La noticia política que ha dominado la prensa local esta semana ha sido, desde luego, la reunión que sostuvo en Rusia Alexis Humala Tasso con diversas autoridades políticas y empresariales relacionadas a temas estratégicos como la pesquería, el gas y el petróleo. Algunos agentes del fujimorismo perdedor ya le endilgaron el alias de "hermanísimo" del presidente electo mientras que otros, que intentan ocultar su complascencia frente a esta innegable crisis endógena del gobierno que aun no empieza con una dosis de peruana huachafería, lo han denominado "el affair Alexis".
Hay cosas que no pueden ocultarse. En ese sentido la presencia de un miembro directo de la familia de Ollanta Humala en las actividades partidarias no es para sorprenderse. Tampoco debería llamar a sorpresa que, como fundador del partido nacionalista, Alexis realice coordinaciones, participe en reuniones y que al ser, como aparentemente es, un profesional "de éxito" (es decir, que tiene mucha plata), colabore en campañas, viajes y demás proselitismo de un proyecto que es, desde su génesis, una especie de plan familiar incubado desde la mentalidad siempre polémica, pero evidentemente política, de don Isaac, patriarca de los Humala.
El problema es que poco a poco, las iniciales sospechas sobredimensionadas de quienes de inmediato vieron una oportunidad para torpedear al gobierno entrante con críticas, suspicacias y demás tremedismos se han ido convirtiendo en dudas reales debido principalmente a las contradicciones en las que caen tanto los protagonistas directos como sus defensores de ocasión. Las declaraciones de Ulises - el mayor de los Humala - en las que asegura que su hermano fue como representante de último minuto de Gana Perú no coinciden con lo dicho por el mismo Alexis y mucho menos con lo establecido por canales oficiales por las autoridades rusas, que han manifestado su sorpresa y lamentan que el presidente electro Ollanta Humala desconozca una reunión que se habría producido por iniciativa suya.
Todo esto parecería resultado de la inexperiencia política y de un error involuntario de cálculo, lo cual viene siendo aprovechado por los adversarios políticos de la opción que ganó los comicios de julio, para lanzar epítetos de todo calibre. Claro está que, para quienes nos mantenemos medianamente informados, escuchar y ver a personajes como Fernando Rospigliosi o Rafael Rey editorializar y dar moralinas al respecto, lo único que hace es reforzar la idea de que se trata de una tormenta en un vaso de gua.
Además, habría que hacer un inventario (aunque en este caso creo que el término correcto sería un censo) para saber cuántos ingenieron geólogos peruanos de nacimiento tenemos actualmente, que sean capaces de expresarse proficientemente en un idioma tan poco común como el ruso y que además posean, en el momento actual, una red de contactos amicales y profesionales lo suficientemente amplia para asegurar que se les prestará atención en una reunión bilateral.
Dicho esto, creo que es necesario tomar en cuenta las contradicciones en las que vienen cayendo los Humala y no perder de vista que los fantasmas del nepotismo, la corrupción y el favoritismo a allegados son algunos de los vicios que la opción nacionalista se ofreció a desaparecer de llegar al poder. Sería muy decepcionante para el Perú que aun espera con optimismo este 28 de julio que los Humala se conviertan, aun antes de empezar, en el continuismo de lo vivido hasta ahora y que reemplacen el carnet aprista por la coincidencia de apellidos.
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