sábado, 30 de julio de 2011

SERIES MODERNAS DE TV


Normalmente, mi actitud hacia las actuales series de televisión norteamericanas "de diseño" es agria. Desde que la cultura del DVD se asentó en el mundo del entretenimiento he visto cómo han proliferado los fanáticos de estas productos televisivos, que son capaces de adquirir (en originales o piratas) las temporadas completas de series como Dr. House, 24, Sex on the city, CSI, Lost, Two and a half men y ese largo etcétera que puebla las programaciones de canales de cable como Warner Channel, Sony, Fox, entre otras.

Y la razón de mi actitud es que, de manera extraña y carente de sentido, ser "seguidor" de alguna de estas series se ha convertido en una forma de "ganar status". No estoy seguro de qué es ese status pero es la sensación que tengo. Por ejemplo, las hordas de señoritas (y señoras) que quieren sentirse lo que no son, comparan los trapos que se compran en Ripley o en Gamarra y tienen por enamorado o esposo a un ingeniero industrial con eso que en Lima se conoce como "buen sueldo" (y que en otras latitudes es casi una broma) ven Sex on the city, conocen las aventuras de de sus protagonistas y un poco, por lo menos en su microcosmos de alienación, se sienten como ellas y ven religiosamente sus capítulos (siempre y cuando no se cruce con El Gran Show o con algún capítulo de Al fondo hay sitio.

La alta popularidad de estas series entre el público limeño me resulta desagradable porque se basa en cosas ajenas a lo que originalmente proponen en los temas que tratan y los personajes que presentan. Quizás esté equivocado en lo que estoy diciendo, pero me da la impresión de que estas series gustan mucho en los EE.UU. porque sus tópicos se conectan de inmediato con el estilo de vida del ciudadano promedio (y con sus coeficientes intelectuales también), de modo que aquí no deberían generar esos niveles de aparente empatía.

Salvo excepciones como Friends (que podría considerarse la comedia blanca absoluta, sin apelar a situaciones de grueso calibre y sin dejar de ser adulta), o Party of Five (una especie de novela en inglés, de corte dramático pero con trama interesante y actuaciones peculiares, algo parecido a lo que fue La vida continúa en los 80s) puedo decir que no he sido seguidor de ninguna serie norteamericana en los últimos veinte años debido a esa sensación que intento describir líneas arriba.

De chico me reí a carcajadas con Different strokes (Blanco y negro para nosotros), El show de Bill Cosby o Días felices. También veía sin falta cada capítulo de Los años maravillosos por la onda setentera y todo lo demás (aunque nunca llegué al extremo de saber detalles acerca de las temporadas y cosas por el estilo) y recuerdo algunos capítulos de series que ahora se consideran clásicas como Punky Brewster o La pequeña maravilla, entre otras. Pero en la actualidad las series de televisión aparecen cada dos meses y las más exitosas son precisamente las que más encajan con este concepto "de diseño". Series que generan fanatismnos inusitados y que se anuncian con bombos y platillos dentro de una industria televisiva que, como otras industrias del entretenimiento, apela más que nunca a las fórmulas y deja de lado la sorpresa, la inventiva y la originalidad. Series que se convierten en franquicias y marcas, capaces de segmentar al público que las ve. Quizás pueda tener sentido en una sociedad como la norteamericana pero entre nosotros no debería ser más que un simple programa de televisión, una forma de escapismo o una preferencia por detalles específicos de cada historia.

Con todo eso dicho, debo admitir que hay dos series de televisión actuales que me han atrapado y de las que estoy pendiente cada semana, algo hasta ahora desconocido para mí. Y curiosamente no pertenecen al grupo de las "consagradas" entre el público televidente nacional. Porque precisamente tienen características muy específicas con las cuales el público común y corriente, el de gustos simplistas y actitudes poco genuinas, no percibe o percibe mal y termina desechándolas porque les parecen aburridas, confusas o en el peor de los casos, tontas. Y si no le gusta a la mayoría es porque algo bueno realmente tienen. Dicho sea de paso, estas dos series son de las mejores en los estándares norteamericanos, en donde se ubica el público para el que fueron creadas originalmente, como todas las demás. En los próximos posts me referiré a estas series para ponerlas a su consideración, a ver si encuentro más personas que compartan estos fanatismos repentinos. Hasta entonces...

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