Ahora que la carrera en pos de esa mina de oro llamada Presidencia de la República ha comenzado extraoficialmente, nos encontramos con el mismo panorama desolador de siempre: candidatos que durante meses negaron su intención de postular (Castañeda, Toledo, Fujimori) con declaraciones nebulosas, sonrisitas sin definición y supuestas campañas de misterio, jugarretas groseras que una vez más atentan contra la inteligencia - cada vez menor por cierto - de la masa de votantes (Aráoz como carta electoral del APRA) y opciones que se ubican al márgen de las encuestas, esperando el momento para levantarse como outsiders (Ollanta, Guerra García).
En esta categoría podríamos considerar a esa "alianza" que acaba de conformar Pedro Pablo Kuczynski (demoré más de diez segundos en escribir ese apellido, entre la búsqueda obligada en el google y el acto concreto de tipearlo) con un coctel variopinto de personajes que incluye a Yehude Simon, Humberto Lay, César Acuña y Lourdes Flores Nano, recientemente derrotada en las elecciones municipales. Pero lo que ocurre realmente con PPK (me resisto a intentar escribir de nuevo tan difícil vocablo nominal) es que ha inaugurado una nueva clase de candidato: el suicida.
Porque aliarse con Lourdes Flores, lideresa del alicaído PPC, es casi como realizar el salto del fraile con un yunque amarrado al cuello. Tener al lado a la experta en derrotas políticas le asegura al septuagenario ex-ministro de Economía un boleto directo, sin escalas y sin retorno, al fondo del mar. Hasta ahora no puedo comprender cómo un personaje asociado a la intelligentsia política puede tomar una decisión tan pueril en su primer intento presidencial, postergado durante largo años por cierto. PPK es un personaje de contrastes: muchos lo identifican como un profesional de éxito, con un trasfondo cultural poco común entre los políticos actuales y de intenciones progresistas pero sus innegables vínculos empresariales con los sectores más rancios y recalcitrantes del capitalismo extremo lo convierten, junto con su dudosa peruanidad, en un ser profundamente ajeno a lo que el país necesita de cara al próximo lustro.
Personalmente, yo no votaría por un candidato cuyo apellido no puedo ni siquiera deletrear - en esos términos la situación de PPK es aun peor en los sectores menos informados y/o educados del Perú - y no se trata de una simple postura discriminatoria frente a un compatriota cuya procedencia responde a un mestizaje diferente, sino de una sensación, una duda legítima que surge ante una variable que todos los candidatos, desde los sinceros (si es que los hay) hasta los que van primeros en las encuestas de la PUCP y Datum (las últimas publicadas), tratan de dominar en sus respectivas campañas: la empatía, esto es, conseguir que el "pueblo" se identifique con sus nombres, rostros e ideas.
Actualmente, el marketing político privilegia todo aquello que tenga que ver con "nombres" y "rostros" dejando las "ideas" a un lado porque es un hecho que para las grandes mayorías esas cosas aburren y finalmente, el posicionamiento de los competidores se convierte prácticamente en una serie de estrategias similares a quienes tratan de vender productos de consumo masivo. Así como hay detergentes con puntos azules, oxianillos, blanqueadores, etc., del mismo modo en estas campañas gana quien obtiene mayor cantidad de repeticiones: los apellidos de los candidatos y en segunda instancia, los nombres de sus agrupaciones políticas buscarán tener mayor presencia en espacios públicos y de prensa.
Desde ese punto de vista, que PPK haya incluido a Flores en su "fórmula" o en todo caso, que haya buscado su participación, más que una torpeza política es un genuino acto de autodestrucción. Porque estas tres palabras juntas: "Lourdes Flores Nano", constituyen el más exacto sinónimo de la opción que va a perder. No importa que quede segunda a dos mil votos de diferencia o que apenas quede por encima del rubro "otros". Eso del "capital político que posee Lourdes" que algunos analistas esbozan como justificación para este disparo al pie, no es más que buscarle cinco pies al gato.
Y lo peor es que ese yunque llamado Lourdes no pierde el tiempo y ya salió, con la misma sonrisa con la cual celebraba hace mes y medio, delirante, su derrota en las municipales, a respaldar al experimentado economista con ese discurso rancio y desgastado que no la ha llevado a ninguna parte en cada una de las elecciones en las que participó. No podemos decir a ciencia cierta quién va a ganar las próximas elecciones de abril 2011 pero esta alianza sí nos permite decir quién las va a perder: PPK.
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