jueves, 17 de marzo de 2011

ORTEGA Y GASSET Y SU VIGENCIA


A menos de un mes de las elecciones presidenciales, me rehuso a transgredir la palabra empeñada y no pienso sucumbir a la tentación de escribir acerca de las interminables payasadas a las que nos exponen todos los candidatos, sin excepción, en esta carrera en la cual demuestran, como es habitual, sus bajezas y niveles paupérrimos de inteligencia emocional, y en algunos casos las cantidades pantagruélicas de ignorancia que exhiben sin pudor estas personas, supuestamente pertenecientes al Perú educado en universidades, con maestrías, doctorados, experiencias, etc., etc., etc.

Prefiero recordar un genial concepto de política y sociedad de masas escrito en 1937 por el pensador español José Ortega y Gasset (1883-1955) en su Prólogo para franceses, un pequeño ensayo introductorio para la segunda edición, corregida y aumentada de su clásica y fundamental obra La rebelión de las masas, publicada originalmente en 1926. Como algunos saben, no todos por desgracia, este libro de Ortega y Gasset deconstruye en sus páginas el hasta ese entonces misterioso y nuevo predominio de las masas en la cosa pública (no solo en la política) y nos brinda en cada capítulo precisas, deliciosas y lúcidas descripciones de un estado de cosas que hoy, ocho décadas y media después, no solo se ha mantenido sino que ha empeorado en foma exponencial.

Estos breves párrafos del Prólogo para franceses son un resumen visionario de lo que hoy vemos en los debates electorales, las portadas de los diarios y las preferencias del público en todo orden de cosas (programas de televisión, respuestas a estímulos publicitarios, etc.). No apto para quienes comparten el pensamiento único de que "estamos mejor". Saludos...

LA REBELIÓN DE LAS MASAS - PRÓLOGO PARA FRANCESES (pag. 28)
... Ni este volúmen ni yo somos políticos. El asunto de que aquí se habla es previo a la política y pertenece a su subsuelo. Mi trabajo es oscura labor subterránea de minero. La misión del llamado "intelectual" es, en cierto modo, opuesta a la del político. La obra intelectual aspira, con frecuencia en vano, a aclarar un poco las cosas, mientras que la del político suele, por el contrario, consistir en confundirlas más de lo que estaban. Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de de la hemiplejia moral. Además, la persistencia de estos calificativos contribuye no poco a falsificar más aun la "realidad" del presente, ya falsa de por sí, porque se ha rizado el rizo de las experiencias políticas a que responden, como lo demuestra el hecho de que hoy las derechas prometen revoluciones y las izquierdas proponen tiranías..."

LA REBELIÓN DE LAS MASAS - EL HECHO DE LAS AGLOMERACIONES (pag. 41 en adelante)
"...Las ciudadaes están llenas de gente. Las casas, llenas de inquilinos. Los hoteles, llenos de huéspedes. Los trenes, llenos de viajeros. Los cafés, llenos de consumidores. Los paseos, llenos de transeúntes. Las salas de los médicos famosos, llenas de enfermos. Los espectáculos, como no sean muy extemporáneos, llenos de espectadores. Las playas, llenas de bañistas. Lo que antes no solía ser problema, empieza a serlo casi de continuo: encontrar sitio...

"... La muchedumbre, de pronto, se ha hecho visible, se ha instalado en los lugares preferentes de la sociedad. Antes, si existía, pasaba inadvertida, ocupaba el fondo del escenario social, ahora se ha adelantado a las baterías, es ella el personaje principal. Ya no hay protagonistas, solo hay coro..."

Es falso interpretar las situaciones nuevas como si la masa se hubiese cansado de la política y encargase a personas especiales su ejercicio. Todo lo contrario. Eso era lo que antes acontecía, esa era la democracia liberal. La masa presumía que, al fin y al cabo, con todos sus defectos y lacras, las minorías de los políticos entendían un poco más de los problemas públicos que ella. Ahora, en cambio, cree la masa que tiene derecho a imponer y dar vigor de ley a sus tópicos de café. Yo dudo que haya habido otras épocas de la historia en que la muchedumbre llegase a gobernar tan directamente como en nuestro tiempo...

"... Lo característico del momento es que el alma vulgar, sabiéndose vulgar, tiene el denuedo de afirmar el derecho de la vulgaridad y lo impone dondequiera.... La masa arrolla todo lo diferente, egregio, individual, calificado y selecto. Quien no sea como todo el mundo, quien no piense como todo el mundo, corre el riesgo de ser eliminado. Y claro está que ese "todo el mundo" no es "todo el mundo". "Todo el mundo" era, normalmente, la unidad compleja de masa y minorías discrepantes, especiales. Ahora todo el mundo es solo la masa".

Amén...

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