LA PREVIA ¿QUIÉN ES STEVE HACKETT?
La expectativa no podía ser mayor. Desde que se anunció la llegada de Steve Hackett, quienes hemos dedicado años a escuchar buena música sabíamos que se trataba de una de las mejores noticias para la agenda de conciertos en nuestra capital en lo que va del año, tras la visita de The Rolling Stones en el pasado mes de marzo. Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido con los legendarios intérpretes de (I can't get no) Satisfaction, Start me up y Angie, aquí no había espacio para poseros.
Efectivamente, quienes sabemos a la perfección quién es Steve Hackett sin necesidad de pasar dos o tres minutos en Google, conformamos una cofradía minoritaria que estuvo muy bien representada la noche del jueves 8 de septiembre, en el cómodo y elegante Gran Teatro Nacional. Guitarrista de Genesis entre 1970 y 1977, cofundador de GTR y Squakett -sus dos proyectos junto a Steve Howe y Chris Squire, de 1986 y 2012, respectivamente; y poseedor de una discografía personal amplia e interesante, desplegada en cuarenta años de carrera, en la que se aprecian desde sus aportes a lo que fuera el mejor periodo de su banda primigenia hasta impresionantes desarrollos de rock neoclásico y exploraciones con la música de cámara, la guitarra acústica de concierto y el blues, su presencia entre nosotros era todo un acontecimiento.
El estilo de Hackett en la guitarra, ominoso y filudo, le permitió ubicarse entre los dioses del rock progresivo de la década de los 70s, junto a otros grandes nombres como David Gilmour (Pink Floyd), Steve Howe (Yes) y Robert Fripp (King Crimson). Sus solos de notas largas y sus riffs rotundos cargados de distorsión se combinaban con profundos recursos acústicos, como el uso de armónicos naturales, escalas barrocas y una novedad: el tapping, esa técnica en la que, a dos manos, juega con las notas desde el diapasón, y que una década más tarde fuera perfeccionada por Eddie Van Halen, ese otro héroe de la guitarra a quien nunca le faltó humildad para referirse a Hackett como una de sus primeras influencias, elogio que también recibiría de Brian May, célebre por su trabajo con Queen.
El guitarrista de 66 años es, desde hace mucho, el responsable de que las nuevas generaciones de melómanos del mundo no se olviden de la música extraordinaria que produjo en esos años -de 1971 a 1977- junto a Mike Rutherford, Tony Banks, Phil Collins y Peter Gabriel, la formación clásica de Genesis, a través de discos y conciertos con su propia banda, en los que recreaba esos densos y complejos segmentos instrumentales que caracterizaron al quinteto.
EL CONCIERTO: UNA EMOCIÓN TRAS OTRA
Para su primera visita a Lima, Steve Hackett llegó acompañado de Genetics, un grupo de músicos argentinos que reproduce a la perfección esos arreglos intensos con los que Genesis envolvió a sus públicos, en una época en que todo era nuevo y los artistas que se dedicaban al rock tenían el requisito obligatorio de ser buenos en lo que hacían para recibir la retribución del aplauso. Cuando uno ve, gracias a la magia del YouTube, cómo reaccionaban las personas que veían a la banda británica en los 70s, quedan claras las diferencias del nivel de apreciación que tenía la gente de antes con las masas actuales, incapaces de entender estas complejas y emocionantes canciones.
La noche de Steve Hackett & Genetics en Lima comenzó con Dance on a volcano, tema que abre A trick of the tail (1976), aquel disco que Genesis publicó tras la salida de Peter Gabriel y que significó la primera ocasión en que Phil Collins se encargó de los micrófonos del grupo. Aun cuando se sabe que Hackett comenzó a sentirse incómodo en la banda un año atrás -en 1975 había lanzado su debut como solista, el alucinante Voyage of the acolyte- permaneció con sus compañeros hasta 1977, en que se separó luego del lanzamiento de Wind and wuthering (1977).
Luego de Dance on a volcano vino un trío de canciones de The lamb lies down on Broadway (1974), la máxima obra conceptual del periodo dorado de Genesis. La apabullante oscuridad de Fly on a windshield seguida de Broadway melody of 1974 y la placidez misteriosa de Cuckoo cocoon. La fantástica y surrealista historia de Rael sería revisitada tres veces más: en The lamia y The carpet crawlers (dos de las piezas más espaciales del catálogo de Genesis) y Hairless heart, un subyugante instrumental incluido dentro del set acústico de Hackett, en el que brilló, por supuesto, Horizons y un espectacular tema de guitarra flamenca.
Los clásicos se sucedieron uno tras otros, con la respuesta de un público enfervorizado y comprometido, que coreaba esas extravagantes letras acerca de hermafroditas, ninfas, caballeros de la medianoche, cortadores de césped, juegos de crickett que acaban en asesinatos, ángeles, demonios y demás imaginería fantástica de suites como The fountain of Salmacis, Dancing with the moonlit knight, I know what I like (In your wardrobe), The cinema show, incluidas en los tres álbumes que definieron el sonido intenso y teatral de Genesis: Nursery crime (1971), Foxtrot (1972) y Selling England by the pound (1973). Es difícil determinar cuál fue el punto más alto del concierto, aunque sin lugar a dudas el solo de Firth of fifth, fue uno de los que el público esperó con mayor impaciencia, al tratarse del sello de Hackett como guitarrista de Genesis. La introducción acústica de Blood on the rooftops, romántica pieza del disco Wind and wuthering, también arrancó emocionados aplausos en el Gran Teatro Nacional.
Para el final, llegaron Supper's ready, la estrambótica suite de más de veinte minutos que cierra el disco Foxtrot, y sus múltiples cambios y temas que van de lo romántico y divertido a lo religioso, combinando la estética del vaudeville con críticas a la sociedad británica y un final apocalíptico y celestial a la vez. Luego de despedirse del público, Steve Hackett y sus cómplices argentinos regresaron para cerrar con Watcher of the skies -una espectacular versión- y The musical box, melodía de intensidad emocional que desgarró el corazón a más de un fanático de Genesis.
GENETICS: ORGULLO ARGENTINO
Genetics dejó boquiabierto al público peruano, conocedor de cada detalle y arreglo, con la exactitud con la que interpretan estos clásicos del prog rock. Una sensación de envidia me recorre el cuerpo cada vez que pienso que, mientras nosotros nos deshacemos en aplausos cuando surge un imitador/parodiador de artistas como Julio Iglesias, Sandro o Juan Gabriel, un conjunto de músicos argentinos relativamente jóvenes es capaz de tocar nota por nota composiciones de tan alto nivel de dificultad, y hacerlas sonar tal y como sonaban en los viejos vinilos y CDs que tanto nos emocionan. Una prueba más de lo mucho que nos falta si queremos hablar de educación musical en el Perú.
Esta banda argentina, formada en el año 2011, no merece más que elogios. Sus integrantes han conseguido apropiarse de cada sonido original de estas poderosas canciones y son, en la actualidad, considerados lo más cercano a cómo habría sonado Genesis en su época. Tomás Price, el cantante y flautista, tiene un tono vocal muy parecido al de Peter Gabriel y permanece sobrio sobre el escenario cuando le corresponde cantar o tocar, retirándose en cada segmento instrumental para permitir el protagonismo de Hackett.
El resto de la banda hace un trabajo soberbio de interpretación musical, con Horacio Pozzo en teclados, piano y mellotron, Claudio Lafalce (bajos, guitarra de 12 cuerdas, pedalera de bajo) y Daniel Rawsi (batería) replicando las líneas y contrapuntos de Banks, Rutherford y Collins con precisión sorprendente. Por su parte, Leo Fernández (guitarra) hace una valiosa contribución apoyando a Hackett con solos furibundos, en un estilo más contemporáneo, pero sin ponerse nunca en primer plano. Lafalce y Pozzo tocan, como Rutherford y Banks, las guitarras acústicas en introducciones como las de The musical box, The cinema show o Supper's ready.
GRACIAS POR LA MÚSICA
Los amantes de la buena música estamos más que agradecidos a TQ Sessions, la productora liderada por el empresario Alberto Menacho que hizo posible este show, más allá de lo que las tendencias del marketing seguramente le aconsejan. Un concierto para 1,500 personas difícilmente sea rentable, pero el ímpetu para organizarlo denota, a pesar de las pérdidas que pueda traer, un amor por el talento de estos respetados artistas que es pocas veces visto entre nosotros, más acostumbrados a tener que soportar "lo que se vende más" o lo que le gusta a las grandes masas.
El recital de Steve Hackett & Genetics será recordado como uno de los mejores de este año, sin lugar a dudas. El legado discográfico de ese genial grupo que fue Genesis está en buenas manos. Ahora solo nos queda rezar para que Gabriel, Collins, Banks, Rutherford y Hackett decidan, de una vez, dejar atrás sus agendas personales y regalarnos una última gira. Después de todo, deberían aprovechar que aun están todos vivos y en actividad...