Hace años vi un abogado joven en televisión, defendiendo al Fujimori post-renuncia-por-fax, fugado y auto-declarado ciudadano japonés. Era - o había sido - congresista partidario de la cleptocracia por lo cual me cayó mal desde el principio, con esa verborrea falaz y que busca confundir a los oyentes confundibles. Muchos años después lo vi en una entrevista que le hizo César Hildebrandt en uno de sus últimos programas televisivos, El Perro del Hortelano, hablando acerca de Juan de Arona, tema en el que ese mismo abogado resultó ser un experto.
Y aunque en estas últimas semanas casi no he visto noticias, lo acabo de ver haciendo ridículos llamados al desorden público porque no le prohiban "reemplazar" al corrupto Kouri en la plancha electoral municipal de esa cosa llamada Cambio Radical. Y me pregunté una vez más ¿quién es Fernán Altuve en realidad? Y una vez más, César Hildebrandt resolvió mi interrogante con este agudo e implacable perfil:
"Infectado
César Hildebrandt
Semanario "Hildebrandt en sus trece", 27 de agosto de 2010
Fernán Altuve suele ser una persona fina, delicada, inteligente. Pero, cada noche, como si de una maldición novelada se tratara, Fernán Altuve toma un brebaje que lo vuelve peludo, lo hace aullar a la luna y lo convierte en una bestia licantrópica. Entonces se pone a hablar bien de Fujimori y bien del golpe de Estado y muy bien de Keiko y requetebien de Kouri. Es como si la caperucita roja se volviese lobo.
A Altuve le gustan los libros y es, por ejemplo, un especialista en derecho romano. ¿Cómo alguien así puede tutearse con gente que cree que el derecho romano y Mussolini son la misma cosa? ¿O es que a Altuve lo habita una tentación fascista a la que cede a veces, después de beber la pócima?
No lo sé. Como nunca sabré por qué alguna gente de evidentes méritos intelectuales tuvo que revolcarse en el chiquero fujimorista y entre las pezuñas de los Hermoza, los Montesinos y los Rivas.
Lo que sí sé -porque lo he comprobado empíricamente- es que el fujimorismo es una variedad de la meningitis, una inflamación del órgano del pensar, una interrupción de los fluidos que hacen la alquimia de la inteligencia. ¿Hay alguna zona del cerebro encargada de hacernos percibir el ridículo? Pues esta infección la aniquila, sabotea las sinapsis y crea un claro cortical visible en cualquier tomografía. Una demostración penosa de este síndrome fue el caso de la Interpretación Auténtica del Artículo 112 de la Constitución, mamarracho siniestro al que se prestaron algunos catedráticos del derecho. Esta invasión bacteriana multidrogorresistente termina por hacer del paciente un congresista. O un candidato de reemplazo cuando al candidato oficial se lo ha tumbado la ley que quiso violar.
Ese es el caso de Altuve, el tercero de a bordo en la bolichera pirata de Álex Kouri.
Pero que Altuve haya aceptado ser el reemplazante, ni siquiera de Kouri sino de la señora Frayssinet no es lo que me deja estupefacto. Lo que me conmueve hasta la risotada es que este señor se presente a los medios y les diga que él candidatea no para gobernar Lima sino para ser testaferro de Kouri, quien será, de ganar Altuve, el que de verdad tome las grandes decisiones.
Infectado hasta el tuétano por el fujimorismo, Altuve pretende sacarle la vuelta a la ley, burlarse del Jurado Nacional de Elecciones y dar un golpe de Estado minúsculo en la sede municipal de la ciudad. ¡Un homenaje a su amado 5 de abril de 1992! ¡Todo un aporte a la demolición del derecho y las instituciones! ¡La cuota inicial del fujimorismo retornado! ¡El botón de muestra de lo que será el Perú si la señora Keiko, hija de su padre y venerada por Altuve, llega a hacerse del poder!
El problema para Altuve es que al decir que el alcalde será el tachado Kouri, lo que está haciendo es presentarse -esto dicho con todo respeto- como un político con aspiraciones de pobre diablo, como un sirviente suertudo que presta su nombre a una maniobra judicial aceitosa, como el ama de llaves que le abrirá las puertas a su patrón vetado por la ley. Y entonces me doy cuenta: ¡Altuve no es Mr. Jekill: es Mary Reilly!
Ya lo decía: algún día se sabrá cómo es que el fujimorismo resulta tan eficaz en la tarea de masacrar neuronas y en el robo agravado de la autoestima. Que la ciencia diga su palabra."
"Infectado
César Hildebrandt
Semanario "Hildebrandt en sus trece", 27 de agosto de 2010
Fernán Altuve suele ser una persona fina, delicada, inteligente. Pero, cada noche, como si de una maldición novelada se tratara, Fernán Altuve toma un brebaje que lo vuelve peludo, lo hace aullar a la luna y lo convierte en una bestia licantrópica. Entonces se pone a hablar bien de Fujimori y bien del golpe de Estado y muy bien de Keiko y requetebien de Kouri. Es como si la caperucita roja se volviese lobo.
A Altuve le gustan los libros y es, por ejemplo, un especialista en derecho romano. ¿Cómo alguien así puede tutearse con gente que cree que el derecho romano y Mussolini son la misma cosa? ¿O es que a Altuve lo habita una tentación fascista a la que cede a veces, después de beber la pócima?
No lo sé. Como nunca sabré por qué alguna gente de evidentes méritos intelectuales tuvo que revolcarse en el chiquero fujimorista y entre las pezuñas de los Hermoza, los Montesinos y los Rivas.
Lo que sí sé -porque lo he comprobado empíricamente- es que el fujimorismo es una variedad de la meningitis, una inflamación del órgano del pensar, una interrupción de los fluidos que hacen la alquimia de la inteligencia. ¿Hay alguna zona del cerebro encargada de hacernos percibir el ridículo? Pues esta infección la aniquila, sabotea las sinapsis y crea un claro cortical visible en cualquier tomografía. Una demostración penosa de este síndrome fue el caso de la Interpretación Auténtica del Artículo 112 de la Constitución, mamarracho siniestro al que se prestaron algunos catedráticos del derecho. Esta invasión bacteriana multidrogorresistente termina por hacer del paciente un congresista. O un candidato de reemplazo cuando al candidato oficial se lo ha tumbado la ley que quiso violar.
Ese es el caso de Altuve, el tercero de a bordo en la bolichera pirata de Álex Kouri.
Pero que Altuve haya aceptado ser el reemplazante, ni siquiera de Kouri sino de la señora Frayssinet no es lo que me deja estupefacto. Lo que me conmueve hasta la risotada es que este señor se presente a los medios y les diga que él candidatea no para gobernar Lima sino para ser testaferro de Kouri, quien será, de ganar Altuve, el que de verdad tome las grandes decisiones.
Infectado hasta el tuétano por el fujimorismo, Altuve pretende sacarle la vuelta a la ley, burlarse del Jurado Nacional de Elecciones y dar un golpe de Estado minúsculo en la sede municipal de la ciudad. ¡Un homenaje a su amado 5 de abril de 1992! ¡Todo un aporte a la demolición del derecho y las instituciones! ¡La cuota inicial del fujimorismo retornado! ¡El botón de muestra de lo que será el Perú si la señora Keiko, hija de su padre y venerada por Altuve, llega a hacerse del poder!
El problema para Altuve es que al decir que el alcalde será el tachado Kouri, lo que está haciendo es presentarse -esto dicho con todo respeto- como un político con aspiraciones de pobre diablo, como un sirviente suertudo que presta su nombre a una maniobra judicial aceitosa, como el ama de llaves que le abrirá las puertas a su patrón vetado por la ley. Y entonces me doy cuenta: ¡Altuve no es Mr. Jekill: es Mary Reilly!
Ya lo decía: algún día se sabrá cómo es que el fujimorismo resulta tan eficaz en la tarea de masacrar neuronas y en el robo agravado de la autoestima. Que la ciencia diga su palabra."
2 comentarios:
no se metan con mi amor.
Mis respetos para Altuve. Muy sagaz y astuto. Con defectos como cualquiera. No se si un buen gobernante en el futuro, pero de seguro un gran asesor.
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