Hubo un tiempo en que los cantantes en español no tenían temor de mostrar sensiblidad y delicadeza al momento de expresar sentimientos amorosos hacia una mujer. Insertados en una década de fuertes desigualdades de género y del evidente sesgo machista en cuanto a los roles del hombre y la mujer, la música romántica rompió los esquemas de una sociedad acostumbrada a que la mujer llorara por sus desamores y el hombre, después de rondar por todas las esquinas y "hacer de su vida un fleco", regresara al hogar entonando boleros o rancheras de intensa carga poética pero más definidos por sus intenciones enamoradizas, de conquista mas no por el sentirse vulnerable ante un sentimiento capaz de convertir hasta al más gallardo caballero en un manojo de nervios, dudas y promesas.
En la década de los 70s hubo un boom de cantautores e intérpretes que definieron la música romántica en español y establecieron un estilo que tardó poco en ser admirado en todo el mundo. Así, frente a los embates rockeros que provenían de EE.UU. e Inglaterra, caracterizados por el escapismo fantasioso, la poesía multitemática o la violencia manifiesta, desde España aparecieron émulos de los clásicos crooners al estilo Frank Sinatra o Tony Bennett que, vestidos de negro y con elegantes orquestaciones, lanzaron sus carreras dedicadas a cantarle al amor sin ambages, al amor puro y eterno. A veces de manera descarnada, a veces de manera estilizada, estos personajes dieron forma a un género musical de amplio rango que hasta ahora existe y mantiene vigencia: la balada romántica. En los próximos días, tres de sus más importantes representantes van a presentarse en Lima para beneplácito de todas aquellas personas que, a lo largo de los años, han vibrado y se han identificado con sus canciones.
De alguna manera se ha retrocedido en el tema del amor dentro de la música popular contemporánea. Hoy en día las parejas jóvenes se juran lo que se juren en medio de frenéticos bailes que dejan muy poco a la imaginación o simplemente se dejan llevar por la hiper-estimulación sensorial que ofrecen géneros de procedencia tropical. El escapismo y la agresividad del rock han sido reemplazados por la pachanga interminable o la naturaleza explícita de géneros como el reggaetón o la insufrible "bachata" (así, con comillas), dejando las canciones románticas en un cajón del cual solo salen los 14 de febreros, las fechas de aniversario y con suerte, los días de cumpleaños de la (o el) acompañante de ocasión.
Por eso es importante la presencia en Lima de verdaderos íconos de la música en nuestro idioma como Raphael, Camilo Sesto y José Luis Perales (que vienen a celebrar 50, 40 y 35 años de carrera artística respectivamente). Porque vienen a rescatar esa noción del romance que se niega a extraviarse en medio de la cada vez mayor despersonalización de la música moderna. Si bien es cierto sus canciones no han perdido vigencia y de una u otra forma han encontrado eco en otros importantes artistas de las décadas siguientes como Franco de Vita, Emmanuel, etc. hay una suerte de indiferencia frente a estos personajes que han marcado toda una época con melodías y letras inolvidables que más de uno, sin importar la edad que tenga, la actitud que exponga ante la vida ni la experiencia personal en estos temas, ha visto como un reflejo de lo que alguna vez le ha ocurrido.
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