Leer las editoriales de personajes como Fritz DuBois o Juan Paredes Castro o escucharlas de otros egregios agentes del establishment como Aldo Mariátegui o Mario Saldaña (para más señas por si el nombre no les dice nada, el que acompaña a Jessica Tapia en el noticiero matutino de Canal 2 en las que defienden acaloradamente la libertad de prensa (o libertad de expresión) visiblemente temerosos de que el gobierno de Ollanta Humala, próximo a iniciarse, las vaya a recortar y hasta suprimir, francamente dan risa.
Sin detenernos a considerar que lo más probable es que el nuevo presidente no recorte ni suprima ninguna de estas libertades, cabe preguntarse qué es exactamente lo que estos señores defienden desde sus trincheras de mullidos sillones y aire acondicionado. Porque los señores de Perú21, El Comercio, Correo y Frecuencia Latina callaron en veinte idiomas (con las nobles excepciones de siempre) frente al supuesto atropello cometido contra su colega Rosa María Palacios que fue expectorada de Canal 4 sin razón comprensible a primera vista, amparándose en una formalidad de empresa privada cuando no solo se trataba de uno de los programas más rentables de su parrilla sino que además constituía un "bastión de libertad", por lo menos es lo que aparentaba ser con la postura aguda que la señora Palacios dosificaba según la cara y color político de quien tenía delante.
Las libertades de prensa y de expresión, según se practican en la realidad, permiten que haya publicaciones ofensivas a los menores de edad (léase pornográficas) exhibidas abiertamente y en muchos casos, en las mismas puertas de los colegios. Asimismo, estas libertades protegen programas de televisión nocivos para la sociedad como Magaly TV o Lima Limón en los cuales la televisión prostituida por los afanes comerciales y "de entretenimiento" esparce basura con ventilador y con total impunidad. No conformes con eso, los noticieros matutinos, amparados en su libertad de informar, repiten las escenas más escabrosas de los programas nocturnos a plena hora del desayuno, sin ponerse a pensar en las distorsiones que eso genera en chicos y chicas que crecen pensando que esa clase de exhibicionismos son parte de lo "normal" en una sociedad moderna, cool, al día con las tendencias.
Naturalmente, como estas prácticas generan enormes audiencias e ingresos a las televisoras y a los periódicos de baja estofa, nadie habla de ese tema y para darle algo de "seriedad", se muestran preocupados por las libertades de prensa y de expresión en los aspectos políticos. Acaban de despedir a Rosa María Palacios de uno de los canales propiedad del Grupo El Comercio por ser supuestamente incómoda a los intereses del agonizante gobierno de Alan García Pérez pero les quita el sueño el eventual control de monopolios mediáticos que debería poner en práctica el gobierno entrante. Y para hacerlo disparan contra sus promotores más visibles: el congresista electo Javier Diez Canseco y el congresista saliente Ricardo Belmont Cassinelli.
Ambos personajes, desde sus perspectivas individuales, han hablado permanentemente sobre la necesidad de poner controles a ese desagüe llamado "medios de comunicación" desde el cual se vulneran las libertades de quienes no compartimos los gustos de las mayorías publicando y difundiendo noticias desechables, desagradables y abyectas. En cuanto a la opinión política nos obligan a ver los puntos de vista afines al gobierno y cercenan la libre expresión de las voces disonantes, de aquellos que no concuerdan con el pensamiento único y que están siempre confinados a la prensa alternativa, a los espacios poco conocidos, a las publicaciones menores, casi subterráneas y por ende, no populares ni de moda.
¿Esa es la libertad de prensa que defienden DuBois, Saldaña, Mariátegui y etcéteras? ¿La libertad de seguir contaminando el espectro radioeléctrrico con la degradación humana disfrazada de artistas populares? ¿la libertad de desinformar descaradamente para echarle tierra a un gobierno que ni siquiera ha comenzado? Si para eso sirve la libertad de expresión, yo estaría 100% de acuerdo con que se irrespetara por lo menos un poco...
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