Es bueno que ese "espíritu de cuerpo" no determine las opiniones de la comunidad periodística porque, también a primera vista, permite hacer un deslinde en el plano de la realidad y no de la retórica, con respecto a los congresistas que en virtud a ese "espíritu de cuerpo" son capaces de despojarse de sus supuestas convicciones ideológicas y sus dudosas morales inmutables para defender lo indefendible, para salirse con las suyas, en pos de que sus cálculos políticos y sus cálculos monetarios se concreten satisfactoriamente...
Hemos podido ver, leer y escuchar las opiniones de tirios y troyanos con respecto al caso del encarcelamiento de Magaly, caso que ha paralizado al Perú - que le ha generado, diría yo, una especie de parálisis combinada con lobotomización - que, salvo honrosas excepciones, ha sacado de las primeras planas a Rómulos, Valdezes, Lucianitas, Romulitos, Doctores, Regiones, y etc. de casos, mucho más trascendentes para el país (claro está, eso de "trascendentes" dentro del escenario virtual en el que se mueve el Perú, creyendo que puede insertarse al mundo moderno porque dos o tres personas hablan en términos macroeconómicos) y aunque el debate con respecto al precedente peligroso para el ejercicio de la actividad periodística es realmente interesante, creo que es menester dejar de lado un poco "la chachalaca" para establecer algunas cosas que, entre líneas, no logran distinguirse muy bien:
a) Las críticas más ácidas y los apoyos más virulentos con respecto a la condena de Magaly Medina provienen de periodistas muy respetados pero que en algún momento tuvieron problemas personales con la famosa "Urraca". César Hildebrandt (para muchos la consciencia moral del periodismo peruano) y Fernando Vivas (eterno crítico de TV) son dos de los representantes de esta "ala dura" que saluda a viva voz el encierro. Sus artículos y comentarios son una versión culta, bien escrita y estructurada del callejonero "bien hecho" que se escucha por ahí...
b) Los defensores públicos más acérrimos de la periodista de espectáculos "más poderosa" según el ranking ese de Perú Económico (corríjanme si me equivoco en el nombre de la publicación) harían que Magaly, al mejor estilo de alguno de los entrañables personajes del Chavo del Ocho, volteara y les dijera "mejor no me defiendan": Laura Bozzo, Nicolás Lúcar, y algunos (as) narradores de noticias de señal abierta. Unos porque carecen totalmente de credibilidad, otros porque no representan a nadie o porque son reconocidos por no ser tan inteligentes han asumido la bandera del "fuerza Magaly, el pueblo está contigo" que las masas enardecidas vienen enarbolando desde su detención...
c) En medio de eso está "el pueblo", palabrita que les encanta usar a los gobiernos. ¿Quiénes conforman "el pueblo"? La prensa oficial (esa que, como bien señala El Perro del Hortelano, osea Hildebrandt, suele confundir cándidamente información con opinión) dice "el pueblo ha salido a las calles a demostrar solidaridad y admiración" y pretenden decirnos que únicamente ese pueblo, televidentes de sectores C, D y E que en efecto, conforman una ancha base para los ratings de Magaly, son quienes rechazan la decisión - exagerada según mi opinión, que quizás amplíe en este o en otro post - de la Jueza. Pero ese sólo es un aspecto del asunto...
d) Hoy en Perú21 dan algunas cifras que me hacen pensar que hay un grupo de personas, no necesariamente de los sectores C, D y E, que están muy indignadas con la próxima cancelación del programa. El presupuesto del programa es de aproximadamente un millón de dólares al año y el segundo de publicidad cuesta 138 dólares, lo cual hace que un comercial de 30 segundos llegue a costar más de 4 mil dólares. Por otro lado, como dice Rosa María Palacios, el inmenso rating del cual goza su espacio televisivo no sólo se lo dan los sectores marginales de la sociedad, sino - y no en proporción minoritaria - los sectores A1, A y B a quienes dicen representar sus más severos cuestionadores.
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