viernes, 31 de octubre de 2008

HALLOWEEN CRIOLLO


"¿Qué celebramos hoy, 31 de octubre? Halloween o el Día de la Canción Criolla?" clásico e infructuoso debate de todos los años que nunca llega a ninguna parte. En la televisión, ese fervor nacionalista que se inició desde que un par de marketeros hábiles descubrieron que el Perú también puede llegar a ser una marca, se manifiesta frenéticamente con presentaciones que cubren todos los extremos en cuanto a calidad de intérpretes. Desde los más talentosos y representativos hasta los oportunistas de siempre, salen en sintonizados programas instando a la gente a que deje de lado la "alienación" y se entreguen a la jarana, tocando cajón y cantando Mal Paso o Mi Propiedad Privada a viva voz... porque el criollismo nunca ha muerto ni seguirá muriendo... salud, maestros...

Pero cuando uno recorre con la mirada los locales, restaurantes, discotecas, salsódromos, cumbiódromos, etc., es evidente cuál es el gancho comercial más conveniente: umbrales enmarcados con globos naranjas y negros, calaveras, brujas, telarañas y las infaltables calabazas (que aquí deberían ser zapallos, para ser más exactos) iluminadas, de sonrisa macabra y hueca anuncian cuál será el principal tema de las fiestas este fin de semana...

Además, es un hecho que las calles, prácticamente en todos los distritos de Lima, serán tomadas desde las 6:00 de la tarde por inofensivas hordas de pequeños seres humanos disfrazados que, de la mano de sus padres o tutores, se acercarán a las casas gritando "JALOGÜIN!!!", bajo amenaza de pintarrajear con tiza, o con lo que encuentren, las puertas de aquellos que, por tacañería o por simple flojera, no hayan salido a comprar a alguna tienda o mercado unas cuantas bolsas de golosinas, con henchido espíritu infantil, para contribuir con la tradición.

La verdad es que, como tantas otras cosas, Halloween y el Día de la Canción Criolla coexisten pacíficamente desde hace mucho tiempo y quizás la unica diferencia aún vigente tiene que ver precisamente con cuanto provecho comercial brinda el focalizar sus ofertas hacia uno u otro producto. ¿Se imaginan a la Calle de las Pizzas repleta de motivos alusivos al criollismo, cajones colgando de las puertas, paneles en forma de guitarras anunciando cervezas o castañuelas en lugar de calabazas terroríficas en las mesitas de ese local brasilero de Schell?... no way! Quizás su mayor acercamiento a la música criolla esta noche sea poniendo de fondo algún disco de Novalima, de Gianmarco cantando vales o no, no... mejor de Jaime Cuadra, ahora que su versión chill-out de Cholo Soy forma parte de la banda sonora de Quantum Of Solace, la última aventura de James Bond... y claro, con su Jipi Jay a todo volúmen como fin de fiesta. Ya hasta escucho la armónica sonar...

En lo personal, nunca encontré motivos para rechazar Halloween y no lo considero una agresión contra la peruanidad en modo alguno. Definitivamente el preferir una celebración que tiene sus orígenes en culturas absolutamente ajenas a la nuestra es una de las manifestaciones del profundo desarraigo que la población, en especial los jóvenes, tiene con respecto a aquellas cosas que definen nuestra identidad, pero eso sucede en muchas otras situaciones. La falta de educación hace que la perspectiva real de las cosas se pierda y terminamos reduciendo ambos temas a meras ocasiones especialmente aprovechadas por los agentes de consumismo masivo, sin trasfondo. Tal y como ocurre en Navidad, Halloween y el Día de la Canción Criolla toman sentido en tanto y en cuanto produzcan dividendos, cajas registradoras llenas, ratings elevados, etc.

A nadie le importa que el Halloween sea una contracción de la frase All Hallow's Eve, es decir, la víspera del All Hallow's Day o Dia de Todos los Santos, que se celebra todos los 1 de noviembre y que en nuestro calendario religioso se conoce como el Día de San Pedro y San Pablo o que la famosa calabaza naranja con la sonrisa tallada simbolice a Jack the Smith, el personaje central de una leyenda celta según la cual un granjero irlandés, conocido por andar siempre alcoholizado, fue capaz de engañar al mismo demonio y que esa vela que ilumina la tétrica sonrisa del zapallo representa la presencia del alma y del conocimiento en la cabeza, considerada por los antiguos europeos como la parte más poderosa del cuerpo humano.

A nadie le importa tampoco que el Día de la Canción Criolla se haya instaurado en la década de los años 40, durante el gobierno de Manuel Prado y Ugarteche y que la primera verbena, producida el 31 de octubre de 1944 fue un tremendo jaranón "de padre y señor mío" en una tradicional plazuela de los Barrios Altos. O que en un principio se pretendió designar el día 18 de octubre como fecha central de esta celebración, para relacionarla directamente a la primera salida del mes de la Procesión del Señor de los Milagros, ya que los miembros de las cuadrillas de hermanos cargadores siempre han sido identificados con las entrañables notas de los valses de la Guardia Vieja. No es interesante tampoco anotar que, en su momento, la creación de una fecha para celebrar la canción popular limena fue tomada como una decisión populista, un afán de Prado por levantar su alicaída imagen pública.

El de hoy es un Halloween Criollo. Se alquilan disfraces, se venden CDs de valses mezclados con música electrónica, Grupo 5 y Bareto, se baila la versión chill-out del Chinchiví en medio de un aquelarre de brujas, muertos vivientes, monstruos y superhéroes. Y los grandes almacenes, mañana a primera hora, comenzarán a cambiar las telarañas por guirnaldas, las calabazas anaranjadas por bolas muticolores, los caramelos pinta-lengua por panetones y las casas embrujadas por nacimientos. Y a cuadrar sus cajas.
Nota: el dibujo que ilustra este artículo ha sido extraído de la siguiente dirección: http://blog.pucp.edu.pe/item/34804 (gracias)

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