lunes, 24 de septiembre de 2012

PODER PARA APRETAR EL DISPARADOR UN CRIMEN Y LUEGO LAVARSE LAS MANOS



Beto Ortiz ha sido declarado "el periodista televisivo con más poder" por una publicación en fino papel couché que se dedica a encuestar a los "líderes de opinión" y a los principales miembros de la intelligentsia nacional: untuosos empresarios, impresentables políticos y otros periodistas. Después de escuchar el pronunciamiento de este galardonado personaje, creador de un nuevo género periodístico: el Periodismo Bipolar (capaz de hablar de alturas literarias y bajuras farandulescas a solo una tanda comercial de distancia), me pregunto si ese poder incluirá la caudalosa lavada de manos que lanzó, a pierna suelta, desde el canal que lo protege por todos los caminos posibles para no asumir, por lo menos, la responsabilidad que le corresponde como conductor y azuzador de ese infausto programa El valor de la verdad, donde se terminó de gestar un nuevo asesinato macabro, como si no nos bastara con los que ocurren a diario, a nivel nacional, sin que nadie se entere.

Hay que reconocer que Ortiz es hábil. Sus requiebros y peroratas - en las que combinó la angustia que le producen los miles de feminicidios que ocurren, lamentablemente, más seguido de lo que quisiéramos; la hipocresía de los demás medios que usan segmentos completos de su show para colgarse de su rating cada semana; la supuesta bizarría o valentía de quien prefiere la verdad al ocultamiento (cuando en realidad se trata de una acción kamikaze del que está tan desesperado por dinero que ya no tiene nada qué perder); la competencia por el rating, según la cual todo se vale; etc. - han llegado a seducir a cientos de "broders" y "sisters" que le hacen "me gusta" en su "feis", apoyando la permanencia en el aire de esa mercenaria franquicia que en otros países ya ha sido cancelada por los riesgos evidentes que acarrea su emisión.

Si Beto Ortiz no fuese un periodista bipolar y solo primara en su comportamiento el perfil positivo, aquel que escribe con excelencia, que construye artículos con citas de César Vallejo y escucha a Antony & The Jacksons; lo primero que hubiese hecho - es mi opinión, por lo menos - es salir y, además de disculparse ante la familia de la joven asesinada, anunciar públicamente que el programa ese, que se nutre de las miserias de personas que están dispuestas a exponerlas por algunos miles de soles, no va a salir más al aire y que los millones de sangrienta publicidad que se lleva al bolsillo cada sábado no valen una vida, no justifican un estrangulamiento, no sirven para comprar la paz a una familia, tras una tragedia como la ocurrida con esta muchacha.

No es que Beto Ortiz sea culpable del crimen. Sería ridículo decir eso, claro, él no la secuestró ni le quitó la vida ni  la arrojó a un silo en Jicamarca. El autor de eso tiene nombre y apellido y esperemos que reciba el castigo que merece. Pero es absurdo decir, cito de memoria, con rictus de indignación y denunciando cargamontones: "no existe relación entre mi programa y el salvaje crimen". Sí existe pues. Porque si bien es cierto el tipo que asesinó a la joven, lo podría haber hecho sin mediar ninguna aparición pública, no creo que haya alguien, en sus cuatro cabales, que no piense que la idea cobró más cuerpo en su mente enferma después de considerar que era justo castigar a aquella que lo engañó, que había que borrar la ignominia pública, que había que sacar "alguito" del millonario premio.

La naturaleza demente y criminal del asesino está fuera de discusión. No se trata de "ayudarlo" cuando se establece que la emisión del programa - que además tiene cuestionamientos en cuanto a la veracidad de todo aquello que presentan como "verdades extraidas de un polígrafo" - activó los deseos más abyectos de ese tipo. Pero un profesional de las comunicaciones debe tener cuidado con aquello que hace en televisión, porque las reacciones en cadena, sobre todo en temas tan delicados, son incontrolables. Y eso no es novedad.

El problema real tampoco es el programa en sí mismo. El verdadero drama es que un mamotreto televisivo de esa clase, que se beneficia en términos de audiencia por presentar "testimonios" nacidos de la desesperación por tener plata en el bolsillo (desesperación que define tanto al asesino como a su víctima) y que para ello no escatima en exhibir temas sórdidos, realidades patéticas y tristes, familias quebradas, etc., sea visto y admirado masivamente por el público y como dice Ortiz, que sea semanalmente retransmitido en los demás canales, reseñado en todas las primeras planas, parodiado por los cómicos, etc. Esa es la tragedia social en la que nos encontramos.

Por eso no solo El valor de la verdad tiene parte de la responsabilidad, sino la gente que, antes de dirigir sus miradas a otras cosas, toman como una diversión, como un momento de relax después de trabajar, como algo agradable a la vista, un circo diseñado sobre la base de que el morbo es lo que produce mayores dividendos en televisión.

No se pierdan El valor de la verdad el próximo sábado, quién sabe la siguiente edición tendrá aun más rating después de este lastimoso suceso. Y eso les encantará a Beto Ortiz y a Frecuencia Latina. ¿o no? 


viernes, 21 de septiembre de 2012

PEPE TORRES: VERDADERO ORGULLO NACIONAL

Don Pepe Torres (al centro), acompañado por todos los músicos y cantantes invitados que estuvieron junto a él la primera noche de su gira nacional, en el Teatro Municipal de Lima.

El remozado Teatro Municipal fue el escenario perfecto. Elegante, como su forma de tocar. Brillante, como el sonido de su guitarra. Peruano, como la música que interpreta con destreza alucinante a pesar de haber cruzado la barrera de los 70. Ver y escuchar a don José Arturo Torres Ventocilla (Pepe para sus familiares, amigos, colegas y alumnos) es un lujo en esta época, en la que hasta el criollismo más elemental se ha visto contaminado por la payasada barata (Los Ardiles), el comercialismo indiscriminado (Eva Ayllón) o la huachafería extrema (Gianmarco).

Don Pepe ha iniciado una gira a nivel nacional, para celebrar sus 56 años de vida artística y la noche de estreno fue hace un par de días en pleno Centro Histórico. Las complejas estructuras armónicas, sacadas de la música clásica y el bossa nova, se combinan con el particular acento popular de aquellos trinares característicos del vals jaranero, la marinera rasgueada o el tondero abordonado. Todo brota de las manos sólidas de este guitarrista y maestro que no muestra visos de cansancio ni de aburrimiento a la hora de tocar. 

El show estuvo compuesto de tres segmentos: en la primera parte, don Pepe regaló al público una selección de sus arreglos más sofisticados, los mismos que paseó por Europa y Asia durante sus años mozos, como concertista de guitarra: se abrió el telón con El cóndor pasa para luego soltar una descarga de ritmos costeños interpretados con la calidad y el apasionamiento del músico que se las sabe todas y con la soltura del joven en el que se convierte cada vez que abraza ese instrumento, ese vehículo de expresión que tanto domina: Cuando llora mi guitarra, Hilda, No me cumben, La historia de mi vida, Así lo quieres tú, Cariño bueno, La concheperla... En fin, todos clásicos de nuestra música. Yo escucho jazz, heavy metal y rock progresivo todo el tiempo, pero esta es la música de mi casa, de mi infancia, de mi país. Y así debe tocarse. No como en las "peñas" modernas, en las que los conjuntos criollos pasan la mitad del tiempo haciendo payasadas, más afines a los programas concurso de la televisión nacional que a la naturaleza pícara, elegante y tradicional de nuestra música...

La segunda parte fue para Álex Torres, hijo de Pepe, que ya merece ser reconocido entre los peruanos, como uno de los mejores músicos de nuestra generación. Naturalmente, no podría haber sido diferente siendo hijo de tremendo guitarrista (sus otros hermanos también tocan), pero Álex  ha desarrollado un lenguaje propio, basado en su admiración por la música flamenca y está alcanzando un nivel muy alto de ejecución. Su segmento fue un poco más largo de lo que hubiese convenido pero siempre es una buena oportunidad para apreciar su talento. Álex tocó un tema propio y luego cerró con tres rumbas de aquellas: Paseo de gracia, Pan caliente (ambas de Vicente Amigo) y Entre dos aguas, del genial Paco de Lucía.

Para el final, una galería de estrellas de la canción criolla se unieron a los Torres (padre e hijo) y su afiatado marco musical, en una antología musical, de esas que ya no se ven. Siempre dirigidos por la atenta mirada del maestro Pepe y asistiendo a las presentaciones que hacía la mítica locutora de Radio Nacional, Zoraida Arias, desfilaron por el escenario Mónica Dueñas (de Perú Negro), Edith Barr, Homero, Jorge Luis Jasso y Bartola (que cerró la noche). Punto aparte para la intensa jarana, con sabor a antaño, que armaron don Oscar Avilés y su sobrino, José Luis Guillón Avilés. Con sus características voces de guardia vieja y con el fondo picadito que armó Pepe Torres y su grupo, interpretaron el clásico val Barrio bajopontino, que grabara don Oscar con el Conjunto Fiesta Criolla. Esta tercera y última parte del concierto comenzó con la participación de dos talentosas niñas, Emily Espinoza y Amy Gutiérrez, concursantes del programa Vidas extremas - Talento Peruano, a quienes don Pepe apoya y entrena, siempre preocupado por impulsar la aparición de nuevos talentos. Las pequeñas se lucieron cantando los valses La guardia nueva y Cuando llora mi guitarra, respectivamente.

Con respecto a la respuesta del público, tengo sentimientos encontrados. No hubo poca gente, es verdad. Pero no dejo de pensar en lo ingrato e ignorante que puede llegar a ser el público, que es capaz de copar el Estadio de San Marcos para ver a un compositor de baladas sobre estimado y popularizado internacionalmente a punta de invasivas campañas de publicidad, pero no asiste masivamente a la convocatoria de un artista que, sobre la base de un inmenso talento transversal a las modas y condicionamientos sociales y de una genuina humildad personal, ha formado parte de toda la historia de la música peruana. Pepe Torres ha grabado con todos los artistas criollos de las últimas cinco décadas, ha recorrido el mundo con su guitarra, mucho tiempo antes de que existiera la Marca Perú y forma, desde hace 41 años, generaciones de músicos que aprenden, primero, a querer y conocer el folklore peruano para luego explorar sus propios universos sonoros, como es el caso de Yuri Juárez, alumno de don Pepe que hoy brilla con luz propia en el jazz afroperuano.

Pepe Torres, la Guitarra de Oro del Perú, es un verdadero orgullo nacional. Está en plena vigencia y con mucha energía. Esta gira nacional seguirá las siguientes fechas: 22 de septiembre en Arequipa, 27 en Cusco y en octubre irá a Trujillo, Chimbote y Huaraz. Que sigan los éxitos, maestro...


domingo, 16 de septiembre de 2012

¿QUÉ PREFIERES SER: CAVIAR O COYOTE?



"Caviar", como casi todos saben, es un sofisticado bocado de color negro que se elabora a base de huevos de esturión, pez que vive en los lagos y ríos de Europa del Este y Asia Central. Básicamente, son los huevos mismos de esta rara especie marina y desde siempre ha sido una exquisitez de precios prohibitivos para el ciudadano común. Nunca he probado caviar. En el Perú, desde hace algún tiempo, se les llama "caviares" - con intenciones despectivas - a aquellos políticos o personajes públicos que manifiestan identificación con ideas "de izquierda", pero que a la vez pertenecen a círculos sociales elevados. La paternidad del término se la achacan a Aldo Mariátegui pero él mismo asegura que el mote lo creó Herbert Mujica, un periodista con ideas totalmente opuestas a las del insólito nieto del Gran Amauta. Una vez, Joan Manuel Serrat escuchó a un impertinente, que le negaba el derecho a apoyar las protestas de los sectores pobres españoles porque vivía "la gran vida". El cantautor respondió, con la inteligencia que le caracteriza, que si era millonario era por su trabajo, su talento y que jamás le había metido la mano al bolsillo a nadie para alcanzar ese nivel de vida. Yo no soy millonario pero me considero 100% afín al concepto. En esta columna, brillante como siempre, don César Hildebrandt da algunas razones de por qué es más confiable estar con los "caviares" que con sus enemigos...

POR QUÉ ESTOY CON LOS CAVIARES
por César Hildebrandt
Hildebrandt en sus trece, viernes 7 de septiembre de 2012

Estoy con los caviares porque siempre serán mejores que los coyotes que se les enfrentan.

Porque no está mal pensar en la justicia social y, por la noche, tomarse un buen vino.

No es un pecado tener una vida decente y desear que los demás también la puedan tener.

El pecado es tener una vida decente y creer que los infelices que no la tienen se la han merecido por flojos, brutos, sucios e ignorantes.

Puede uno escuchar una ópera y aspirar a un mundo en el que escuchar una sea un fenómeno de masas.

¿Ingenuidad? Prefiero la ingenuidad a la lógica de los depredadores.

Tener simpatía por los abusados y las causas aparentemente perdidas: eso es caviarismo militante. Leer a Carson McCullers tirado en una cama: eso es caviarismo en reposo.

Lo que es de pésimo gusto es creer que los privilegios basados en la explotación de las personas y de los recursos naturales deben ser defendidos a balazos. Y eso es lo que piensan los coyotes que odian a los caviares.

Pensar en la igualdad no es imaginar un mundo monocolor. Es pensar, casi cristianamente, que todos tenemos derechos y que la condena de la pobreza no la impuso el destino ni Dios ni el estricto azar sino que proviene de corregibles defectos del sistema social. Eso es caviarismo en su más pura esencia.

Viva el caviarismo que reflexiona sobre lo que pasaría si el mundo invirtiera la décima parte de lo que gasta en armas en aliviar las consecuencias de las hambrunas. Viva el caviarismo que agita el tema del calentamiento global, negado por las petroleras y sus matones escribidores.

Pablo Neruda era caviar. Pitr Tchaikovski era caviar. Pablo Picasso era caviar. Arthur Miller era caviar. Gustave Flaubert era jefe de caviares. Julio Cortázar era caviar. Susan Sontag era caviar. Jean Paul Sartre era ultracaviar. William Faulkner era caviar. Antonio Machado era caviar. Bertrand Russell era caviar. Diego Rivera era caviar. Albert Camus fue un gran caviar. Carlos Monsiváis era caviar. Gabriel García Márquez es caviar. Umberto Eco es caviar.

Por algo será.

No se necesita contraer una ideología insidiosa para alejarse de los chillidos de la derecha. Basta tener buen gusto.

¿Quién puede leer sin sentir náuseas a quienes defienden los intereses del dinero y del poder fáctico empleando un lenguaje rebuscado que pertende haber sido extraido de las ciencias exactas?

Ellos no son caviares. Son voceros.

Conozco conservadores respetabilísimos. Pero son una minoría perseguida. La mayoría no ha aprendido la lección y ha vuelto a las peores andadas. Esa mayoría es la derecha pura y dura.

Y habrá siempre un vaho de vulgaridad en la derecha: un toro desangrado en una plaza llena, un eructo macho, una planilla negra, un denuncio de tierras en propiedad comunal.

Ser caviar no tiene nada de malo. Vivir esforzadamente bien y querer que todos los humanos sean dignos de esos estándares no es algo que deba avergonzar a nadie. Lo vergonzoso es darse la gran vida y estar en una cetácea sobremesa donde el tema crucial es cómo hacer negocios rápidos con los chinos.

Caviares del Perú: abandonen su discreción, griten su membresía, sorprendan a quienes los odian. En una palabra: ¡uníos!

viernes, 14 de septiembre de 2012

ESTE VIDEO ME HIZO COMENZAR BIEN EL DÍA




La niña del video se llama Kyoko Sugiyama, es una pequeña baterista japonesa de 8 años que acompaña de manera impresionante, para su edad, una de las composiciones más complejas del catálogo de Yes, Close to the edge (1972). El solo hecho de que en esta era, en la que los niños solo piensan en el PlayStation o - como en nuestro país - en ver programas de televisión basura, que una niña tenga tan claras las secuencias, cambios, figuras de percusión y demás es admirable y esperanzador. Francamente yo dudo que si aquí apareciera un niño así de virtuoso y con tan buen gusto y oído musical, alguien en los medios le prestara atención y lo pusiera por encima de, por ejemplo, una imitadora de Susy Díaz o un émulo de Tongo. Para complementar, la versión del baterista original Bill Bruford... 



miércoles, 12 de septiembre de 2012

LA DEL CIERRE


Para terminar con esta retahíla de posts futbolísticos, debo decir que quedé sorprendido y decepcionado luego del partido de ayer, en el que Perú y Argentina empataron 1-1, con gran sufrimiento de los argentinos. Sorprendido porque Perú se paró bien atrás y anuló a Lionel Messi y Ángel DiMaría. Y decepcionado porque Argentina jugó muy mal, no fue la selección explosiva que va primera en la tabla. Además de que sus principales figuras quedaron opacadas por el cerrojo defensivo, los demás deambularon en desorden y eso contribuyó al resultado, que desde mi punto de vista, era improbable.

Además de sorprendido y decepcionado, estoy molesto. Porque soy peruano y quería que ganara Argentina, para que la prensa no haga de este empate una fiesta de claxones, borracheras y broncas en mitad de la calle, como si hubiésemos campeonado. Porque una vez más, enceguecidos por un supuesto renacer del "julbo peruano", pasamos por alto que nuestra hinchada es la más malcriada del planeta, en tiempos en que el fair play es señal de desarrollo social. Indigna ver cómo los narradores de CMD se quedan mudos mientras la silbatina irrespetuosa cubre el himno nacional del país visitante.

También estoy molesto porque el empate "con sabor a triunfo" de Perú, sirve para pasar por agua tibia la desastrosa actuación de Claudio Pizarro. Incluso han salido a blindarlo por todos lados. Luego de fallar un penal antes de cumplirse tres minutos de iniciado el partido, Pizarro desapareció del encuentro, como ya es costumbre. Pero desde Markarián hasta comentaristas de la tele, todos salen a decir que la presencia de Pizarro es "tácticamente importante". ¿De dónde? Alberto Beingolea dijo que la defensa peruana comienza con Pizarro. ¿Cómo? ¿no era goleador ese señor?

Quizás sea mucho pedir que las cosas se tomen con tranquilidad, ya que eso limita el negocio detrás de la venta de chalinas de la suerte, cervezas, periódicos y etc. pero la gente que realmente basa su alegría cotidiana en estas cosas, debería pensar con un poco de cabeza fría. Está bien que Argentina no nos haya ganado, está bien que jugadores jóvenes agarren regularidad. Pero de ahí a decir que somos lo máximo hay una gran diferencia...

martes, 11 de septiembre de 2012

EL FRACASO DE NUESTRO SISTEMA FUTBOLÍSTICO EN UNA FOTO


Hoy en la mañana, la prensa nacional volvió a tocar el tema del paso de Lionel Messi por el Perú, hace 15 años. Con la vacuidad y ese rictus risueño del que no alberga nada en la cabeza al que nos tienen acostumbrados desde hace tantos años, Federico Salazar y Verónica Linares, conductores de Primera Edición en América Televisión, conversaron con Kevin Méndez, un joven peruano que tuvo la suerte de conocer al actual número uno del mundo, cuando ambos tenían 8 años, mientras disputaban la otrora famosa Copa de la Amistad, que organizaba con relativo éxito el club Cantolao del Callao.

En la foto se ve a los dos niños, Lionel y Kevin, abrazados luego de un partido de ese campeonato. La familia de Méndez alojó en su casa al argentino, como correspondía según las bases del torneo. Messi llegó al Perú defendiendo la camiseta del Newell's Old Boys de Rosario. Ni qué decir que en aquella oportunidad, en 1996, el pequeño "la rompió" y mostró lo que en ese entonces eran los rudimentos de lo que actualmente vemos que hace, con inagotable sorpresa, cada vez que juega por el Barcelona o por su selección, la misma que esta noche nos va a encajar, como mínimo, tres goles.

Quizás digan que soy catastrofista o perteneciente a la Iglesia de la Siniestrosis, como dice Denegri. Pero para mí queda clara una cosa: el futuro que acompañó a estos dos niños es una muestra irrefutable de lo que son, por un lado, el efectivo y bien diseñado sistema futbolístico argentino y el patético sistema deportivo peruano. La experiencia de Kevin Méndez y su familia (que incluye recuerdos seguramente imborrables, además de esa camiseta del Messi-niño que alguien podría valorizar en millones de dólares actualmente) les pertenece solo a ellos, pero ver lo que pasó con uno y con otro, resulta vergonzoso para la FPF, el Estado y la sociedad peruana.

Porque mientras en la Argentina, el pequeño que hacía diabluras con la pelota a los 8 años fue impulsado a seguir jugando y luego descubierto por un club español que le dedicó tiempo y presupuesto para potenciar su talento, hasta convertirse en el mejor jugador del mundo; el niño peruano se convirtió "en un futbolista frustrado que se dedicó a estudiar marketing y cocina", como glosa La República en su versión web. Nada más cierto y no es culpa de Kevin, por supuesto.

Se suponía que la Copa de la Amistad era fuente de estrellas jóvenes para el Perú y que Cantolao era un club privado capaz de dar promociones nuevas a cada momento. Sin embargo, no ocurrió ni lo uno ni lo otro, nunca. Ni siquiera en esas épocas el cuadro de la camiseta amarilla y negra nutrió de jugadores a los clubes de primera división ni a la selección nacional. Cuando yo era niño, lo que se decía era que el Cantolao estaba lleno de chiquillos de La Punta que solo jugaban por hobby y que después se dedicaban a otras cosas. Y era verdad.

El sistema futbolístico peruano estuvo y está diseñado para que reinen la corrupción a nivel de dirigentes y la informalidad a nivel de jugadores. Por eso, asociaciones deportivas privadas como Cantolao se dedican al futbol solo como algo pasajero y terminan desapareciendo por completo del panorama futbolero nacional.

Estoy seguro de que si Lionel Messi pudiera desprenderse, siquiera un par de horas, de los cinco agentes de seguridad que caminan con él para arriba y para abajo, protegiéndolo de los enfervorizados fans y de las piedras de los desadaptados, se tomaría una nueva foto con su compañero Kevin, que lo alojó tres días en su casa, y conversarían como buenos amigos. El problema no es el mega éxito de uno ni el mega fracaso del otro (en cuanto al futbol me refiero, nada más), sino lo que esos resultados, 15 años después, revelan de la sociedad que en ese momento tuvo en sus manos la posibilidad de hacer algo positivo con sus niños deportistas.

lunes, 10 de septiembre de 2012

LA TORPEZA DEL HINCHA Y LOS PERIODISTAS DEPORTIVOS DEL PERÚ


Tal y como lo dije en el post anterior, los titulares de la prensa nacional fueron de lo más triunfalistas e irreales: Perú le ganó a Venezuela 2-1, lo cual nos alarga un poco la agonía de la eliminación y nos evita la vergüenza de cerrar la tabla, nada más. Sin embargo todos dijeron "el Perú renace", "aun estamos en carrera" y etc. En la televisión hablaban de "la resurrección del Perú" y un ignaro reportero de ATV, que fingía euforia en la tribuna, terminó como víctima voluntaria de la chacota del hincha peruano - no pude evitar la carcajada cuando el compadrito, con buzo rojo y micrófono en mano, era sometido a un brutal apanado en la tribuna, por todos los palomillas de tribuna norte, mientras él decía, sin dejar de fingir aunque se le notaba la incomodidad por los lapos y jaladas de pelo por detrás que le propinaron, "así es la euforia del triunfo".

Ahora quiero detenerme en dos detalles que deberían ser puestos sobre la mesa:

En primer lugar: si la selección de Perú hubiera jugado en el Estadio Nacional de Santiago y "las sagradas notas" de nuestro Himno Nacional hubiesen sido aplacadas por una ensordecedora rechifla de hinchas chilenos, dueños de casa, al día siguiente habrían abundado los reportajes patrioteros, denunciando y rechazando categóricamente - como los políticos - el comportamiento salvaje e irrespetuoso de nuestros "hermanos del sur". No habrían faltado "tweets" de Nadine o de Gastón...

Sin embargo, en estos dos días de fiesta por un triunfo cualquiera, no escuché a ningún líder de opinión criticar el deplorable comportamiento de la hinchada peruana, que irrespetó de la manera más vulgar, callejonera y vergonzosa al pueblo venezolano, con una silbatina espantosa que no permitió escuchar las sagradas notas de su himno, en nuestro estadio. ¿Eso tiene que ver con alentar al equipo peruano? ¿esa gente, que tiene una posición económica que le permite ir al estadio, que supuestamente pertenece a la sociedad progresista y exitosa, con sus tablets y blackberries en la mano, merece que su selección vaya a un mundial cuando es incapaz de guardar las formas en lo que se supone es una fiesta deportiva? O de repente me equivoco y las tribunas Occidente, Oriente, Populares y Palcos estaban llenas de obreros de construcción civil...

Y en segundo: si el primer gol de Jefferson Farfán hubiera sido de un venezolano, hasta ahora estarían hablando de que el árbitro se parcializó con Venezuela por la clara posición de off-side en la que se produjo el tanto. Quizás sea discutible, pero para mí estaba fuera de juego con absoluta claridad...

Sin embargo, los comentaristas callaron en siete idiomas, y gritaron el gol como si nada hubiese pasado. Incluso en los resúmenes y repeticiones del fin de semana, ponían una y otra vez el segundo gol de Farfán pero el primero, casi como si no hubiese ocurrido, desapareció de los análisis profundos. ¿Esa es la imparcialidad que les enseñaron a los periodistas deportivos de este país? Vender fantasías y alimentar sueños falsos no corresponde con el ejercicio real de la comunicación social. Tiene que ver con mantener adormecido al público para que sigan consumiendo, para que sigan distrayéndose y creando gestas históricas de la nada.

Finalmente, nuestras más sentidas condolencias a la familia del joven de 23 años Jorge Amado Naranjo Estrada, que falleció en tribuna sur de un infarto, luego de celebrar el segundo gol de Perú. Según diversos reportes periodísticos, Naranjo no recibió ayuda médica inmediata por lo que su fallecimiento podría ser considerado una negligencia de la organización, a cargo de la infame FPF de Manuel Burga y compañía. La prensa habló del tema pero con cierta indiferencia y un reportero de Frecuencia Latina hasta lo mencionó entre los efectos de la alegría que "el equipo de todos le había devuelto al país".

Algo muy grande nos falta como nación para haber alcanzado estos niveles de barbarie, tanto en la hinchada malcriada como en la prensa intolerantemente tonta...

viernes, 7 de septiembre de 2012

"NADIE NOS PUEDE PARAAAAR... ¡¡¡PERÚ!!!"

Manuel Burga: símbolo de la corrupción en el futbol peruano, sostiene "la bufanda de la suerte", la última creación publicitaria del humo que venden, a coro, todos los medios y periodistas convencionales

Así dice el desesperante coro de esa canción, compuesta por el "gran" Gianmarco, que anoche ponían durante los reportajes de CMD en la víspera del partido que le dará, casi de seguro, tres puntos más hacia el Mundial Brasil 2014 a Venezuela, una de las selecciones más sorprendentes de los últimos 30 años.

¿Los últimos 30 años dije? Claro, que casualidad. Los mismos últimos 30 años que han pasado desde aquel Mundial de España 1982, al cual la selección de Perú clasificó con enormes expectativas y la de Venezuela quedó última en las eliminatorias (no necesito mirar estadísticas para estar seguro de eso), que antes se jugaban por grupos y no todos contra todos, en las ahora engañosamente llamadas "clasificatorias".

Ahora, los segmentos deportivos ya pueden, por lo menos, variar sus músicas de fondo. Al absurdo Perú Campeón (compuesto en otra época, para otros jugadores, si no me creen, escúchenla completa) ahora pueden añadirle las estrofillas bien calculadas por el admirado Gianmarco, en las que nos habla de que sí podemos ir al mundial, aunque estemos últimos. Con ese ritmo pachanguero, de tribuna, Gianmarco se úne al engaño diseñado por geniecillos de la comunicación publicitaria para vender más gaseosas, más cervezas, más polos rojos y blancos, más entradas a Mistura, etc., a una población presa del consumismo exacerbado y de los niveles de estatus que eso, supuestamente, les da.

Estoy convencido de que hoy Perú juagrá como nunca y perderá - o empatará magramente - como siempre. Y si gana, será por alguna juagada de Paolo Guerrero, el único que vale la penao algún champazo de cualquiera de los otros, liderados por "el gran capitán" (discúlpeme usted, don Héctor Chumpitaz) de las bufandas de la suerte, los caballos, los pelos mojados y las sonrisitas de medio lado, Claudio Pizarro, esa nulidad en el ataque nacional que sigue siendo abanderado de esta generación marcada por la frustración deportiva y el escándalo farandulero.

También estoy convencido de que al día siguiente, si por suerte ganara la selección dirigida por Sergio Markarián, todos los diarios - desde El Comercio hasta Ajá - dirán que sí se puede, que matemáticamente todo es posible, que el Perú renace y todas las fórmulas utilizadas durante años. Y si pierde, lo cual corresponde a toda lógica y sentido de la realidad, todos los diarios hablarán del viento en contra, del árbitro, del tráfico, de Mistura y tres días después volverán a poner Perú Campeón y la cancioncita de Gianmarco, no vaya a ser que la gente se dé cuenta y a pesar de tener sus entradas compradas, ni siquiera vayan al Estadio Nacional "a alentar". 
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Hace unos días escuché en la televisión que un comentarista radial, creo que fue en RPP, hablaba de "Perico" León, Alberto Gallardo y Teófilo Cubillas. Cuando yo era niño, esos nombres eran recuerdos antiguos. Hoy son reliquias. Y sin embargo, los siguen mencionando. Mientras los venezolanos hacen historia a cada partido, los peruanos siguen recordando a jugadores que fueron vistos por sus abuelos. Me gusta el futbol y de niño saltaba de emoción con los Uribe, Velásquez, Barbadillo, Oblitas, Malásquez, etc.

La adultez, las corruptelas de la FPF y los escándalos de estos jugadores incapaces de hacer por la camiseta peruana lo mismo que hacen por la plata que les pagan sus rimbombantes equipos europeos, me hicieron renegar del futbol peruano. Voy a ver el partido de hoy como lo vengo haciendo desde hace ya varios años, esperando los goles del contrario, a ver si así despertamos y nos ponemos a trabajar en serio. Eso me parece más patriota que comprarme una entrada, una camiseta o una cerveza de lata rojiblanca.

jueves, 6 de septiembre de 2012

CLAUDIA PUYÓ EN LIMA


A todo el mundo le gusta la canción El amor después del amor de Fito Páez. Algunos saben que ese tema da título al octavo álbum solista del gran compositor y pianista rosarino, lanzado en 1992. Otros la conocen porque cierra ese bodrio del cine peruano llamado No se lo digas a nadie, basado en ese otro bodrio de la literatura peruana, del mismo nombre, escrito por Jaime Bayly.

Y a todos por consenso les gusta la canción, sobre todo la última parte, en la cual Fito hace dúo con una portentosa voz femenina. Esa voz pertenece a la señora Claudia Puyó, una excelente intérprete de rock y blues gaucho, con más de tres décadas de trayectoria, que hoy cantará en Lima.

Puyó ha colaborado con algunos de los nombres más importantes de la nutrida escena rockera argentina como Claudio Gabis, Alejandro Lerner, Fabiana Cantilo y por supuesto, Fito Páez, con quien también grabó los coros en su posterior disco, el no menos popular Circo beat (1994). La poderosa voz de Claudia Puyó la hacen una de las pocas cantantes herederas del estilo de la genial Janis Joplin y su propia discografía - 6 títulos en total - es la mayor prueba de ello.

Claudia será parte del I Festival de Rock Peruano y Argentino (Ché Perú), el jueves 6 de septiembre desde las 8pm., en el auditorio de Derrama Magisterial, en Jesús María. Una excelente oportunidad para ver en vivo a una leyenda viviente del rock argentino, uno de los mejores de Latinoamérica. Para su presentación, la cantante argentina estará acompañada por una banda de lujo: Christian Van Lacke (guitarrista y cantante de Tlön), César Bustamante (bajista de Frágil) y Andrés Carrillo (batería, hijo del recordado Walo Carrillo, también baterista, fundador de Telegraph Avenue y Tarkus, bandas históricas del rock peruano).



miércoles, 5 de septiembre de 2012

CINE REAL EN LA CARTELERA LIMEÑA: DOS CASOS EXTRAÑOS



En medio de la usualmente superficial cartelera limeña, que divide su oferta de películas entre comedias románticas para mujeres y ciencia ficción o reventazones de toda índole para hombres, aparecieron esta semana dos títulos que nada tienen que ver con esos géneros. Dos historias bien contadas, interesantes, que hacen que el público se conmueva y piense, en lugar de las falsas expectativas y el escapismo barato, cargado de efectos especiales, que vende Hollywood. Dos historias que desaparecerán de los listines después de solo una semana de ser exhibidas. Dos historias que no encajan con los formatos de Cinescape o Tec pero que valió la pena conocer antes de que las saquen para dar una sala más a Batman o a Los Indestructibles 2

VIOLETA SE FUE A LOS CIELOS (Chile, 2011, Andrés Wood)

La vida y obra de Violeta Parra, la cantautora chilena más idealizada y conocida en el universo del folklore latinoamericano, expuesta con todos sus matices, entre la sublime inspiración artística y el profundo agujero negro de la depresión y la locura. ¿Cómo alguien capaz de escribir una canción como Gracias a la vida fue capaz de quitársela de un balazo? Entre las terrosas covachas de la cordillera chilena y los lujosos pasillos del Louvre, Violeta Parra vivió para sí misma y le dio lo mismo abandonar a una bebé de 2 años – y dejarla al cuidado de su hijo mayor, Ángel, que no llegaba a los 15 años y la vio morir en sus brazos – para irse a Polonia a cantar; que exponer a sus familiares y amigos a las impredecibles volteretas de su carácter. Todo en nombre de la música chilena y de una intransigente postura con respecto a la fama y cómo usarla. Basada en el libro que escribió Ángel Parra, ya convertido en exitoso músico y poeta por derecho propio, Violeta se fue a los cielos desmitifica a la cantante y la presenta como un ser humano difícil y desconectado de todo lo que socialmente puede considerarse “normal”.




INTOUCHABLES (Francia, 2011, Olivier Nakache y Éric Toledano)

Esta película francesa también está basada en hechos reales y relata una historia de elevados mensajes con inteligente sentido del humor y geniales actuaciones. Phillipe, un culto multimillonario, queda tetrapléjico tras un accidente en parapente y solo tiene sensibilidad del cuello para arriba. Por tal motivo, necesita un asistente personal que lo ayude en todo, desde comer hasta vestirse, desde acostarse hasta subir a la silla de ruedas. Ese asistente es Driss, un inmigrante senegalés, que vive en un medio delincuencial del cual también es parte, un ghetto donde abunda el peligro y las malas juntas. La personalidad atildada de Phillipe y el descaro callejero de Driss se funden en una amistad irrompible, que se manifiesta en las más increíbles complicidades. Mientras Driss consigue ordenar su vida y la de su familia a través de su nuevo trabajo, Phillipe se reconecta con la alegría de vivir a pesar de su extremada discapacidad. Los diálogos, la combinación de elementos de la cultura pop – Phillipe es especialista en Berlioz y en artes plásticas, Driss escucha Earth Wind & Fire y se carcajea sin pudor en medio de una ópera de Wagner – y las interacciones entre el personal del millonario con el carismático ayudante arman una narración que captura de principio a fin y ofrece una imagen esperanzadora de lo que puede llegar a ser la amistad genuina, sin caer en cursilerías ni fórmulas predecibles.