miércoles, 28 de noviembre de 2007

EL USO DEL CELULAR (parte 1)

El celular. Hace diez años, tener un celular era símbolo de status. Significaba que uno poseía un nivel adquisitivo por encima del promedio y era muy fácil identificar la idea de ir por la calle hablando por celular con la de algún funcionario importante, empresario exitoso, una persona que no podía dejar de estar comunicada a cada momento (en algunos casos todo eso se cumplía, en otros, no tanto). Era pues, un artículo exclusivo, una herramienta de trabajo para grandes ligas, como dicen actualmente los muchachos, "otro level".

Hoy cualquier persona tiene un celular. La masificación - ese fenómeno que acompaña al desarrollo de toda actividad humana desde el boom de la revolución industrial y la aparición de los medios de comunicación masiva - del uso del teléfono móvil ha llegado a niveles exorbitantes, al punto de desvirtuar por completo su función primigenia. En la actualidad un celular ya no es únicamente una herramienta de trabajo que agiliza la comunicación, que permite trasladar la oficina a la calle, que evita la paralización de las actividades por no encontrarse cerca de un aparato telefónico fijo. Ha dejado de ser un adminículo tecnológico propio de las personas adultas y se ha convertido en un indispensable accesorio capaz de hacer cualquier cosa, desde tomar fotos hasta enviar mensajes ilegibles para cualquier persona que pase los 30. Un celular es ahora, simple y llanamente, un juguete.
Pero lo que hasta ahí podría sonar hasta gracioso y simpático, se torna peligroso cuando vemos la clase de distorsiones conductuales que produce su exagerado y socialmente aceptado uso. Hace unos días vi con asombro el caso de una joven de 21 años que fue expulsada de la Universidad San Martín de Porres porque su celular sonó en clase. Es necesario señalar que en los reglamentos de la universidad se contempla con bastante claridad la prohibición del uso de celulares en las aulas. Esta norma, para muchos exagerada, se basa en un principio fundamental de respeto a los demás, a la institución y por supuesto, a la esencia misma de la formación profesional. ¿Se imaginan a ustedes a los grandes pensadores y científicos surgidos de los claustros universitarios de antaño pendientes de sus mensajitos de texto, tomándose fotos entre ellos, jugueteando frenéticamente con las teclas o contestando llamadas intrascendentes cada cinco o diez minutos?

Sin embargo la actitud de la prensa que cubrió el hecho - el programa Cuarto Poder de Canal 4 - resulta también sorprendente: asumiendo una actitud defensora de lo que la señorita reportera llama "un olvido que le puede ocurrir a cualquiera", presenta el tema a sus televidentes de manera sesgada y condescendiente, hasta llegar al extremo de llamar "inquisidores" a las autoridades de la Universidad San Martín, lideradas por el R. P. Johan Leuridan. Si bien es cierto la expulsión de la alumna es desproporcionada - quizás sólo merecía una sanción - no puede predisponerse a la opinión pública a aceptar una situación de irrespeto de las normas, generando en el subconsciente (o en todo caso, reforzando) esa famosa idea de que aquí todo tiene disculpa, que cualquier transgresión puede ser pasada por alto.

La cultura del "aquí no pasa nada" es una de las peores cadenas que nos atan al subdesarrollo, porque evitan que nuestra sociedad recupere el sentido y noción de la responsabilidad, de la autoridad y del respeto. Muchos dirán que esta es una posición anacrónica, draconiana (como diría Jaime Bayli) o pasada de moda, pero la verdad es que esta pequeña historia de la alumna de Psicología de la San Martín debería servir más para la reflexión acerca de las consecuencias que el uso indiscriminado del juguetito de marras puede traer... seguimos en la segunda parte...

domingo, 25 de noviembre de 2007

THE WARMTH OF THE SUN

Hola. La semana pasada recibí un correo electrónico del camarada freak Alfonso González Vigil, en el que me ofrece su colaboración periódica con textos diversos. Agradeciéndole el haber entrado al blog y la buena onda por la intención de enriquecerlo con su participación, les entrego esta reseña de la última recopilación de los inmortales The Beach Boys. Gracias Alfonsoo...


"EL SOL NOS ESPERA

Generalmente (por no decir siempre) los discos de los Beach Boys son garantía de calidad. Por tanto, no resulta extraño que confiese que los Beach Boys son una de mis bandas favoritas. En este 2007 ha salido a la luz un recopilatorio más de la discografía de los muchachos playeros; responde al nombre de
The Warmth of The Sun. La palabra “warmth” en inglés es sinónimo de “heat” (“calor” en español). Como segunda acepción, “warmth” también significa afecto, cordialidad. Pero no caiga en el simple prejuicio, amigo lector, este recopilatorio se distingue del montón porque junta canciones del quinteto que rara vez figuran en sus habituales grandes éxitos.

Aunque el título del CD habla del cálido sol, podemos hallar en varias de las letras, mensajes desalentadores o nada optimistas. Sin tomar en cuenta esta observación, la mayoría de temas encandila o hipnotiza por la ejecución instrumental y la interpretación vocal, una de las principales preocupaciones de la agrupación. No logra imponerse lo sombrío, salvo en algunos casos (“
Don’t Go Near The Water”), sí la enjundia y la felicidad veraniega (“It’s Ok”, “Little Honda” y “You’re So Good To Me”). El larga duración otorga la ventaja de apreciar una de las virtudes del genio de Brian Wilson: su atrevimiento para experimentar sonoridades (patentes en “Surf’s Up” y “Feel Flows”).

Algunas de mis preferidas del álbum: las clásicas “
All Summer Long” (formó parte del soundtrack de American Graffiti) y “Catch a Wave”, la acelerada “409”, la tierna balada “Wendy”, la sentida “Forever”, el jubiloso himno “Break Away” y la espléndida canción que bautiza al recopilatorio “The Warmth of The Sun”. Mención destacada merece la inclusión de nuevas y lucidas tomas en estéreo de “Let Him Run Wild”, “Please Let Me Wonder” y “Then I Kissed Her”.

Texto: Alfonso González Vigil.
Intérprete: The Beach Boys.
Disco: The Warmth of The Sun.
Sello: Capitol Records.
Año: 2007".

jueves, 22 de noviembre de 2007

¿LE PASARÍA ALGO AL PERÚ SIN JULBO?

Tomo prestada la carátula de Perú 21 para graficar mi opinión ante el desastre del football nacional, manifestado no sólo en el vergonzoso resultado de ayer, sino en todas aquellas cosas que nos ponen delante del flagrante engaño que la actividad futbolera nacional representa para la alicaída autoestima de nuestra sociedad. El julbo, como la denomina Phillip Butters, quizás el comentarista deportivo más cercano a la sinceridad con la que deberían tratarse estos asuntos. Aunque la otra noche afirmó, con la determinación de los más famosos "vendedores de humo" de la prensa deportiva - término que utiliza el agudo Butters para referirse a quienes todavía hablan de posibilidades matemáticas, de esperanzas, etc. - que el marcador aliancista Guillermo Salas, que sin duda tuvo una buena tarde individual frente a Brasil, había "jugado como los dioses". A veces el buen Phillip también contribuye a formarle imágenes falsas al público. En fin, como diría Pedro Salinas, son "rajes del oficio"...

Si no se firma el TLC, el 25% - si no es menos - de empresarios beneficiados directamente con sus efectos saldrían a decir que el Perú vivirá por siempre en el sub-desarrollo, que no podrá entrar a competir en el mundo globalizado y todo eso. Habrá crisis económica para unos cuantos, tormenta política, trabajo para analistas y "analistas". Si una catástrofe desapareciera, Dios y Rafo León no lo permitan, la ciudadela milenaria de Machu Picchu, el Perú perdería su máximo atractivo turístico, habría que declarar duelo nacional permanente, sería una real tragedia nacional. Pero ¿qué le pasaría al país si desapareciera por completo su actividad futbolística "profesional"?... No hay que ser un genio para inferir de inmediato la respuesta: NO PASARÍA NADA...

Osea, definitivamente si no hay clubes muchos jugadores que no saben hacer otra cosa que aparentar ser profesionales del deporte se quedarían sin trabajo (y quizás aumentaría la inseguridad en las calles debido a que los barristas no encontrarían mejor forma de desfogar sus frustraciones robando, destruyendo, matando... aunque eso, con julbo, ya lo hacen desde hace años). El Bocón y Líbero dejarían de existir dejando en el desempleado a buena cantidad de colegas. Los "pesos pesados" del periodismo deportivo tendrían que dedicarle más minutos y páginas a verdaderos ganadores como Luis Horna, como Sofía Mulanovich, como los equipos de niños especiales que constantemente llenan de orgullo a las pocas personas que se enteran de sus triunfos. O escribirían y hablarían de otros temas, porque el tenis, el surf y las olimpiadas especiales son una nota positiva, "de interés humano", de vez en cuando, pero no venden tanto como para seguirles el paso día a día... Pero insisto ¿le pasaría algo al Perú si deja de tener football? Honestamente, considero que no...

A estas alturas el julbo debería ser eliminado de la vida de nuestra sociedad, porque a lo único que contribuye es a aumentar la sensación frustrante de ser siempre los últimos de todas las filas: Últimos en educación, últimos en seguridad ciudadana, últimos en programas cómicos de calidad, últimos en lucha contra la pobreza, últimos en football. Ya basta. El julbo debería ser tipificado como delito contra la fe pública. Ni siquiera podemos decir que claro, la situación económica es mala, el "chorreo" no deja de ser una simple palabreja grotesca que no existe en la realidad de prácticamente nadie, pero el football sirve pues para elevar los ánimos de esa población deprimida, angustiada que se olvida de sus problemas cotidianos gracias a once gladiadores - iba a decir guerreros pero después de la escapada, él tampoco se salva - capaces de dejar la vida por su selección para alegría de niños desilusionados que viven pegados a una computadora simulando que matan gente, de ancianos desilusionados cansados de que no les aumenten sus pensiones, de jóvenes desilusionados que ven pasar los años pasando de trabajo en trabajo, un día vendiendo cursos de cocina y al día siguiente, vendiendo cualquier otra cosa...

El país no se detendría, sea donde sea que esté yendo, si toda esa maquinaria desorganizada y corrupta fuera borrada del mapa, si en el Perú simple y llanamente no hubiera football. La sociedad no dejaría de moverse, no seríamos ni más ni menos que el mismo país sub-desarrollado que somos ahora. No hay forma de que una selección peruana conformada en el contexto de este constante y cada vez más podrido entramado de componendas, negociados, enriquecimientos en el que nadie apoya nada, en el que nadie se interesa en reformar, en cambiar, en trabajar con divisiones menores, sin compadrazgos ni preferencias ni indisciplinas, alcance el nivel de competencia que exhibe el football real, el moderno, el globalizado, ese que juegan verdaderos profesionales y no peloteros de cartón, ese que está gerenciado por verdaderos profesionales y no por ex-generalotes prepotentes, congresistas desleales y sanguijuelas sedientas de poder y dinero. Aunque la dirección de Perú 21 va más por el lado retórico de la frase, yo la recojo y la asumo como propia en el sentido más literal posible: QUE SE VAYAN TODOS, que desaparezcan y que se cree, realmente desde cero (no "desde cero" con los mismos de siempre) un football peruano nuevo. Aunque esto no sea posible ni siquiera "matemáticamente hablando", soñar no cuesta nada...

martes, 20 de noviembre de 2007

LAS TIENDAS DE DISCOS (parte 2)

A nivel internacional, hay dos clases de tiendas de discos formales: las megatiendas estilo Virgin Records, Tower Records, Musimundo, etc... y las tiendecitas escondidas, esos huecos en los que por lo general uno puede encontrarse con personas extremadamente conocedoras, capaces de conseguir las rarezas más alucinantes... Las primeras son inimaginables en nuestro país: establecimientos inmensos que uno podría tardarse días en recorrer. Pisos y pisos en los que venden desde simples y llanos cassettes hasta instrumentos musicales, partituras, colecciones enteras de CDs y DVDs de cualquier artista o género.
Sea por experiencia personal o por haber escuchado la descripción de alguien que haya estado en una de estas tiendas, queda claro que además de la locura que para un melómano puede representar estar en un sitio como ése, es un hecho que jamás vamos a ver en Lima una tienda similar. Las segundas son más bien, parecidas a la que muestra la película High Fidelity (2000) del hoy famoso realizador británico Stephen Frears, director de la aclamada The Queen (2006).
En High Fidelity, John Cusack encarna a un apasionado coleccionista de discos que además, es dueño de una de esas tiendas pequeñas, sin mucho presupuesto, que se mantienen debido a la exquisitez de sus conocimientos musicales, capaces de satisfacer las exigencias del cliente más especial. Aunque sus compañeros (representados por Jack Black y Todd Louiso) no se muestran tan amables con el público y presentan características y formas de comportamiento algo marginales, también poseen extremados conocimientos y un innegable amor por la buena música, lo cual asegura una atención esmerada cada vez que los clientes les demuestran estar "a su altura" en cuanto a sus elevados niveles de apreciación. Ellos no venden cualquier cosa. No señor. Ellos venden arte.
¿A qué quiero llegar? Las megatiendas - por lo que he escuchado, ya que aun no tengo la fortuna de conocer una personalmente - son empresas gigantescas, que cumplen con estándares de atención de extremada calidad. Y aunque es probable que su personal tenga los niveles de automatización que podríamos encontrar en Lima en un vendedor de, digamos - y la comparación la hago únicamente para formar una idea de lo que trato de decir, porque no hay punto de comparación en realidad - Ace Home Center o Sodimac, nunca he escuchado que sus conocimientos musicales sean limitados o que su capacidad de respuesta no satisfaga los requerimientos de un cliente exquisito. Aún cuando el vendedor no sea un experto en música, sin duda alguna estas megatiendas cuentan con un sistema computarizado que ubica los productos a la velocidad del rayo y que está constantemente actualizado. Y sin duda alguna, salvo error u omisión, estos vendedores trabajan en horarios rotativos, reciben capacitación a cada momento y están en contacto directo con el interesantísimo mundo de la industria musical. Esas son las principales tiendas de ciudades como Miami, New York o Buenos Aires. En nuestro país, las principales empresas de venta de música tienen tiendas iguales y peores que las retratadas por Frears en High Fidelity.
En Lima, y desde hace más de 15 años - si no más - las tiendas de discos son administradas por personas a quienes difícilmente podríamos identificar con el personaje de Cusack. Empresarios que no tienen esa conexión emocional, telúrica con el mundo musical, y si la tienen, es tan superficial que se obnubila hasta desaparecer cuando ven que los números comienzan a funcionar - para ellos - y terminan dejando de lado esa naturaleza casi mística que existe en el círculo conformado por el COMPRADOR-PRODUCTO MUSICAL-VENDEDOR, utilizándola únicamente cuando puede servir como instrumento de marketing. El signo de los tiempos: la estrategia de venta que finge y que es capaz de encumbrar a personas y productos que, usando ciertos términos, consigue un efecto positivo para sus propósitos, aunque en realidad no sepa de qué está hablando o qué está ofreciendo.
A pesar de esa desidia, estos empresarios han tenido - y tienen - la suerte de que ese círculo místico configurado por el que compra música, el producto musical y el que vende, se siga generando porque los puntos de venta están llenos de personas que buscan ingresar a esos puestos de trabajo por su afición por la música. Jóvenes melómanos, coleccionistas, expertos en ciertos géneros, van y se presentan a las convocatorias para captar personal nuevo y al ingresar, se auto-capacitan. En muchos casos, los niveles de atención especializada en las cadenas musicales de Lima es altísimo - algo que incluso ha sido resaltado por clientes extranjeros - pero ese no es en ningún caso, mérito de los dueños, es una casualidad de la cual se aprovechan y que dicho sea de paso, y ese es uno de los hilos conductores de mi crítica, nunca valoran debidamente.
¿Por qué pasa esto? por la necesidad. Estos jóvenes están buscando trabajo, la mayoría no cuenta con estudios superiores y aunque no son del todo marginales - por no generalizar - provienen de medios socio-económicos que evidentemente no son los mejores de la capital. "Mano de obra barata" diría un analista laboral. Por ahí aparece uno que otro joven con estudios pero que no se ha podido insertar en el mercado laboral, que además posee conocimientos musicales y se presenta al trabajo. Ingresa. Y trabaja en las mismas condiciones que los demás. La necesidad produce un cuerpo de vendedores (una "fuerza de ventas") que termina convirtiéndose en una cuadrilla homogénea que espera las directivas de quienes "más saben", los empresarios, los dueños. La necesidad de trabajar limita el derecho de exigir un trato diferenciado, no solo por asuntos ligados a la preparación académica, sino a cuestiones más generales: es imposible aspirar a un horario adecuado que permita seguir estudios, tener una vida más normal, por ejemplo. Desde luego, esto tiene que ver con la incapacidad de estos empresarios para comprender que deberían invertir más y pagar lo que pagan implementando turnos dobles - como hacen las megatiendas más importantes del mundo - ya que eso representaría gastar más. Y eso no les conviene.
Porque el trabajo de venta en tienda de música es, para estos empresarios, tan simple como el de vender ropa, vender seguros, vender papas... Pero no es así. No señores. Vender música es vender arte. De eso hablaré en la próxima...

viernes, 16 de noviembre de 2007

LAS TIENDAS DE DISCOS (parte 1)


Una vez, hace muchos años, la mujer de mi vida me contó que había leído una entrevista de Elton John en la que aseguraba que de no haber sido músico, su máxima aspiración habría sido trabajar en una tienda de discos. Evidentemente, lo que el famoso cantante, pianista y compositor quiso dar a entender es que vivir rodeado de discos, para un amante de la música, es algo parecido al paraíso. Lamentablemente en nuestro país eso está muy lejos de parecerse a ese ideal.

Desde mediados de los 90s, con la llegada de la tecnología digital y el boom de los establecimientos de servicios, centros comerciales y supermercados, trabajar en una tienda de discos se convirtió en una especie de condena, un sub-empleo que contaba, y cuenta, con la pasiva complicidad de enormes cantidades de jóvenes que, atraídos por la posibilidad de estar en contacto permanente con la música que les gusta (además de la necesidad de trabajar), terminan aceptando condiciones laborales en empresas con horarios asfixiantes, sueldos ínfimos, tratos desconsiderados y una serie de desordenes que impiden el desarrollo personal, que anulan la vida social, que no ofrecen línea de carrera, etc...

El disco (de carbón en los años 30s, de vinilo entre los 40s y 80s, los CDs actuales) como producto, siempre causó fascinación porque combinaba dos aspectos marcadamente diferentes, pero complementarios para efectos del desarrollo de la industria discográfica: la música como expresión artística y el soporte en el que venía almacenada, un objeto concreto, manufacturado, producido en serie. El valor de un disco no sólo estaba determinado por la obra de arte que contenía sino también por cómo venía presentada. Hoy en día, que las expresiones musicales son cada vez más en cantidad y en diversidad y que conceptos como valor artístico, calidad musical, trascendencia, moda, fama, comercialidad, etc. se han relativizado y entremezclado hasta más no poder, la oferta de productos musicales es inmensa y a primera vista, da la impresión de ser un negocio realmente fascinante, tanto para empresarios como para trabajadores. Y lo es, por supuesto que sí. No en nuestro país.

Pero ¿por qué digo eso? ¿de dónde saco esa conclusión? El negocio de la música involucra - como en la descripción que hice del disco - dos aspectos a menudo contrapuestos: a) la subjetividad que tiene que ver con la naturaleza artística de la actividad musical, sea cual sea su género o procedencia y b) la objetividad que rige en todo negocio comercial y sus variables, tales como tendencias, modas, atractivos, proyecciones, estrategias de marketing, etc...

Por ende, así como lo ideal para un estudio legal es estar manejado por abogados, para un medio de comunicación estar al mando de un comunicador/periodista, para un hospital ser dirigido por un doctor en medicina o para un restaurante tener como jefe a un maestro de cocina; para una tienda de discos lo ideal es contar con la dirección de personas que además de dominar el campo de los negocios, y que - atendiendo a las tendencias actuales - posean dotes de facilitadores, tengan una sensibilidad y una pasión especial, fuera del promedio, por la música.

Lamentablemente eso no ocurre. Cuando no existe una combinación equilibrada de ambos aspectos, se produce la desnaturalización del negocio en cuestión y se comienza a distribuir mal las prioridades, convirtiendo a un negocio como el de la venta de música, tan rico en matices y en posibilidades de desarrollo tanto comerciales como culturales, en un simple y llano puesto de mercado. En un mundo laboral como el nuestro, tan carente de oportunidades, en el cual el 80% de empresas que ofrecen empleo son informales o que siendo formales, viven obsesionadas con optimizar sus ganancias invirtiendo lo menos posible, lo cual los lleva a no poner énfasis en importantes aspectos como la capacitación del personal con el que cuentan, o de exigir características en el personal nuevo que captan que los obligaría a ofrecer sueldos más altos, los empresarios peruanos dedicados a la venta de música de los últimos 15 años han mantenido sus tiendas sobre la base de una dinámica bastante pobre, sin llegar nunca a posicionarse como establecimientos comerciales ligados al mundo del arte, de la cultura, del entretenimiento.

Los empresarios actuales de nuestras tiendas de discos no responden necesariamente al perfil del empresario moderno, que podríamos ejemplificar con la figura de Gastón Acurio y sus constantes manifestaciones de respeto por sus públicos (interno y externo) y que posee una visión integral, humanista, de lo que una empresa debe hacer para tener un desarrollo homogéneo y exitoso. Constituyen más bien una suerte de jefes gamonales, con los ojos siempre puestos en cuánto van a recibir y cuánto se van a ahorrar, que miden su éxito única y exclusivamente en su capacidad de ventas mas no en su impacto social como rubro que atrae a fuerza de trabajo joven, debido a la naturaleza de los productos que vende.

Esto puede verse, por ejemplo, en la concentración de beneficios que obtienen los dueños - siempre en aumento en algunos casos - frente a las estáticas condiciones laborales del personal de las tiendas, sin importar ni su producción, ni sus capacidades individuales, ni sus años de experiencia. Por ejemplo en la actualidad, aproximadamente un 80% de las personas que trabajan vendiendo discos en las tres únicas empresas legales que quedan (Phantom, Two Music y Via Music) provienen de Discocentro, empresa emblemática de tiendas de música, que "quebró" en 2003 y que fue la principal cadena musical de Lima durante más de 40 años.

Sin embargo, y a pesar de los cambios que ha experimentado la industria discográfica y los lazos cada vez más cercanos que tiene con los medios de comunicación, actividades artísticas y culturales, etc. (que dicho sea de paso, siempre los ha tenido), muchas de estas personas se encuentran realizando las mismas labores que realizaban cuando empezaron a trabajar en Discocentro (esta última generación de vendedores de discos comenzó a trabajar en Discocentro a mediados y fines de los 90s, casi todos en sus primeros veintes). Es complicado detallar en espacios cortos los motivos de esta situación por la cantidad de matices que tiene, tanto en lo que respecta a actitudes empresariales (desde las épocas de Discocentro) como a las propias dificultades de los trabajadores, de manera que poco a poco trataré de ir desenredando esos asuntos. Hasta la próxima...

lunes, 12 de noviembre de 2007

UN ENEMIGO MENOS PARA BUSH


Hace un par de días falleció Norman Mailer, uno de los escritores norteamericanos más polémicos y trascendentes de la segunda mitad del siglo 20. Si el actual Presidente de los EE.UU., el siempre sorprendente "Mr. Danger" George W. Bush, tuviera afición por el hábito de la lectura, podría sentarse a festejar la desaparición de uno de sus peores enemigos, un intelectual transgresor a quien no le temblaba la mano para criticar sus afanes imperialistas, en nombre de la defensa norteamericana frente al "Eje del Mal": "Mi hipótesis es que George W. Bush y otros conservadores han llegado a la conclusión de que la única forma en la que pueden salvar a Norteamérica, y sacarla de su descalabro actual es convertirse en un régimen con una mayor presencia militar con pretensiones imperiales. Irak es la excusa perfecta para moverse en esa dirección imperialista. La guerra contra Irak, tal y como fue concebida originalmente, iba a ser un dramático y rápido paso que les permitiría controlar el Cercano Oriente, no sólo por el petróleo que hay allí, sino también por toda el agua que viene del Tigris y el Eufrates" (2003).

Mailer, escritor y periodista de origen judío, pasó de ser uno de esos literatos malditos, socialmente incorrectos, apólogo de la violencia y conspicuo practicante de casi todos los desordenes y vicios habidos y por haber en los hippies 60s a convertirse en una de esas voces solitarias e influyentes que trataban de defender al imaginario colectivo norteamericano del control mental ejercido desde el poder y desde una prensa genuflexa e inculta, que contribuía - y contribuye hasta ahora - al perpetuo estado de ceguera de las grandes mayorías en el país del Tío Sam.

Desde luego, los aspectos más oscuros de su personalidad, muy criticables algunos por cierto, son los que vienen siendo recordados con mayor fruición por múltiples reseñas y obituarios. En unos casos por esa enfermiza adoración por todo lo torcido que domina el mundo de la cultura y del espectáculo (mientras más bizarro, mejor) y en otros, me da la impresión, con la intención de minimizar el caudal crítico y anti-Bush de las intervenciones más recientes del octogenario cronista, más cercanas a las visiones de personas como Noah Chomsky o Susan Sontag (también desaparecida hace unos años atrás). Si la prensa le hubiera dedicado al alcoholismo superado de Bush el mismo espacio que hoy le da al de Mailer, quizás la historia sería un poco diferente...
En fin, la muerte de Norman Mailer el iconoclasta, ese viejo ganador de dos Pullitzer cuyo aspecto reciente era una combinación de Fernando de Szyszlo con Albert Einstein, deja sin una de sus voces más importantes a la oposición mundial. Es cierto que Mr. Bush no lee mucho, pero ya sus asesores le deben haber dado la noticia...

viernes, 9 de noviembre de 2007

TERRY KATH & EDDIE HAZEL

Cuando nos hablan de héroes de la guitarra ("guitar hero" es un término de uso común en la prensa musical anglosajona) los primeros nombres que surgen son Hendrix, Clapton, Page, Santana, Van Halen, Slash y un larguísimo y variopinto etcétera... la lista es extensa y cada uno tiene su lugar bien ganado en esa galería en la que coexisten vivos y muertos, músicos de diversas épocas y estilos que comparten esa pasión por llevar al instrumento de seis cuerdas hasta sus máximos niveles de expresión.

Aunque casi siempre los compiladores suelen coincidir en las características principales de un guitar hero: dominio del instrumento, personalidad y actitud propia, presencia necesaria en el sonido de su grupo, estilo inconfundible, etc. ha habido ocasiones en las que se ha mencionado a personajes como Kurt Cobain (Nirvana) o John Frusciante (Red Hot Chili Peppers) en esas listas honoríficas, sin darse cuenta de que no cumplen con el perfil. Si bien es cierto ser considerado un guitar hero no es algo que persigan conscientemente estos músicos, por sus connotaciones divescas, también es verdad que no cualquiera puede ser incluido en un catálogo como éste, que no baja de las cinco estrellas.

Hoy quisiera referirme a dos verdaderos héroes de la guitarra, frecuentemente olvidados a pesar de las importantes páginas musicales que han dejado escritas en la historia del rock and roll: Terry Kath (1946-1978) y Eddie Hazel (1950-1992). Ambos guitarristas, nacidos en los EE.UU., definieron el sonido de bandas que a estas alturas, pueden ser consideradas sin temor a equivocarnos como pioneras de las posteriores transformaciones y reinvenciones por las que han pasado diversos géneros y sub-géneros del pop-rock mundial: Chicago y Parliament Funkadelic.

GUITARRA DE FORMATO LIBRE: Terry Kath aprendió a tocar de manera autodidacta y desde su adolescencia pulió su estilo en diversos clubes y bares de su natal Chicago. De fraseos rudos y concisos, el toque de Kath llamó la atención del saxofonista/flautista Walter Parazaider, quien lo convocó en 1967 para fundar la banda The Best Thing, junto a sus compañeros del conservatorio James Pankow (trombón) y Lee Loughnane (trompeta). Completaban la banda el baterista Danny Seraphine, el pianista Robert Lamm y el bajista Peter Cetera, todos de intensa actividad en los circuitos musicales de la capital de Illinois. Este ensamble poco habitual - a mediados de los 60s el formato clásico de un grupo de rock era el impuesto por The Beatles, es decir: guitarras-bajo-batería - cambió su nombre a Chicago Transit Authority y posteriormente, debido a las quejas de la institución dedicada al control del tránsito en la ciudad que llevaba la misma denominación, se redujo a Chicago, nombre con el que se hizo famoso por el mundo entero.

La guitarra y la potente voz de barítono de Terry Kath fueron una de las marcas registradas de esta banda, que sorprendió a propios y extraños con su arriesgada combinación de estilos (pop-rock, rhythm & blues, jazz) y de instrumentación (el uso de metales y de tres cantantes). Entre 1969 y 1977 la banda editó 11 LPs, de enorme éxito comercial. Los furibundos solos de Kath recibieron elogios del mismísimo Jimi Hendrix, de quien cuentan se "enamoró" de Terry después de escuchar su composición instrumental Free form guitar, perteneciente al primer álbum de Chicago, llamado simplemente Chicago Transit Authority. En este disco también destaca Liberation, obligatorio tour-de-force para cualquier fanático del rock instrumental, en el cual Kath despliega, a lo largo de sus 14 minutos de duración, las particularidades de su desarrollo guitarrero: solos largos, wah-wahs, efectos y un sentido muy preciso de la improvisación.

La personalidad de Kath era uno de los principales motores de Chicago, por su buen humor y su disposición a explorar nuevas ideas musicales, aunque detrás de ese carácter alegre se escondía un hombre depresivo que se refugiaba en el alcohol, las drogas y su afición por coleccionar armas de fuego. La tarde del 23 de enero de 1978, Kath jugueteaba con una 9mm durante una fiesta en casa de Don Johnson, un roadie del grupo, y con la pistola en la sien apretaba el gatillo una y otra vez, asegurándoles a todos que no estaba cargada. Lamentablemente, sí lo estaba. Terry Kath falleció así, trágicamente, a los 31 años. Aunque la banda cambió de estilo tras la pérdida de uno de sus fundadores, en el recuerdo quedan sus clásicas grabaciones como la mencionada Free form guitar, 25 or 6 to 4, Make me smile, Colour my world o el tema Introduction, que pueden ver y oír en este link de youtube, que muestra a Chicago Transit Authority en vivo en el Japón (año 1972)



UN MAESTRO DEL FUNK DURO: Edward "Eddie" Hazel fue el primer lugarteniente de George Clinton, el célebre Dr. Funkenstein, amo y señor de ese combo alucinante llamado Parliament/Funkadelic que asoló las pistas de baile de los ghettos en las décadas 70s y 80s y que posteriormente, con un Clinton ya agotado y auto-pirateando todas sus ideas, se denominó The P-Funk All Stars. Hazel, nacido en Brooklyn en 1950, vio la transformación de Clinton que pasó de ser el líder de una simple banda de doo-wop llamada The Parliaments a esta especie de gurú del ritmo y del aquelarre armado por las comunidades negras norteamericanas, que llegó a su máxima expresión con ese excepcional álbum de 1976, The Mothership Connection.

La guitarra de Hazel, que combinaba los fraseos del soul clásico, deudores de esa tradición regentada por James Brown "el padrino del soul" con los arranques psicodélicos y eléctricos de Jimi Hendrix domina los tres primeros álbumes de Funkadelic, banda surgida de las cenizas de The Parliaments, que, siempre de la mano de George Clinton, rompió el mito de que los músicos de color sólo podían hacer música suave, romántica o rítmica. Funkadelic, que fue estableciendo las bases para la evolución del funk con cada uno de sus lanzamientos, combinaba esos tres elementos con un sonido crudo, agresivo, casi parecido al hard-rock de grupos como Led Zeppelin o Cactus, cortesía de los arrebatados riffs de Hazel. Así, los discos Funkadelic (1970), Free your mind... and your ass will follow (1970) y Maggot brain (1971) son considerados clásicos, no solo del género funky, sino de toda la década de los 70s.

Precisamente en Maggot brain se encuentra el tema que le dio a Hazel la categoría de guitar hero: un épico lamento de casi 10 minutos, que le da nombre álbum - según el guitarrista, "los gusanos cerebrales" hacían referencia tanto a los efectos del consumo de drogas como a una descripción alegórica del control mental que se ejerce desde el poder - y sacó de la oscuridad a la banda, convirtiéndola desde entonces en una "de culto". El tema es una etérea manifestación de sentimentalismo y sensualidad, propulsada por las múltiples capas de guitarras ensambladas por Hazel en sendas sesiones de grabación, en las que Clinton le pedía que "tocara como si su madre acabara de morir". Lamentablemente, los problemas de Eddie Hazel lo alejaron de una promisoria carrera musical. En 1974 fue apresado por posesión de drogas y agresión y desde su liberación, en 1976, sus apariciones con Parliament/Funkadelic fueron tan solo esporádicas. Luego de grabar un disco como solista de gran factura, titulado Games, dames and guitar thangs (1977) en el que destaca una alucinante versión del tema I want you (she's so heavy) del álbum Abbey road de The Beatles, el sonido de Hazel se perdió en un voluntario exilio musical. El 23 de diciembre de 1992, Hazel falleció de una afección al hígado. Tenía 42 años. Las tristes notas de Maggot brain fueron tocadas durante su funeral. Aquí una versión en vivo junto al guitarrista que lo reemplazaría definitivamente en la banda, Michael Hampton, de un concierto en 1986:


El mundo del rock está repleto de historias y héroes no reconocidos... desde aquí un humilde tributo a estos dos músicos que casi nunca figuran en las habituales "enfermérides" (como diría Sofocleto) de nuestra alicaída prensa musical... Hasta la próxima...

jueves, 8 de noviembre de 2007

GARRIDO LECCA LINGÜISTA

“Según la Real Academia de la Lengua Española, la palabra “ciclo” sirve para denominar un período de tiempo que una vez terminado, vuelve a empezar” (cito de memoria). Con esta anotación lingüística, que más parece una leguleyada, el Ministro de Vivienda, Construcción y Saneamiento, Hernán Garrido Lecca, nuevamente se burla de la ciudadanía, tratando de tomarnos el pelo para arreglar lo que ocasionó con su vespertino berrinche, originado según la Ministra de Trabajo, Susana Pinilla, por unas cuantas bromas que le jugó su jefe Alan García, que lo hizo salir al patio de Palacio de Gobierno haciendo puchero y anunciando “el fin de mi ciclo como ministro de Estado”. Las diferencias entre la política nacional y los programas cómicos se hacen cada vez menores.

En efecto, el diccionario de la RAE dice, a la letra: “Ciclo: período de tiempo o cierto número de años que, acabados, se vuelven a contar de nuevo”. Aquí podemos ver una pequeña diferencia entre lo que el ministro interpreta del diccionario – a posteriori, desde luego – con el fin de convencernos de que no dijo lo que dijo: un ciclo, una vez terminado, vuelve a contarse de nuevo, independientemente de lo que suceda dentro de ese ciclo. Es decir, si enmarcamos el ciclo al que ahora se refiere el ministro Garrido – sus cuatro semanas de trabajo en Pisco – efectivamente, terminadas esas cuatro semanas comienza un ciclo nuevo de cuatro semanas, con o sin él.

A eso debemos sumarle las dos frases que según el funcionario, fueron maliciosamente interpretadas por la prensa: “cumplí mi ciclo como Ministro de Estado” y “pondré mi cargo a disposición del Presidente”. Ambas tienen connotaciones directas dentro el acontecer político local. Ambas, por separado, son entendidas en el contexto de cualquier nota periodística, declaración, entrevista, etc. como sinónimo de “me voy”, “voy a renunciar”. Dichas en tandem no dejan mucho espacio para la duda. Además, si asegura haber terminado su ciclo como Ministro de Estado, queda claro que pretende iniciar un ciclo nuevo como otra cosa. Si eso es mala interpretación entonces volvamos todos al colegio ¿no?

A todo eso agréguenle el semblante incómodo, resoluto, de quien patea el tablero porque le ha sucedido algo que no puede seguir tolerando, el rostro de un político que trata de fingir dignidad y que mezcla toda esa pose con un resentimiento interno que no llega a disimular del todo (parece que en ese momento se hartó de seguir siendo agarrado “de punto”) y el cuadro es completo. El ministro va a renunciar. Para colmo, el premier Del Castillo sale y, acusando recibo del desafío, inmediatamente afirma que su declaración “no tiene ninguna trascendencia”.

Horas después, Garrido Lecca aparece en Canal 4 ensayando una explicación lingüística que provoca tanta risa como cólera. ¿Qué habrá pasado en realidad? ¿qué reprimenda se habrá ganado el ministro por parte del Presidente García, ante esta repentina falta de correa? Solo ellos lo saben. Al final de cuentas, todo termina siendo una “anécdota” más, del calibre del Pisco 7.9 o de las declaraciones “desafortunadas” del mismo Garrido Lecca en las que contaba alegremente cómo se las arreglaba en sus campamentos cuando no había papel higiénico a la mano. ¿Es justo que nos tengamos que acostumbrar a esta forma burlesca de gobernar el país?

martes, 6 de noviembre de 2007

¿QUIÉN ESTÁ DETRÁS DE ESTO? (parte 2)


El crecimiento de la "industria pirata" incluye la adopción de ciertas prácticas comunes a la empresa formal. Por ejemplo, hace relativamente poco tiempo - quizás hace poco más de un año atrás - pasaba rápidamente por la avenida José Gálvez en La Victoria y decidí poner a prueba a uno de los vendedores de música. A primera vista, el puesto mostraba cierto nivel de especialización - tenían John Coltrane, Miles Davis, algunas producciones de Pat Metheny y cosas por el estilo. Entonces, pensando en qué preguntarle al joven que parecía estar en trance mientras escuchaba una copia del Live from Blue Note Tokyo de Chick Corea - ese extraordinario álbum grabado en 1997 junto a John Patitucci y Vinnie Colaiuta, inubicable en las tiendas legales - se me vinieron a la mente la tríada de discos que Frank Gambale (guitarrista de jazz-rock que ha tocado, entre otros, con Corea y con Jean Luc Ponty), Stuart Hamm (bajista de Joe Satriani) y Steve Smith (baterista conocido por sus grabaciones con Journey) lanzaron erráticamente entre 1998 y 2002, como proyectos paralelos a sus exitosas y ocupadísimas agendas personales, que desde hace mucho tiempo vengo buscando en el circuito regular de tiendas de discos, mundillo con el cual estoy muy relacionado desde hace tiempo.
Con aires de "entendido" le pregunté al vendedor por los discos, y al ver su rostro de preocupación pensé que lo había vencido, que de repente nunca había escuchado hablar de esos álbumes y que, si acaso sabía que existían, le tomaría por los menos un por de semanas conseguírmelos. Le había pedido algo demasiado específico. El muchacho, de unos 22 años de edad, se rascó la cabeza, ý luego de indicarme que espere un rato, con universal gesto de manos, desenganchó el NEXTEL que tenía en la correa y se comunicó con su "almacén": "¡Oe chino, los discos de GHS al toque!". Debo indicar que "GHS" es como se le conoce a este trío ocasional de tremendos músicos que, de cuando en vez, alborotan el circuito de clubes de jazz fusión de EE.UU. y Europa con sus ráfagas de jazz-rock eléctrico, mezcla del Satriani más inspirado con los trips ácidos de la buena época de grupazos como The Mahavishnu Orchestra o Return to Forever. Entre sorprendido y picón le pregunté si de verdad los tenía y me dijo que en 10 minutos se los traían... Esperé. Y corriendo entre los pasillos inseguros de Polvos Azules - otra "bomba de tiempo" tipo Mesa Redonda - apareció el "chino" con una bolsa negra de plástico.
Ahí estaban: Show me what you can do (1998), The light beyond (2000) y GHS3 (2002), con carátula en papel couché (fotocopia). ¿El precio? 7 soles cada uno. No los compré, porque la verdad en ese momento no llevaba dinero encima, pero le prometí al puestero que regresaría en un par de días. En los 10 minutos que me tocó esperar a la persona que iba a conseguir mi satisfacción como cliente, podía escuchar como al mismo tiempo, sonaban por todos lados alarmas de NEXTEL para solicitar discos a sus almacenes. Los vendedores hacen lo posible por conseguirte lo que buscas, y aunque el resultado siempre es el mismo - la satisfacción final del que compra - me temo que su motivación no es tanto ese objetivo supremo que muchos "marketeros" exitosos y formales dicen respetar (eso de que "el cliente es lo primero", "hay que abrazar al cliente" es al final de cuentas, una simple y llana verdad de Perogrullo, un lugar comun utilizado para caer bien) sino vender, vender y vender sin mirar a quién.
Así como quien conversa, el encargado de ese puesto especializado en jazz - y a unos niveles altísimos en cuanto a conocimientos y capacidad de respuesta, algo poco usual en tiendas de discos actuales - me contó que esa lluvia de alarmas de NEXTEL, salvo algunas excepciones, se comunican entre sí para intercambiar productos, así como con sus "alamacenes" en donde se encuentran las matrices, los reproductores. La fábrica de "piratas" o como decíamos en la universidad cuando nos referíamos a los cassettes copiados: "el barco". Cuando le pregunté cómo hacían para conseguir discos tan difíciles de ubicar, copias de ediciones japonesas (si hay melómanos leyendo esto, entenderán el valor que éstas tienen) y títulos de colección, me dijo - ya medio desconfiado - que algunos "coleccionistas" colaboraban con ellos y que reciben un porcentaje de la venta. Cuando quise saber quién pagaba la flota de radio-teléfonos con la que cuentan para intercomunicarse, ya no se mostró tan amable. "Eso no dice pe' choche...".
La pregunta está aun en el aire: ¿Quién paga todo eso?... seguimos en la próxima...

viernes, 2 de noviembre de 2007

¿QUIÉN ESTÁ DETRÁS DE ESTO? (parte 1)

Caminando por el Centro Comercial de Chacarilla en una zona bastante exclusiva del distrito de Surco, me detuve ante una escena que, a pesar de lo común que se ha vuelto en los últimos años, no deja de sorprenderme y hasta indignarme, pues representa en el reducido espacio que ocupan dos personas paradas frente a frente sobre una vereda, el nefasto sincretismo que legitima la informalidad, al punto de convertirla en casi una institución social más. Esta es la susodicha escena:
"- ¿Cuánto dices, "chino"?
- Cinco luquitas nomás, jefe...
- Cinnnco lucas... ya... pero ¿tiene subtítulos?
- Claro pe' jefe - y se pega el estuche para leer los detalles - en español, en inglés, portugués y chino encima...
- Ya compare, pero caleta nomás ah... ¿se ve bien no?
- Sí jefe, si es de estreno pe' "
El comprador se mete la mano al bolsillo y le entrega una moneda de 5 soles al niño de aproximadamente 12 años que le entrega un DVD - no llegué a ver qué película era - con una mano, mientras que con la otra sostiene a duras penas una ruma de más o menos 20 DVDs más que anda ofreciendo por las calles. Hasta ahí, todo enmarcado dentro del habitual proceso de compra-venta callejera de productos piratas en cualquier calle de Lima. El dato adicional: el comprador no es un transeúnte cualquiera, es un oficial de nuestra Policía Nacional que trabaja resguardando una agencia del Banco de Comercio. Uniformado y armado. Listo para abatir a balazos a alguna banda de asaltantes o secuestradores al paso. Eso es, por lo menos, lo que parece. Un agente público cuya principal función es hacer cumplir la ley cuando uno la transgrede. Comprándose un DVD pirata de estreno, con subtítulos y pagándole a regañadientes a un vendedor callejero en edad escolar. La piratería es delito, dicen. El trabajo infantil, también. ¿Qué es lo que pasa? ¿me estoy perdiendo de algo?
El tema de la piratería es amplio y complejo. Por eso pretendo desplegar las opiniones, comentarios y datos de los que dispongo sobre el particular en varias entregas, porque desde hace años vengo pensando que la piratería - discográfica, cinematográfica, editorial y tecnológica - no es sólo una distorsión de la informalidad, un "robo" de personas marginales que atentan contra los supremos intereses de la empresa formal. Es eso, y es más. Creo que la piratería tiene sus sectretos y conexiones con el poder. Y espero algún día tener el tiempo y las herramientas para poder llevar a cabo esa investigación que me da vueltas por la cabeza. ¿Quién está detrás de la piratería?
Cuando veo los famosos operativos y el "cierre" de locales - que abren a los dos o tres días con el doble del stock que tenían al ser cerrados - el incautamiento de reproductores de CDs, DVDs, programas de computación o de almacenes con camionadas de cajas de insumos (CDs, DVDs en blanco) y que las cámaras apuntan a los "trabajadores" que atienden los puestos, que se limitan a decir "recién me llamaron para trabajar acá, pero yo no sé quién me contrató" (¿?) y cosas por el estilo, me pregunto quién es - o quiénes son - las personas y/o empresas que realmente se benefician de la inmensa cantidad de plata que produce el negocio de las tibias y la calavera. Porque tiene que tratarse de eso. No puede ser que una red de vendedores informales haya crecido de esa forma así porque sí. Alguien los financia o en todo caso, alguien - y debe ser un "alguien" muy poderoso - los protege.
Es cierto que la piratería llegó para quedarse, por la enorme facilidad - cada vez mayor - de copiado de diversos formatos y el acceso a las herramientas necesarias para su crecimiento (computadoras, softwares, equipos de grabación y reproducción, internet, etc) pero también es cierto que los niveles de impunidad de los cuales gozan en nuestro país son alucinantes. No solo es un problema legal, ya involucra aspectos sociales, económicos, laborales y hasta culturales (el famoso debate de si la piratería permite el acceso de los que menos tienen a expresiones de valor artístico).
Ver a un policía - más allá de la calidad moral o profesional, desconocida para mí, del comprador de Chacarilla - y lo que éste simboliza (seguridad, protección, legalidad) transando con un vendedor pirata es una de las mayores paradojas que nos plantea esta situación.
La piratería ya es parte de nuestra vida ¿quiénes son los verdaderos beneficiados con tremendo negocio? ... continuará...