jueves, 7 de marzo de 2019

MUJERES EN LA MÚSICA: TODO, MENOS MINORÍA


Hoy se conmemora el Día Internacional de la Mujer, fecha que el consumismo idiota del marketing ha convertido en burdo pretexto para vender peluches, flores y bombones, mientras la sociedad ve, aterrorizada y absorta, cómo las víctimas de feminicidios, violaciones y acosos diversos aumentan, sin que nadie haga nada serio al respecto.

Vivimos en tiempos confusos con relación a cómo deben asumirse las relaciones humanas, específicamente en lo relacionado al respeto y consideración que la sociedad debería tener hacia la mujer. Luego de casi setenta años de movimientos feministas y conquista de derechos civiles, hoy vemos un terrible retroceso en temas como la cosificación femenina, que hoy es bandera de fama, ascenso social y económico de toda una generación de "artistas" a nivel local y mundial, que extienden esa mala interpretación del éxito entre cientos de miles de niñas y adolescentes.

En ese contexto, es importante recordar los espacios de expresión que la mujer ha ganado, con sangre, sudor y lágrimas, desde hace décadas. Una de las actividades en las que más éxito han tenido es la música. A nivel mundial y en diversos géneros, muchas artistas desarrollaron sus propios sonidos, sin recurrir a facilismos exhibicionistas para la platea. La revolución musical femenina nada tiene que ver con Taylor Swift, Becky G o Lady Gaga.

Podríamos comenzar con algunas pioneras del gospel, el soul y el rock and roll como Bessie Smith, Ma Rainey, Wanda Jackson y Sister Rosetta Tharpe quienes, armadas de voces y guitarras, entonaron crónicas sociales y lamentos contra la opresión que sufrían, durante las primeras décadas del siglo veinte. También podríamos mencionar a intérpretes europeas como Edith Piaf o Marlene Dietrich, divas de fuerte personalidad y larga influencia. En la música clásica, Maria Callas y Monserrat Caballé (sopranos), Jacqueline du Pre (cellista), Martha Argerich (pianista), entre tantas otras.

Durante los sesenta y setenta hubo una explosión de intérpretes que demostraron valentía y, sobre todo, sensibilidad y talento. En el jazz, destacaron Ella Fitzgerald, Billie Holiday, Dinah Washington y Nina Simone. Aretha Franklin y Tina Turner se convirtieron en símbolos del alma femenina. Los grupos vocales -The Supremes, The Ronettes, Martha & The Vandellas- de soul y doo wop predominaban con sus armonias.

La psicodelia y el hippismo tuvieron a Janis Joplin, Grace Slick, Joan Baez, Joni Mitchell, Mama Cass Elliot y Sandy Denny, con actitudes que rompían con la sumisión y el cliché del objeto sexual, logro que en las últimas décadas ha retrocedido. Personajes como Britney Spears, Rihanna o Beyoncé, bastan para comprender eso.

En la década de los setenta, la música disco tomó por asalto las discotecas, y varias de las mejores voces de este género fueron femeninas: Alicia Bridges, Cheryl Lynn, Gloria Gaynor y, principalmente, Donna Summer, fueron las reinas de las fiestas y combinaron la sensualidad con la elegancia, sin caer en excesos. Paralelamente, Barbra Streisand y Liza Minelli se encumbraron como las más grandes intérpretes del cine y el teatro musical.

En nuestro idioma, Rocío Jurado, Rocío Dúrcal, Daniela Romo o Amanda Miguel encabezaron la avanzada de mujeres baladistas. Desde Argentina, Mercedes Sosa fue “la voz de los que no tienen voz” y María Rosa Yorio se integró a la escena rockera de Charly García, León Gieco y otros. Después llegaron Alaska, Andrea Etcheverry, Julieta Venegas, Mon Laferte.

Del Brasil llegaron Gal Costa, Astrud Gilberto, María Bethania, Elis Regina. En Perú, tenemos el criollismo de Alicia Maguiña, Chabuca Granda y Jesús Vásquez, y el folklore de Pastorita Huaracina, Yma Súmac o Amanda Portales.

Las boleristas Olga Guillot, Toña La Negra y La Lupe le cantaron al amor pero también al hartazgo por tanto maltrato. En la salsa, Celia Cruz, Omara Portuondo y La India llevan el estandarte mientras que vocalistas africanas como Cesaria Evora y Miriam Makeba nos conquistaron con sus ritmos exóticos y coloridos.

Entre Madonna, Whitney Houston y Cyndi Lauper, ya en los ochenta, se insinuaban las influencias de Debbie Harry, Dionne Warwick y Suzi Quatro pero también las propuestas más superficiales por venir. Bandas comerciales (The Go-Go’s, The Bangles, Heart) o extremas (Girlschool, The Runaways, Plasmatics), mostraron sólidas credenciales musicales. 

Posteriormente surgieron voces femeninas de extremada calidad y eclecticismo: Patti Smith, Kate Bush, Pat Benatar, Nina Hagen, Grace Jones, Elizabeth Fraser, Chrissie Hynde, Annie Lennox, Lisa Stansfield, Sade, Björk, Beth Gibbons, Lisa Gerrard, Siouxsie, PJ Harvey, Courtney Love, Dolores O’Riordan, Amy Winehouse. La lista completa sería interminable.

La escena indie también ha generado artistas -Cat Power, Warpaint, Isobel Campbell, Courtney Barnett-, creativas y poco convencionales que quiebran el rol tradicional de la mujer dedicada a la música, incorporando además en su diálogo con el público temas que antes eran prohibidos como las opciones sexuales intermedias.

Más allá de las experiencias personales que todas ellas hayan podido atravesar -las historias de abuso de Tina Turner o los traumas alimenticios de Karen Carpenter- e incluso de los desordenes emocionales o amorosos de los que fueron protagonistas, todas estas mujeres -y muchas otras- demostraron que, con talento, perseverancia y una actitud libre de complejos, fueron capaces de llegar a lo más alto de su actividad musical, en una época en que hacía falta ser más que una cara o cuerpo bonito para triunfar. 

Stevie Nicks, importante compositora de rock y parte fundamental, desde 1976, del sonido de Fleetwood Mac, banda que tuvo a otra mujer en sus filas -la cantautora y pianista Christine McVie-, dijo en una reciente entrevista: "Christine y yo hicimos un pacto cuando nos conocimos: Que nunca seríamos tratadas como ciudadanas de segunda clase. Que seríamos tan locas e inteligentes como los astros rockeros con quienes trabajábamos. Que nuestras canciones serían tan buenas o mejores que las de los hombres que nos rodeaban". Y así fue.


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