sábado, 2 de marzo de 2013

UNA VERDAD INCÓMODA: CARDENAL MARCIAL MACIEL, EL MÁS ABOMINABLE CRIMINAL DE TODOS LOS TIEMPOS


Durante siglos la Iglesia ha sido cuestionada por no ser de confiar. Control económico, poderío militar, censuras, secretismos. Quienes creemos en Dios, aunque no practiquemos los rituales católicos con los que crecimos, sabemos desde hace tiempo que la institución eclesiática no es nada más que una monarquía caduca y decadente, que pregona la austeridad desde sus asientos en primera clase y sus lujosas mansiones.

Cuando se anunció la canonización de Juan Pablo II, mucha gente se alegró pues el papa polaco despertaba mucha admiración por su carisma y poder de comunicación con las masas. Sin embargo, tras esa fachada de buena gente que incluso le ha valido ser candidato a Santo, se esconde un perfil escabroso, capaz de proteger y ocultar a un malvado ser humano, que se valía de su sotana para cometer los abusos más abominables que uno pueda imaginar, contra niños y jóvenes seminaristas.

El renunciante Benedicto XVI, que impulsó la mencionada canonizacón, también conocía de estos crímenes y, más o menos, se hizo de la vista gorda, tanto desde su cargo durante el papado de Juan Pablo II como desde el púlpito privilegiado que ocupó tras su muerte, en el 2005. Ambos - y toda la cúpula vaticana detrás - han mantenido durante años un silencio cómplice y oprobioso, que ensucia por completo a la institución católica, con los peores delitos de los que haya sido capaz un ser humano.

Si en este mundo cabe la posibilidad de que haya existido el Anticristo, definitivamente se llamó Marcial Maciel, cardenal mexicano fundador de la congregación Los Legionarios de Cristo, que se dedicó a violar niños y jóvenes durante más de cuatro décadas, utilizando el nombre de Dios como disfraz y excusa para someter, física y psicológicamente, a indefensos menores que confiaban ciegamente en él.

En este reportaje de una cadena televisiva chilena, se cuenta la historia completa, la que durante años el Vaticano silenció, pagando millones de dólares a periodistas de todo Europa para que no tocaran esta horrible realidad. Maciel fue "exiliado" por la Iglesia, tiempo durante el cual se dedicó a viajar por el mundo con su amante e hija, drogándose por todas las esquinas y mirando de reojo a los jovencitos que tanto atraíoan su atención. Murió de viejo, sin que un policía lo arreste, sin que un juez lo condene. Y la prensa convencional, tan adicta al embrutecimiento y al ocultamiento de las verdades que incomodan al poder, se dedica a despedirse, a lágrima suelta, del renunciante Joseph Ratzinger. Una vergüenza.


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