema fuera de la discusión.

Como fanático del rock en todas sus formas, carezco de una amplia cultura acerca de Broadway; pero como melómano y estudioso de la expresión musical como arte, no me son ajenas las clásicas composiciones de Rodgers & Hammerstein, Bernstein, Sondheim, Gershwin, Lloyd Weber y tantos otros, escritas para historias que han sido llevadas, muchas de ellas, al cine, la televisión y cuyas melodías emblemáticas forman parte del imaginario colectivo de... unas cuantas personas con cierta cultura musical (iba a decir de todo el mundo pero, francamente, dudo que el título West side story, solo por mencionar un caso, signifique algo para las masas embrutecidas que ven El valor de la verdad cada sábado por la noche...).

Por otro lado, existe una estrecha relación entre musicales y pop-rock, establecida en los años 60s con el surgimiento de títulos como Jesus Christ Superstar, Hair o Tommy y que se ha mantenido hasta el día de hoy en las partituras de algunos de los musicales más conocidos de los últimos años, que combinan ensambles sinfónicos y coros operáticos con instrumentos básicos de un contexto rockero como guitarras, bajos, teclados y baterías; sin perder, desde luego, las características principales e inconfundibles de un musical: temas universales (amor, amistad, traición, ambición), vestuarios, maquillajes y peinados sobrecargados, escenografías grandilocuentes, etc. Asimismo, existe una tendencia nueva en el teatro musical norteamericano que arma historias sobre la base de las canciones más conocidas de algunos íconos del pop-rock: Mamma mia! (Abba), Movin' out (Billy Joel), We will rock you (Queen) y la más reciente, A night with Janis Joplin, un tributo a la mítica cantante de blues y rock, al estilo Broadway.

Pero volvamos a Wicked. Decía que esta obra, que cuenta la historia oculta de la Bruja Mala del Oeste, el malévolo personaje del clásico film de 1939 The wizard of Oz, es uno de los espectáculos musicales más sobrecogedores que he visto. El nivel de perfección que alcanza esta puesta en escena, prácticamente en todos su aspectos, no acepta discusiones, salvo que las plantee algún experto en Musicales capaz de encontrarle desaciertos, en comparación a otras temporadas, a otras obras o incluso a otras épocas de este género, equivalente a la opereta italiana y la zarzuela española.

Se trata de una adaptación libre -muy libre, por cierto- de un libro escrito en 1995 por Gregory Maguire, titulado Wicked: The life and times of the Wicked Witch of the West, que se desarrolla en paralelo a la historia original del mágico mundo de Oz, antes de que la pequeña Dorothy aterrice, con casa y todo, en esta tierra de brujas, animales parlanchines y monos voladores (algo así como el Episodio I de Star wars). Aunque las referencias a The wizard of Oz son permanentes, en realidad este cuento musical posee una temática y personalidad propias, creando un universo nuevo de situaciones, personajes y argumentaciones por demás interesantes: la Bruja Mala del Oeste es presentada como una outcast: una mujer inteligente, luchadora y discriminada desde su nacimiento por tener la piel de color verde; y su contraparte, la rubilinda Bruja Buena del Norte, una mujer frívola, superficial, socialmente popular y bastante tonta. Ambas desarrollan una intensa amistad, en el contexto de una escuela para adolescentes, que atraviesa diversos problemas por, entre otras razones, la competencia por el amor de un "príncipe", nada convencional por cierto, pero príncipe al fin.

La historia es entretenida y posee momentos de mucha emotividad, pues incluye lecturas diferentes de determinados códigos y lugares comunes que se pueden encontrar en un musical de Broadway: hay romance, humor, tristeza, bailes coreográficos y todo lo demás, pero con un discurso que se aleja de la cursilería para entrar en terrenos un poco más complejos (el tema del rechazo del padre, la discriminación de los amigos, la defensa de los animales, el Mago de Oz como símbolo del engaño y el control social). Pero lo que hace de Wicked una obra sobrecogedora es su música: el impresionante talento de las y los intérpretes, una generación de vocalistas capaces de conseguir cotas elevadísimas de volumen y emoción. Si bien es cierto el trabajo que resalta más es el de las protagonistas (para esta temporada, las jóvenes cantantes Donna Vivino y Alli Mauzey), cada una de las apariciones de personajes secundarios o de coros es verdaderamente notable.

Al escuchar aquellas voces afinadísimas, potentes y a la vez expresivas, dosificando cada fraseo y lanzando notas con la precisión milimétrica propias de un violín pulsado por un músico entrenado académicamente, desfilaron en mi memoria los nombres y rostros de Gianmarco, Denisse Dibós, Marco Zunino, Gisela Ponce de León, Bruno Ascenzo y etcéteras en su naturaleza más cucarachesca, con la mediocridad de los que se sienten talentosos en un medio como el peruano, sin acceso a las grandes ligas. Siempre he opinado que los musicales presentados, con pompa y huachafería extrema, en Lima (presentaciones que incluyen alfombras rojas, fotos en Cosas y demás) son de lo peor, pero nunca tuve eso tan claro como esa noche en el mítico Teatro Gershwin, el mismo escenario en que Wicked se estrenó, hace exactamente diez años, en octubre del 2003, sin salir de cartelera hasta el día de hoy y registrando récords de taquilla, temporada tras temporada.

El marco musical ha sido compuesto por un peso pesado de estos asuntos, el señor Stephen Schwartz, responsable de las bandas sonoras de clásicos modernos del cine animado como The huncback of Notredame o Pocahontas, entre otros títulos. Schwartz ofrece en Wicked una combinación perfecta de los vuelos sinfónicos propios del cine y teatro modernos con ensambles de pop-rock contemporáneo, junto a distintivos sonidos extraídos del jazz y el vaudeville. La emoción y la gravedad de ciertos momentos específicos de Wicked se reflejan en la partitura, la cual es interpretada en vivo por una orquesta de 23 músicos. Eso, más las alucinantes instalaciones del teatro en sí mismo, el lleno total y toda la atmósfera creada por cada detalle de la puesta en escena, cuidadosamente diseñada para que el público se introduzca en la historia, hacen de Wicked un espectáculo realmente inolvidable.

Al final, cuando las miles de personas que abarrotan la función descienden las escaleras para salir del teatro, se encuentran con unos enormes carteles que dicen "You are now leaving Oz/Reality straight ahead" (Ahora usted está saliendo de Oz/La realidad comienza afuera". Y es verdad. Al terminar Wicked uno no solo deja atrás el teatro, uno deja atrás la magia, la fantasía de haber estado dos horas en otro mundo.

sábado, 9 de noviembre de 2013

EN MEMORIA DE MI MAMÁ (1945-2010)


Un día como hoy, hace exactamente tres años, mi mamá partió de este mundo para convertirse en una presencia permanente, que acompaña todos mis movimientos, mis pensamientos y mis sueños. De verla de vez en cuando, en las mañanas antes de salir al trabajo, en las tardes al regresar de él, o algún domingo que pasaba sin hacer nada fuera de casa; pasé a verla y sentirla todo el tiempo, aun ahora que escribo estas breves líneas pensando en su nombre y que el tiempo, aunque no desaparece el dolor, sí permite ver las cosas con la calma y la paz que, en aquel primer momento de su partida, parecían imposibles de recuperar.

La recuerdo todo el tiempo. La recuerdo sonriente, conversadora, amable con las personas, preocupada por nuestros problemas, contenta con nuestros pequeños logros, ilusionada con todo, como una niña. La recuerdo cantando las baladas y boleros de La Inolvidable, bailando la cumbias que me enseñó a escuchar, riéndose a carcajadas de nuestras bromas. Y de los últimos meses, recuerdo su enorme valentía, su inmenso deseo de recuperarse cuando esa era aun una posibilidad; y cuando las cosas tomaron otro camino, recuerdo su genuino y desesperado deseo de no sufrir más, de descansar, de dejarnos.

Mi mamá era colombiana de nacimiento y cada vez que puedo, lo digo con orgullo a quienes me conocen por primera vez. De Manizales, estado de Caldas, al norte de Cali. Se nacionalizó peruana y se hizo peruana de corazón, pero en su acento, en sus canticos (con acento en la "i", no como en "cánticos") y en su conversación asomaba siempre esa nacionalidad original que la hacía sentir especial. A sus amigas les decía que siempre ansió volver a su país, aunque fuera de visita, algo que no pudo hacer en vida. Desde el cielo, debe haberla visitado ya más de una vez.

Le encantaba la música y las películas, en especial El mago de Oz y Alicia en el país de las maravillas. En la televisión era novelera a tiempo completo, en especial las que venían de Colombia, vivía enamorada de Fernando Colunga y lloraba de risa viendo El Chavo del Ocho, Patacláun y en los últimos tiempos, a las monjas con nariz roja de Canal 2. Admiró a Gisela Valcárcel desde que la vio recibiendo llamadas a fines de los 80s y aunque después se desencantó de ella, nunca dejaba de pensar en cómo se transformó, según su opinión, en esa cosa que hacía programas nocturnos aburridos y daba supuestos discursos filosóficos. Durante el último año, desarrolló una intensa conexión con la vida y carrera de Michael Jackson y me hizo traducirle todas sus canciones y entrevistas. 

También tenía su carácter, mi mamá. Cuando se enojaba, sobre todo con mi papá, era capaz de decir cosas fuertes, lanzar miradas matadoras y lisuras peruanísimas. Pero siempre la dulzura y la calidez de su naturaleza le ganaban la partida y terminaba riendo y charlando y haciendo del problema o el error una anécdota más. La libertad de su carácter, esa inocencia que le permitía no tomar las cosas tan en serio, fue la base de esa forma de ser diáfana y abierta que tanto extrañamos quienes la conocimos de cerca. 

A sus hijos, que fuimos tres, nos trató siempre con cariño, ya sea en la infancia o en la adultez, y ninguna de nuestras situaciones le fueron ajenas. No voy a decir que fue una madre estricta o controladora, pues sería mentir acerca de ella. Tampoco que era melancólica o depresiva, pues no encaja en el perfil. Mi mamá era un ser humano muy especial, difícil de catalogar siguiendo las líneas conceptuales convencionales. Lo que en vida le faltó de instrucción, le sobró en amabilidad, sencillez y amor. Mi mamá era un espíritu libre, en el sentido más etéreo y angelical del término. Y hoy lo es a tiempo completo. Mi mamá era única.


viernes, 1 de noviembre de 2013

R.I.P. LOU REED (1942-2013)


El mundo de la música contemporánea está de luto. Uno de los creadores más prolíficos e influyentes de la historia del rock and roll ha dejado de existir tras algunos meses de atravesar una complicada operación de transplante de hígado. Lewis Allan Reed falleció el último domingo, a los 71 años de edad. Parecía difícil de creer y asimilar una noticia como esa. ¿Lou Reed¿El mismo que editó, en un arriesgado movimiento, un álbum a dúo con Metallica hace un par de añosEs cierto que nadie es eterno, por lo menos no en el plano terrenal, pero la desaparición física de este irreverente narrador de cuentos urbanos golpea en la médula universo rockero, que él ayudó tanto a establecer como forma de expresión que fuese considerada artísticamente respetable.

Su voz rasposa y grave, su guitarra sucia y elemental y sus letras directas acerca de los aspectos más oscuros y sórdidos de la sociedad norteamericana lo convirtieron en un artista de culto casi desde el inicio de su carrera. Influenciadas por el movimiento de las calles de Brooklyn -donde nació- hasta la Universidad de Siracusa -donde estudió periodismo y escritura creativa-, las composiciones de Lou Reed son 100% neoyorquinas, pero no en la onda luminosa y casi romántica del Billy Joel más accesible, sino desde el punto de vista de la marginalidad y la violencia, a a veces descritas de manera estridente y otras haciendo uso de brillantes metáforas rodeadas de un rock sin concesiones ni artificios muy elaborados. 



Lou Reed fue el motor de ese cuarteto llamado The Velvet Underground -que completaban Maureen Tucker, Sterling Morrison y John Cale- que con solo cuatro álbumes oficiales, marcó el derrotero de lo que hoy conocemos como "indie rock". Con extenuantes dosis de psicodelia y algo de rockabillie en su sonido, las canciones de The Velvet Underground se convirtieron de inmediato en himnos de la libertad creativa y el surrealismo musical, actitud que llamó la atención del prominente artista plástico y visual Andy Warhol, quien se volvió su protector y mecenas. 

Cuando la vida del grupo se extinguió, Reed se consolidó como autor con inmensos discos como solista que no solo tuvieron gran resonancia e influencia para otros letristas sino que además contaron con la participación de algunos de los mejores músicos de la época. Desde Steve Howe y Rick Wakeman hasta Jack Bruce y Michael Brecker, el compositor supo rodearse de aquellas personas capaces de traducir sus ideas musicales, que iban desde el rock distorsionado de tres acordes hasta los experimentos con la música electrónica y el jazz urbano. En sus lanzamientos más recientes, excelentes instrumentistas como Robert Quine (guitarra) y Fernando Saunders (bajo) -con quienes trabaja desde mediados de los 80s- se convirtieron en sus cómplices más cercanos.


Como una persona me dijo hace unos días: "el indie rock no existiría sin la existencia de Lou Reed". Esta sencilla sentencia es de una contundencia irrefutable. Quizás en nuestro medio hablar de la muerte de Lou Reed sea materia de los pequeños cenáculos en los que nos movemos quienes algo podemos saber de música, pero en New York es titular de bandera en todos los periódicos y tema de conversación en esquinas, bares y plazas. Estamos hablando de uno de los padres fundadores de este género que tanto nos apasiona. 

Y además, que contaba con una amplia cultura no solo musical sino literaria y el criterio lo suficientemente abierto para trabajar con los mejores de su tiempo: desde sus colaboraciones con David Bowie e Iggy Pop, sus musicalizaciones de Edgar Allan Poe, sus homenajes a "Drella", apelativo de Andy Warhol o su último álbum conceptual junto a Metallica que, aunque fallido, demostró que continuaba derrochando inquietud y sentido vanguardista, la obra de Lou Reed se ubica, sin duda alguna, en el exclusivo primer nivel del panteón de los grandes del rock, a quienes ahora debe estar acompañando en un psicotrópico jam, rodeado de humo, cervezas y unas cuantas buenas y oscuras historias.