lunes, 30 de julio de 2018

MÚSICA PERUANA: CULTURA E IDENTIDAD NACIONAL



El vals Contigo Perú (Augusto Polo Campos, 1977) podría ser considerado “nuestro segundo Himno Nacional”. Ocurre lo mismo con El cóndor pasa (Daniel Alomía Robles, 1913) o La flor de la canela (Chabuca Granda, 1950). Sin embargo, para las nuevas generaciones esto no es tan evidente por la reducida difusión de nuestro folclor en medios masivos; y la ausencia de políticas educativas que vinculen a las poblaciones escolares con la música peruana.

El folclor peruano ha estado, durante décadas, atravesado por profundos prejuicios y una heredada ignorancia sobre nuestra cultura e identidad. La tan mentada pluriculturalidad no era muy popular hasta hace poco. Por ejemplo, no sabemos nada de las expresiones musicales de las etnias amazónicas, más allá del superficial éxito de algunas cumbias grabadas en los setenta por Juaneco y su Combo o el tema Anaconda, compuesto por la chiclayana Flor de María Gutiérrez.

La combinación música-baile es fundamental en géneros como la marinera trujillana, emblema folclórico del Perú gracias a su vistosa vestimenta, simbología romántica y el uso característico del pañuelo, como pasa también en el tondero piurano. Otras danzas coreográficas costeñas son el festejo, la zamacueca y la elegante marinera limeña. En los Andes, destacan el huaylarsh (Huancayo), los negritos (Huánuco), la diablada y la morenada (Puno), entre otras.

Cuando pensamos en música peruana vienen a nuestra mente lo criollo y lo negro, por la preponderancia que siempre ha tenido la cultura costeña por encima de la serrana y selvática. El fenómeno migratorio de los cincuenta y sesenta trajo a la capital a artistas como Jaime Guardia, Pastorita Huaracina, Máximo Damián y muchos otros, quienes crearon conciencia de que había más música en el país que aquella de las jaranas de la Lima post-virreinal.

Así, los músicos provincianos compitieron en popularidad con los criollos en escenarios limeños. Las canciones instrumentales andinas -como la mencionada El cóndor pasa, Valicha o Vírgenes del sol, de Jorge Bravo de Rueda-, también fueron ganando espacio. Yma Sumac, cantante cajamarquina, causó sensación por su impresionante rango vocal, que le permitió destacar incluso en Hollywood.

Paralelamente, durante la segunda mitad del siglo XX surgió una generación de intérpretes peruanos con aires cosmopolitas: boleristas cantineros (Lucho Barrios, Pedrito Otiniano, Iván Cruz, Guiller), grupos de cumbia (Los Destellos, Los Mirlos), pop-rock (Los Belkings, Los Yorks) y cantantes nuevaoleros de enorme éxito local. Mientras la música costeña limitaba su popularidad a unos cuantos intérpretes (Eva Ayllón, Arturo “Zambo” Cavero) y públicos especializados cada vez más pequeños; la andina fue transformándose, con fenómenos artísticos y sociales masivos como la chicha en los ochenta, o la cumbia y el huayno electrónico de estas épocas. Asimismo, intérpretes como Amanda Portales, Manuelcha Prado, Los Campesinos y otros mantuvieron vigente el folclore andino tradicional. Por su parte, la escena rockera nacional tuvo un desarrollo desordenado y disperso, como se ha tratado de explicar en algunas publicaciones.

La globalización e internet han desaparecido las fronteras musicales. Artistas de otros continentes aprendieron los ritmos e instrumentos de nuestra música y los incorporaron a sus lenguajes sonoros, convirtiéndolos en patrimonio de la llamada world music.

Además, existe una tendencia que utiliza la identidad nacional para campañas mediáticas y gubernamentales contra el racismo y la exclusión de mediano impacto debido al arrastre comercial de “lo étnico” entre públicos capitalinos. Sin embargo, la ausencia de cursos en la Educación Básica Regular que incentiven el conocimiento y cariño por nuestra música hace que estas campañas sean incapaces de calar más hondo en el corazón de los niños y las grandes mayorías.

Actualmente hablar de música peruana ya no alude solo a aquellos géneros musicales oriundos del Perú sino a la música hecha por peruanos. Por ello artistas internacionales como Juan Diego Flórez, Tania Libertad o Gianmarco, combinan constantemente sus estilos con elementos folclóricos. Asimismo, hay muchos artistas que fusionan géneros modernos con instrumentos vernaculares, para acceder a públicos más amplios. Nombres como Miki González, Novalima, Uchpa o Lucho Quequezana son solo algunos ejemplos de ello.

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