La semana pasada, los Red Hot Chili Peppers –Anthony Kiedis (voz),
Flea (bajo), Chad Smith (batería) y Josh Klinghoffer (guitarra, teclados, coros)- reventaron las redes sociales
transmitiendo en vivo un concierto frente a las fantásticas pirámides de
Egipto. Con una iluminación sorprendente y alta calidad en las imágenes que pudieron verse, en tiempo real, a través de su canal de YouTube, los autores de clásicos noventeros como Give it away, Suck my kiss y Under the bridge, tuvieron en vilo a sus fans. Pero el extravagante cuarteto no ha sido la primera banda que organiza
una tocada usando como escenario importantes sitios emblemáticos del mundo.
Grateful Dead, el grupo liderado por Jerry García, tocó en Giza mucho antes,
allá por el año 1978. Durante tres noches, los californianos convocaron los
secretos del inframundo ancestral con su música, pasando del country-rock a sus
lisérgicos viajes astrales. De esa experiencia salió Rock the cradle: Egypt 1978, un álbum doble lanzado treinta años
después, en el 2008. El inmortal misterio de estas imponentes tumbas hizo mejor
maridaje, de lejos, con la psicodelia hippie que con los elásticos y descuajeringados
saltos de los reyes del funk-rock. Sting, Yanni y Jean-Michel Jarre también
llevaron su música ante las enigmáticas arenas del desierto norafricano.
En 1971, Pink Floyd tomó por asalto las ruinas de Pompeya, legendaria ciudadela italiana arrasada por la erupción del Vesubio en el siglo I de nuestra era, en un
concierto sin público que quedó registrado en un alucinante documental. A pleno
sol, las descargas angustiantes de temas como Careful with that axe, Eugene y los enigmáticos acordes de Echoes hicieron despertar a los
espíritus dormidos en el derruido anfiteatro, invadido por altas torres de
parlantes que se veían diminutas en estas monumentales ruinas, los mismos que servían para amplificar al máximo los instrumentos del cuarteto
británico, entonces en su máximo esplendor. David Gilmour (voz, guitarra), Roger Waters (voz, bajo), Richard Wright (voz, teclados) y Nick Mason (batería) contestaron de esta manera al multitudinario festival de Woodstock, desplegando una de sus primeras manifestaciones anti-público que después refinarían al máximo en su producción The wall (1979).
Salir de estadios y teatros en búsqueda de vibraciones diferentes ha sido una
práctica muy común. Muchos recuerdan, por ejemplo, al grupo chileno Los Jaivas
lanzando su folk-rock progresivo desde el Cusco, en 1981, para un especial de
televisión denominado Alturas de Machu
Picchu (como su sexto álbum), con narración de Mario Vargas Llosa incluida.
O los espectaculares conciertos del tecladista griego Yanni en monumentales
locaciones como el Partenón de Atenas, Grecia (Live at the Acropolis, 1994); el Taj Mahal de Agra, India; y la
Ciudad Prohibida de Beijing, China (Tribute,
1997), con puestas en escena y elencos musicales que eran realzados por los sensacionales alrededores. La música de Yanni, encuadrada en el estilo que hoy todos conocemos como new age, es una combinación poderosa de música tradicional de diversos países con fuertes arreglos para orquestas y teclados (al estilo de su compatriota Vangelis), cargadas de exotismo y enigma, ideales para musicalizar la historia atemporal de los pueblos.
Otros lugares poco convencionales para conciertos de rock han sido utilizados por Paul McCartney. Por ejemplo, tenemos los multitudinarios shows que ofreció en la Plaza Roja de Moscú y la plaza central de San Petersburgo, que fueron además significativos por ser la primera vez que el ex Beatle llegaba a tierras soviéticas, en el año 2004. Macca también tocó, con su electrizante banda, en el Coliseo Romano (Italia) y en la legendaria Estación Central del metro de New York (EE.UU.). este último concierto fue como una antesala al lanzamiento de su más reciente producción en estudio, Egypt station (2018).
Genesis, la banda de rock progresivo británico integrada por Phil Collins (voz, batería), Mike Rutherford (bajo, guitarra), Tony Banks (teclados), Daryl Stuermer (guitarra, bajo) y Chester Thompson (batería), realizó en el 2007 un concierto gratuito en el Circus Maximus, uno de los monumentos más impresionantes de Roma antigua, que fue visto por casi medio millón de personas. Esta locación también ha sido usada por los Rolling Stones y por el concierto benéfico Live 8.
Artistas como B. B. King y Johnny Cash realizaron conciertos en cárceles. El rey del blues lo hizo en dos ocasiones: en 1971 en la penitenciaria de Cook County, Illinois; y en 1990, en la cárcel de San Quintín, California. Por su parte, el recordado "hombre de negro", amo y señor del country, también llevó sus incendiarias canciones a las cárceles de San Quintín y Folsom. Este último show produjo uno de los álbumes más reconocidos de su amplio catálogo: Live at Folsom Prison, de 1968.
En 1978, la banda de rockabilly y punk The Cramps hizo un concierto en el Hospital Mental de Napa, en California. El trío clásico integrado por Lux Interior (voz), Poison Ivy (guitarra) y Bryan Gregory (batería) armaron la fiesta en este sanatorio psiquiátrico ante un aproximado de 150 personas, entre doctoresy pacientes, quienes respondieron positivamente, bailando ante los bizarros ritmos de una de las bandas más extrañas que hayan salido de los Estados Unidos. The Mutants, otros grupo de la época, también participó de este extraño concierto.
Finalmente, no podemos dejar de mencionar al cuarteto norteamericano Metallica, que realizó
un concierto nada menos que en la Antártida, en el año 2013. El show, titulado Freeze’em all (en alusión a su primer
disco, Kill’em all) se realizó en una
base científica argentina ante un reducido público (poco más de cien personas
entre científicos y ganadores de un concurso organizado por Coca Cola). Para
proteger el ecosistema polar, la banda tocó sin amplificación hacia afuera, con
el público escuchando la música conectados a audífonos especiales.
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