En esta pequeña bitácora creemos que nuestro país realmente avanzaría si se le diera más espacio y se cultivara con verdadero sentido progresista la experiencia y la interacción con el arte musical. Gran parte de problemas como la contaminación sonora, la intolerancia urbana, la banalización del espectáculo, el mal gusto difundido a discreción por las radios y los canales de televisión que van desde las avalanchas inagotables de cumbias y bachatas hasta los videoclips de artistas de dudosa procedencia, pasando por los insoportables participantes de cierto programa sabatino que acapara ratings semana a semana, tienen que ver directamente con la pobreza que exhibe el público en general con respecto a la apreciación musical.
No es posible entender cómo personajes que supuestamente poseen un nivel por encima del común de los tele-espectadores (desde críticos con aires académicos hasta reconocidas bailarinas de danzas modernas, pasando por una de nuestras más destacadas cantantes criollas y un actor talentoso en la comedia y las rutinas conocidas como stand-ups o unipersonales), el cual les dotaría de una capacidad de crítica objetiva y especializada, reparten adjetivos tales como "fantásticos", "maravillosos", "sensacionales" a los pseudo actores-cantantes-bailarines después de demostrarnos con total desparpajo la más supina mediocridad. No es posible entender, decía, salvo que veamos esta abierta ausencia de control de calidad en los filtros sociales, que pueden ser superados prácticamente por cualquiera si viene envuelto en un falso halo de popularidad, también dudosamente adquirida, desde luego.
En sociedades del Primer Mundo - ese al cual perteneceremos, según Alan García, al finalizar su segundo mandato - la educación musical es parte de la currícula desde los primeros años de escolaridad y sea que los alumnos decidan o no dedicarse a la música como carrera y forma de vida, egresan de los colegios con los suficientes conocimientos como para discernir si una propuesta sonora es válida como expresión artística, si tiene meros fines de entretenimiento o comerciales, si vale la pena o no. Por eso es tan común ver en ciudades europeas o en algunas de las principales urbes de los EE.UU. a talentosísimos músicos callejeros, que bien podrían ser violinistas de alguna sinfónica o saxofonistas de algún combo de jazz de primera categoría y que por circunstancias ajenas a su talento, no tienen ni siquiera un trabajo fijo con qué mantenerse.
En ese contexto quiero resaltar en este breve post, dos expresiones musicales muy disímiles entre sí pero que tienen el común denominador de ser de aquellas manifestaciones que terminan ninguneadas de una u otra manera por ese establishment ramplón, de simplonería agresiva y afrentosa, que gobierna los medios de comunicación masiva:
La primera de ellas es la última y muy agradable revelación peruana de nacimiento y residente en España, la joven Brenda Mau, que tuvo que soportar estoicamente los ataques intolerantes de un comentarista fracasado, miembro conspícuo de la callejonera prensa rosa española. En el video que sigue, la niña interpreta de forma sorprendente el tema Teach me tonight, de la inmortal Dinah Washington. Para tener una idea de lo bien que canta la señorita Mau, escucharemos este clásico interpretado por Amy Winehouse...
La segunda, el cierre de un círculo histórico y familiar: en 1969 Frank Zappa publicó Hot Rats y dedicó este álbum instrumental a su primer hijo, recién nacido. Cuarenta años después, Dweezil Zappa recibe un Grammy por mejor interpretación instrumental de rock, por la versión en vivo de Peaches en regalia, tema que abre el mencionado disco, tocada por la banda Zappa Plays Zappa, que él formó en el 2006 para llevar el legado discográfico de su padre al público rockero del siglo 21. Lamentablemente, el galardón fue otorgado en el segmento "no televisado" de la ceremonia, ante un reducido grupo de familiares y amigos.
http://www.youtube.com/watch?v=nWoM5Yqt2Es (Dweezil recibe el premio junto a su banda)
No es posible entender cómo personajes que supuestamente poseen un nivel por encima del común de los tele-espectadores (desde críticos con aires académicos hasta reconocidas bailarinas de danzas modernas, pasando por una de nuestras más destacadas cantantes criollas y un actor talentoso en la comedia y las rutinas conocidas como stand-ups o unipersonales), el cual les dotaría de una capacidad de crítica objetiva y especializada, reparten adjetivos tales como "fantásticos", "maravillosos", "sensacionales" a los pseudo actores-cantantes-bailarines después de demostrarnos con total desparpajo la más supina mediocridad. No es posible entender, decía, salvo que veamos esta abierta ausencia de control de calidad en los filtros sociales, que pueden ser superados prácticamente por cualquiera si viene envuelto en un falso halo de popularidad, también dudosamente adquirida, desde luego.
En sociedades del Primer Mundo - ese al cual perteneceremos, según Alan García, al finalizar su segundo mandato - la educación musical es parte de la currícula desde los primeros años de escolaridad y sea que los alumnos decidan o no dedicarse a la música como carrera y forma de vida, egresan de los colegios con los suficientes conocimientos como para discernir si una propuesta sonora es válida como expresión artística, si tiene meros fines de entretenimiento o comerciales, si vale la pena o no. Por eso es tan común ver en ciudades europeas o en algunas de las principales urbes de los EE.UU. a talentosísimos músicos callejeros, que bien podrían ser violinistas de alguna sinfónica o saxofonistas de algún combo de jazz de primera categoría y que por circunstancias ajenas a su talento, no tienen ni siquiera un trabajo fijo con qué mantenerse.
En ese contexto quiero resaltar en este breve post, dos expresiones musicales muy disímiles entre sí pero que tienen el común denominador de ser de aquellas manifestaciones que terminan ninguneadas de una u otra manera por ese establishment ramplón, de simplonería agresiva y afrentosa, que gobierna los medios de comunicación masiva:
La primera de ellas es la última y muy agradable revelación peruana de nacimiento y residente en España, la joven Brenda Mau, que tuvo que soportar estoicamente los ataques intolerantes de un comentarista fracasado, miembro conspícuo de la callejonera prensa rosa española. En el video que sigue, la niña interpreta de forma sorprendente el tema Teach me tonight, de la inmortal Dinah Washington. Para tener una idea de lo bien que canta la señorita Mau, escucharemos este clásico interpretado por Amy Winehouse...
La segunda, el cierre de un círculo histórico y familiar: en 1969 Frank Zappa publicó Hot Rats y dedicó este álbum instrumental a su primer hijo, recién nacido. Cuarenta años después, Dweezil Zappa recibe un Grammy por mejor interpretación instrumental de rock, por la versión en vivo de Peaches en regalia, tema que abre el mencionado disco, tocada por la banda Zappa Plays Zappa, que él formó en el 2006 para llevar el legado discográfico de su padre al público rockero del siglo 21. Lamentablemente, el galardón fue otorgado en el segmento "no televisado" de la ceremonia, ante un reducido grupo de familiares y amigos.
http://www.youtube.com/watch?v=nWoM5Yqt2Es (Dweezil recibe el premio junto a su banda)
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