"En el Perú no se escribe acerca de lo que yo hago" fue una de las frases que más me impresionó durante la clase magistral que el prestigioso músico peruano Álex Acuña dio el lunes 15 de noviembre en el patio de la Escuela de Música de la Pontificia Universidad Católica, ante un público esencialmente joven, que quizás no alcanzaba a entender del todo que se encontraban frente a una verdadera eminencia de las exigentes y exclusivas escenas del jazz y del pop de todos los tiempos.
Y me impresionó porque en el momento que la dijo, Acuña no se refería precisamente a sus logros musicales sino a su permanente trabajo social - que incluye no solo esta clase de actividades académicas gratuitas sino labores directamente relacionadas a programas como Sembrando y cosas por el estilo - pero se conectaba de inmediato con el mínimo conocimiento que la mayoría de peruanos tenemos acerca de este baterista que es reconocido y requerido por artistas de primerísimo primer nivel, a ambos lados del espectro del music business: puede grabar para la banda sonora de la próxima película de Christina Aguilera y a la mañana siguiente explorar nuevos ritmos y sonidos al lado de sus compañeros habituales de ruta, los no menos prestigiosos Justo Almario (saxofonista colombiano) y Abraham Laboriel (bajista norteamericano).
Desconozco de qué magnitud es el esfuerzo económico que la Escuela de Música de la PUCP ha desplegado para poner a Álex Acuña delante de esos jóvenes estudiantes pero este tipo de clínicas son las que él realiza desde hace décadas en las instituciones de enseñanza musical del calibre de Berklee en Boston o la UCLA en Los Angeles. Desde ese punto de vista, lo que nos ofreció fue un regalo de un valor incalculable tanto en calidad como en costos. El baterista pertenece desde hace tiempo a una élite de instrumentistas y es tremendamente vergonzoso que en los medios de comunicación se privilegien las medianías y bajuras de personajes circenses y casi escatológicos de la farándula actual en lugar de dar a conocer a un artista que está incluso por encima de otros músicos nacionales que también han triunfado en el extranjero como el cantante de ópera Juan Diego Flórez o el guitarrista Ramón Stagnaro. Para decirlo en sencillo, Álex Acuña es pues, otro lote.
La exposición, que duró cerca de dos horas, tuvo como tema central la versatilidad que don Álex, próximo a cumplir 66 años, ha alcanzado a lo largo de sus más de cuatro décadas de carrera musical. Baterista desde el principio, Álex Acuña fue ampliando su rango de acción hasta cubrir prácticamente todas las posibilidades de la percusión: cajón, timbales, bongóes, congas, djembes, cencerros, güiros, cuicas, marimbas y un largo etcétera que en la actualidad incluye instrumentos orientales y africanos. Todo un arsenal percusivo que domina no solo con perfección y destreza sino con pasión y fuerza interpretativa.
Álex Acuña se define como un sobreviviente y aunque declara "no ser religioso" reconoce que una presencia divina lo rescató en el momento preciso. Paradójicamente, esa época oscura de la cual habla escuetamente, coincide con uno de los puntos más encumbrados de su elongada producción en el mundo del jazz, su paso por Weather Report (1976-1978). Aquí lo vemos en el Festival de Jazz de Montreaux en 1976 junto a Joe Zawinul (teclados), Wayne Shorter (saxos), Jaco Pastorius (bajo) y Manolo Badrena (percusión), la mejor formación de esta banda fundamental en la historia del jazz en su etapa de mayor evolución. "Nunca es tarde para tener una vida brillante" dijo el bateristas a sus ocasionales alumnos, refiriéndose a la exitosa carrera que desarrolló tras superar sus problemas de juventud, y que le permite disfrutar actualmente del prestigio ganado en esos años, rodeado de su familia y amigos.
Tema: Elegant people
Tema: Black market
Sería redundante mencionar la lista de nombres notables con quienes Álex Acuña ha trabajado, puesto que en Internet circulan innumerables resúmenes al respecto. Solo cabe decir que sus baquetas y el ritmo natural que lleva en el cuerpo lo ha llevado a compartir escenarios y estudios de grabación con prácticamente todos los más aclamados músicos del mundo, desde compositores clásicos como Pablo Casals hasta Frank Sinatra, desde iconoclastas como Bobby McFerrin hasta modernos y convencionales artistas como Luis Miguel, desde Paul McCartney hasta Christina Aguilera.
Y por si fuera poco, es uno de los impulsores fácticos del cajón peruano en el mundo de la música, como ha quedado registrado en álbumes clásicos de Chick Corea, Paco de Lucía, Herbie Hancock, entre otros. En nuestro país, lo primero que se supo de Álex Acuña fue su participación activa en la conformación de Los Hijos del Sol, proyecto que lanzó en los años 90s el exitoso álbum To my country, reconocido a nivel internacional por su sofisticada combinación de jazz con música peruana. Aquí podemos verlo durante un concierto en Zagreb, Croacia, en el 2009:
Durante la clase, Álex Acuña invitó a tres destacados músicos peruanos: Laureano Rigol (timbales), David Neciosup (saxo alto) y Manongo Mujica (batería) para desarrollar un jam percusivo que tuvo de todo un poco: desde la fuerza telúrica de los ritmos negros del Perú hasta el sabor del latin jazz y la salsa pasando por momentos de improvisaciones jazzísticas al mejor estilo del avant-garde. Desde las congas, Acuña confirmó su categoría y demostró además que la sencillez es un rasgo definitivo de su personalidad, no solo por el conocimiento impartido sino por su flexibilidad y actitud exenta de protagonismos. El ensamble dejó boquiabiertos a los asistentes, que esperaban más música.
Y me impresionó porque en el momento que la dijo, Acuña no se refería precisamente a sus logros musicales sino a su permanente trabajo social - que incluye no solo esta clase de actividades académicas gratuitas sino labores directamente relacionadas a programas como Sembrando y cosas por el estilo - pero se conectaba de inmediato con el mínimo conocimiento que la mayoría de peruanos tenemos acerca de este baterista que es reconocido y requerido por artistas de primerísimo primer nivel, a ambos lados del espectro del music business: puede grabar para la banda sonora de la próxima película de Christina Aguilera y a la mañana siguiente explorar nuevos ritmos y sonidos al lado de sus compañeros habituales de ruta, los no menos prestigiosos Justo Almario (saxofonista colombiano) y Abraham Laboriel (bajista norteamericano).
Desconozco de qué magnitud es el esfuerzo económico que la Escuela de Música de la PUCP ha desplegado para poner a Álex Acuña delante de esos jóvenes estudiantes pero este tipo de clínicas son las que él realiza desde hace décadas en las instituciones de enseñanza musical del calibre de Berklee en Boston o la UCLA en Los Angeles. Desde ese punto de vista, lo que nos ofreció fue un regalo de un valor incalculable tanto en calidad como en costos. El baterista pertenece desde hace tiempo a una élite de instrumentistas y es tremendamente vergonzoso que en los medios de comunicación se privilegien las medianías y bajuras de personajes circenses y casi escatológicos de la farándula actual en lugar de dar a conocer a un artista que está incluso por encima de otros músicos nacionales que también han triunfado en el extranjero como el cantante de ópera Juan Diego Flórez o el guitarrista Ramón Stagnaro. Para decirlo en sencillo, Álex Acuña es pues, otro lote.
La exposición, que duró cerca de dos horas, tuvo como tema central la versatilidad que don Álex, próximo a cumplir 66 años, ha alcanzado a lo largo de sus más de cuatro décadas de carrera musical. Baterista desde el principio, Álex Acuña fue ampliando su rango de acción hasta cubrir prácticamente todas las posibilidades de la percusión: cajón, timbales, bongóes, congas, djembes, cencerros, güiros, cuicas, marimbas y un largo etcétera que en la actualidad incluye instrumentos orientales y africanos. Todo un arsenal percusivo que domina no solo con perfección y destreza sino con pasión y fuerza interpretativa.
Álex Acuña se define como un sobreviviente y aunque declara "no ser religioso" reconoce que una presencia divina lo rescató en el momento preciso. Paradójicamente, esa época oscura de la cual habla escuetamente, coincide con uno de los puntos más encumbrados de su elongada producción en el mundo del jazz, su paso por Weather Report (1976-1978). Aquí lo vemos en el Festival de Jazz de Montreaux en 1976 junto a Joe Zawinul (teclados), Wayne Shorter (saxos), Jaco Pastorius (bajo) y Manolo Badrena (percusión), la mejor formación de esta banda fundamental en la historia del jazz en su etapa de mayor evolución. "Nunca es tarde para tener una vida brillante" dijo el bateristas a sus ocasionales alumnos, refiriéndose a la exitosa carrera que desarrolló tras superar sus problemas de juventud, y que le permite disfrutar actualmente del prestigio ganado en esos años, rodeado de su familia y amigos.
Tema: Elegant people
Tema: Black market
Sería redundante mencionar la lista de nombres notables con quienes Álex Acuña ha trabajado, puesto que en Internet circulan innumerables resúmenes al respecto. Solo cabe decir que sus baquetas y el ritmo natural que lleva en el cuerpo lo ha llevado a compartir escenarios y estudios de grabación con prácticamente todos los más aclamados músicos del mundo, desde compositores clásicos como Pablo Casals hasta Frank Sinatra, desde iconoclastas como Bobby McFerrin hasta modernos y convencionales artistas como Luis Miguel, desde Paul McCartney hasta Christina Aguilera.
Y por si fuera poco, es uno de los impulsores fácticos del cajón peruano en el mundo de la música, como ha quedado registrado en álbumes clásicos de Chick Corea, Paco de Lucía, Herbie Hancock, entre otros. En nuestro país, lo primero que se supo de Álex Acuña fue su participación activa en la conformación de Los Hijos del Sol, proyecto que lanzó en los años 90s el exitoso álbum To my country, reconocido a nivel internacional por su sofisticada combinación de jazz con música peruana. Aquí podemos verlo durante un concierto en Zagreb, Croacia, en el 2009:
Durante la clase, Álex Acuña invitó a tres destacados músicos peruanos: Laureano Rigol (timbales), David Neciosup (saxo alto) y Manongo Mujica (batería) para desarrollar un jam percusivo que tuvo de todo un poco: desde la fuerza telúrica de los ritmos negros del Perú hasta el sabor del latin jazz y la salsa pasando por momentos de improvisaciones jazzísticas al mejor estilo del avant-garde. Desde las congas, Acuña confirmó su categoría y demostró además que la sencillez es un rasgo definitivo de su personalidad, no solo por el conocimiento impartido sino por su flexibilidad y actitud exenta de protagonismos. El ensamble dejó boquiabiertos a los asistentes, que esperaban más música.
Al final de esta clínica-concierto, queda claro una vez más que lo bueno no solo está "condenado" a ser disfrutado por las minorías sino que debe ser así, ya que su masificación sería una preocupante muestra de debilitamiento, desgaste o simplificación inaceptable. En todo caso, desde esta bitácora sí escribiremos más acerca de lo que Álex Acuña, músico peruano, haga porque constituye un verdadero motivo de orgullo para nuestro país. Muchas gracias...
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