domingo, 27 de julio de 2025

LOS (YA NO TAN) NUEVOS PERIODISTAS

 



El pasado viernes 18 de julio, una nutrida minoría de jóvenes cibernautas interesados en esa sanguaza ignorante, ridícula y corrupta que es actualmente la política nacional, estuvieron pegados al YouTube durante una hora y media, lo que dura un partido de fútbol, para no perderse ni una frase, ni una lisura, ni una anécdota, del diálogo que sostuvieron dos de sus principales referentes en materia de entretenimiento, información y análisis, Carlos León Moya y Víctor Caballero, alias "El Curwen".

"¡Muchos esperábamos este crossover!" comentaban emocionados algunos seguidores de ambos. Para mí, melómano obsesivo, la palabra "crossover" - que en español significa, literalmente, "cruce"- solo era sinónimo de esos artistas que grabaron sus éxitos en dos idiomas -Abba, Miami Sound Machine, Demis Roussos, Eros Ramazzotti- o que combinaron dos estilos, lo pop con lo clásico -Andrea Bocelli, los tres tenores, Sarah Brightman -, el thrash con el rap -Anthrax & Public Enemy; y así... Como tantas otras cosas del siglo XXI, relacionadas a las redes y la tecnología, siempre llego a comprenderlas un poco después.

Los datos de YouTube expresan la expectativa generada por la transmisión en vivo de la conversa entre León Moya y Curwen. Una métrica de siete mil conectados al "live" hace palidecer de envidia hasta a los más pintados del streaming hecho en Perú. Y, aunque no he revisado la cantidad de reproducciones posteriores a la transmisión en vivo, casi una semana después, no me hace falta hacerlo para colegir que deben ser muchas. Muchísimas.

Estamos ante un fenómeno generacional de interesantes implicancias para nuestra profesión. Los dos viejos amigos que no se cruzaban desde hacía tiempo en un espacio común, a pesar del éxito que tienen sus respectivos programas -de ahí lo de "crossover"- son los que podríamos considerar los más serios en el ecosistema moderno de streamers lorchos, más allá de que sus posturas ideológicas nos resulten atractivas o desechables, falsas o auténticas.

Si a nosotros nos estimulaban intelectualmente, en nuestros años formativos, las rigurosas conversas entre Marco Aurelio Denegri y Armando Robles Godoy; o las entrevistas de César Hildebrandt a Paco Igartua o Javier Diez Canseco, que tenían 80% de academicismo y 20% de palomillada, a estos jóvenes que podrían ser nuestros hijos, que viven pegados a las redes, les remueve las neuronas la frescura, la conchudez, la irreverencia que también se debate entre ser enterado y ser chonguero, pero en las proporciones opuestas.

De hecho, en una parte de su conversación, Curwen y León Moya reflexionan, en el lenguaje que la muchachada entre 18 y 25 años -muchos de los cuales votarán el 2026 por primera vez- que los sigue denomina "brutal", ajeno a toda formalidad, extremadamente relajado, lisuriento y chacotero, como cuando nosotros nos juntábamos, en pleno pregrado, en la Calle de las Pizzas, en La Noche, en el Superba o en El Cangrejo, se dedican a cuestionar el futuro de los actuales estudiantes de comunicación o periodismo. "¿Para qué? ¿Para trabajar dónde? ¿En El Comercio? ¿En Willax?

Ambos egresaron de las facultades de periodismo y comunicaciones una generación y media después que nosotros y, como hijos de su tiempo, manejan muy bien los lenguajes de redes sociales sin dejar de lado el estudio de la realidad desde el punto de vista informativo, académico. Estos ídolos del nuevo periodismo tienen arrastre entre los más jóvenes, pero ya no son ellos mismos tan nuevos como creen públicos de otros sectores etarios, más desconocidos del submundo del streaming.

Caballero, por un lado, se hizo famoso como divulgador periodístico al margen de los medios convencionales, disparando denuncias y datos que las super estrellas de la tele y la prensa, por sus tradicionales conflictos de interés y nexos con los poderes políticos, empresariales y económicos, jamás daban, con un estilo fresco, divertido y misterioso. "El Diario de Curwen" fue, entre 2014 y 2024 más o menos, la versión "seria" de "La Habitación de Henry Spencer". Y tuvo mucha notoriedad.

Por el otro lado, León Moya escribía artículos largos, en clave política y humorística, en medios que casi nadie leía, excepto políticos, círculos de poder y otros periodistas, como la desaparecida revista Poder. Luego, en 2011, sus análisis, agudos e informados, se hicieron más conocidos por el público lector y consumidor de noticias como reportero y columnista del semanario Hildebrandt en sus Trece, trabajos de los cuales aún conserva el segundo.

Su ingreso a las redes fue a través de un programa pionero de los streaming que, bajo el nombre de "Chicharrón de Prensa" analizó, entre 2017 y 2019 más o menos, con mucha joda de por medio, la política nacional, compartiendo mesa con otros tres amigos, uno de ellos muy conocido por su trabajo en televisión (Marco Sifuentes), un columnista de prensa (Luis Davelouis) y un publicista (Miguel Villalobos).

Mi promoción egresó de la USMP en el año 1996, hace ya casi 30 años. Y, salvo contadas -contadísimas- excepciones, ninguno desarrolló una audiencia, un perfil individual público/mediático, nexos con el poder. En otras palabras, ninguno de nosotros se hizo "conocido". De alguna manera, la universidad que nos eyectó en aquellos años del segundo fujimorato, en plena dictadura fujimontesinista, nos dejó un poco a nuestra suerte. El monopolio de los contactos en medios grandes lo tenían, en ese entonces, San Marcos, Lima y Católica. Y sigue siendo así.

León Moya y Curwen provienen de la Católica, la PUCP, quizás la más influyente de todas en esos términos. Pero, además, ambos mostraron su interés por la política desde las aulas. Centros federados, asambleas, política universitaria, son aspectos que las demás universidades no trabajaban del todo bien. 

A diferencia del promedio de su generación, ambos leían, veían buen cine, escuchaban buena música. Como muchos de nosotros. Pero, con dos diferencias: además de sus propios intereses y disciplina para estudiar, la plataforma docente de la PUCP los puso en vitrina de la política adulta. El segundo aspecto, por supuesto, son las redes sociales y la revolución que han causado en las opciones que el público tiene a su disposición para informarse y que tienen los profesionales de la comunicación para ejercer su oficio.

Así, mientras Curwen, ya graduado, se desarrolló como asesor de políticos emergentes como Julio Guzmán y se curtió como periodista trabajando en el equipo de Marco Sifuentes y su proyecto multimedia El Útero de Marita; León Moya se hizo militante, desde sus épocas como alumno, de la izquierda más densa y radical.

Uno iba creciendo en lo que se convirtió en el medio tecnológico más influyente del Perú. El otro viajó con Alberto Moreno (líder de Patria Roja) a Cuba, se especializó en politología y fue amigo personal de personajes totémicos de la izquierda nativa: Raúl Wiener, Carlos Tapia, Hugo Blanco.

Ambos tuvieron, también, su paso por el Estado, algo que les sirve hoy de insumo para sus análisis pues vieron, escucharon o estuvieron en el epicentro noticioso durante el gobierno de PPK. En un hecho que demostró su absoluta ceguera para armar equipos de trabajo, la PCM al mando de Fernando Zavala contrató como asesores a Curwen, León Moya y otros jóvenes de izquierda, sin saber que eran de izquierda. 

No ocasionaron una revolución desde adentro, por supuesto, pero lograron enterarse mejor que nadie de todos los enjuagues gubernamentales previos a la caída de Kuczynski. León Moya, en medio de su militancia, había sido antes parte del comando de campaña de Ollanta Humala, durante el proceso electoral que lo hizo llegar a la presidencia en el 2011.

Ambos son, actualmente, estrellas del streaming. León Moya tiene desde el año 2021 un programa unipersonal llamado Voto Irresponsable, en su canal de YouTube. El nombre surgió como antítesis al lema oficialista que intentó bloquear el sorpresivo ascenso de Pedro Castillo, a quien apoyó abiertamente desde ese espacio. 

El Diario de Curwen y Voto Irresponsable son dos programas de culto para esa minoría de jóvenes que, junto a sus mp3 de Bad Bunny y Taylor Swift, leen a Baumann, a Lemebel y a García Márquez, que son fanáticos de cualquier serie de Netflix pero saben también de cine italiano o brasileño. Las juventudes caviares, como dirían algunos, los adoran.

Mientras que Curwen ha dejado un poco de lado los temas que lo hicieron conocido para concentrarse más en aspectos de entretenimiento en streaming, como parte del elenco de Todo Good -que le hace competencia a otro canal de YouTube llamado La Roro Network-, y realiza análisis político y entrevistas en su unipersonal Brutalidad Política, León Moya sigue adelante con Voto Irresponsable sin colores chillones en las paredes, sin efectos de sonido, sin compañía -aunque recientemente está invitando a gente para que compartan con él la pantalla, para "obtener más vistas"-, ambos alistando motores para la próxima campaña electoral que está por comenzar.


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