sábado, 15 de agosto de 2009

MILES DE MILLONES


Hoy se han cumplido dos años del terrible sismo que dejó en ruinas a una de las ciudades más representativas y queridas de nuestro país. La simple mención de su nombre nos remite a uno de los bastiones de nuestra identidad, tan maltratada por aquellos que pretenden que la rica diversidad que nos distingue como país, en medio de esta región escindida por arcaicos e inútiles apetitos individuales, se pierda en conceptos mal concebidos de modernidad y aldeas globales de quinta categoría. Anteponer las novedades de la tecnología (celulares per cápita, twitters y demás artilugios que terminan siendo vacíos si carecen de trasfondo) a las reales urgencias del "pueblo" y preferir los cocteles entre empresarios de cuello y corbata o los insólitos homenajes a artistas populares antes que hacer lo necesario para que las cosas mejoren es una de las constantes que definen el porqué parece que el infausto 7.9 hubiese sido hace dos días.

Hace 24 meses, la cálida provincia de Pisco quedó reducida a escombros y los encargados de reconstruirla se la pasaron mirándose las caras, mientras miles de personas esperaban la ayuda que, según ellos, llegaría cuanto antes. Desde los grandilocuentes discursos de siempre, elaborados con melodramáticas músicas de fondo para las cámaras de televisión hasta las oportunistas cruzadas musicales que terminaron con sendas condecoraciones a su principal organizador y millones de soles dormidos en una cuenta del Banco de la Nación a la espera de la "orden de ejecución de los planes estratégicos de reconstrucción", cada uno de los movimientos de los actores directamente responsables de la recuperación frente al desastre fueron, en el mejor de los casos, un rotundo fracaso de administración y en el peor, un flagrante abandono intencional en pro de los suculentos botines en los que acaban convirtiéndose las donaciones, tanto las nacionales como las extranjeras.

La campaña de publicidad estatal "Sabía usted...", que aparece en dos avisos de tercio de página de algunos diarios importantes de la capital es especialmente risible, si no indignante, un día como hoy, cuando vemos el escenario derruido de las plazas, calles, barrios e iglesias pisqueñas que alguna vez fueron orgullo de sus habitantes. Miles de millones por aquí, miles de millones por allá... debería haber sido suficiente un porcentaje de todos esos "logros" para haber, por lo menos, avanzado con el renacimiento de esta ciudad azotada por la naturaleza, a la cual reprochamos en ocasiones como éstas, su falta de capacidad para seleccionar sus objetivos.

A pesar de la ola de solidaridad civil que vivimos en aquel terrible 15 de agosto de 2007 (aun recuerdo el preciso momento del terremoto, aquí en Lima, en el quinto piso de un edificio y me imagino la angustia que se experimentó en el epicentro), las dimensiones del ataque de la tierra eran tan grandes que exigían una actitud inteligente e inmediata de parte de nuestros gobernantes. Dos años después, la inoperancia - o la insanía - explota en los rostros desencajados de aquellas familias que hasta hoy pasarán la noche protegidos por un techo de plástico o una estera a medio caerse, mientras el tristemente célebre gestor del Pisco 7.9 es ahora ministro.

Por eso, cada vez que abra su periódico favorito y vea una columna enmarcada en rojo, con el título "Sabía usted..." y que contiene más números que letras, hágale un favor a la dignidad del país y no lo vuelva a comprar. Nunca más.

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