lunes, 10 de febrero de 2020

JENNIFER LÓPEZ Y SHAKIRA: REAFIRMANDO ESTEREOTIPOS NEGATIVOS


El pasado viernes 31 de enero, en Frecuencia Latina, María Teresa Braschi y Pedro Tenorio leyeron, con inocultable entusiasmo, la noticia más importante de esa semana para el mundo del espectáculo: "Jennifer López y Shakira compartirán escenario en el Super Bowl -la final de la Liga Nacional de Futbol Americano, NFL- en Miami, para reafirmar el orgullo de ser mujeres y latinas".

El mini concierto de menos de 15 minutos, producido el domingo 2 de febrero durante el entretiempo de un partido que no le interesaba a nadie más que al público norteamericano, fue visto por más de 100 millones de personas en el mundo, quienes no despegaron los ojos de las contorsiones y disfuerzos de estas dos señoras que han alcanzado gran fama y fortuna vendiéndole al público globalizado la versión más recalcitrante de anacrónicos estereotipos que dañan constantemente la imagen de la mujer de nuestra región.

El tradicional cliché de la latina siempre dispuesta para la fiesta y el coqueteo sensual, que genera tantos resquemores en ciertas agendas feministas, ha sido y es explotado hasta la náusea por estas estrellas pop quienes, junto al reggaetón y sus procacidades, terminan estigmatizando a muchas mujeres latinoamericanas cuando van de turistas por EE.UU., Europa e incluso países del Medio y Lejano Oriente, donde son comparadas con estas figuras del bataclanismo internacional por ser jóvenes y atractivas, aunque no anden sobajeándose contra paredes, pasamanos y tubos, ni les interese hacerlo.

Ante la repetitiva pobreza de sus producciones musicales, ambas construyeron su éxito en el exhibicionismo y la supuesta sofisticación de su imagen fashion con vocación de strippers, amparadas en un conjunto de características físicas que les aseguran una masiva atención, tanto de públicos masculinos como femeninos. El problema es que, aunque una ancha mayoría de mujeres las admira y sueña con parecerse a ellas, hay también muchas otras que se sienten incómodas y hasta ofendidas por quedar reducidas al superficial papel de "divas latinas" que ambas representan con interesado orgullo, valorizado en millones de dólares, por supuesto.

En realidad, la performance de JLo/Shakira en el Super Bowl fue una agresiva reafirmación de estereotipos negativos, socialmente aceptados y muy rentables, que desautorizan las eternas luchas femeninas por ser más respetadas e imponen modas y autonomías económicas logradas con la explotación de la imagen y la cosificación como bandera. Muy poco de orgullo latino y mucho, eso sí a raudales, de show vulgarón del Sunset Strip (baile del tubo, reggaetón). Estereotipos que dan mucha plata y alejan a la masa del verdadero orgullo latino. Una sofisticada salsa que ambas señoras pudieron haber bailado, con clase, fina sensualidad y algo de elegancia, hubiera quedado mejor que esa exhibición de poca monta y alto presupuesto que refleja lo peor de lo que actualmente el mundo entiende como "sabor latino".

Eddie Trunk, personalidad radial de EE.UU., publicó en Twitter: "El show del entretiempo califica como un buen video instruccional de aeróbicos, pero en cuanto a calidad musical debe haber sido el peor de la historia. ¡Bravo NFL! ¿Tuvieron a Guns 'N Roses en Florida pero escogieron transmitir esto? ¡Ridículo!" Por su parte, Dee Snider, vocalista del quinteto rockero Twisted Sister, también criticó el aclamado intermedio, considerando que fue un exceso montar un espectáculo de nightclub en un evento deportivo y familiar, como prueba de que existen puntos de vista contrarios al aparente consenso unánime de que la actuación de marras fue “épica”.   

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