¿Alguna vez les ha ocurrido que se encuentran con algo en la televisión que es tan pero tan estúpido que no pueden dejar de verlo? Eso acaba de ocurrirme esta mañana, mientras pasaba de un canal a otro buscando un poco de distracción. Me topé con el programa Tres G, que se transmite vía Canal 6 de cable. Debo decir que salvo Aventura Culinaria de Gastón Acurio, A la vuelta de la esquina de Gonzalo Torres y Sonidos del Mundo (en los segmentos en que Mabela Martínez no habla) toda la programación de este canal es realmente mala pues explota un ideario discriminatorio en su forma más sutil, con personajes paradigmáticos de la "cultura Asia" que tan nociva es para el entramado social de nuestro eternamente escindido país.
De esa programación, Tres G es uno de los mejores ejemplos de lo inútiles que pueden llegar a ser unos conductores de televisión cuando su actividad primaria no fue ni será esa. Un veterano actor de TV, teatro y cine (Gianfranco Brero), un ícono de la generación más atolondrada del espectáculo nacional (Giovanni Ciccia) y una señorita que nadie sabe qué es, acaso ni ella misma lo sepa (Natalia Parodi) se sientan en mullidos sillones sobre un fondo blanco y perpetran un atentado imperdonable contra ese formato televisivo llamado "programa de conversación".
Según la estructura del programa, los tres conductores, conscientes de su absoluta ignorancia e improvisación sobre el tema que ponen sobre la mesa, invitan a otros tres personajes para complementar la conversa. Supuestamente, estos invitados son expertos o por lo menos están relacionados en mayor medida con el tópico de ocasión, lo cual genera una dinámica de preguntas y respuestas que le dan forma y esclarecen cualquier duda y amplían las posibilidades de explotar al máximo todas las aristas del asunto del que se sientan a conversar.
Sin embargo esto no se cumple. Por lo general, los conductores se rodean de personas poco conocidas y poco conocedoras de la materia, cualquiera esta sea. Da más bien la impresión que se han reunido seis amigos que no tienen nada más interesante que hacer y se ponen a hablar cualquier cosa sobre cualquier cosa, produciendo una hora de lugares comunes, información incompleta cuando no falsa y, en algunos casos, como el que me ha motivado a criticarlos, estupidez y media. Inclusive en las escasas oportunidades en que un personaje realmente interesante como Guillermo Giacosa, Agustín Pérez Aldave o Gerardo Manuel (por citar solo tres ejemplos) la banalidad de las preguntas y la ausencia de preparación previa hace que el nivel de las entrevistas sea siempre pobre.
En esa línea de análisis podría concluirse que no debería haberme sorprendido por la forma en que destrozaron un tema tan interesante como la relación entre el rock y el satanismo pero la verdad, hay que decir las cosas como son: nunca había escuchado tantas tonterías con respecto a este interesantísimo capítulo de la historia del rock. Que digo del rock, de la música popular en su conjunto. Y las tonterías provenían tanto de los conductores como de sus invitados, incapaces de cubrir de manera medianamente solvente las inquietudes que puede generar la naturaleza del tema en cuestión.
Ya sea que se refirieran a temas específicos como la aparición de artistas como Alice Cooper, Ozzy Osbourne o Marilyn Manson, de hechos históricos como la conexión entre los asesinatos de Charles Manson y el tema Helter skelter de The Beatles o los suicidios de jóvenes atribuidos a la escucha de determinadas canciones de heavy metal, al surgimiento de géneros extremos como el death metal o el gothic rock, cada intervención dejaba en claro que ninguna de las seis personas reunidas en el set de Tres G tenían la más mínima idea de lo que estaban hablando. ¿El resultado? una indignante demostración del absoluto irrespeto que se tiene en la televisión por el rock y sus innumerables contribuciones al desarrollo artístico, social y hasta político durante el siglo 20.
La situación siempre ha sido igual con respecto a los conocimientos acerca de la evolución del rock and roll en este país, jamás ha sido vista como un fenómeno estimable, que merezca coberturas periodísticas aceptables, mucho menos estudios profundos e interesantes. Salvo una pequeña minoría invisible y de pocos recursos, nunca ha existido prensa musical en el Perú y en esta época, en que todo se resume con datos extraídos de la Internet y posturas reduccionistas que excluyen el análisis e ignoran el conocimiento que algunos hemos obtenido a lo largo de años de interés genuino en el tema, programas como Tres G, en el cual aparecen seis personas que abordan una situación sin la más absoluta seriedad y que además reciben felicitaciones y audiencias que asumen que esa información incompleta y mala que tienen sobre el rock y sus lazos con ideologías satánicas, coincidencias situacionales y propuestas artísticas desafiantes, es suficiente para conversar al respecto.
Este es un ejemplo de algunas tendencias extremas de satanismo en el rock, artísticamente desafiantes, aunque sus prácticas "religiosas" son deleznables y para nada recomendables... Les Legions Noires son un colectivo musical francés ligado a esta clase de postura satanista que se desarrolló a mediados de los 90s... ninguno de los Tres G ni sus invitados tocó el tema. Está bien hablar de Ozzy, Alice Cooper, Black Sabbath o Led Zeppelin - aunque en realidad ni esos temas más "normales" los trataron bien - pero por cultura general debieran haberlos mencionado. No soy fan de este tipo de death metal pero sé que existe y si hablo de rock satánico es inevitable mencionarlos. Como cuando se habla de futbol peruano y se menciona a Teófilo Cubillas. O algo así.
1 comentario:
Felizmente mi proveedor de cable, no tiene ese canal!!
LuisCarlos Tapia
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