sábado, 31 de octubre de 2009

DÍA DE LA CANCIÓN CRIOLLA


Cuando era niño, mi familia paterna solía reunirse en la casa de la abuela todos los domingos para almorzar... esos almuerzos terminaban siempre en intensos simulacros de jarana que trataban de mantener vivo el espíritu de lo que, según contaban los mayores, eran las verdaderas jaranas de rompe y raja que se realizaban en los barrios populares de "aquella Lima que nunca existió", eufemismo que he visto ya hasta tres veces en las crónicas que la prensa local le viene dedicando al Día de la Canción Criolla, en su afán por relanzarlo como marca nacional y hacer que supere su nivel de atractivo comercial y desplace por fin, al extranjerísimo Halloween.

Y los domingos de octubre eran particulares, especiales. Hoy que somos pocos los que podemos "presumir" de ascendencia netamente limeña y que nuestra generación es un collage racial mucho más marcado, producto de la inmigración y del sinceramiento histórico de la diversidad étnica de nuestro país - aunque no haya venido acompañado necesariamente del derrumbe del racismo y la discriminación - vale la pena rescatar esos recuerdos de infancia, porque me da la impresión que para la mayoría de gente que frisa los 30s, el Día de la Canción Criolla es algo así como una novedad. Y naturalmente, no lo es.

Aquellos domingos de octubre, en aquella quinta de La Victoria, escuché por primera vez frases como "ese valse es de la guardia vieja", "guitarra llama a cajón", "no hay primera sin segunda", "carretas aquí es el tono" y muchísimas más que sería largo enumerar aquí, además de esas otras que deben estar alojadas en una de las unidades de mi disco duro y que por más que lo intento, no logro hacer salir. El mes de octubre era especial porque era el mes de la Procesión del Señor de los Milagros y mis tíos se convertían en jedis vestidos de morado con inmensos escapularios y detentes y partían presurosos a cargar y/o acompañar al "Señor Cristo Moreno, Señor de los Milagros y Patrón de la Ciudad" y el último domingo, cayera o no 31, se celebraba el día de la canción criolla, así en minúsculas, de la mejor forma en que se puede celebrar: cantando música criolla.

Cuando pensé en hacer este post lo primero que se me ocurrió fue hacer una breve historia de nuestra música y por ahí, con el habitual tono crítico, esbozar alguna teoría indignada del porqué las juventudes creen que porque cantan Mal paso o se emborrachan en una peña de moda o gritan salud mientras aplauden desde las zonas VIP's a los artistas que aun cultivan la música criolla, una música que no terminan de internalizar como propia, ya sienten pagada su deuda con la peruanidad que suelen rechazar. O peor aun, cuando se acuerdan de los músicos criollos solo cuando uno de ellos fallece y llenan bares y fondas con homenajes, la mayoría de ellos despersonalizados y desfondados.

Pero me pareció innecesario ahondar mucho en esa realidad dolorosa para quienes sentimos la música criolla como una verdadera parte de nuestras vidas. No necesito escuchar música criolla a diario ni tampoco ir a un concierto de Oscar Avilés ahora que se ha puesto de moda ser "criollazo". Porque la he escuchado desde que tengo uso de razón y me encanta. Y porque lamento que la verdadera música criolla se haya convertido en un circuito casi subterráneo con contadísimos intérpretes de calidad y ausencia absoluta de compositores. Uno de esos artistas que viene trabajando desde hace más de 20 años en la protección de lo que significa hacer música criolla es el guitarrista Willy Terry (ver video).

No soy de los que afirman que es necesario desterrar Halloween y dedicarse únicamente a celebrar, con más ínfulas patrioteras y demagógicas (o comerciales) que verdadera vocación de homenaje, el Día de la Canción Criolla, existente desde hace 65 años. Tampoco estoy tan de acuerdo con esa especie de sincretismo planteado desde las oficinas de marketing según el cual son capaces de ofrecerte mesas en forma de guitarra y asientos en forma de cajón, con calabazas naranjas y decoración de monstruos alrededor. En ese sentido, podrían decir de mí que soy un purista a ultranza, pues considero que cada cosa tiene su lugar y su momento.

Porque además creo que la música criolla debería ser, como lo es hoy la comida gracias al intenso trabajo de promoción real y con visión de futuro, tanto social como económica, de Gastón Acurio, una característica inherente a nuestra idiosincracia como país y no una fecha de desborde nacionalista que muchas veces (no todas) termina siendo impostada y teledirigida para alcanzar ciertas metas numéricas. Aun no hay nadie que trabaje en ese sentido. Prueba de ello son las múltiples expresiones "modernas" de música criolla que le hacen flacos favores al legado de genios artistas como Eduardo Montes y César Manrique, Felipe Pinglo, Oscar Avilés, Nicomedes Santa Cruz, Chabuca Granda, Augusto Polo Campos y tantos otros.

Como dice la Sra. Alicia Maguiña en una reciente entrevista: "Yo soy respetuosa de la belleza. Yo no creo que todos estemos en la capacidad de aportar. Eso lleva a huachaferías espantosas". Amén.



sábado, 24 de octubre de 2009

¿QUÉ ES UN POLIZONTE?

A menudo el uso impone ciertos errores en el habla popular que terminan siendo aceptados masivamente y resulta muy difícil, por no decir imposible, corregirlos. Y sería deshonesto de mi parte considerarme ajeno a estas situaciones y pretender que este artículo es escrito desde el balcón de quien siempre supo que los demás cometían el error. Todo lo contrario. Caer en la cuenta de que uno desconocía el verdadero significado de un término que siempre utilizó equivocadamente tiene dos efectos, a un tiempo: a) me ubica frente a mi oceánica ignorancia en cuanto al uso de nuestro riquísimo idioma y b) me pone delante una responsabilidad, la de difundir lo que acabo de aprender para intentar que unas cuantas personas, por lo menos las que lleguen a leer este post, dejen de cometer el mismo error que las grandes mayorías seguirán cometiendo en el futuro.

Y en el caso específico que me ocupa esta vez, hay un tercer efecto: la sorpresa que produce el saber que el error en cuestión se ha extendido de manera exponencial gracias a la existencia de un programa de televisión en señal de cable que lleva por título la palabra errada, en el sentido errado. El programa, que cuenta con una considerable audiencia en sectores A y B, se estructura sobre la base de tres reporteros y actores, que incluso se arrogan el título de comunicadores sociales, que son capaces de ingresar a cualquier evento social, aparentemente sin permiso y hacen notas que pueden ser desde ingeniosas y cómicas hasta absurdas y desagradables, y todo lo que se pueda encontrar entre ambos extremos.

Como todos sabemos, el acto de ingresar a una fiesta sin ser invitado (que es denominado con mucha precisión por un término de extendido uso popular, el entrañable y juguetón verbo "colarse") se relaciona directamente a una figura distinta en forma pero similar en trasfondo: la del pasajero que no paga su boleto y que se esconde para no ser descubierto. En incontables películas, programas cómicos y novelas nos hemos encontrado con esos personajes y siempre los hemos llamado así: polizontes. Y cada vez que los hemos llamado así, hemos incurrido en un error.

"Polizonte" es sinónimo de "policía". Nada más ni nada menos. Si revisamos el DRAE veremos que como única acepción del término "polizonte" figura "agente de policía" y con una indicación al canto: es una manera despectiva de referirse a un agente de policía. Pero si observamos el comportamiento y la actividad de los reporteros del conocido programa nos percataremos de que no existe absolutamente ninguna relación entre ellos y los efectivos de las fuerzas del orden público, ni halagüeña ni despectivamente hablando. Aquellos personajes que se esconden en las bodegas de los barcos para viajar sin pagar o que van de vagón en vagón de algún tren, buscando pasar desapercibidos por los guardias de seguridad no son polizontes, son polizones.

Nuevamente consultamos el diccionario y vemos que "polizón" es "una persona que se embarca clandestinamente" y que es además un galicismo proveniente de la palabra "polisson" que denomina en francés al vago, al hombre sin oficio. De esta manera llegamos a la conclusión de que el programa de marras debería llamarse "polizones" y no "polizontes". Lo más probable es que el error se siga cometiendo y que el público en general continúe asociando esta variación despectiva de la palabra "policía" a estos carismáticos y divertidos reporteros que van de "colones" a todas las fiestas, conciertos, exposiciones, desfiles de modas y cuanto evento se les ocurra. Dicho sea de paso, no son realmente polizones puesto que a estas alturas ya deben recibir hasta invitaciones para asistir y hacer cobertura de estos acontecimientos sociales, para poder promocionarlos.

En fin, ya saldé cuentas con los dos efectos que me produjo el descubrir que era parte de la mayoría que ignoraba tal error conceptual y prometo firmemente no volver a cometerlo. En cuanto al tercer efecto, el de la sorpresa, desapareció casi de inmediato puesto que es una comprobación más del poco interés que se tiene por hacer las cosas con rigor académico, por más mínimo que este sea. Después de todo, es un programa de entretenimiento y no una lección de lenguaje. Para despejar más dudas, los dejo con este párrafo del capítulo 15 de la novela Bailén (1873), del español Benito Pérez Galdós, en la que hace uso correcto del término "polizonte":

"Voy a decir de qué manera nos distribuyeron. La primera división la mandaba Reding, la segunda Coupigny y la tercera Jones: la reserva estaba a las órdenes de D. Juan de la Peña, y mandaban destacamentos sueltos compuestos poco más o menos de mil hombres, y en calidad de tropas volantes para mortificar al enemigo, D. Juan de la Cruz, el marqués de Valdecañas y D. Pedro Echévarri, que después fue uno de los más famosos polizontes de la reacción. Trescientos escopeteros que habían salido Dios sabe de dónde, eran capitaneados por el presbítero D. Ramón de Argote. ¿No es verdad que hubiera estado mejor diciendo misa?"

Nota: muchas gracias a ti por hacerme notar la diferencia entre "polizonte" y "polizón"... como siempre enriqueciendo mi paleta de temas para la bitácora... Hasta la próxima...

domingo, 18 de octubre de 2009

SOUNDS FROM INDIA

La BBC acaba de editar un DVD doble con la obra indispensable del maestro Ravi Shankar, amo y señor de la cítara hindú, mentor del gran George Harrison, entre otras cosas... en esta raga se acompaña de su hija, Anoushka... dulces sueños...

sábado, 17 de octubre de 2009

ACERCA DEL ABORTO


Hay ciertos temas acerca de los cuales aun resulta difícil hablar dentro del establishment, esa entidad informe que persiste en dominar el pensamiento y la acción del ser humano en cualquier entorno social. El establishment, que de vez en cuando encarna en rostros poco populares por sus posturas anacrónicas, es en realidad una atmósfera cargada de juicios (quizás deberíamos llamarlos prejuicios) capaz de hundir en los sótanos de la censura y de lo social y políticamente inaceptable a aquellas personas o instituciones que osen exponer sus ideas con libertad. Porque el pensar hace libres a las personas. Y eso al establishment no le gusta.

El aborto es uno de esos temas. Por eso se le deja así, sin apellido. No importa que los sectores progresistas y bienpensantes propongan términos que acompañen a la aborrecida palabra para que pueda ingresa al sistema de ideas cerrado y obcecado de lo establecido. A los sectores más agrios y avejentados de la religión, a las camarillas políticas que se benefician con la permanencia en el poder, directa o indirecta, de los fanatismos confesales, no les importa que el aborto sea "eugenésico", que sea "humanitario", que sea "terapéutico".

Ni siquiera porque detrás de cada uno de estos términos podamos encontrar 20 razones para entender que en esos casos el aborto no solo es comprensible, sino que además es justo y necesario. "Justo y necesario", combinación de palabras que esos ortodoxos de la religión repiten cual muletilla cada domingo dándose golpes de pecho para después regresar a sus curules, a sus despachos mal llamados carpetas o a sus confesionarios a seguir ignorando olímpicamente el dolor y el sufrimiento que se ven obligadas a soportar todas esas menores de edad que quedan embarazadas tras ser violadas por su hermano, su tío o su padrastro o todas aquellas mujeres que, viviendo con menos de un sol diario, reciben además la lamentable noticia de que están esperando el nacimiento de un niño(a) con una malformación genética que lo condenará a la muerte mucho antes de que el señor cardenal se entere de que nació, para llevarlo envuelto en una manta a sus claustros y así hacerse cargo de él.

La intransigencia de los sectores que no escatiman en disfuerzos y bravuconadas al momento de desautorizar la despenalización del aborto y la aceptación del mismo en los casos descritos (que hasta donde entiendo ya son permitidos según nuestro sistema legal pero que, como es práctica común en otros casos, queda en letra muerta cuando de aplicarse se trata) no tiene absolutamente nada que ver con la "defensa de la vida" que dicen ejercer. Nada más inhumano que condenar a una criatura inocente a una vida miserable en nombre de fundamentalismos que no admiten la consideración de matices, de realidades, de situaciones que no se solucionan leyendo un párrafo de la Biblia o un artículo de la Constitución. El ser humano antes que preceptos morales o legales tiene cerebro y tiene alma. Debería anteponerlos para acercarse más a una verdadera comprensión del dolor ajeno.

Nadie espera que se abran las puertas a que cada mujer irresponsable que queda embarazada "sin darse cuenta" acuda al doctor a los 5 meses de embarazo y se practique un aborto que, a esas alturas de la gestación, califica como asesinato de un ser humano en estado avanzado de formación. Tampoco se trata de estigmatizar a todas aquellas mujeres que han tenido la penosa y difícil experiencia de abortar en condiciones de inseguridad, porque fueron víctimas de una violación o porque conscientemente asumen no estar en su mejor momento para dar a luz a una criatura y que, a pesar de todas esas consideraciones racionalmente sopesadas, salieron embarazadas sin haberlo deseado o planificado correctamente. Cada mujer que aborta afronta una serie de secuelas físicas y psicológicas muy fuertes, que terminan destruyendo o fortaleciendo a la persona involucrada, dependiendo de su estado mental y su fuerza de voluntad.

En los últimos días, el tema del aborto ha vuelto a ponerse sobre la mesa y hemos vuelto a escuchar los mismos argumentos desfasados y cínicos de quienes dicen defender la vida humana desde su primer atisbo de existencia, mientras se la pasan de coctel en coctel cuando seres humanos mueren de hambre y de frío delante de sus ojos sin que agiten sus espadas ni despeinen sus cabelleras por las injusticias que atraviesan a lo largo y ancho del país miles y miles de personas, hombres y mujeres, niños y ancianos, de carne y hueso. Una vez más, al poner sobre el tapete tan espinoso tema, los intolerantes de siempre mandan callar a todos y guardan, a un tiempo, silencio sepulcral cuando se les pide responder por otros cuestionamientos.

No importa lo que digamos los libre pensadores. No importa que las estadísticas muestren la enorme cantidad de países en el mundo que ya comenzaron a entender el verdadero sentido de estas acciones, en búsqueda de aliviar a las mujeres más sufridas. No importa que el machismo y las columnas vertebrales del arcaico orden religioso vayan cayendo en otras latitudes. Aquí, el aborto eugenésico (y sus variables)y todos aquellos que declaren su opinión a favor del mismo seguiremos siendo juzgados y excomulgados por los ministros que saltan de cargo en cargo como en un carrusel y por los cardenales que modelan en revistas de moda y lanzan discursos lisurientos frente a castrenses auditorios. Y ambos son conspicuos representantes del Opus Dei ("la obra") en estos pagos coloniales...


jueves, 15 de octubre de 2009

MERECE LEERSE...


La "fiesta brava", esa tradición que tantas pasiones despierta, tiene defensores y detractores que lo dejan todo en la arena al momento de polemizar. Durante mi vida solo una persona se ha acercado a la posibilidad de convencerme de que las corridas de toros tienen valores que vale la pena tomar en cuenta, pero aun así no lo ha conseguido y como alguna vez se lo dije mientras cenábamos, podría decirse que paradójicamente, una exquisita parrilla, quizás sea el único tema en el que no pienso transigir ni siquiera ante ella...

Por el contrario, cuando leo crónicas y opiniones como la que hoy me permito compartir con ustedes, escrita por César Hildebrandt, me afirmo más en mi rechazo hacia una de esas costumbres que, a pesar de todos estos años de tecnología, conocimiento y modernidad, hacen que el homo sapiens siga siendo un salvaje. Como decía Sofocleto; "el hombre desciende el mono... y sigue descendiendo...". En esta columna, Hildebrandt resume toda la indignación que me produce este evento, donde un espectáculo sanguinolento y absurdo se convierte en noticia de secciones sociales y atmósferas sofisticadas... merece leerse...

"Vienen los toros
César Hildebrandt
Diario La Primera, jueves 15 de octubre de 2009

Ya viene la Feria de Octubre, esa carnicería que algunos huachafos dados a la sangre se atreven a llamar “la fiesta nacional”. Cuando la feria empiece, cientos de herederos de la Colonia, y parte de su servidumbre reencarnada, acudirán a Acho a ver cómo un hombre disfrazado de sota de espadas – la figura pertenece al gran escritor Manuel Vicent - tortura morosamente a una bestia magnífica mientras el respetable demuestra que Altamira nos sigue quedando cerca y que la crueldad es, al lado del locro de zapallo, una de nuestras delicatessen.

El arte del toreo consiste, como se sabe, en demostrar que Darwin se equivocó. Porque quienes aplauden la sangría y se excitan con la matazón son prueba viviente de que la evolución fue un fenómeno pasmado en algunas latitudes.

El cronista taurino de “El Comercio”, por ejemplo, balbucea un dialecto que parece preceder a la consolidación del mozárabe-andaluz. Y hay un marqués ficticio vestido de carta del Tarot que, en un semanario que aprecio mucho (se refiere a Caretas y a ese marqués de caricatura que reseña las corridas), hace de chulo madrileño que sabe recitar a Bécquer y se manda unas crónicas en las que habla de los toreros como si fueran gallardos y de los toros como si fueran parrillada viva y sangrante antes de las brasas.

Yo no conozco Acho, desde luego. Pero he prometido visitarlo cuando un régimen que aspire a civilizarnos lo convierta en estadio olímpico.

Cuando eso suceda, tendremos que haber perdido la legaña de lo folclórico y la idea de que la historia nos exige repetir, cada noviembre, la barbarie que un criador de cerdos fundó precisamente en Lima.

Quienes dicen que “la fiesta taurina” es intocable como tradición deberían de admitir que asesinar a porrazos en la cabeza a niñas como Juanita, para ofrecerla a dioses difusos y demandantes, era todavía, si cabe, más tradicional, dado que ese hábito procedía de lo más puro de nuestros genes amerindios.

La barbarie de los toros acuchillados es, al fin y al cabo, una barbarie prestada que llegó en los galeones que también trajeron la viruela y la peste bubónica.
Para ser consecuentes con nuestras raíces deberíamos, en todo caso, recrear, previa entrada comprada en taquilla, la ceremonia que condujo a aquella niña de quince años a ser enterrada en las nieves del Ampato. Un cerro de Lima, artificialmente nevado, podría prestarse para el espectáculo. Una rifa siniestra y obligatoria podría darnos a la infanta.

Si eso se juzgara superlativo podríamos sugerir, modestamente, que los ingenios azucareros del norte revivieran la colorida tradición de la esclavitud china. O que aquel potro, ahora manso y decorativo en el Museo de la Inquisición, se activara del modo más crujiente en nombre de la justicia y de la eficacia de los interrogatorios.

Y cuando alguien dice que hay toros en provincias y que los pueblos rurales del Perú aman la agonía de las bestias, lo que demuestra diciendo eso es que el llamado sincretismo cultural también puede ser el acoplamiento de lo peor de dos culturas. Digamos que en Uchuraccay, aquel famoso día, algunos de nuestros mejores colegas supieron, de modo fulminante, hasta dónde pueden llegar esas convergencias ceremoniales.

Y aquellos que hablan de poesía estatuaria, de magia y de misterio deberían de recordar la rima consonante de las tripas colgantes y los versos alejandrinos del excremento del toro que se extingue. Sangre y arena, que le dicen.Si uno va a Acho a disfrutar de esa masacre que no venga después a hablarnos de educación escolar y de valores. El aficionado ortodoxo y coherente debería salir del coso, bebido y ronco, a apedrear perros y a buscarse un gato para la cena."

domingo, 11 de octubre de 2009

SALSA CON CLASE


Las canciones de Rubén Blades tienen la extraña particularidad de llegar al alma de sus oyentes de manera muy directa, sin la necesidad de que estos cuenten con un diccionario al lado o tengan mucha preparación académica o intelectual. Sus letras se conectan de inmediato con el diario caminar del ciudadano de a pie, que no distingue ninguna contradicción entre el hecho de que este compositor y cantante panameño, que comenzó su carrera musical pegando etiquetas en los almacenes de Fania Records sea ahora un ex-Ministro de Cultura, exitoso actor hollywoodense y artista millonario.

En ese sentido, su credibilidad es a prueba de balas. ¿La clave? la sencillez, la humildad, el talento y la entrega que desborda en cada presentación. Por eso anoche vi a muchas de las personas que fueron a verlo al Monumental cantando todas y cada una de las historias de principio a fin y sentían que cada verso hablaba de sí mismos.

Pero además de esas letras inteligentes y a la vez simples, que narran historias cotidianas, pletóricas del color y la vida de un barrio popular inmenso, el latinoamericano, lo que vino a ofrecer Rubén Blades fue un espectáculo musical de primera línea, no solo porque aun conserva intacta esa voz que canta con honestidad y sonea al estilo de la vieja guardia salsera sino porque trajo consigo a uno de los combos instrumentales más importantes de la música afrolatina, que hace 25 años le cambió el rostro a este popular género musical nacido en los tugurios de las comunidades hispanohablantes de New York en la década de los 60s.

La banda que Blades conformó para la grabación del álbum Buscando América (1984), Seis del Solar, no tenía ninguna similitud a las orquestas de salsa tradicionales, no solo por su aspecto juvenil y su preocupación por la prolijidad en los arreglos sino porque dejaron de lado los vientos, clásicos en cualquier agrupación salsera respetable para imprimirle un cierto sonido más ligado al jazz y al pop, sin alejarse del sabor y la fuerza interpretativa del estilo musical que Rubén cultivó desde sus primeras apariciones junto a leyendas como Ray Barretto, Louie Ramírez o Pete "El Conde" Rodríguez.

Esa banda estuvo en pleno anoche descargando todo su virtuosismo: Oscar Hernández (piano), Arturo Ortiz (teclados, coros), Mike Viñas (bajo, coros), Ralph Irizarry (timbales), Eddie Montalvo (congas) y Ricardo Marrero (vibráfono), acompañados por el baterista Robby Ameen, considerado el séptimo miembro oficial de Seis del Solar y tres invitados de lujo: Reynaldo Jorge (trombón, miembro original de la mítica Fania All-Stars), Jimmy Bosch (trombón, una de las estrellas del latin jazz de los últimos años) y Walter Flores (flautista y multi-instrumentista con quien Blades ha grabado su última producción discográfica, Cantares del sub-desarrollo). La calidad musical de Seis del Solar y esta lujosa sección de vientos hicieron bailar a las casi 15 mil personas que estuvieron presentes en este esperado retorno a los escenarios limeños del compositor de Pedro Navaja.



Novalima abrió el show con su sonido efectista lounge-criollo-electrónico, que hizo las delicias de sus seguidores aunque en realidad tuvieron serios problemas de desafinación. El grupo liderado por Grimaldo del Solar terminó su set de media hora en medio de aplausos y vivas al gran Arturo "Zambo" Cavero, a quien por cierto Rubén dedicó el concierto íntegro. Luego de algunos minutos de espera se desplegaron las tres pantallas que estaban detrás del escenario y el concierto comenzó con las notas de Caminos verdes, uno de los temas del mencionado álbum Buscando América. Fueron casi tres horas de clásicos de la salsa y aunque se sintió la ausencia de algunas melodías como Tiburón, Yo puedo vivir del amor o Camaleón, el público vibró, bailó y cantó las frenéticas versiones de temas como Decisiones, El padre Antonio y su monaguillo Andrés, Plástico, Buscando guayaba, Caminando, Ligia Elena, Maestra vida, entre muchas otras.

Uno de los momentos más álgidos del concierto fue cuando interpretó Todos vuelven, vals criollo compuesto por César Miró que Blades y Seis del Solar grabaron a su estilo, bajo los arreglos del pianista y director musical, Oscar Hernández. El título de esta canción, que es considerada ya un himno a la nostalgia del inmigrante latino que debe abandonar su patria por un futuro mejor, es también el nombre de la gira, por lo cual tuvo un significado doblemente especial en el concierto en Perú. También destacó un pequeño segmento acústico en que cantó a guitarra y voz la conmovedora historia de Adán García y el tema Patria, denominada "el segundo himno nacional panameño". Entre canción y canción, Blades se tomaba un tiempo para conversar con su público y llegó a promter que regresaría pronto para ofrecer un concierto gratuito para todos aquellos que no pudieron verlo esta vez.

Cerraron el show Pedro Navaja, Muévete y Te están buscando, tres clásicos de tres épocas distintas dentro de la vasta carrera del compositor panameño. Definitivamente fue una noche de recuerdos, de sabor, de calidad musical pero sobretodo, de salsa con clase...

viernes, 9 de octubre de 2009

SE UNIRÁ EN LA TIERRA...


Se nos van los cantores populares. Hace unos días Latinoamérica entera lloró la partida de Mercedes Sosa, cantante y folklorista que apostó por hacer de su voz un instrumento de expresión de múltiples nacionalidades, unidas por la riqueza del idioma y el pasado común. Esta característica la convirtió en una de esas ciudadanas del mundo que trascienden fronteras a través del arte.

Y hoy, un cantor popular oriundo del Perú, falleció tras largos días de valiente batalla frente a la enfermedad. Arturo Cavero Velásquez, más conocido como "El Zambo Cavero", le puso voz a la música criolla con un estilo inconfundible y una intensa capacidad para demostrar a su público que cantaba realmente con el corazón cada verso, cada melodía. Su larga trayectoria en el criollismo lo define como el cantante del folklore costeño por excelencia y dedicó toda su vida artística a difundir los temas más representativos del cancionero de valses, polkas, landós y festejos en el Perú y en el extranjero.

Hay quienes escuchamos la música del "Zambo Cavero" desde que tenemos uso de razón y por eso su partida era hasta cierto punto, y alejándonos de la conciencia que uno tiene permanentemente de la realidad, algo difícil de imaginar. En las reuniones familiares de antaño, los niños nos sentábamos a escuchar cómo cantaban los mayores y ahora, haciendo memoria, me asalta la idea de que cada uno pretendía imitar esos largos sostenidos, profundos de don Arturo. Lamentablemente y a diferencia de otros artistas, su voz no pudo resistir los embates de la diabetes y el terrible sobrepeso que padecía, razones por las que ya había perdido aquella potencia y claridad que la caracterizaba.

Intérprete por antonomasia de las composiciones más celebradas de Augusto Polo Campos, Cavero se especializó en establecer cómo tenían que cantarse esas canciones y no hay forma de imaginar una mejor versión de clásicos criollos como Contigo Perú, Esta es mi tierra, Cada domingo a las 12 o Cariño bonito que las que dejó grabadas en vinilos, en CDs y en el alma de los peruanos. Y la dupla que hiciera junto al gran Oscar Avilés seguirá siendo durante mucho tiempo la combinación perfecta en cuanto a vals criollo se refiere: esa voz, ese cajón y esa guitarra marcaron un antes y un después en nuestra música.

Desde aquí un homenaje a uno de los símbolos de la peruanidad contemporánea, un cantante a quien el pueblo, ese pueblo al que le cantó por más de 40 años, siempre recordará...




Dedicada a una persona muy especial...

domingo, 4 de octubre de 2009

CANTANDO AL SOL...


La música latinoamericana, y en particular el folklore argentino, está de luto. La madrugada de hoy falleció nuestra querida Mercedes Sosa, "La Negra", "La voz de los que no tienen voz". Su carrera es un ejemplo de autenticidad, compromiso y sencillez únicas en su especie. La profundidad de sus interpretaciones quedan imborrables en la memoria después de ser escuchadas. Mercedes es parte del acervo musical hispanoamericano y su legado permanecerá vivo entre nosotros por siempre.

Imposible olvidar melodías como Alfonsina y el mar, Todo cambia, Los hermanos y ese par de himnos generacionales, Solo le pido a Dios y Gracias a la vida que a pesar de haber sido cantadas por gran cantidad de artistas, cobraron vida e inmortalidad en la portentosa voz de "La Negra". Su presencia en el escenario proyectaba honestidad, calidez y emoción, como si una tierna abuela le cantara a sus nietos, sus miles de nietos que llenaban cada teatro, cada estudio de televisión o cada festival en el que se presentaba.




Y antes de irse, casi como si lo hubiese calculado, nos dejó un maravilloso regalo discográfico. Los discos Cantora 1 y 2 nos la exhibe con todo el poder de una voz inacabable, capaz de seguir tocando hasta la última fibra de la sensibilidad humana a pesar de que la edad, la salud y el sobrepeso parecían debilitarla. Sentadita en una silla, la gran Mercedes convocó a una pléyade muy selecta de amigos músicos, compositores y sobre todo, personalidades del canto en nuestro idioma y grabó un álbum doble de antología. Desde artistas trascendentes como Joan Manuel Serrat, Charly García, Caetano Veloso o Luis Alberto Spinetta hasta jóvenes poco relacionadas a la canción social como Julieta Venegas o Shakira se unieron en los duetos prolijamente registrados en esta producción, nominada a tres Grammy Latino 2009. Hasta siempre Mercedes...



sábado, 3 de octubre de 2009

OTRA VEZ SIN PERIODISTAS EN LA TV


Octavio Salazar, Ministro del Interior, aparece en primer plano en todos los noticieros de señal abierta, dando consejos para padres, tratando de emular a nuestros entrañables Les Luthiers o incluso dando la impresión de estar buscando trabajo como parte del escuadrón de consejeros familiares del Dr. Dobson (sí, el mismo de Enfoque a la Familia) y quién sabe, si le dan más minutos, comience a hablarle a la ciudadanía acerca de las bondades de la maca o del magnesol, lo cual haría temblar el piso siempre estable del Dr. Pérez Albela en persona. Y pensar que la pregunta era qué se va a hacer desde la autoridad para combatir los índices de violencia doméstica y cotidiana, cada vez más altos y crueles.

Mientras tanto, la fauna periodística de la televisión pretende aplicar la ironía, con sonrisitas "de medio lado" y frases incompletas que no dicen nada como las que reparten todas las mañanas la experimentada ex-conductora del Panorama de los Schütz y el nieto de uno de los pensadores más grandes de Latinoamérica que no hace honor a tan magno apellido. O las preguntas huecas, absortas y casi de principiante de los carismáticos conductores de Primera Edición o ese otro noticiero matutino cuyo mayor atractivo es la ausencia de mesas que impidan observar a sus conductores de cuerpo completo. Ni hablar de las loas del canal del Estado en cualquiera de sus emisiones. Definitivamente, nos hemos quedado sin periodistas en la televisión.

Esta invasión de bustos parlantes, a quienes habría que añadir algún otro adjetivo como digitados, programados, genuflexos, timoratos o simple y llanamente cómplices de todo este aquelarre de ministros ex-directores de policía, ministros ex-alcaldes, ministros ex-embajadores ex-ministros, premieres ex-congresistas ex-durmientes en bancas de soleadas plazas brasileñas, etc... no hace más que confirmar lo que es norma en nuestro país desde hace tiempo: las palabras "Cuarto Poder" han dejado de ser lo que eran para convertirse en el nombre de un programa periodístico nocturno. Nada más.

Es cierto que a veces la prensa independiente descubre faenones, desata nudos, encuentra y difunde secretos en medio de la apoltronada "aristocracia del oficialismo", siempre lista a actuar bajo espíritus de cuerpo y falsas lealtades, pero hasta esos golpes de estilete de filo y perfil bajo cumplen por lo general otras funciones, dirigidas a distraer la atención por algunas semanas para después continuar con el avance del país hacia una nada en la que solo sobrevivirán quienes detenten el poder o tengan alguna relación sanguínea, partidaria, económica o judicial con él.

Y para colmo de males Alberto Andrade, el carismático líder de Somos Perú y el más recordado de los alcaldes limeños en los últimos 20 años, fallece. Y al morir permite el ingreso al Parlamento a su accesitario, otro personaje carismático aunque menos recordado como alcalde y de carrera política algo más sinuosa, por decir lo menos: Ricardo Belmont Cassinelli, quien por lo general nunca generó anticuerpos y aparece siempre rodeado de cierto hálito de sinceridad, casi como si se tratara de un personaje de barrio, asume su escaño y entre sus primeras acciones decide intentar ponerle cortapisas al único periodista real de la TV. Y César Hildebrandt, fiel a su estilo, lo manda a rodar en privado y en público, a través de una excelente columna en La Primera...

Con esto nuevamente debemos conformarnos con el espíritu selectivamente inquisidor de Rosa María Palacios, los destapes de Cuarto Poder, Reporte Semanal y Día D (todavía existe ¿no?) que pasarán al olvido tras las 3 semanas de rigor y las noticias policíaco-faranduleras que tiñen de sangre sendos reportajes de 30 minutos en los programas dominicales y permiten que propuestas de entretenimiento y cuasi cómicas de personajes como Magaly Medina, Jaime Bayly y en menor medida (cada vez que decide hablar en serio y dejarse de vulgaridades, las cuales produce en serie y adrede porque sabe que eso le funciona con el público), Beto Ortiz, sigan liderando el rating y las preferencias del ciudadano de a pie...

Cuánta falta nos hace un Howard Beale, ficticio presentador de TV interpretado por Peter Finch en la excelente película Network (1976)... para muestra dos de sus más antológicas escenas... hasta la próxima...