"El Perú es grande y generoso" dice una de esas famosas frases hechas que suelen usar los mercaderes del patriotismo barato y demagogo... sí pues, el Perú es grande, generoso y pobre... muy pobre... Aún me parece alucinante que las partes más bonitas de los caminos de nuestra tierra sean aquellos que no han sido tocados por la mano del hombre: el cielo azul y las nubes ultra blancas de Ticlio, las lagunas que reflejan como espejos camino a Huánuco, las formaciones rocosas de geométrica precisión, que parecen digitadas en algún programa de diseño por computadora - mismo video de Bachelorette de Björk - los rayos que parten en dos el firmamento en Huancayo y etc., etc... El resto, con el perdón para las gentes de cada lugar, que al fin de cuentas son víctimas eternas del atraso, ese atraso provocado adrede por autoridades que sólo piensan en llenarse los bolsillos, el resto da pena de lo pobre que es... es mi país y estoy aprendiendo a quererlo más a medida que lo paseo - a destiempo - y me provoca una combinación trepidante de cólera, pena y confusión...
Digo que lo paseo a destiempo porque durante años me he lamentado de no haber podido seguir los dictados de mi ímpetu adolescente - por falta de plata, por falta de agallas, por falta de compañía - y de quedarme varado en la aburrida Lima todo el tiempo de mis vacaciones útiles en lugar de salir y mochilear por todas partes pero ahora que, por motivos laborales, ando viajando por la provincia estoy convencido de que, 20 años después, no me he perdido absolutamente de nada... Quizás lo único que hubiese visto diferente es que las ciudades hubieran estado libres de esas plagas llamadas CPI (Cabinas Públicas de Internet), los coloridos Locutorios y las estridentes discotecuchas de medio pelo que alborotan a una juventud cada vez más perdida (de no saber dónde está y en algunos casos, también de perdición bíblica), cada vez más ensimismada, cada vez más experta en enviar mensajitos de texto e incapaz de portarse como gente cevilizada... Osea, la pobreza espiritual como la llaman en mi planeta, que en algunos casos es muchísimo peor que la económica...
Pero ojo... de esa también hay y a montones... las provincias que he conocido tienen sus encantos. No seamos mezquinos. Cada una tiene su historia, cada una sus atractivos turísticos, algunos de ellos más turísticos que atractivos... pero a niveles de urbanismo, de adelanto tecnológico, de orden la pobreza económica es paquidérmica. Las provincias son enormes pueblos jóvenes. Siempre lo han sido. Y poco a poco, al recorrerlas, uno se convence de que siempre lo serán. Claro, me dirán algunos, en todos los países hay su zona urbana y su zona rural, su zona citadina y su zona campestre. Y es verdad, pero lo que ocurre en nuestro país es que no hay la menor intención de convertir en ciudades básicas de nuestra historia andina como Huánuco o Huancayo en centros urbanos respetables. No la hay. Calles sin asfaltar, sin drenajes adecuados para sus temporadas de lluvia. Paredes grises y derruidas. Callejuelas que parecen estancadas en la colonia de lo antiguas que se ven. En medio de eso, cabinas de Internet con los últimos juegos de roles, locutorios de Claro y Telefónica que se llenan de plata con las enormes cantidades de gente que hacen cola para hacer una llamada carísima a Lima. Y discotecas y pubs donde grupos de muchachines con aretes por todas partes van a escuchar a incipientes y alienadísimos grupos de punk o donde la gente más normal, va y baila con el Grupo 5, 500 veces la misma canción: "... y hoy te vas, te vas, te vas, te vas..."
El caso del Sur Chico es patético. Por la carretera se ven escenarios que dan la impresión de que el 7.9 fue apenas hace dos semanas. La ciudad entera caída, carpas de plástico para sancochar familias enteras bajo los 32 grados de calor que hay entre Ica, Chincha, Pisco y Cañete (bajando en el Soyuz) y lo más surreal (suprareal o superreal, según lo que diría Marco Aurelio Denegri espantado por mi insistencia en el uso de ese barbarismo galicista): la famosa remodelación de la Plaza de Armas de Ica, anunciada con bombos y platillos que se inició un mes antes del terremoto, con una partida presupuestaria alucinante y que, tras los lamentables sucesos del agosto-15 no fue suspendida, ni siquiera por que media ciudad estaba hecha escombros, la gente no tenía que comer y el pillaje era pan de cada día. Hace una semana la reabrieron y según los pobladores lo único que se ha hecho es voltear las losetas y pulirlas. Nada más. Ah y colocar un sistema de agua para la pileta que a veces funciona y a veces no... ¿No son lo máximo nuestras autoridades?
Hasta aquí mi primer reporte, que termino no sin antes recordarles ese mantra que a cada tramo de la carretera nos es impuesto en inmensos cartelones: EL PERÚ AVANZA... hasta la próxima...
... saludos y gracias por leer...
comparto la opinón en esta entrada Jorge, creo que gran parte del pais es desconocida por la falta de compromiso de las autoridades. Es terrible viajar y ver las grandes diferencias entre la capital y las provincias, las personas que habitan ahi (en su mayoria) son amables y no tan desconfiados como se transforman estando en Lima la capital de las oportunidades. Muchas veces pienso que el pais lleva el rumbo equivocado.
ResponderEliminarGracias Anonimo por leer y comentar... claro como tu dices, la mayoria de las personas en provincia, porque no se puede generalizar desde luego, son amables y menos desconfiadas, pero es como si las autoridades vivieran de espaldas a ellos... son dos paises: Lima y el resto del Peru... para el primero la macroeconomia, el TLC, las rimbombancias de la politiqueria... para el segundo, la realidad tal cual es y tal cual siempre ha sido... saludos y otra vez gracias
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