Hoy nos toca hacer una “semblanza” de un personajillo político que se encuentra actualmente en la cima del ranking de los nuevos rostros de la política corrupta: Salvador Heresi Chicoma, quien pretende pasar un período más (sería el tercero) como alcalde de San Miguel, distrito que este año está celebrando su 90 aniversario y del cual este señor se ha servido para hacerse rico y favorecer a sus allegados más directos, gracias a las malas artes que aprendió desde muy joven de su amigo y colega, el Dr. Álex Kouri Boumachar, a quien ahora apoya abiertamente después de varios años de haber jugado en pared para su propio beneficio.
Podríamos empezar citando su falta de lealtad al partido que lo hizo alcalde, el PPC, al cual renunció apenas vio que su lideresa Lourdes Flores Nano, no respaldó sus intenciones de ser el candidato de esta agrupación a la Municipalidad de Lima. El 20 de enero del 2010 declaró para El Comercio lo siguiente: “No renunciaré al PPC y mi candidato para Lima es Lourdes Flores Nano” y en menos de dos semanas anunció su renuncia al PPC y su apoyo a la candidatura de Álex Kouri al sillón municipal de la capital. Bien dicen que en política no hay que ser ingenuos, pues resulta evidente que este cambio de opinión no se produjo de la noche a la mañana, sino que venía conversándose desde hacía tiempo atrás. Desde sus épocas de jóvenes militantes del partido fundado por Luis Bedoya Reyes, Heresi y Kouri mantiene fortísimos lazos de amistad, la cual se ha manifestado no solo en este acto de transfuguismo disfrazado de renuncia, sino también en intercambio de favores laborales para sus familiares y amigos.
Cuando llegó a la alcaldía de San Miguel por primera vez, en el año 2002, la familia de Salvador Heresi vivía en una casa común y corriente de dos pisos, ubicada en una de las principales arterias del distrito, la Av. Federico Gallese, que era propiedad de sus padres. Y como desde siempre supo que su principal talento no era necesariamente la política transparente, desarrolló una breve e incipiente carrera como cantante de rock, destrozando canciones clásicas de The Beatles. Su pasión por la música del cuarteto británico lo llevó a cometer uno de los despropósitos más increíbles dentro de su gestión como alcalde: levantó un monumento a John Lennon en el parque Bertolotto, a pocas cuadras de su casa. Casi como hacerse un regalo de cumpleaños con dineros públicos. Como siempre, la frágil noción de protesta ciudadana que padecen casi todos los distritos de Lima permitió que este hecho pasara prácticamente desapercibido y el insólito monumento sigue ahí, inútil y tan muerto como el famoso y admirado cantante inglés.
De alguna manera ese fue un ensayo que le sirvió para darse cuenta de que podía hacer cosas más grandes y peores. De levantar un monumento a su artista favorito en lugar de arreglar avenidas caóticas como La Paz y Libertad (que siguen igual) y de repartir vales de gasolina entre sus hermanos y amigos de barrio, Heresi dio el salto al enriquecimiento ilícito más abyecto y desvergonzado: con un sueldo de funcionario público que bordea los 8,600 soles, Salvador Heresi adquirió en los últimos siete años, dos departamentos en San Isidro y una casa de playa en el exclusivo balneario de Asia. Algo parecido ha conseguido su hermano Carlos, misterioso asesor del Gobierno Regional del Callao desde hace casi la misma cantidad de años y su esposa es Gerenta de Organizaciones Vecinales de la municipalidad chalaca.
Las diferencias entre las declaraciones juradas que Heresi presentó cada vez que postuló a la alcaldía de San Miguel y sus propiedades, viajes y actividades personales que incluyen relaciones con “estrellas” femeninas de la farándula limeña, generaron un revelador reportaje en el programa Cuarto Poder propalado en mayo del 2009. En el reportaje, Heresi intenta defenderse de cualquier manera y solicita “una profunda investigación a la Contraloría”, que por aquel entonces se encontraba descabezada y que hoy es un organismo público virtualmente invisible dirigido por el economista Fouad Khoury Zarzar, quien desde su asunción como Contralor General de la República no ha informado a la población acerca del resultado de esa investigación.
Actualmente, en cada mítin y aparición en plaza pública de Álex Kouri, podemos ver a Salvador Heresi Chicoma aplaudiendo, bailando y apoyando la candidatura del amigo de Vladimiro Montesinos, seguro de haber dado un gran paso en su carrera, como cuando apareció de la mano con Alan García, caminando por la Costa Verde, haciendo publicidad al proyecto Playa para Todos. Y a pesar de todas estas perlas, se perfila como el único candidato de fuerza a la alcaldía de San Miguel, pues ha iniciado una desesperada cadena de obras públicas en este último tramo de su gestión, que incluyen la construcción de un nuevo palacio municipal cuyos presupuestos nadie conoce al detalle. Definitivamente estamos ante una nueva generación de políticos que optan por abandonar las ideologías para abrazar los oscuros caminos de la corrupción.
Podríamos empezar citando su falta de lealtad al partido que lo hizo alcalde, el PPC, al cual renunció apenas vio que su lideresa Lourdes Flores Nano, no respaldó sus intenciones de ser el candidato de esta agrupación a la Municipalidad de Lima. El 20 de enero del 2010 declaró para El Comercio lo siguiente: “No renunciaré al PPC y mi candidato para Lima es Lourdes Flores Nano” y en menos de dos semanas anunció su renuncia al PPC y su apoyo a la candidatura de Álex Kouri al sillón municipal de la capital. Bien dicen que en política no hay que ser ingenuos, pues resulta evidente que este cambio de opinión no se produjo de la noche a la mañana, sino que venía conversándose desde hacía tiempo atrás. Desde sus épocas de jóvenes militantes del partido fundado por Luis Bedoya Reyes, Heresi y Kouri mantiene fortísimos lazos de amistad, la cual se ha manifestado no solo en este acto de transfuguismo disfrazado de renuncia, sino también en intercambio de favores laborales para sus familiares y amigos.
Cuando llegó a la alcaldía de San Miguel por primera vez, en el año 2002, la familia de Salvador Heresi vivía en una casa común y corriente de dos pisos, ubicada en una de las principales arterias del distrito, la Av. Federico Gallese, que era propiedad de sus padres. Y como desde siempre supo que su principal talento no era necesariamente la política transparente, desarrolló una breve e incipiente carrera como cantante de rock, destrozando canciones clásicas de The Beatles. Su pasión por la música del cuarteto británico lo llevó a cometer uno de los despropósitos más increíbles dentro de su gestión como alcalde: levantó un monumento a John Lennon en el parque Bertolotto, a pocas cuadras de su casa. Casi como hacerse un regalo de cumpleaños con dineros públicos. Como siempre, la frágil noción de protesta ciudadana que padecen casi todos los distritos de Lima permitió que este hecho pasara prácticamente desapercibido y el insólito monumento sigue ahí, inútil y tan muerto como el famoso y admirado cantante inglés.
De alguna manera ese fue un ensayo que le sirvió para darse cuenta de que podía hacer cosas más grandes y peores. De levantar un monumento a su artista favorito en lugar de arreglar avenidas caóticas como La Paz y Libertad (que siguen igual) y de repartir vales de gasolina entre sus hermanos y amigos de barrio, Heresi dio el salto al enriquecimiento ilícito más abyecto y desvergonzado: con un sueldo de funcionario público que bordea los 8,600 soles, Salvador Heresi adquirió en los últimos siete años, dos departamentos en San Isidro y una casa de playa en el exclusivo balneario de Asia. Algo parecido ha conseguido su hermano Carlos, misterioso asesor del Gobierno Regional del Callao desde hace casi la misma cantidad de años y su esposa es Gerenta de Organizaciones Vecinales de la municipalidad chalaca.
Las diferencias entre las declaraciones juradas que Heresi presentó cada vez que postuló a la alcaldía de San Miguel y sus propiedades, viajes y actividades personales que incluyen relaciones con “estrellas” femeninas de la farándula limeña, generaron un revelador reportaje en el programa Cuarto Poder propalado en mayo del 2009. En el reportaje, Heresi intenta defenderse de cualquier manera y solicita “una profunda investigación a la Contraloría”, que por aquel entonces se encontraba descabezada y que hoy es un organismo público virtualmente invisible dirigido por el economista Fouad Khoury Zarzar, quien desde su asunción como Contralor General de la República no ha informado a la población acerca del resultado de esa investigación.
Actualmente, en cada mítin y aparición en plaza pública de Álex Kouri, podemos ver a Salvador Heresi Chicoma aplaudiendo, bailando y apoyando la candidatura del amigo de Vladimiro Montesinos, seguro de haber dado un gran paso en su carrera, como cuando apareció de la mano con Alan García, caminando por la Costa Verde, haciendo publicidad al proyecto Playa para Todos. Y a pesar de todas estas perlas, se perfila como el único candidato de fuerza a la alcaldía de San Miguel, pues ha iniciado una desesperada cadena de obras públicas en este último tramo de su gestión, que incluyen la construcción de un nuevo palacio municipal cuyos presupuestos nadie conoce al detalle. Definitivamente estamos ante una nueva generación de políticos que optan por abandonar las ideologías para abrazar los oscuros caminos de la corrupción.
Si, probablemente lo sea
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