Tras el aluvión de evidencias que terminaron en esta sanción preliminar -120 días sin goce de haber y una acusación constitucional por múltiples delitos- el congresista de Solidaridad Nacional, Michael Urtecho, pasará a la historia como el más corrupto entre los corruptos. ¿Por qué? Porque cada una de sus acciones ilegales las habría maquinado no solo con el cinismo y la tranquilidad con las que las ejecutan sus maestros Luis Castañeda o Alan García, sino con la premeditación y alevosía de quien sabe que está provocando la lástima de la gente, la conmiseración por su condición de discapacitado, la idea generalizada de que nada malo podría surgir de un hombre que se encuentra postrado en una silla de ruedas electrónica. Su aura de "ejemplo de superación", conseguida con su llegada al congreso a pesar de padecer de esta atrofia muscular que le impide movilizarse normalmente, fue la coartada, el escudo que lo protegió todo este tiempo.
Hace poco, el sorprendente Papa Francisco I, declaró que así como hay políticos corruptos, médicos corruptos, abogados corruptos, etcétera; también debemos aceptar que hay sacerdotes, obispos, cardenales y papas corruptos. Esa frase debería extenderse ahora, para que alcance a casos como el de Michael Urtecho: a contramano de lo que la generalidad suele pensar, también hay discapacitados corruptos.
Cierto es que este congreso, que está plagado de ladrones, personajes que fabrican sus hojas de vida, tipejos que mantienen negocios de meretricio, lumpenaje, narcotráfico y afines, hace lo mínimo con desaforarlo y acusarlo constitucionalmente, y que por cada Urtecho haciendo de las suyas en los pasos perdidos, habrá decenas de otros que siguen contratando, para funciones congresales fantasmas, a sus empleadas, a sus amantes, a sus cuidaperros o a sus parientes -o a todos juntos- y que esta es, como siempre, una reacción ante el escándalo mediático. Pero cierto es también que los testimonios de los empleados que el trujillano utilizó para sus arreglos son por demás, contundentes.
El tema no da para muchos rollos, más allá de lo que podamos enterarnos a través de la prensa convencional, que ve en el tema solo un motivo más de rating y demolición política y no una cruzada por adecentar esta politiquería pues ella misma se encarga de engrasar los motores de la pulla barata, el chisme de vieja callejonera trasladado al congreso y los discursos huecos, que sirven para llenar pautas insulsas y realizar entrevistas que no sirven para nada en un país que necesita más dedos acusadores y menos sonrisitas Milagros-Leyva-style. Pero me nace una pregunta en medio de todo este alboroto, que nadie ha formulado hasta ahora: si Urtecho es condenado por enriquecimiento ilícito, asociación ilícita para delinquir, o cualquiera de las otras tipificaciones que encajan con sus malas mañas ¿a qué cárcel irá? ¿o saldrá algún "connotado" penalista a decirnos que por su condición médica no puede cumplir encierro o carcelería?
Si un discapacitado -condición que, de por sí, lamentamos y que no nos complace en absoluto-, es capaz de robar (una actividad que planifica utilizando su cerebro, operativo al 100% como podemos apreciar), también puede ir preso ¿o no?
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