En algún punto de nuestra historia reciente, el pueblo peruano perdió la capacidad de apreciar la belleza. La saturación de espectáculos de mala calidad y el encanallamiento de los métodos de la prensa dedicada al entretenimiento generó en el público una distorsión que ha ido aumentando imperceptiblemente hasta niveles en que elogios y reconocimientos son repartidos como moneda corriente por los ciudadanos, independientemente de sus grados de instrucción o experiencias de vida.
Esa tendencia puede apreciarse en todo orden de cosas: desde lo más superficial (pensemos si no en los programas de concurso en los cuales califican de "maravillosas" o "extraordinarias" a actuaciones abiertamente mediocres) hasta lo profundamente político y de importancia nacional. No hay otra forma de entender la fama alcanzada por la señora Mercedes Aráoz, flamante candidata a la presidencia, sobre la base de una calculada campaña que la posiciona como una mujer atractiva y distinguida, idea que ha sido aceptada por la masa de manera casi unánime.
Pero esto no solo tiene un significado estético, como podría intuirse de primera mano. El trasfondo de esta maniobra mediática tiene que ver con el vacío ideológico y político que representa esta funcionaria pública al servicio del segundo gobierno aprista. Aráoz, a quienes algunos defenderán diciendo que llegó a las alturas del poder de la mano de Alejandro Toledo y no del partido de la estrella, se mantuvo en cargos de importancia gracias a su actitud servil frente a los grandes objetivos del alanismo: disfrazada de tecnócrata, ayudó a concretar los TLCs que el APRA prometió revisar durante su campaña electoral y promovió causas ministeriales que provocaron algunas de las peores crisis de este quinquenio: desde la matanza en Bagua hasta las huelgas policiales tienen que ver con decisiones de la admirada y halagada Mercedes.
Su aparente prevalencia en el nuevo escenario electoral no responde a ninguna cualidad política que merezca encomios. Es simple y llanamente la capitalización que el corrupto partido oficialista pretende hacer de esa distorsión popular según la cual esta señora de sonrisa desencajada y verbo limitado "engalana" o "embellece" la política peruana. Visión retorcida que el grueso de la población, con los sentidos embotados por la vulgaridad y la criollada, valida casi de forma inconsciente y participa del engaño activamente: agudos comentaristas políticos, cómicos y colegas del gobierno asentan el concepto erróneo de que la señora
Aráoz "no solo es inteligente sino que además es bonita".
El
APRA, enfangado hasta las narices como en su primera experiencia en
Palacio de Gobierno por escándalos de última calaña, desde los "faenones" de
Jorge del Castillo, las fiestas norteñas pagadas por
Luis Alva Castro con dineros estatales y las liquidaciones de ese ladronzuelo burócrata llamado
Fernando Barrios, una vez más quiere sorprender a la ciudadanía ofreciendo en bandeja de plata un espectáculo circense que probablemente acabará destrozando la imagen que ha creado, con meticulosidad de psicópata, de
Mercedes Aráoz.
Hasta aquí pareciera que consideramos el rol de la ex-ministra de Comercio y de Economía como pasivo, y de alguna manera inimputable. Algunos analistas se refieren a ella como "la tonta útil" del juego aprista ya que al momento de definir lealtades y apoyos electorales, las palabras del líder monárquico que hoy nos gobierna se dirigen más a otros personajes, igual de oscuros y corruptos, como
Keiko Fujimori o
Luis Castañeda. Porque el APRA siempre juega con la famosa "escopeta de dos cañones". A pesar de que eso sea cierto y la señora
Aráoz sea en realidad el comodín con el cual
García pretende distraer al votante promedio, es evidente que no se presta a esta manipulación por amor al arte.
Mercedes Aráoz, economista neoliberal entrenada en las aulas de la Universidad del Pacífico, que hasta hace unos años ni siquiera podía ejercer su carrera por no encontrarse al día en los pagos de su colegiatura, tiene ahora un curriculum vitae que incluye múltiples asesorías, dos ministerios y un posible lugar en el próximo congreso. Todos esos cargos excelentemente bien remunerados y liquidados, por cierto. Además del dudoso pergamino de estar entre las "políticas mujeres más atractivas de la región". Una cosa más: pasará a la historia del aprismo como la única candidata a la presidencia que jamás ha leído a Víctor Raúl Haya de la Torre. Si todo esto no constituye un engaño, entonces ¿qué es?
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