viernes, 27 de junio de 2014

MUNDIAL BRASIL 2014: UN PLACER CULPOSO


Cuando me preguntan por qué me expreso con tanto desprecio por la prensa futbolera nacional que cubre las mediocres jornadas del Descentralizado, siempre respondo lo siguiente: "Porque me gusta el fútbol". Y este mundial, el vigésimo de la historia, ha conseguido reconectarme con esa ansiedad que, antes, de niño y adolescente, llenaba mis tardes de vacaciones al pensar que se acercaba una nueva justa mundialista. En esas épocas, dicho sea de paso, también me emocionaba con el fútbol local. Hasta llevaba estadísticas de goleadores, equipos que ascendían tras ganar la Copa Perú y esas cosas. 

Todo eso, antes de 1985 y el inicio del desastre que ahora hace que una generación de periodistas mermeleros y masa desinformada y acrítica le ponga el mote de "cuatro fantásticos" a cuatro babosos, tatuados e indisciplinados señoritos que se han vuelto multimillonarios sin saber leer ni escribir, y lo que es peor, sin saber jugar con profesionalismo. Tendría que hacer la excepción con Paolo Guerrero pero, lamentablemente, cuando hablamos de verdfadero fútbol, justos pagan por pecadores.  

Este Mundial Brasil 2014, futbolísticamente hablando, es atractivo. No es extraordinario, ya que viene macerado con toda la dinámica del fútbol-negocio, que también detesto. Pero sí ha tenido la capacidad de mantenerme en vilo ante los partidos que he tenido oportunidad de ver, completos o resumidos durante los noticieros nocturnos. Da gusto ver que, a la hora de la hora, los más pintados en el fútbol-negocio, ese que genera millones de millones de dólares mientras poblaciones enteras mueren de hambre en los mismos países en los que operan estas planillas doradas, se han tenido que ir a su casa al final de la primera ronda. 

Pienso, desde luego, en Cristiano Ronaldo, a quien intuyo no le da tanta pena haber fracasado -de nuevo- con la casaquilla de su país, Portugal, como el haber perdido la ocasión de ser portada de revistas orientadas al público femenino, metrosexual y homosexual. Tendrá que esperar a la Champions para retomar su reinado de shampoo y fotos "arty" tipo publicidad para magazine de papel couché.

Otros grandes, como Messi, por ejemplo, han hecho poco, ni siquiera lo justo, casi de suerte se ha hecho notar el virtuoso 10 del Barcelona y la selección de Argentina. Cuatro golazos en las cuatro únicas jugadas que ha hecho bien, le bastaron para decir que él sí está en la foto y que los gauchos, como es ya tradición, seguirán siendo potencia futbolística a nivel mundial. El sobredimensionado Neymar también figura en el ranking de goleadores, gracias a unpenal regalado por un árbitro japonés y a que pudo jugar el segundo partido porque, ese mismo árbitro, decidió no expulsarlo a pesar del alevoso codazo que le propinó a un bosnio-herzegovino. Lamentable forma de llegar a octavos de final para el pentacampeón. Uma vergonha.

Las sorpresas, qué duda cabe, las selecciones de Costa Rica, EE.UU. y Argelia, que tratará de darle a su musulmán población una revancha de aquel patético contubernio en el que alemanes y austriacos se aliaron para sacarla de carrera en el ya lejano España 1982, el último al que Perú fue e irá. Ellos son los verdaderos protagonistas, y eso es lo bonito de los mundiales. Las emociones que, nosotros los peruanos, hemos aprendido a disfrutar aunque no nos pertenezcan (desde hace 32 años hacemos hurras e hinchamos a otros países) son reales y contienen un sentido patriótico que no viene contaminado por la paga. Por lo menos nos ilusionamos pensando que eso es así.

¿Qué nos espera en octavos? Pues los típicos partidos de infarto que terminan en penales, las tomas en HD de los perdedores queriendo que se los trague la cancha y las clásicas caravanas de los triunfadores, esta vez a ritmo de samba y quién sabe qué más.

Y aquí es donde comienza lo feo, porque este mundial, atractivo y futbolísticamente placentero, constituye en toda su extensión un placer culposo, con serios problemas de conciencia social y moral. Las protestas en Río de janeiro, Porto Alegre, Sao Paulo, Manaos y demás ciudades sede del Mundial han continuado sin descanso desde que empezaron los partidos. Ha habido detenidos, heridos, actos vandálicos y revueltas de miles (esos miles se han ido reduciendo desgraciadamente, porque a muchos les ocurre lo mismo que a nosotros) que están hartos de las corruptelas de las constructoras encabezadas por Odebrecht, las componendas de Dilma Rousseff que, cual Mussolini en 1934-1938 o Videla en 1978, ya está haciendo sus lobbies para que Brasil campeone sí o sí, como medida de control, condicionamiento y anestésico social (a esos lobbies pertenece la vergonzosa actuación del referee japonés en el primer partido).

Eso sin de todos los vicios que deben estarse produciendo en Brasil con esta mega explosión turística (más de medio millón de personas reportaban horas antes de la inauguración: el expendio de drogas duras, la prostitución heterosexual, homosexual, transexual e infantil deben estar a la orden del día -y de las noches- en este enorme país que exuda pobreza y promiscuidad, celebrada a mandíbula y palma batiente por los mercaderes de la vulgaridad y la corrupción, los mismos que disfrutan como cerdos cuando las agencias de publicidad y los medios de comunicación, carcomidos por la bosta, asocian jugadas, goles y seleccionados a mujerzuelas de diversos países o a asuntos supuestamente fashion como la esperpéntica música de ese trío de ventas millonarias (Shakira-Pitbull-Jennifer López) que han producido algunos de los sonidos más desagradables que yo haya escuchado en bandas sonoras deportivas. Atrás quedaron las épicas de Vangelis o de Sergio Mendes, las agradables melodías de Chuck Mangione o el grandilocuente y ominoso himno del mundial actual, sepultado por los waka-waka y los perreos encubiertos por el exitosísimo dealer de Miami que ahora es llamado "producer" y la "reina del Bronx" que no debería salir de Hollywood a gangrenar una fiesta deportiva.

LA DEL CIERRE (o cortita y al pie, como titulaba El Gráfico): El caso de Luis Suárez es francamente patético, pero más patéticos son quienes salen a decir que es una "sanción injusta y desproporcionada". ¿Morder a otro ser humano en el hombro no es acaso una actitud desadaptada, social y cultural hablando? ¿Por qué calificar de injusto un castigo a una actitud que va en contra del fair-play (política de juego limpio) que se promueve desde hace décadas en el fútbol y en todas las disciplinas deportivas? Los expertos en box, que es un deporte de muchísimo mayor contacto que el fútbol, hasta ahora critican y condenan a Mike Tyson por la mordida que le propinó a Evander Holyfield en los noventa. ¿Y ahora reciben a este papanatas como un héroe en su país? ¿Serán los efectos de la legalización de marihuana en el país gobernado por Mujica?

viernes, 13 de junio de 2014

YO LA TENGO EN LIMA DESDE LA MIRADA DE UN IRREDENTO FAN


El irredento fan no soy yo, por si acaso, sino mi buen amigo y camarada melómano freak John Pereyra (aka Hákim de Merv) quien, haciendo uso de su sólida redacción, describe el concierto que ofreció el trío de New Jersey, hace unos días, en Lima. Yo La Tengo es poseedor de una de las hinchadas más fieles y subtes de la ya no tan nueva hornada del rock independiente. La primer vez que escuché Yo La Tengo, allá por el año 1999, pensé que esas canciones eran una alijo de tracks perdidos de The Velvet Underground, por la inocultable influencia, por decir lo menos, que ejerce Lou Reed en el cantar de Ira Kaplan, fundador, guitarrista y principal compositor de la banda.

Aunque de entrada no me fue bien con Yo La Tengo -siempre he tenido serios prejuicios hacia el rock "indie", que favorablemente han ido desvaneciéndose con los años- poco a poco su atildada forma de hacer simples canciones combinando distorsión y calma contenida fueron convenciéndome de que este grupo de insólito nombre en español, asunto detrás del cual hay una historia tan tonta como interesante, estaba un par de pasos adelante de la mancha homogeneizada de ensambles sonoros postmodernos.  

Es cierto que su camino data de mediados de los 80s pero también es cierto que su culto viene de la mano de su asociación con el sello Matador Records (algo así como la Biblia o el Corán del indie rock), que comenzó en 1993. Tras los conciertos de Metallica, Paul McCartney, Soundgarden y Pixies, el de Yo La Tengo ha sido, de lejos, el quinto más importante en esta primera mitad de 2014. Por eso quiero compartir con ustedes el emocionado relato de John, ya que no tuve la suerte de ir. Las buenas crónicas, como la buena música, merece ser difundida y compartida entre quienes las sabemos apreciar...

YO LA TENGO EN LIMA
por John Pereyra Vergara


En la medida en que la rutina tiende a devorarlo todo, incluso aquellas actividades que amamos y con las que nos identificamos/autodefinimos, había olvidado lo que significa ser "joven" en todo el sentido de la palabra... hasta ayer en la noche.


Lo de Yo La Tengo es quizá la última experiencia que pueda servirme de referente en años venideros -aunque las esperanzas de ver a otros grupos "must", como suele decir mi amigo Jonas García, son lo último que se pierde-, cuando recuerde (y añore) mi juventud. Lo de The Cure, por supuesto, ha sido igualmente memorable, pero distinto: ni mejor, ni peor; simplemente distinto. Aquella vez en el Estadio Nacional, el año pasado, fue una deuda por décadas de ausencia que se saldó con creces a través de una sagrada comunión entre feligresía y banda. Lo de ayer, no creo exagerar, fue una fusión: durante dos horas y media, todos los que estuvimos allí fuimos Ira, Georgia y James. Fuimos unos y trinos.

Desconcertó que la gente llegara sobre el filo de la hora anunciada: a las 8 de la noche habían pocos asistentes dispersos, pero a las 8.30 la cola ya se perdía de vista. Esta circunstancia, sin embargo, se vio mitigada por un problema que el grupo tuvo en Aduanas para poder sacar sus instrumentos -y que dilató el inicio de la tocada hasta las 11.30 pasado meridiano. Ignoro si cancelaron a los teloneros, pues no supe que se anunciara alguno -y quizá por ello la emoción fue tan repentina como mayúscula cuando vimos a los de Hoboken trepar al escenario y encarar a sus seguidores peruanos con los acordes del Fade (2013).

¿El set list? Pues, la verdad, producto de muchas elecciones felices. Sorprendió bastante que tocaran "Autumn Sweater" y sobre todo "Moby Octopad", ambas de su disco I Can Hear The Heart Beating As One (1997, uno de sus episodios más celebrados por la crítica especializada y los fans -aunque faltó "Green Arrow", buuuuuuu-). Hubo maravillosos momentos de complicidad desbordante, como en "From A Motel 6", en "Big Day Coming" o en "You Can Have It All" (ejecutada ésta en el encore). En líneas general, no se le puede hacer a la banda mayores reproches en ese sentido (aunque siempre sí: "Tom Courtenay" y "The Summer", pe').

Pero lo de anoche fue irrepetible por esa fusión a nivel casi molecular de la que hablaba hace unos minutos. El pogo no sólo fue salvajón y expansivo, sino incandescente: como pocas veces, el público peruano conocía las canciones y las coreaba por lo menos en el estribillo, mientras se desataba el slam. En el escenario, esa refulgencia venía sobre todo de Georgia e Ira, unos capazos para crear inmediatas conexiones empáticas con la audiencia. Georgia estuvo no pocas veces a punto de hacernos cruzar al Otro Lado con su dionisíaco accionar a las baquetas. Ira aporreó constantemente la guitarra como si fuera un demencial avatar de Thurston Moore (Sonic Youth). Gentileza insular del trío: de entre el público surgió un vinilo del Popular Songs (2008) que la banda al completo autografió. Reyes.

Para mí, el clímax de la noche llegó antes del encore. Los triates comenzaron a tocar "Ohm", canción que abre el Fade, y la explosión fue inmediata. El gancho perfecto a la mandíbula. Mejor aún, el mazazo directo a nuestros miocardios, que ya habían bajado la guardia, Al borde del moco, mi bobo comenzó a zapatear. Después de muchas lunas, me sentí vivo, libre -como un animal sobrecargado de energía que trasciende el propio ser, como un viejo guerrero que respira, que muge, que hiede desprecio hacia todo lo que se le ha inculcado bajo el rótulo de "buen vivir"; que brama desde el estómago, desde los poros de la piel, desde los ojos, desde los pies... DESDE TODAS LAS PUTAS PARTES DEL JODIDO CUERPO HUMANO. Felicidad plena, que Yo La Tengo rubricaría a renglón seguido con uno de los números más esperados/solicitados de la jornada: "Blue Line Swinger", y el pogo más brutal en el que que mi corazón ha participado, por la puta madre. Inevitable no agradecerlo con lágrimas en los ojos ("tears are in youuur eyes").

Luego vendría el encore de rigor con tres temas, el primero de los cuales fue a pedido -favor que los YLT concedieron a mi amigo Diego BD (con quien nos reencontramos después de ¡¡¡15 años!!!) por tener bien puesto y en primera fila su polo con el nombre del grupo (lástima que el terceto no estaba preparado para tocar lo que pidió, "Deeper Into Movies"). Pero ya no se podría superar la æpogé de "Blue Line...". Para entonces, yo ya había abandonado las primeras filas, porque el cuerpo no me daba para más. Aún así, la noche me deparó una última sorpresa.

Muy cerca de donde me encontraba, una flaca bastante menor que yo pogueaba a morir con sus sobrinas, obviamente unas niñas todas ellas. Debe haber sido la mejor noche de sus cortas vidas. Aún diría más, deben haberse sentido vivas por primera vez desde que tienen uso de razón. Quién sabe, tal vez sea merecedor del mismo privilegio de aquí a unos cuantos años, si este achacoso cuerpo todavía aguanta la exigencia del slam y si mi querido Delfín tiene la suerte de seguir -sólo parcialmente, ojo- el camino de su pobre tío.

Bendito sea el destino que en su infinita sabiduría me hizo rocker antes que cualquier otra cosa. Bendito sea el destino que me libró de esos otros caminos ignominiosos a los que estaba condenado por ascendencia familiar. Bendito sea ese destino, carajo.

lunes, 2 de junio de 2014

BRASIL 2014: TODO IMPORTA MENOS EL FÚTBOL


Faltan apenas 10 días para que se inicie el vigésimo Campeonato Mundial de Fútbol Brasil 2014, el segundo que se juega en el país del bossa nova, la samba y el carnaval. El primero fue hace 64 años, en 1950. Sin embargo, a medida que pasan los días me va interesando cada vez menos ser parte de la comparsa masiva que, casi de manera autómata, "vibra de emoción" y deja de lado su trabajo, su estudio y hasta su vida personal para no perderse las incidencias -como dicen las muletillas de la prensa deportiva desde que tengo uso de razón- de este campeonato. ¿Por qué? Porque en este mundial, más que en ningún otro, el fútbol ha pasado a ser un elemento más y por momentos pareciera que es el de menor importancia, de esta enorme campaña publicitaria que resalta todo, menos el deporte en sí mismo.

Esto no es nuevo, desde luego. El último mundial que, en mi modesta opinión, tuvo algo de magia y no estuvo gangrenado de distorsiones comerciales fue el México '86, el del pique, los goles de Gary Lineker y la "mano de Dios". Si estiramos un poco la tolerancia, podríamos decir que Francia '98 fue, a la postre, el que puso fin a los mundiales de fútbol y ya, a partir del siglo 21, comenzaron estos catálogos de modas, las publicidades que disparan la venta de televisores y los crímenes y problemas sociales asociados al Mundial. 

Todos los mundiales que se han jugado en los dosmiles -Corea-Japón 2002, Alemania 2006 y Sudáfrica 2010- han estado contaminados por escándalos en la construcción de estadios, hoteles y villas deportivas sobrevaloradas (corrupción gubernamental), denuncias de trabajo infantil para la confección de souvenires y merchandising de toda clase (como ocurrió en el anterior torneo sudafricano) y sórdidas noticias relacionadas al aumento de la prostitución en los alrededores de hoteles, por el llamado "turismo sexual" que es utilizado a discreción por los "fanáticos" que van a los estadios y, en algunos casos, hasta por las mismas delegaciones futbolísticas.

Atrás han quedado las expectativas sobre las cábalas de los equipos, los tiempos que cada selección dedicaba a las concentraciones, las excentricidades de cada equipo, digamos, exóticos (como los medio orientales o los africanos quienes, por razones obvias, no poseen las mismas costumbres que las escuadras europeas o latinoamericanas). Ahora la noticia es la sesión de fotos para perfumes de Cristiano Ronaldo, la última captura de papparazzi de la novia de Messi en la playa, los jugueteos porno-soft de mujerzuelas advenedizas que la prensa tetuda termina bautizando como "novias del mundial" y las horrorosas canciones de artistas ultra mediáticos, de ventas multimillonarias y nula calidad, como Shakira o Pitbull, que son el soundtrack de Brasil 2014. El fútbol -que aun aparece en las cadenas especializadas como Fox Sports, ESPN y todos sus satélites- ha quedado relegado, se ha convertido en un ingrediente de la fórmula comercialmente winner, la dinámica del negocio, "lo que le gusta a la gente".

Y en cuanto a los problemas sociales, políticos y económicos descritos previamente, Brasil 2014 es, sin lugar a dudas, el mundial en el que más evidentes, patéticas y agresivamente sórdidas se han hecho estas situaciones. Basta con ver a la población brasileña, la más futbolera del mundo, en pie de lucha diaria, realizando protestas contra todos los negociados que se están haciendo con motivo del mundial de fútbol, para entender que esto no es solo una apreciación personal de quien esto escribe. Hay un malestar masivo, en el país más identificado con el buen fútbol a nivel mundial, que se está expresando sin pudores. Ante todo ello, la maquinaria publicitaria, mediática y comercial hace oídos sordos y ojos ciegos pues se inserta con más facilidad en la dinámica superficial de aquello que más vende.

Tengo 40 años y he visto todos los mundiales desde España '82. Ese año, en que Perú participó por última vez (no solo porque fácticamente no volvió a participar en los ocho mundiales siguientes sino porque NO LO VOLVERÁ A HACER JAMÁS), hubo un periódico que sacó un un suplemento titulado La Historia de los Mundiales o algo así -no recuerdo bien si fue Expreso o El Comercio- en el que contaban, detalle a detalle, partido a partido, todo lo que pasó desde Uruguay '30 (el primer mundial) hasta Argentina '78 (en ese momento, el anterior). 

Lo coleccioné y consumí de manera compulsiva, casi como una adicción. Leyendo esas páginas y viendo esas fotos aprendí que Obdulio Varela es un ídolo en Uruguay, que no hubo otro delantero como el francés Just Fontaine, que Pelé debutó a los 17 años en Suecia '58, que Ferenc Puskas y Sandor Kocsis, mediocampista y delantero húngaros, merecieron ser campeones y nunca lo fueron, que al arquero soviético Lev Yashin le decían "La Araña Negra" y que Holanda campeonó en el corazón de todos los fanáticos del fútbol los dos mundiales consecutivos en que no pudieron levantar la copa, entre muchas otras cosas. Y cada historia de lo que ocurría en España '82 se ligaba de manera inmediata a los otros mundiales pasados, creando conexiones emocionales, recuerdos, una cultura asociada a un deporte que, con el correr de los años, ha perdido su encanto para convertirse en un negocio ramplón, vulgar y superficial.

Este mundial no tiene estrellas, todos son robots con el pelo engominado y los contratos publicitarios esperándolos a la vuelta de la esquina. Personajes como Cristiano Ronaldo, Mario Balotelli y otros deben ganar más dinero posando para una revista dirigida al público femenino -o al masculino metrosexual, que es casi lo mismo- que jugando fútbol. Por ende, si se lesionan una rodilla quizás no les sea tan perjudicial pues no la necesitan para las sesiones de fotografía fashion que conseguirán mientras dure la para. Ya no hay mística en el fútbol. Hay negocios, corrupción y distorsiones de todo tipo que dejan a los goles, las jugadas y los equipos esperando su turno para recibir un poco de atención en medio de tanta basura, la cual es consumida de forma desesperada por todos esos hombres y mujeres que, sin saber nada de fútbol, se reunirán en torno a un LCD de 40 pulgadas, al ritmo de la canción plagiada de Shakira, una de esas improvisadas y simplonas "novias del mundial".