Las canciones de Rubén Blades tienen la extraña particularidad de llegar al alma de sus oyentes de manera muy directa, sin la necesidad de que estos cuenten con un diccionario al lado o tengan mucha preparación académica o intelectual. Sus letras se conectan de inmediato con el diario caminar del ciudadano de a pie, que no distingue ninguna contradicción entre el hecho de que este compositor y cantante panameño, que comenzó su carrera musical pegando etiquetas en los almacenes de Fania Records sea ahora un ex-Ministro de Cultura, exitoso actor hollywoodense y artista millonario.
En ese sentido, su credibilidad es a prueba de balas. ¿La clave? la sencillez, la humildad, el talento y la entrega que desborda en cada presentación. Por eso anoche vi a muchas de las personas que fueron a verlo al Monumental cantando todas y cada una de las historias de principio a fin y sentían que cada verso hablaba de sí mismos.
Pero además de esas letras inteligentes y a la vez simples, que narran historias cotidianas, pletóricas del color y la vida de un barrio popular inmenso, el latinoamericano, lo que vino a ofrecer Rubén Blades fue un espectáculo musical de primera línea, no solo porque aun conserva intacta esa voz que canta con honestidad y sonea al estilo de la vieja guardia salsera sino porque trajo consigo a uno de los combos instrumentales más importantes de la música afrolatina, que hace 25 años le cambió el rostro a este popular género musical nacido en los tugurios de las comunidades hispanohablantes de New York en la década de los 60s.
La banda que Blades conformó para la grabación del álbum Buscando América (1984), Seis del Solar, no tenía ninguna similitud a las orquestas de salsa tradicionales, no solo por su aspecto juvenil y su preocupación por la prolijidad en los arreglos sino porque dejaron de lado los vientos, clásicos en cualquier agrupación salsera respetable para imprimirle un cierto sonido más ligado al jazz y al pop, sin alejarse del sabor y la fuerza interpretativa del estilo musical que Rubén cultivó desde sus primeras apariciones junto a leyendas como Ray Barretto, Louie Ramírez o Pete "El Conde" Rodríguez.
Esa banda estuvo en pleno anoche descargando todo su virtuosismo: Oscar Hernández (piano), Arturo Ortiz (teclados, coros), Mike Viñas (bajo, coros), Ralph Irizarry (timbales), Eddie Montalvo (congas) y Ricardo Marrero (vibráfono), acompañados por el baterista Robby Ameen, considerado el séptimo miembro oficial de Seis del Solar y tres invitados de lujo: Reynaldo Jorge (trombón, miembro original de la mítica Fania All-Stars), Jimmy Bosch (trombón, una de las estrellas del latin jazz de los últimos años) y Walter Flores (flautista y multi-instrumentista con quien Blades ha grabado su última producción discográfica, Cantares del sub-desarrollo). La calidad musical de Seis del Solar y esta lujosa sección de vientos hicieron bailar a las casi 15 mil personas que estuvieron presentes en este esperado retorno a los escenarios limeños del compositor de Pedro Navaja.
Novalima abrió el show con su sonido efectista lounge-criollo-electrónico, que hizo las delicias de sus seguidores aunque en realidad tuvieron serios problemas de desafinación. El grupo liderado por Grimaldo del Solar terminó su set de media hora en medio de aplausos y vivas al gran Arturo "Zambo" Cavero, a quien por cierto Rubén dedicó el concierto íntegro. Luego de algunos minutos de espera se desplegaron las tres pantallas que estaban detrás del escenario y el concierto comenzó con las notas de Caminos verdes, uno de los temas del mencionado álbum Buscando América. Fueron casi tres horas de clásicos de la salsa y aunque se sintió la ausencia de algunas melodías como Tiburón, Yo puedo vivir del amor o Camaleón, el público vibró, bailó y cantó las frenéticas versiones de temas como Decisiones, El padre Antonio y su monaguillo Andrés, Plástico, Buscando guayaba, Caminando, Ligia Elena, Maestra vida, entre muchas otras.
Uno de los momentos más álgidos del concierto fue cuando interpretó Todos vuelven, vals criollo compuesto por César Miró que Blades y Seis del Solar grabaron a su estilo, bajo los arreglos del pianista y director musical, Oscar Hernández. El título de esta canción, que es considerada ya un himno a la nostalgia del inmigrante latino que debe abandonar su patria por un futuro mejor, es también el nombre de la gira, por lo cual tuvo un significado doblemente especial en el concierto en Perú. También destacó un pequeño segmento acústico en que cantó a guitarra y voz la conmovedora historia de Adán García y el tema Patria, denominada "el segundo himno nacional panameño". Entre canción y canción, Blades se tomaba un tiempo para conversar con su público y llegó a promter que regresaría pronto para ofrecer un concierto gratuito para todos aquellos que no pudieron verlo esta vez.
Cerraron el show Pedro Navaja, Muévete y Te están buscando, tres clásicos de tres épocas distintas dentro de la vasta carrera del compositor panameño. Definitivamente fue una noche de recuerdos, de sabor, de calidad musical pero sobretodo, de salsa con clase...
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