El estreno de Bohemian Rhapsody (Bryan Synger, 2018), la esperada biopic de Freddie Mercury, ha generado un renovado interés en la icónica figura del cantante y pianista de Queen, que alborotó al mundo entero con su intenso talento artístico y extravagante personalidad.
Queen es una banda de extremos: el concierto más
multitudinario, la canción más famosa, el mejor cantante del planeta. A ese
listado de récords debería añadirse uno, menos convencional para tan explosivo
grupo: el retiro más definitivo de una estrella de rock.
John Deacon (67) fue bajista de Queen entre 1971 y 1991,
desde sus inicios hasta la muerte de Mercury. A diferencia de Brian May (71) y
Roger Taylor (69), que continuaron sus carreras tanto al frente de posteriores
encarnaciones del grupo -primero con Paul Rodgers y luego con Adam Lambert- y
supervisando otros proyectos como el musical We will rock you (2003), John
Deacon desapareció por completo del ojo público, por voluntad propia.
Deacon, el más joven de los cuatro, fue el último en
ingresar a Queen y, como George Harrison en los Beatles, era "el miembro
callado del grupo". También como Harrison, sus composiciones eran opacadas
por las principales contribuciones de May y Mercury. Sin embargo, tres de las
canciones más populares del grupo fueron escritas por John: You're my best
friend (1975), Another one bites the dust (1980) y I want to break free (1984).
En concierto, su actitud contrastaba notoriamente frente a
la de sus compañeros. Mientras Mercury, May y Taylor se comían el escenario,
con vestimentas glamorosas y fantasmales, John tocaba con la mirada al piso, el
rostro imperturbable y uno que otro desplazamiento, en camisa, jeans o
pantalones cortos. Una seña particular: casi como un oficinista, "Deacy" como le decían sus compañeros, se lamía el pulgar derecho después de cada fraseo en las cuatro cuerdas, en aquellas partes que le permitían tomarse un respiro.
Como bajista, John Deacon desarrolló un estilo de mucha
precisión, con líneas complejas, impredecibles y vertiginosas. El bajo de
Deacon es extremadamente melódico, directo y rítmico como en las conocidas
Killer queen (1974), Somebody to love (1975) o We are the champions (1977). En
canciones aurorales de Queen como Liar (1972), Ogre battle (1973) o Stone cold
crazy (1974) muestra también su lado hard-rock, sólido y contundente. Ya sea digitando directamente o con pelcro -popularmente conocido como "uña" entre los músicos"- Deacon siempre sonaba bien. "En su audición, jamás se le escapó un tiempo", contó alguna vez Brian May.
Además Deacon grabó teclados y guitarras rítmicas como en
Misfire, su primera composición para Queen, de 1974. Spread your wings (1977),
otra de las canciones escritas por el bajista, es una reflexiva balada muy
estimada por los fans más conocedores de Queen, incluida en el álbum News of the world. Otros temas firmados por el bajista son You and I (1976), In only seven days (1978), Back chat (1982), One year of love (1986). En todas ellas, conocidas o no, se nota la vocación melódica de Deacon, orientada al funk en la mayoría de casos, de letras sentimentales que hablan de amistad, amor y diversión. La emblemática línea del bajo de Under pressure -el dúo que Queen y David Bowie grabaron en 1981 y que fuera incluido en el álbum Hot space, fue también escrito por Deacon. Otras canciones como Friends will be friends o Rain must fall, las compuso junto a Mercury.
Tras el fallecimiento de Freddie, de quien era amigo muy
cercano, John Deacon se deprimió profundamente y, luego del multitudinario
concierto-tributo en el Estadio de Wembley, en 1992, se alejó de toda actividad
musical, una decisión respetada por Brian y Roger, con quienes ni siquiera
mantiene contacto, salvo para los asuntos financieros relacionados con Queen.
Según Brian May, Deacon sufrió mucho la pérdida de Freddie,
tanto emocional como físicamente. Roger Taylor, por su parte, definió a su
compañero como un "sociópata" que prefiere estar lo más lejos posible
de los demás. Ambos recuerdan su talento y agudo sentido del humor.
Actualmente, John Deacon vive con Veronica Tetzlaff, su
esposa desde 1975, con quien tuvo seis hijos, en una casa sencilla de Putney,
al sur de Londres, y ni siquiera sus vecinos saben quién fue. No da
entrevistas, juega golf y a veces visita el pub local para tomar un par de
cervezas. Nadie sabe si alguna vez ha vuelto a conectar ese Fender Precision
Bass para recordar sus viejos tiempos. Lo que sí se conoce es la magnitud de su
fortuna, que supera los 100 millones de libras esterlinas.
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