Durante 15 larguísimos años, Magaly Medina lanzó estiércol puro a través de Magaly TeVe, un programa que se inició como una extensión de las agrias columnas que esta mujer intentaba escribir, con sintaxis simiesca, en no sé qué periódico clásico de la primera época de la prensa chicha. En sus inicios, si mal no recuerdo, era un miniespacio dedicado a comentarios, que ella hacía, sobre la televisión y sus principales personajes, avances de novelas, etcétera, como una sección dentro del noticiero del Canal 9, durante 1997.
Dos años antes, la autodenominada periodista dejó el cómodo anonimato de la prensa escrita al aparecer en un programa llamado Fuego Cruzado -del mismo canal que después la lanzaría al estrellato cholo- criticando duramente a Augusto Ferrando, popular conductor de Trampolín a la Fama y una de las personalidades más conocidas de la televisión peruana, prácticamente desde sus inicios.
Curiosamente, en aquel "clásico de la televisión nacional", conducido por los periodistas Mariella Balbi y Eduardo Guzmán -hoy apoltronados en RPP y Frecuencia Latina, respectivamente- la futura "Urraca" se erigió como defensora de los pobres y humildes a quienes, según ella, Ferrando humillaba en su sintonizado trampolín. Y lanzaba dardos venenosos contra la incultura en la televisión, la falta de respeto al público y no recuerdo qué otras monsergas que, vistas en retrospectiva, quedan como ramplones disfuerzos para llamar la atención, descargados desde una actitud que, detrás de una careta crítica o aguda, escondía resentimiento y envidia rancias.
En esa década y media de programa farandulero, Magaly Medina se convirtió en una religión para cientos de millones de pobres y desalmados en el Perú entero (mayormente mujeres y homosexuales varones, en todos los ámbitos socioeconómicos y categorías Arellano-style) que, corroídos por la ignorancia -expresada en su ausencia de interés por noticias positivas, programas de calidad y artistas verdaderos- y el afán irracional de creer que la clase se adquiere por tener cosas materiales -dinero, éxito televisivo, carteras de lujo, novios con carro, celulares, ropa de marca, lentes Ray-Ban sobre la cabeza, cirugías, y todo lo demás- entronizaron a la grotesca conductora hasta las más encumbradas alturas de la popularidad chicha.
Y le permitieron crear un imperio que, lamentablemente, hoy se ha extendido hasta dominar círculos sociales y mediáticos que, sin ser la gran cosa en esta Lima huachafa e hipocritona por excelencia, hace apenas 20 años se habrían tapado la nariz de solo escucharla mencionar o verla llegar. Creo que ni en sus mejores sueños y delirios de grandeza, allá en Huacho, la señora Medina puede haber imaginado su foto publicada en las carátulas y secciones sociales de papel couché -como las revistas Cosas, Somos, Ellos y Ellas y así- compartiendo páginas con los corruptos de la política, los empresarios lobbistas de apellido compuesto y los sátrapas sonrientes que llenan Acho cada octubre.
Se dice comúnmente que Magaly TeVe era un "programa de chismes". Sin embargo yo creo que era eso y algo más. Se trató de un contenedor de desechos humanos diario que, bajo las coartadas de la libertad de expresión y el horario para adultos -aunque las 9pm. no es, desde hace décadas, un horario en el que los niños en edad escolar estén precisamente durmiendo- no tuvo límites en su disposición a exponer las degeneraciones, vulgaridades, chabacanerías, delitos encubiertos, carencia de talento, falta de escrúpulos e ignorancias monumentales de toda una generación de hombres y mujeres arribistas, capaces de hacer lo que sea para salir en la televisión.
Pero no queda ahí. Magaly, personalmente, se encargó de hacerle creer a toda esa masa mentalmente indigente -que no solo está ubicada en los "sectores C, D y E" por si acaso- que esas vulgaridades y groserías eran herramientas de ascenso social, económico y "artístico". Convirtió a las prostitutas en princesas sofisticadas y a los patanes en solteros codiciados. Y convirtió al escándalo callejero de borrachos y borrachas que se pegan frente a las puertas de una discoteca y sus finales de comisaría en noticias de portada, quizás porque casi siempre los protagonistas eran futbolistas, integrantes del elenco de algún programa de televisión, o algo así. Es decir, hizo de los olores a sobaco y pezuña aromas dignos de venderse, como pan caliente, en las tiendas del Centro Comercial Jockey Plaza. Y el rating explotó. Y Canal 9 y sus anunciantes la financiaron. Y lo que es peor, creó escuela.
Todo lo que está pasando actualmente en la televisión nacional -los "segmentos de espectáculos" de Canal 4, Canal 9 y Canal 2, Esto es Guerra, Combate y afines, Amor Amor Amor, Bienvenida la tarde, los "realities", Al fondo hay sitio, Estás en todas y afines- son consecuencia de ese estilo basuralicio que Magaly Medina impuso. Y cuando anunció su retiro de la televisión hace dos años, muchos de ellos tomaron su posta y, decididos a seguir sus enseñanzas, superaron los límites devastadoramente asquerosos que ella había establecido en 15 años y terminaron de convertir a nuestra televisión en el enorme silo sin mantenimiento que es actualmente.
En ese contexto, Magaly Medina regresa a la televisión y, en lugar de aprovechar la oportunidad para rehacer su imagen pública y convencernos de que no es el ser humano monstruoso que algunos pensamos que es, con un desempeño profesional que la muestre como una inteligente y aguda periodista de farándula que ya cruzó la línea de los 50 años y que, por ello, tiene la posibilidad de hacer periodismo ligero, de espectáculos, no digamos que "con clase" pues es evidente y público que no la tiene, pero sí con algo de experiencia -algo que, por ejemplo, su némesis Gisela Valcárcel intenta hacer, sin ningún éxito desde luego- ha salido decidida a revolcarse como chancho en el oscuro lodo que ella ayudó a espesar en esos 15 años previos.
Con las mismas coartadas -libertad de expresión y horario nocturno- Magaly Medina esparce basura ante la mirada atenta y vacía de millones de peruanas y peruanos que expresan toda la pobreza intelectual, espiritual, emocional y personal de las cuales padecen en sus tweets de felicitación. Son las 8 de la mañana del domingo 12 de octubre y en Frecuencia Latina -la que piensa en grande- están repitiendo, mientras ustedes desayunan con sus hijos, "El Informe Magaly" sobre Milena y Greysy. Y anoche hablaba porquerías, haciendo análisis de desagüe sobre pendejadas con un panel de lujo: Mónica Cabrejos, Guty y Vanessa Terkes, cuyos detalles seguro veremos a la hora del almuerzo. ¿Se puede caer más bajo en la televisión peruana? Cada sábado en la noche, Magaly Medina nos demostrará que sí se puede.
Ésto suena a reencarnación de Laura Bozzo, parece que en Perú embrutecen aún más a las masas con éste tipo de temas y personalidades abusivas, exaltan así cierto morbo o interés absurdo de la gente.
ResponderEliminarSabido es que la función de emisoras de televisión es mantener idiotizados a los espectadores; por algo exportaron a Laura Bozzo a México donde causa más del mismo daño.
Que pena que lo que pudiera culturizar a los países se utilice en plan negativo.