Frente a las desastrosas performances de los equipos y selecciones peruanas de fútbol, a la sazón el deporte más popular del país - también cortesía de los mass media, sin hablar de su transformación en un tremendo negocio, en el cual son cada vez más comunes los casos de corrupción - surgen figuras como la selección de voley de hace 20 años, los 360 de Sofía Mulanovich y los derechazos de Kina Malpartida.
Resultan llamativas dos cosas: los triunfos a los que hago referencia han sido conseguidos por mujeres, echando por tierra nuevamente la idiosincracia machista que caracteriza a los pueblos de Latinoamérica y en dos áreas que se caracterizan por no contar con el más mínimo apoyo de parte del Estado. En una época como ésta, que deportistas y artistas sigan alcanzando esta clase de logros a través de sus propios esfuerzos mientras que un país entero continúa fragmentándose gracias a los politicastros y los defensores del pensamiento 100% economicista que destruye todo lo que toca, debería constituir la más clara señal del engaño en que pretenden mantener a las grandes mayorías los grupos de poder que controlan todo a su antojo.
Al margen de las consideraciones específicas que podamos realizar con respecto al surf, al box femenino o a la tardía revalorización del quechua (idioma que todos nosotros deberíamos haber aprendido desde la primera infancia) y de los ya acostumbrados advenedizos, capaces de subirse a la carrera y sin pensarlo dos veces al estribo de cada carro que les pasa por delante, el título del Campeonato Mundial de Peso Pluma y el Oso de Oro en el Festival de Cine de Berlín (conocido en el argot cinéfilo como "la Berlinale") son de las mejores cosas que han ocurrido en estos primeros meses del año y deberían servir de acicate para la reflexión con respecto a cuánto podríamos mejorar si contáramos con una sociedad más artística y más deportiva.
Hasta la próxima...
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