Pensar en la aplicación de la pena de muerte por horca o apedreamiento para delitos como el adulterio o el tráfico de drogas o la mutilación de las manos para robo comprobado puede escandalizar mucho desde nuestro punto de vista, acostumbrado al laissez faire despatarrado de nuestros sistemas judiciales, en los cuales todo cabe. Una sociedad que no aplica la drasticidad ni siquiera para cumplir sus propias leyes y que generación tras generación se las arregla para crear mecanismos que permitan saltárselas o aplicarlas de manera selectiva ("para mis amigos todo, para mis enemigos la ley", famosa frase del ex-Presidente peruano Oscar R. Benavides, pronunciada alla por los años 30s) jamás comprenderá los fundamentos de la sharia.
Y ¿qué es la sharia? el sistema legal religioso del Islam, basado en los preceptos del Corán y uno de los tres sistemas legales más grandes e influyentes del mundo. En países como Malasia, Indonesia o Tailandia, que son mayoritariamente islámicos y cuentan además con poblaciones caracterizadas por la diversidad de cultos religiosos, las cortes civiles coexisten con las cortes religiosas, puesto que las disposiciones de la sharia no pueden ser aplicadas a los ciudadanos no musulmanes. En estos tiempos modernos, una situación de esta naturaleza es fuente de controversias y discusiones legales y religiosas de gran magnitud. Como todos sabemos, las sociedades islámicas basan prácticamente todos los aspectos de su desarrollo como ciudadanos en la observancia de sus principios religiosos, de manera que discriminar entre qué asuntos están o no dentro de la jurisdicción de la sharia es bastante difícil.
Uno de los aspectos aparentemente superficiales de la sharia es la prohibición del consumo de sustancias tóxicas o drogas de todo tipo, incluidas las bebidas alcoholicas. Conversando con un corresponsal malayo que estuvo en nuestro país cubriendo el desarrollo de la cumbre de APEC, pude comprobar lo lejos que estamos de llegar a comprender cómo funciona la mentalidad de una sociedad que ha mantenido sus ordenamiento legales y religiosos a ultranza durante siglos, a un tiempo de la abierta transculturización y absoluta incorporación de elementos occidentales en su vida cotidiana.
"Oriente es Oriente, Occidente es Occidente y jamás se encontrarán" decía Alí, un simpático encantador de serpientes proveniente de Pakistán, personaje del clásico comic The Katzenjammer Kids (más conocido como The Captain And The Kids), descorazonado ante las incomprensibles actitudes de los pequeños y traviesos hermanos Hans y Fritz. Para algunas cosas, esto sigue siendo cierto a pesar de lo chico que parece haberse vuelto el mundo.
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