jueves, 5 de diciembre de 2013

VEINTE AÑOS SIN FRANK ZAPPA (1993-2013)


Hace unas semanas una persona muy cercana me preguntó: "¿Y de verdad Frank Zappa es tu músico favorito?" Y aunque pareciera una pregunta inocua y de respuesta predecible, decidí tomarme unos minutos para pensarlo. Admiro a tantísimos músicos, de tantísimas épocas y estilos que sería muy difícil escoger uno que sea mi favorito, a exclusividad. Ocurre que -y esta fue parte de lo que contesté a mi inquisidora- Frank Zappa no es mi único músico favorito, pero si hablamos de artistas, el genio de Baltimore (Maryland) se lleva el primer lugar de mis encuestas internas por amplio margen, por tres características esenciales: independencia, agudeza y creatividad.

En la internet abundan los datos biográficos de Frank Vincent Zappa, de modo que no me sumergiré en aquellas cosas pues me tomarían mucho más tiempo. De hecho, muchas veces he pensado que si quisiera dedicarme a difundir todo el caudal de información del cual dispongo acerca de su vida y carrera, tendría que abrir un blog en el que exclusivamente escriba sobre eso. No se trata de un simple guitarrista de rock de los 70s. Hablar de Frank Zappa significa hablar de un personaje que cambió dramáticamente la manera de entender a la sociedad norteamericana, la política mundial, los análisis sociales, la industria discográfica y una multiplicidad de conceptos relacionados al rock, el jazz y la música clásica.

Este hijo de inmigrantes italianos nacido en 1940 -como él mismo decía "es hijo de la revolución industrial"- que se dedicó a la música popular casi de manera accidental, para mí es el equivalente a Miles Davis en el mundo del rock and roll. Empezó su carrera allá a mediados de los sesenta, con una banda de doo-wop y rhythm and blues llamada The Blackouts, en la que tocaba la batería. Su primera obsesión fue la música instrumental contemporánea (música "clásica" de los siglos 19 y 20), orientada a la percusión, que conoció a través de la obra del compositor francés afincado en los EE.UU. Edgar Varèse, de quien años más tarde adoptaría la siguiente expresión: "The present composer refuses to die" ("el compositor actual se rehusa a morir"). De allí que en sus múltiples ensambles encontremos siempre una gran diversidad de sonidos relacionados a la percusión: dos baterías, campanas, cencerros, panderetas, líneas extremadamente complejas para vibráfonos, xilófonos, etc.

¿Y por qué "el equivalente a Miles Davis"? Trataré de explicarlo brevemente: al igual que el negro Miles, FZ trascendió a la idea de ser un músico de rock para convertirse en un compendio de todas las opciones que pudiesen llegar a su paleta creativa. Armado de su inseparable Gibson SG, Zappa combinó, desde su primer álbum oficial, géneros aparentemente opuestos e inconexos como el blues, el soul, la música concreta, la música electrónica, el surf, el jazz, el country, entre muchos otros. Y con el correr de los años su discografía se convirtió en un indefinible cuerpo de trabajo que exigía cierta preparación y cultura musical para ser entendido. La música de Frank Zappa no es para todo el mundo, y lo digo sin un atisbo de arrogancia. Es simplemente la comprobación de algo perfectamente observable. Sométanse a escuchar, de principio a fin, el disco Absolutely free de 1967 (su segunda producción discográfica) y luego díganme si lo entendieron, si les pareció bueno a la primera. Es un desafío sonoro y letrístico, un punto de quiebre frente a lo que cualquier persona podría esperar de una banda de rock sesentero.

Otro de los aspectos que lo ligan al genial trompetista de jazz es que, bajo su égida, surgió toda una generación de músicos notables, a quienes Frank descubría y reclutaba por su extremo virtuosismo y posteriormente, ya cuando trabajaban para él, exigía al máximo para sacar lo mejor de ellos, en pos de conseguir que la compleja música que escribía estuviese siempre bien interpretada, sin errores. Así podemos enumerar, solo para que se den una idea, a personajes como Jean-Luc Ponty, George Duke, Captain Beefheart, Aynsley Dunbar, Lowell George, Alice Cooper, Terry Bozzio, Adrian Belew, Steve Vai, Warren Cuccurullo, Chester Thompson, entre muchísimos otros. Todos ellos iniciaron sus carreras en contextos musicales dirigidos por Frank Zappa y se convirtieron, por derecho propio, en famosos e influyentes artistas en sus respectivas áreas de creación e interpretación, tal y como sucedió con el creador de Kind of blue. Y todos recuerdan, siempre hasta hoy, las enseñanzas y experiencias a las que tuvieron acceso por haber pertenecido, alguna vez, al Universo Zappa.

Pero Frank Zappa tiene, además, una dimensión no-musical en la que no solo se aleja sino que supera al legado artístico de Miles Davis: su ácida manera de pensar con respecto a la sociedad norteamericana no dejó nunca de aparecer en las letras de sus canciones, en sus entrevistas televisivas (hay muchos ejemplos de ello en la internet). Recuerdo que en el DVD Does humor belong in music?, que registra un concierto de 1984, Zappa aparece mirando a la cámara y diciendo: "Un consejo para todos los niños que vean este programa: si se te acerca una persona en terno y corbata, te regala caramelos y te pregunta si está bien enviar soldados norteamericanos a Nicaragua, dile que NO", en clara alusión a la política exterior de Ronald Reagan, a quien criticó duramente todo el tiempo. Los demócratas tampoco se libraron de su agudeza y claro sentido común para disparar contra los corruptos de su gobierno. Son históricas sus intervenciones en el congreso norteamericano, en 1985, defendiendo el derecho a los músicos por expresarse, en medio de la cacería de brujas emprendida por Tipper Gore -esposa de Al- desde una institución llamada PMRC (Parents Music Resource Center) que consideraba sus letras como dañinas a la sociedad.

Compositor de ilimitada capacidad creativa, guitarrista extremadamente virtuoso e innovador, productor discográfico y cineasta, comentarista social poseedor de un humor negro capaz de provocar escozores en todas las instituciones, Zappa trabajó prácticamente hasta el último día de su vida, acaecido hace veinte años, en qe falleció víctima del cáncer de próstata. Desde entonces no han dejado de aparecer álbumes póstumos con material inédito, de años y años de acumulación de trabajo en The Utility Muffin Research Kitchen, el estudio propio que armó en su propia casa. Incluso, en los últimos años de su existencia, deslizó la posibilidad de postular a la presidencia de los Estados Unidos, organizando campañas para registro al voto y discursos en sus multitudinarios conciertos. La sociedad política estadounidense entró en pánico ante esta noticia y descargó toda su batería de ataques hacia esa amenaza al establishment. Zappa declaró en una de sus entrevistas: "Yo jamás gastaré millones de dólares en campañas publicitarias, sonriendo ante cámaras con sloganes pegajosos y cargando niños, diciéndote que soy la mejor opción. Si quieres saber lo que pienso hacer en el gobierno, llámame, ven a mi casa y te lo cuento".

Podría escribir muchas otras cosas pero en realidad es necesario mayor espacio para hacerlo cumplidamente. Me conformo con decir que ahora, veinte años después de su partida, es sintomático y curioso que la prensa de espectáculos y del negocio de la música de los EE.UU. no haga ningún recuerdo de él, por lo incómodo que era a sus propósitos embrutecedores, pero sí nos siga hablando de Elvis Presley, de Marylin Monroe o de John F. Kennedy, personajes que, independientemente de su importancia en el arte o en la política, eran, al final de cuentas, inocuos pues jamás pusieron el dedo en la llaga, jamás pisaron un solo callo y representaron el lado más amable y conveniente para efectos de sus objetivos como nación sin capacidad de autocrítica. 

Frank Zappa sigue vivo entre quienes amamos su música -que somos millones en el mundo- como se demuestra cada año en el Festival Zappanale, en Bad Doberan (Alemania) o en la gira de homenaje que realiza su hijo Dweezil, consumado guitarrista por derecho propio, con la banda Zappa Plays Zappa, que recorre EE.UU. y Europa desde el año 2006; y que en estos meses rinde homenaje al músico, interpretando íntegramente el clásico disco en vivo Roxy & Elsewhere, lanzado originalmente en el año 1974. Las imágenes corresponden al concierto de Halloween 2013 que Zappa Plays Zappa dio el pasado 31 de octubre en el mítico Beacon Theater de Broadway.


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