El reciente fallecimiento del folklorista Max Berrú (74)
trajo a la memoria esas melodías telúricas que no conocen fronteras, aquellas
líneas imaginarias que “separan al hermano del hermano” como dice una conocida
décima de Nicomedes Santa Cruz. Es una simbólica coincidencia que su muerte
haya ocurrido el 1 de mayo, Día del Trabajador, fecha en que se conmemora una
importante conquista del proletariado, ese que Berrú, ecuatoriano de nacimiento
y chileno de corazón, defendía con Inti-Illimani, agrupación nacida en la
antigua Universidad Técnica del Estado (UTE), en Santiago de Chile.
Berrú, junto con Horacio Durán, Jorge Coulón y Pedro Yáñez,
fundó este grupo cuyo nombre recuerda a la imponente montaña boliviana, ubicada
a más de seis mil m.s.n.m., en 1967, el mismo año en que se suicidó Violeta
Parra, la legendaria cantautora que inspiró el movimiento de la Nueva Canción
Chilena, cuyos objetivos eran recuperar el folklore latinoamericano en una
época de profundos cambios sociales, políticos y culturales a nivel mundial.
Tras la salida de Yáñez llegaron Ernesto Pérez de Arce y
Horacio Salinas, quien se convirtió en director musical del grupo.
Inti-Illimani publicó sus primeros LP con temas del acervo musical de Chile,
México, Bolivia, Argentina, Venezuela, Ecuador y Perú. En 1970
lanzaron Canto al programa, musicalización del programa de gobierno de
Salvador Allende, con textos de Julio Rojas y música de Sergio Ortega,
compositor del himno más representativo de la canción-protesta, El pueblo
unido jamás será vencido, que grabarían en 1974 en su álbum La Nueva Canción
Chilena. Canto para una semilla (1972) fue otro hito importante de su
primera etapa junto a Isabel Parra, hija de Violeta. El álbum, que contiene
décimas inéditas de la autora de Gracias a la vida, fue lanzado en
italiano y francés, en 1978 y 1985, respectivamente.
La música de Inti-Illimani iluminaba cielos europeos cuando
Augusto Pinochet irrumpió violentamente en La Moneda aquel 11 de septiembre de
1973. La muerte del Presidente Allende ese día, y del cantautor Víctor Jara,
cinco días después, precipitaron la única decisión posible: el exilio. Durante
los siguientes quince años, Inti-Illimani se estableció en Italia con su
formación definitiva: Horacio Salinas (voz, guitarras), José Seves (voz,
vientos, percusiones), Max Berrú (voz, percusiones), Jorge Coulón (voz,
guitarras, vientos), Horacio Durán (voz, charango, vientos, percusiones) y José
Miguel Camus (voz, vientos) y continuó grabando álbumes que eran a la vez
manifiestos comprometidos con la integración latinoamericana y el retorno de la
democracia en Chile, como la trilogía Canto de pueblos andinos (1973,
1975 y 1976), Chile resistencia (1977) o Canto para matar una
culebra (1979), el primero con Marcelo Coulón (voz, cuerdas, vientos),
hermano menor de Jorge, quien reemplazó a Camus, y Renato Freyggang (voz,
vientos).
Las décadas siguientes fueron de experimentación musical,
cruzando ritmos de Centro y Sudamérica con arreglos de jazz, flamenco y música
clásica. La versatilidad de sus integrantes, capaces de intercambiar
instrumentos en cada canción, hacía que tonadas instrumentales andinas
(Alturas), cantos en quechua (El Tinku), fusiones cubanas y afroperuanas
(Sensemayá, Arroz con concolón), sayas (Fiesta de San Benito) y hasta
folklore italiano (Tarantella/Canna astina, Danza di Cala Luna) sonaran juntas
en perfecta coherencia, reafirmando su espíritu integrador. Sus recias voces se
convirtieron en emblemas de las luchas sociales, políticas y estudiantiles de
orientación socialista.
El 18 de septiembre de 1988 Inti-Illimani retornó a Chile y
su recibimiento fue apoteósico. El grupo realizó recitales multitudinarios por
todo el país y apoyó las campañas por el NO para acabar con el régimen
pinochetista (el concierto en el Parque La Bandera, a una semana de su regreso,
fue memorable). Los álbumes Fragmentos de un sueño (1987)
y Leyenda (1990), con los guitarristas John Williams y Paco Peña,
continuaron la veta experimental explorada en discos
como Palimpsesto (1981) e Imaginación (1984). A fines de los
ochenta participaron en los conciertos de Amnistía Internacional junto a Sting,
Peter Gabriel y otros artistas.
En 1997 Max Berrú decide apartarse por razones personales.
Un año después lo haría José Seves. El ingreso de talentosos músicos jóvenes
como Juan Flores, Daniel Cantillana y el cubano Efrén Viera inyectó nuevos
bríos a Inti-Illimani, aunque internamente las fricciones entre Horacio Salinas
y los hermanos Jorge y Marcelo Coulón mellaron la unidad del conjunto, que
finalmente se rompió el 2003 con la salida de Salinas, poco antes de su primera
presentación en Viña del Mar. Estas facciones iniciaron una interminable
disputa legal por la propiedad del nombre Inti-Illimani. “Se ensució nuestro
legado. Me dio mucha pena, sobre todo por los valores éticos y morales que
transmitíamos. Fue una decepción”, manifestó Berrú en una de sus últimas
entrevistas.
Actualmente existen dos versiones del grupo: Por un lado,
Inti-Illimani Histórico, formado por Horacio Salinas, José Seves, Horacio
Durán, Fernando Julio, Hermes Villalobos y Camilo Salinas (hijo de Horacio),
que ha lanzado varios álbumes con Quilapayún y Patricio Manns, así como un
exquisito disco en vivo con Eva Ayllón, grabado en el legendario Café Torres,
en el centro de Santiago. Y por el otro; Inti-Illimani Nuevo, con los hermanos
Jorge y Marcelo Coulón, Juan Flores, Efrén Viera, Daniel Cantillana y Manuel
Meriño (director musical), cuya última producción se titula El canto de
todos (2017).
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