lunes, 10 de diciembre de 2018

JOHN DEACON: EL BAJISTA RETIRADO


El estreno de Bohemian Rhapsody (Bryan Synger, 2018), la esperada biopic de Freddie Mercury, ha generado un renovado interés en la icónica figura del cantante y pianista de Queen, que alborotó al mundo entero con su intenso talento artístico y extravagante personalidad.

Queen es una banda de extremos: el concierto más multitudinario, la canción más famosa, el mejor cantante del planeta. A ese listado de récords debería añadirse uno, menos convencional para tan explosivo grupo: el retiro más definitivo de una estrella de rock.

John Deacon (67) fue bajista de Queen entre 1971 y 1991, desde sus inicios hasta la muerte de Mercury. A diferencia de Brian May (71) y Roger Taylor (69), que continuaron sus carreras tanto al frente de posteriores encarnaciones del grupo -primero con Paul Rodgers y luego con Adam Lambert- y supervisando otros proyectos como el musical We will rock you (2003), John Deacon desapareció por completo del ojo público, por voluntad propia.

Deacon, el más joven de los cuatro, fue el último en ingresar a Queen y, como George Harrison en los Beatles, era "el miembro callado del grupo". También como Harrison, sus composiciones eran opacadas por las principales contribuciones de May y Mercury. Sin embargo, tres de las canciones más populares del grupo fueron escritas por John: You're my best friend (1975), Another one bites the dust (1980) y I want to break free (1984).

En concierto, su actitud contrastaba notoriamente frente a la de sus compañeros. Mientras Mercury, May y Taylor se comían el escenario, con vestimentas glamorosas y fantasmales, John tocaba con la mirada al piso, el rostro imperturbable y uno que otro desplazamiento, en camisa, jeans o pantalones cortos. Una seña particular: casi como un oficinista, "Deacy" como le decían sus compañeros, se lamía el pulgar derecho después de cada fraseo en las cuatro cuerdas, en aquellas partes que le permitían tomarse un respiro.

Como bajista, John Deacon desarrolló un estilo de mucha precisión, con líneas complejas, impredecibles y vertiginosas. El bajo de Deacon es extremadamente melódico, directo y rítmico como en las conocidas Killer queen (1974), Somebody to love (1975) o We are the champions (1977). En canciones aurorales de Queen como Liar (1972), Ogre battle (1973) o Stone cold crazy (1974) muestra también su lado hard-rock, sólido y contundente. Ya sea digitando directamente o con pelcro -popularmente conocido como "uña" entre los músicos"- Deacon siempre sonaba bien. "En su audición, jamás se le escapó un tiempo", contó alguna vez Brian May.

Además Deacon grabó teclados y guitarras rítmicas como en Misfire, su primera composición para Queen, de 1974. Spread your wings (1977), otra de las canciones escritas por el bajista, es una reflexiva balada muy estimada por los fans más conocedores de Queen, incluida en el álbum News of the world. Otros temas firmados por el bajista son You and I (1976), In only seven days (1978), Back chat (1982), One year of love (1986). En todas ellas, conocidas o no, se nota la vocación melódica de Deacon, orientada al funk en la mayoría de casos, de letras sentimentales que hablan de amistad, amor y diversión. La emblemática línea del bajo de Under pressure -el dúo que Queen y David Bowie grabaron en 1981 y que fuera incluido en el álbum Hot space, fue también escrito por Deacon. Otras canciones como Friends will be friends o Rain must fall, las compuso junto a Mercury. 

Tras el fallecimiento de Freddie, de quien era amigo muy cercano, John Deacon se deprimió profundamente y, luego del multitudinario concierto-tributo en el Estadio de Wembley, en 1992, se alejó de toda actividad musical, una decisión respetada por Brian y Roger, con quienes ni siquiera mantiene contacto, salvo para los asuntos financieros relacionados con Queen.

Según Brian May, Deacon sufrió mucho la pérdida de Freddie, tanto emocional como físicamente. Roger Taylor, por su parte, definió a su compañero como un "sociópata" que prefiere estar lo más lejos posible de los demás. Ambos recuerdan su talento y agudo sentido del humor.

Actualmente, John Deacon vive con Veronica Tetzlaff, su esposa desde 1975, con quien tuvo seis hijos, en una casa sencilla de Putney, al sur de Londres, y ni siquiera sus vecinos saben quién fue. No da entrevistas, juega golf y a veces visita el pub local para tomar un par de cervezas. Nadie sabe si alguna vez ha vuelto a conectar ese Fender Precision Bass para recordar sus viejos tiempos. Lo que sí se conoce es la magnitud de su fortuna, que supera los 100 millones de libras esterlinas.


BOHEMIAN RHAPSODY: UNA ÓPERA-ROCK DE SEIS MINUTOS



A un mes de su estreno mundial, la película acerca de la vida de Freddie Mercury sigue llenando salas y arrancando aplausos. El film lleva por título el nombre de la canción más representativa de Queen, incluida en su cuarto LP, A night at the opera (1975). Curiosamente, una de las tantas imprecisiones históricas que posee su guion tiene que ver con la creación y lanzamiento de este icónico tema.

Roy Thomas Baker, productor del cuarteto entre 1972 y 1975, quien fuera fundamental para el meticuloso proceso de grabación que duró tres semanas -tiempo que muchas bandas se tomaban para registrar un álbum completo-, es borrado del mapa para dar espacio a un personaje ficticio, un necio productor incapaz de darse cuenta de que estaba rechazando una obra maestra por considerarla demasiado larga para la radio.

La canción, que dura seis minutos, impacta por su electrizante dramatismo, reflejado en sus diferentes secciones instrumentales, la intensa interpretación vocal de Mercury y una letra oscura, que contiene elementos tragicómicos, operísticos, religiosos y furiosamente rockeros.

Vocalmente, Bohemian Rhapsody llevó al extremo la experimentación que Mercury ya había ensayado en discos previos de Queen, en temas como My fairy King (Queen I, 1973), The march of the Black Queen (Queen II, 1974) o In the lap of the gods (Sheer heart attack, 1974), grabando con Brian May y Roger Taylor una y otra vez hasta simular un coro sinfónico. En vivo, durante los ochenta, el intermedio operístico salía de los parlantes, con juegos de luces y proyecciones, mientras la banda se preparaba para reventar el escenario con la parte final. Para sus primeras interpretaciones en conciertos, la banda optaba por hacer un medley, reemplazando la parte coral con otros temas como Killer queen, Ogre battle o The march of the Black Queen, antes de pasar a la coda final.

A comienzos de los noventa, el tema llegó a la generación grunge en una divertida secuencia del film Wayne's world que incluso fue aprobada por el mismo Freddie, a pocos meses de su fallecimiento. Artistas como The Flaming Lips, Dream Theater, Molotov (en el recopilario Tributo a Queen, bajo el título Rap, soda y bohemia) y hasta los entrañables Muppets han grabado nuevas versiones de Bohemian Rhapsody, probando su permanente vigencia.

Freddie Mercury escribió y planificó la canción en términos de estructura y arreglos. Brian May, a pedido del compositor, creó uno de los solos de guitarra más estremecedores de la historia del rock, capaz de erizarte la piel durante esos eternos 25 segundos que conectan la balada inicial con la pesadillesca sección coral que la hizo tan famosa.

Pero ¿de qué trata la letra? Un hombre le confiesa a su madre haber matado a alguien y expresa su culpa, deseando no haber nacido nunca. Personajes del teatro cómico italiano (Scaramouche), la ópera (Figaro), la historia (Galileo) y la dualidad cielo/infierno (Bismillah, "Dios" en árabe/Beelzebub, uno de los nombres que la tradición cristiana confiere a Satanás) desfilan en un ominoso juicio para condenar al asesino, quien finalmente es confrontado por su víctima, en un ataque de frenesí rockero en el que brilla nuevamente la guitarra de May, apoyado por el potente tándem rítmico de Taylor y Deacon, que conduce al oyente hacia un abismo al cual desciende suavemente, acariciado por el piano de Mercury, lamentando su suerte maldita. ¿Pura imaginación o reflejo metafórico de las dudas existenciales del autor?

Durante años, Mercury, May y Taylor se han negado a precisar el significado exacto de Bohemian Rhapsody. Y, a la luz del éxito taquillero de la película, se abrirán seguramente nuevas conjeturas. Sin embargo, la tensión de esta fantástica suite puede disfrutarse sin comprender sus versos. En solo seis minutos, Queen construye una ópera-rock completa que, 43 años después, sigue generando preguntas e interpretaciones.