miércoles, 5 de noviembre de 2008

YES WE CAN

Barack Obama se inscribió en la historia mundial al derrotar contundentemente a John McCain y convertirse de esta forma en el primer presidente negro de los EE.UU. Pero yendo un poco más allá, me parece oportuno poner sobre la mesa un asunto que ni siquiera los más sesudos analistas de nuestro medio se han detenido a considerar: la reacción del pueblo norteamericano y la ola de optimismo que este político joven, perteneciente al Partido Demócrata (lo cual equivale a calificarlo de "político tradicional") ha generado, no únicamente en el electorado "de color" ni en los sectores latinos sino también en enormes cantidades de jóvenes (sin distinciones de raza) y ciudadanos de diversas edades y procedencias étnicas que tradicionalmente se han mantenido al margen de los últimos procesos eelctorales, por indiferencia ante las dos opciones políticas tradicionales, en un contexto de elecciones libres, voluntarias.

El triunfo de Obama no es sólo sobre McCain (con todos los paralelos que pueden establecerse entre ellos como individuos: uno negro y el otro blanco, uno demócrata y el otro republicano, uno joven el y otro viejo, uno de discurso humanista, moderado y el otro exhibiendo sus heridas de guerra, etc...) sino que es el triunfo de una persona sobre un partido completo. La victoria del "Yes We Can" es la victoria de Barack Obama de 47 años de edad por sobre el Partido Republicano, que pasa los 150. Y a nivel del público y sus reacciones, podríamos decir que Obama le ha ganado a los dos partidos juntos. Porque representa, por lo menos desde el punto de vista de ese optimismo que él innegablemente despierta, la idea de cambio personal, de cambio de visiones, más allá de pertenecer a una asociación politica tradicional, con los consabidos anticuerpos que ese hecho puede generar.

Definitivamente esto puede llegar a colisionar inclusive con los lineamientos del mismo Partido Demócrata, porque al final de cuentas este es un juego político y siempre existe la posibilidad potencial de que una persona honesta, bien intencionada, termine corrompiéndose. Precisamente ese constituye el gran reto de Barack Obama, ahora que es ya el presidente electo de los EE.UU: evitar convertirse en la anécdota mediática del "primer presidente negro de la historia de Norteamérica" y reafirmar esa sensación de confianza extendida entre sus electores y todos aquellos que estamos de acuerdo con su elección y hacer que esa confianza transforme este momento histórico en un hecho trascendente durante todo su mandato. Si eso sucede estamos ante el inicio de un verdadero cambio.

El legado de Martin Luther King, el renacimiento de las ideas que ensalzan la importancia del ser humano por sobre otros aspectos como el poder, el consumismo, las diferencias, las discriminaciones, etc., pueden ser las piedras angulares de su propuesta o convertirse con los años en los hilos utilizados por un inteligente equipo de asesores y marketeros políticos para manipular a una enorme cantidad de personas que ha demostrado, con la elección de Obama, que aún no ha perdido la esperanza.

Es necesario recordar que al final de cuentas, eso es algo que no se le puede arrebatar a las nuevas generaciones de norteamericanos. Como una querida amiga y colega me escribe desde allá: "A pesar de todo, a pesar de que esta gente no es la más preparada, a pesar de su modo de vivir y con todo lo demás a cuestas... Esta vez hay que reconocerles que se portaron a la altura y en mucho tiempo salieron a buscar un cambio. Cambio que se les presentó bien duro, porque los enfrentó con la unica opción posible de mejora en una persona que aunque muy calificada para ello, no era la que les hubiera gustado más... pero lo hicieron y hay mucho contento entre la gente y quizás para el mundo entero éste sea el gran evento que empiece la caída de esa tara del racismo".

Porque de eso se trata después de todo. La política no debería pertenecerle a los analistas o a los políticos en sí mismos, sino a las personas que definen una elección, a la gente que decide apoyar a una persona porque cree que es lo mejor para su país en un momento determinado. Y eso es lo que ha sucedido con Barack Obama. Ojalá que los próximos tiempos que se vienen sólo permitan que ese optimismo y esa confianza sean confirmadas, para bien de todos los involucrados.

Me parece importante agradecer todas esas clases de historia contemporánea de los EE.UU. que nos vienen ofreciendo algunos de nuestros "maestros y guías" en cuanto se refiere a periodismo de opinión y de análisis político internacional, pero esta elección ha sido un asunto más relacionado a la confianza de millones que personas hartas de Mr. Bush y ávidas por ser agentes de un saludable y necesario cambio de aires han depositado en un candidato capaz de conectarse con ellas a un nivel más cercano, casi familiar. Eso me parece digno de apoyo.

Un caso aparte es la alucinante tecnología desplegada por la CNN para la cobertura de los resultados. Esas apariciones de comentaristas en hologramas, al mejor estilo de La Guerra de las Galaxias o esas pantallas controladas al tacto por los comentaristas son simplemente increibles. Una muestra de esa tecnología es este gadget de Google, una cosa de locos...

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