Durante el último minuto del videoclip que hiciera la banda
británica Deep Purple para su tema Perfect
strangers, del álbum homónimo de 1984, que marcó el retorno de su formación
clásica -Ian Gillan, Ritchie Blackmore, Roger Glover, Jon Lord, Ian Paice- podemos
verlos jugando fútbol de manera muy informal y relajada. Y aunque son solo
pocos segundos de acción futbolera, estas imágenes reflejan la intensa conexión
existente entre algunos músicos famosos y el deporte rey.
Pero si hubo un artista que realmente sentía el balompié en sus venas, ese fue
Bob Marley. La figura más emblemática de la cultura jamaiquina era un
impenitente pelotero, como lo demuestran las filmaciones en las que aparece
dominando la de cuero en esforzadas “pichangas” junto a los demás miembros de
The Wailers, grupo con el que internacionalizó el reggae, cadencioso y
espiritual ritmo que identifica a su país y a la filosofía rasta. Cuentan que
Marley fue enterrado con una guitarra, un atado de marihuana y una pelota. En
una entrevista de 1977 el autor de clásicos como No woman, no cry y Three
little birds, ante la pregunta “¿qué es el fútbol?”, respondió: El fútbol es libertad.
Siendo el fútbol un deporte extremadamente popular y
multitudinario, no es de extrañar esta relación armoniosa con estrellas de la
música, acostumbradas también a las actuaciones en estadios llenos donde
reciben aplausos y cánticos de enfervorizados seguidores. Muchas veces se ha
hablado de la naturaleza artística del fútbol, sus elementos de creatividad y
poesía, sobre todo en jugadores que despliegan talento sobre el gramado, por lo
que las analogías con el mundo musical trascienden lo concreto para adentrarse
en ámbitos donde reina la subjetividad y la emoción.
Se sabe que el cantautor romántico Julio Iglesias tuvo un breve paso por el
Real Madrid, como arquero, pero que abandonó el deporte a raíz de una lesión. Plácido
Domingo, tenor espectacular, es también seguidor del club merengue toda la
vida. Otro famoso español, el trovador y poeta Joan Manuel Serrat, es conocido
por ser hincha acérrimo del Barcelona, una pasión que comparte con su
compatriota, bolerista y baladista, Dyango. Luis Alberto Spinetta, ícono del
rock argentino, era tan fanático del River Plate que salía a tocar con la
camiseta de la franja puesta y hasta le dedicó una de sus enigmáticas
canciones, El anillo del Capitán Beto,
incluida en el álbum El jardín de los
presentes de 1976, de su banda progresiva Invisible, al recordado mediocampista
Norberto “El Beto” Alonso, ídolo del club millonario. Fito Páez, otro astro del
rock gaucho, es un gran fanático de Rosario Central, los populares “canallas”
de la provincia argentina.
Otros dos notables casos provienen nuevamente del mundo del rock: el escocés
Rod Stewart y el británico Elton John. El cantante de voz rasposa jugó, cuando
tenía 16 años, como delantero en un pequeño equipo de Tercera División llamado
Brentford FC durante un corto periodo de tiempo a inicios de los sesenta, antes
de decidirse por la carrera musical y alcanzar fama con las bandas de
blues-rock The Jeff Beck Group y Faces, y siguió pateando balones en los
descansos durante sus exitosa giras como solista.
Por su parte, el pianista y cantante de vestuarios
extravagantes era tan devoto hincha del Watford FC que lo compró en 1976 y,
bajo su presidencia, el once de la camiseta amarilla saltó de la Cuarta a la
Primera División del fútbol inglés y llegó a ser subcampeón en 1984, en una
final en la que cayó ante el Everton de Liverpool, equipo que tiene entre sus
más fieles hinchas nada menos que a John Lennon y Paul McCartney. Desde el
2008, Sir Elton John abandonó la presidencia activa del club de sus amores pero
conserva un cargo directivo honorífico. Asimismo Steve Harris, bajista y líder
de Iron Maiden, quiso ser jugador de fútbol y ha aprovechado su prestigio para
entrenar varias veces con su equipo favorito, el West Ham de Londres.
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