"ELECCIONES, MODERNIDAD Y CORRUPCIÓN
“Los pueblos tienen los gobernantes que se merecen” dice un conocido refrán que se ha corroborado en el mundo entero y que de seguro es el consuelo de tontos que muchos queremos aplicar al Perú, con la simple explicación de que sucede hasta en los países más desarrollados. Pero, punto aparte de los escándalos desatados por los documentos revelados por el portal Wikileaks o las interceptaciones telefónicas en el plano local, el tema va más allá de la política y sus redes corruptas, es un problema más claro y directo: la población ha sido totalmente absorbida por la mediocridad más descarada y la desidia personal que la alimenta.
Claro que hay vicios aún más nocivos que también han proliferado en nuestra “creativa” sociedad peruana que rápidamente ha sabido ponerse al día con el mundo globalizado en temas de abuso infantil y prostitución, lo mismo que en secuestros, estafas y otros delitos para los cuales la ayuda de la tecnología ha sido de vital importancia especialmente para delincuentes recluidos en penales de máxima seguridad.
Pero aún con todo esto se habla de la “moderna sociedad peruana”, esa que crece económicamente de manera constante pero nadie sabe sobre la base de qué. Entonces proliferan los discursos cínico-optimistas y la gente se compra el cuento de que Gamarra es un paraíso de la moda, mientras las cámaras de televisión transmiten una y otra vez cómo un desvariado secuestrador es abatido de un balazo en la cabeza. Acto seguido, el presidente de la asociación de comerciantes de ese tugurizado centro comercial invita a los compradores a volver y asegura a sus clientes que no hay nada qué temer pues se trata de un lugar muy seguro. Eso sin mencionar la existencia de construcciones deficientes, los comercios precarios, la suciedad y los robos sin tanta cobertura mediática.
Pero carecemos de autocrítica y autocontrol, somos una masa sin freno, sin razonamiento que actúa mayoritariamente por imitación. Tampoco tenemos memoria, razón por la cual somos capaces de reelegir a los mismos delincuentes que ya demostraron de lo que son capaces cuando accedieron al poder. Masa sin voluntad, que con los años ha vendido la dignidad por un kilo de arroz entregado por quienes les negaron la oportunidad de un empleo para satisfacer sus necesidades o de la educación necesaria para darse cuenta de que eso que creen un bondadoso regalo no son más que las migajas de lo que les han robado a manos llenas.
Masa cómplice o víctima de sus abusadores que gozan viéndolos ser felices con espectáculos de ínfima calidad, poca creatividad, actuaciones mediocres y exaltaciones de la vulgaridad que satura los sentidos, trastoca el criterio que pronto se deja convencer y llega al goce con cualquier cosa, desde el programa de conversación o de música para los que tienen televisión por cable y que llegan a sentirse y creerse refinados por perder su tiempo escuchando a personajes que divagan de la manera más descarada sobre temas que ni conocen, hasta los popularísimos espacios cómicos o de espectáculos que esparcen basura con ventilador entre las personas de gustos más “elementales”.
Una vez más estamos ante ese capítulo repetido de la historia del Perú, ese Perú que no se cansa de equivocarse y darle el gusto a los sinvergüenzas. Un país subestimado por los delincuentes enquistados en el poder que confían en que el sueño de la modernidad y el progreso mantenga dormidos a sus ilusos habitantes. ¿Despertaremos alguna vez por doloroso que eso sea?"
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