"El Perú avanza" dicen los paporreteros de la prensa sobona y adicta al consumismo que el dinero plástico y la filosofía de la diversión sinsentido ha establecido como catalizadora oficial de la opinión de la mayoría. En ese contexto, el público distraído por esa ilusión de desarrollo, expone su seguridad e integridad física en pro de pasarla cool en el evento del momento.
Como la sobre-exposición desgasta los points de moda, los magos de la publicidad y el marketing, jovenzuelos de universidades privadas que nunca ven más allá de sus propias narices (y a veces ni eso), generan nuevos lugares de diversión, amparados en la protección que les permite sumarse a las campañas de desinformación del gobiernos que busca levantar sus bonos sobre la base de la prmoción turística de lugares emblemáticos e históricos, como la Fortaleza del Real Felipe, monumental construcción de calicanto que data del siglo XVIII y que sirvió para defender al puerto del Callao del ataque de piratas y corsarios.
Pero ¿qué sucede cuando las calles circundantes a este portentoso fortín, que realmente valdría la pena conocer más, son las más peligrosas del Perú? Hace pocos días, en vísperas de la super publicitada Fiesta de los Corsarios - evento organizado por Halloween, con todas las características que le permitirán aparecer pronto en las secciones sociales de Somos, Cosas y en el próximo capítulo de Polizontes - dos mujeres turistas fueron cobardemente golpeadas y asaltadas por un trío de malnacidos ladrones, frente a la puerta del Museo Naval rumbo al ingreso a la Fortaleza.
Las señoritas, animadas por las exultantes fotografías de diversos folletos que consideran al Real Felipe como uno de los puntos turísticos obligatorios para cualquier estadía en Lima-Callao, atravesaron la ciudad para seguir el circuito y tomar algunas fotos pero su idea se truncó por la absoluta inseguridad que campea en esa zona. No estaban lejos de la puerta principal, estaban prácticamente al frente y eran la 1:30 de la soleadísima tarde del sábado 30.
Los transeúntes, indiferentes a los gritos de las víctimas, pasaban por su costado mientras una de ellas era arrastrada por la vereda y la otra luchaba porque no le arrebatasen su cartera. Consumado el crímen, las mudas e imponentes paredes de la Fortaleza solo mostraban el ridículo afiche de la calavera con la que la promotora de espectáculos Showbiz Perú, auspiciada por exclusivas firmas como Riccadona (vinos), Montalvo (spa/peluquería), Johnny Walker (whiskeys) y veinte nombrecitos más, anunciaba el fiestón de la noche siguiente.
Y claro, veinte minutos después, uno de los policías que supuestamente está rondando para proteger a los transeúntes, se acercó a las llorosas visitantes y les preguntó, casi en tono burlón: "Pero señoritas ¿ustedes no leen los periódicos? ¿acaso no saben que en esta zona del Callao los asaltos han aumentado en un 80%? Esos patas son de acá pes... de Castilla... si quieren vamos para buscar sus carteras..."
Reviso la página web www.fiestapirata.com , sus videos promocionales en youtube y su perfil en facebook y me pregunto si esta generación de jóvenes peruanos puede seguir bajando en las arenas de la estupidez masiva en pro de pasar un rato de diversión, embruteciéndose con tragos exóticos, desfiles mamarrachentos y música de Pitbull. Alguien debería advertirles que atrás de la Fortaleza comienzan los barracones más peligrosos del Callao, las callejuelas Castilla y Libertad donde diariamente muere alguien a balazos, cuchilladas y batallas campales donde llueven piedras y palos. De esas calles salieron los Noles, esa banda de asesinos que saltaron a la fama luego de ajusticiarse entre ellos en conocidas discotecas de mala muerte de La Victoria.
Lamentablemente, las autoridades peruanas viven de espaldas a la población y les interesa un comino su seguridad. Los alrededores de la Fortaleza del Real Felipe solo son seguros cuando el Presidente está cerca, porque en esas ocasiones son capaces de trasladar hasta al ejército entero para cuidarle las espaldas y mantener a raya a los delincuentes que a diario le hacen la vida imposible al ciudadano de a pie, al vecino chalaco, al turista inocente. Por eso desde esta pequeña bitácora aconsejo a todo aquel que se le ocurra conocer en familia la mítica fortaleza de La Punta que no vaya por nada del mundo porque al frente del ingreso, su vida corre el mayor de los peligros. Si quiere enterarse de la historia, busque un buen libro o investigue por Internet donde hay amplia información, fotos y hasta tours virtuales, pero por favor no vayan.
Claro, como a la estúpida Fiesta de los Corsarios solo van los ciudadanos de primera clase, capaces de pagar una entrada de 140 soles por una noche de disfraces en una fortaleza de piedra resguardada solo para ellos, no pasa nada y el Perú sigue avanzando rumbo al Primer Mundo. Aunque yo tengo mis dudas. Quién sabe cuántos espejos, emblemas o neumáticos habrán desaparecido esa noche. Esas estadísticas no las van a dar en Polizontes o en El Comercio. La Fortaleza del Real Felipe es tierra de nadie.
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