La Navidad está a la vuelta de la esquina. La avalancha de publicidad y el mantenimiento de una serie de "tradiciones" que más bien son distorsiones configuran el concepto de lo que significa la Nochebuena en el mundo moderno. Algunas de estas distorsiones han sido excelentemente descritas y desmenuzadas por el periodista Wilfredo Ardito en un artículo titulado "La fiesta de la nueva fe" que publicaré aquí como próximo post.
Pero entre todas esas cosas que se alejan tanto de lo que realmente significa la celebración de la Navidad, entendida como la celebración del nacimiento - en medio de una pobreza y una humildad que actualmente viven en carne propia cientos de miles de seres humanos - de Jesús (con toda la trascendencia histórico-religiosa que tiene ese acontecimiento), entre todas esas tradiciones que se confunden con las imposiciones del consumismo, los despilfarros y las incongruencias de una festividad netamente comercial, los Villancicos o Canciones de Navidad permanecen entre nosotros llenando el ambiente de una alegría infantil, esa ilusión que nos conecta con aquellas cosas inocentes cada vez más extraviadas en los pantanos farragosos en los que se encuentra sumergida nuestra sociedad.
Hay Villancicos en español y en inglés, en francés y en alemán, en quechua y en checo. Los hay en ritmo de rondas infantiles, en cumbia, en rock, en jazz y hasta en chill out. Cantados por niños, por dibujos animados, por Frank Sinatra, por Luis Miguel y un larguísimo etcétera - mientras Jaime Cuadra no haga un CD de Navidad todo está bien - pero ¿qué es un Villancico? Hasta hace poco yo hacía diferencias entre los Villancicos y las Canciones de Navidad. Me explico: cuando escuchaba a los niños del Coro del Colegio José Pardo de Chiclayo - gran parte de ellos deben ser ya unos abuelos - cantando Los peces en el río decía que era un Villancico pero cuando escuchaba a la orquesta de Ray Conniff tocar Winter wonderland decía que era una Canción de Navidad. Y argumentaba que el "villancico" provenía de España o de Latinoamérica mientras que los otros eran temas compuestos para la Navidad en algún otro país europeo o en los EE.UU, pero no se les podía llamar "villancicos". De hecho esa explicación no la inventé yo, sino que la escuché durante mi niñez en algún lugar. Pero la verdad es que estaba en un error tan grande como el espectacular árbol de Navidad que todos los años adorna el Rockefeller Center de Nueva York.
Si bien es cierto la palabra "villancico" sirve en la actualidad para denominar a todas aquellas melodías alusivas a la Navidad, ya sea desde el punto de vista estrictamente religioso (como las que hablan del nacimiento de Jesús, de Belén, de los Reyes Magos, etc...), desde las construcciones que se hacen a partir de ciertos símbolos relacionados a la Navidad (el árbol, el trineo de Papá Noel, los regalos) o desde la reflexión (la felicidad de la época, la unión, el clima, etc...) su origen no está necesariamente ligado a esta celebración católica cristiana...
Originalmente, el término "villancico" surge para denominar las canciones comunales entonadas por los "villanos" - ojo, no estoy hablando de los malvados personajes de una película o de una novela - es decir, los habitantes de las villas de la Europa medieval, y cuyos temas eran más bien de tipo contumbrista, celebratorio mas no necesariamente religioso. En España, antes de llamarse "villancicos" a estas canciones se les conocía como "villancetes" o "villancejos". Es en países como Alemania, Francia y Alemania que se comienzan a asociar las canciones de las villas a los temas religiosos y así fue como, poco a poco, el villancico se fue convirtiendo en lo que actualmente es, sinónimo de canciones alusivas a la Navidad.
En inglés, el término equivalente es "carol", un galicismo proveniente de "caroler", que en nuestro idioma refiere al acto de bailar en grupos organizados en círculos (como las "rondas" de los niños). Los carols, ciertamente más contemporáneos que los villancicos clásicos, tienen la particularidad de enfocar sus temas hacia aspectos más lúdicos y fantasiosos de algunos símbolos navideños, como por ejemplo la famosa canción Rudolph the red nose reindeer (Rudolph el reno de la nariz roja), popular composición basada en un cuento de Robert L. May escrito en 1939. Compuesta por Johnny Marks, cuñado de May, la historia encierra, además del mensaje navideño filtrado en los personajes, una enseñanza: Rudolph, el reno más pequeño del trineo de Santa Claus, es una especie de freak, un fenómeno cuya nariz tiene un intenso brillo rojo. Los demás renos se burlan de él pero Santa Claus lo reivindica poniéndolo al frente del trineo, para que lo guíe con su extraño talento en la oscura noche de Navidad.
Uno de los villancicos más populares y antiguos es Noche de Paz, cuyo título original es Stille nacht, heilige nacht y data de comienzos del siglo XIX. La letra fue compuesta por Joseph Mohr, párroco de un pequeño pueblo de Austria y la melodía, por Franz Gruber, profesor de música de la villa. Otro tema clásico del cancionero navideño es Joy to the world, basado en una de las partes del famoso oratorio El Mesías de George Friedrich Haendel. La lista de villancicos es larguísima así como la cantidad de versiones, instrumentales y cantadas, que existen de cada uno de ellos. Algunos de ellos se han convertido en verdaderos clásicos de la música a nivel mundial y están fuertemente internalizados en el imaginario colectivo como infaltables dentro de cualquier reunión navideña.
Es cierto que el espíritu de la Navidad se ha perdido entre tarjetas de crédito, tráficos estresantes, ofertas y frenéticas olas de campañas publicitarias, pero también es cierto que si uno se aísla por un breve instante de todo el bullicio consumista y se pone a escuchar unos bonitos villancicos - que a larga también son accesorios, aprovechados por algunos oportunistas para vender discos, por ejemplo - ese espíritu infantil, sencillo y humilde vuelve a llenar el ambiente gracias al maravilloso poder de la música.
No hay comentarios:
Publicar un comentario