jueves, 18 de octubre de 2012

DE GAROTA DE IPANEMA AL "CHE-CHERERE-CHE"...



¿En qué momento se jodió la música brasilera? Hubo una época en que lo más popular del cancionero carioca, era a un tiempo lo más distinguido y sofisticado del ancho y (cada vez más) ajeno mundo de la música. Voces como la de Elis Regina, Joao y Astrud Gilberto, Caetano Veloso y compositores como Antonio Carlos Jobim, Vinicius de Moraes. Personajes como Milton Nascimento, Chico Buarque, María Bethania, Gilberto Gil y el ya mencionado Veloso, consiguieron hacer que la aldea global (aun antes de que se le catalogara como tal) asociara al Brasil como un país de músicos excepcionales, profundos, desafiantes y artísticos.

Desde luego que también existía la samba, los ritmos más alegres, las tonadas bahianas que inundaron los carnavales desde su inicio, pero eran expresiones menos admiradas, digamos que su perfil era el de aquellas cosas que reciben mayores halagos por personas más primarias, que no buscaban en la música algo de elevadas calidades interpretativas sino más bien un elemento escapista, casi marginal, expresado en el enredo, en el baile frenético, en una noción de sensualidad que no exige mayor reflexión sino, por el contrario, algo de superficialidad y hasta mal gusto. Incluso los artistas arriba mencionados, también se daban tiempo para componer en claves más populares, y generaban productos de calidad sin caer en simplonerías, dando realce a toda la gama de sensaciones que los diversos géneros brasileños ocasionan al ser oídos.

Pero, de un tiempo a esta parte, la música brasilera ha sufrido la misma deformación que por ejemplo, tuvo la salsa (los duros de los 70s fueron desplazados por los "sensuales" de los 80s y estos a su vez, por las vulgaridades de la timba y los reggaetoneros) y géneros que no ofrecen nada de valor son ahora la expresión populosa más aclamada, inclusive en segmentos socio-económicos no tan bajos. Discotecas y radios son invadidas por esta gavilla de intérpretes inmediatistas que todo lo reducen a bailes coreográficos simiescos, estribillos tontos (Ai se eu te pego o el que aparece de título), hasta el punto que los otrora representantes del folklore brasileño son ahora considerados artistas de élite, de la world music.

La degradación de los gustos populares es culpa exclusiva de los medios de comunicación, a quienes no se les puede reprochar el privilegio que dan a lo que más se vende (en términos de volúmen y de tiempo) pero sí se les puede reclamar que ese se haya convertido en su único interés, de tal forma que todo lo demás simplemente desapareció, fue borrado del mapa. Y las masas, ahora, si escuchan una cadenciosa Garota de Ipanema, se aburren porque prefieren a las calenturientas y taradas toadas. Toda una cultura popular termina tergiversándose y mutando de sentido. Antes, escuchar a los Doces Barbaros era subversivo, divertido y popular, ahora es música de hotel y roof-bar. Las grandes audiencias de las radios monotemáticas no saben de lo que se pierden.


Un buen ejemplo de la música brasileña que nadie escucha...

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