martes, 7 de noviembre de 2017

TURANDOT EN EL MET: Una puesta en escena impecable




Cuando las lujosas lámparas desaparecen por encima de los techos del Metropolitan Opera House del Lincoln Center en New York, el público viaja hasta la milenaria China imperial donde se desarrolla la historia de Turandot, hermosa princesa que impone el terror con su implacable decisión para mantenerse lejos de los hombres: Todo aquel que la pretenda deberá contestar correctamente tres acertijos y de no hacerlo, morirá decapitado. Para cuando comienza la obra, trece desdichados ya habían perdido la cabeza, literalmente, por la única hija del Emperador Altoum.

Calàf, príncipe de Persia, se enamora de Turandot y decide pasar el reto, a pesar de las advertencias de su padre Timur y Liù, una joven aldeana que suspira secretamente por él. Incluso sirvientes de Turandot tratan de convencer a Calàf para que no arriesgue su vida y le detallan los horrores que desata el verdugo, cada vez que cumple las órdenes de Turandot. Hasta el Emperador intenta hacer que Calàf retroceda pero él triunfa y responde bien los acertijos.

Para demostrar su amor y valentía, el príncipe reta a Turandot: Si ella adivina su nombre antes del amanecer, él se entregará al verdugo. La princesa, desesperada, ordena que nadie duerma hasta descubrir la identidad del forastero pero el mismo Calàf, cumplido el plazo, revela su nombre sellando de esta manera su conquista.

La puesta en escena es impecable, con escenografía diseñada en 1987 por el célebre cineasta y productor Franco Zeffirelli. Los vestuarios destacan por sus contrastes: los brillantes ropajes de Turandot frente al sencillo atuendo de Calàf, o las rústicas prendas del pueblo frente a las coloridas túnicas de los ministros. De fondo, un imponente palacio imperial que en su primera aparición arranca aplausos antes de que la orquesta toque siquiera una nota.

La presencia de dramáticos coros se combina con elementos de comedia en diversas arias. La orquesta intercala melodías inspiradas en música china con percusiones menores (xilófonos, bloques de madera) en medio de las exuberantes secciones de vientos y cuerdas propias del autor de La bohème (1896), Tosca (1900) y Madame Butterfly (1904), sus tres óperas más conocidas, exponentes del verismo, estilo que él ayudó a crear.

La popularidad de Turandot es enorme entre el público en general gracias a Nessun dorma (Nadie se duerma), uno de los momentos cumbres de la obra, aria que fuera popularizada por grandes tenores como Luciano Pavarotti, José Carreras, Plácido Domingo, entre otros. 

Para su versión 2017, los protagonistas son dos estrellas de la ópera actual: la soprano ucraniana Oksana Dyka y el tenor lituano Aleksandrs Antonenko, como Turandot y Calàf, respectivamente, de extraordinarias performances. La soprano italiana Maria Agresta interpreta a Liù mientras que el experimentado barítono norteamericano James Morris hace de Timur, el padre de Calàf. El director de la orquesta es el italiano Carlo Rizzi.

La majestuosidad arquitectónica del Met –con capacidad para más de 3,800 personas- combina la clásica elegancia de sus instalaciones con altas tecnologías que van desde sofisticadas escenografías móviles hasta un modernísimo sistema de subtítulos que permite a cada espectador seguir la ópera desde sus aterciopeladas butacas hasta en cinco idiomas y que está activo tanto para las primeras filas como para las altas cazuelas de sus cuatro niveles.

Giacomo Puccini (1858-1924) comenzó a escribir Turandot en 1921, cuando tenía 63 años, sin saber que se convertiría en su última ópera pues falleció antes de concluir las dos últimas escenas. Un compatriota suyo, Franco Alfano, compuso el final basándose en sus apuntes. En 1926, dos años después de su muerte, Turandot se estrenó en La Scala de Milán, con orquesta dirigida por el recordado Arturo Toscanini, quien fuera amigo personal del compositor.

El guion de esta ópera en tres actos se basó en una obra del dramaturgo Carlo Gozzi, a su vez adaptada de un cuento persa del siglo 12, llamado Las siete princesas, contenido en la colección Los mil y un días, contraparte del archiconocido libro Las mil y una noches. Y aunque su historia se desarrolla en el lejano oriente, Puccini y sus colaboradores –los libretistas Giuseppe Adami y Renato Simoni-, decidieron que la protagonista conservara el enigmático nombre Turandot, cuyo origen es el vocablo “Turandokht” que significa en persa “la hija de Turán”.