sábado, 6 de septiembre de 2014

GUSTAVO CERATI CLARK (1959-2014): IMÁGENES RETRO DE UNA FUERZA NATURAL DE LA MÚSICA


Cerati se convirtió en un ícono de la música latinoamericana casi desde el inicio de su carrera musical, pues el éxito de Soda Stereo -banda que él formó en 1982, a los 23 años de edad- que fue tanto comercial como de crítica especializada, catapultó y convirtió en escena al rock en español, hasta ese entonces un movimiento disperso y regionalista, anclado en las fronteras de sus respectivos países. 

Los ojos del mundo rockero, con base en países de habla inglesa, comenzaron a fijarse en qué estaba pasando en esta zona del mundo gracias a este trío argentino que supo utilizar el poder de la imagen y su sonido, fuertemente influenciado por la onda new wave y algunos coqueteos efectistas con el ska, para posicionarse de inmediato como un grupo de vanguardia. A mí, que en esos tiempos solo escuchaba rock clásico, hard rock y heavy metal, Soda Stereo me abrió las puertas del universo del rock en nuestro idioma, particularmente del rock hecho en Argentina.

La muerte de Gustavo Cerati -la segunda y definitiva, la primera había sido el 14 de mayo de 2010 cuando tuvo este masivo accidente cerebral tras un concierto en Venezuela que lo dejó en coma- ocurrida el jueves 4 de septiembre, deja un hondo vacío en el espectro musical latinoamericano pero también un fuerte alivio para quienes pensábamos que su "vida" en estos cuatro años era básicamente una tosudez de su familia, inspirada en el amor de su madre y en irracionales esperanzas de recuperación, pero que finalmente generaba más dolor y frustración que la supuesta tranquilidad de saberlo aun vivo. 

Definitivamente, el núcleo familiar de "Gus" -sus padres, hermanos, parejas, hijos, colegas músicos, colaboradores, etc.- sufren con su viaje defintivo (y tiene que ser así, es lo normal) pero sus fans deben entender que esta partida no es para nada inesperada, y que constituye en realidad un merecido descanso para un ser humano que vivía conectado a aparatos y cuyo cuerpo, inevitablemente, jamás habría sido el mismo aun si hubiera despertado en algún momento. Su alma está en su música, en los discos de Soda Stereo y en su desafiante discografía personal. 

Particularmente, yo pienso que Gustavo Cerati fue un guitarrista fenomenal, dentro del contexto latinoamericano. Muchos hablan ahora de su "poesía", esas letras voladas con (a veces no tan) ocultos mensajes sexuales -Un misil en mi placard, por ejemplo, del primer álbum de Soda; o Paseo inmoral, del Bocanada, su extraordinario segundo disco como solista; son solo dos ejemplos de eso- pero a mí no me parecieron nunca tan elogiables como su manera de atacar las seis cuerdas. Argentina siempre ha sido tierra de grandes guitarristas de rock -Luis Alberto Spinetta, Pappo, Gustavo Bazterrica, David Lebón, Walter Giardino, entre otros- pero Gustavo Cerati los superó largamente con un estilo mucho más cosmopolita y experimental, casi progresivo, pero capaz de insertar solos de raigambre bluesera o ultra heavy en canciones simples y pegajosas como en la versión en estudio de Te hacen falta vitaminas, también del primer LP de Soda Stereo o las alucinantes fraseadas de la versión unplugged de En la ciudad de la furia. El encanto de ese trip de ocho minutos está en el solo estilo David Gilmour de Cerati y no en los intercambios de Cerati con la voz borrachosa de la colombiana Andrea Etcheverri (vocalista de Aterciopelados), como muchos piensan.

En ese sentido, no soy tan apegado a las texturas electrónicas que asumió en sus producciones en solitario, desde el disco Colores santos, junto a Daniel Melero, uno de sus tantos cómplices creativos, hasta las marcianadas tipo shoegazing de +Bien o Plan V (álbumes que ni siquiera califican como tales sino como "proyectos" junto a otros músicos) pero, hasta en esos artefactos sonoros, uno puede reconocer que Gustavo Cerati pensaba y componía básicamente desde el punto de vista de un guitarrista: las barreras de sonido propias de la onda noventera de bandas como My Bloody Valentine, las capas y capas de guitarras puestas unas sobre otras en algunos tracks de Amor amarillo o el mismo Bocanada o los riffs elementales de temas como Cosas imposibles, son prueba manifiesta de que Cerati nunca había dejado de usar la guitarra como vehículo de expresión artística, cosa que quedó clara tras el lanzamiento de Fuerza natural, su última producción, que andaba presentando en gira latinoamericana hasta que le ocurrió el infarto cerebral que lo mató, por primera vez, el 2010.

Una de las cosas más increíbles de esta historia de Gustavo Cerati es cómo el destino actúa sin importar lo aparentemente bien que anden las cosas. Su gira venía a todo tren, tres años después del adiós definitivo de Soda Stereo -recordemos que se había reunido nuevamente con Héctor "Zeta" Bossio y Charly Alberti en el 2007, casi diez años después del "Gracias totales" que hoy todos, propios y extraños, repiten como mantra- y Fuerza natural había sido muy bien recibido por los medios, quienes vieron en este disco un reencuentro de Cerati con los sonidos más orgánicos y ensamblados del rock, dentro de una maraña de sampleos de temas ajenos, casi como un homenaje a sus fuentes de inspiración. Acababa de tocar en Lima, el 24 de abril de 2010, ante miles de personas en el Estadio de San Marcos y nadie podría haber predicho que dos semanas después, tras un show similar en Caracas, su vida y la de su familia cambiarían tan drásticamente. Las razones científicas y médicas están allí para quien desee consultarlas pero la sorpresa de lo inevitable se mantiene como un misterio que refuerza el manido concepto de que la muerte, cuando debe llegar, llega sin aviso ni explicación.

Soda Stereo fue una excelente banda basada en el megatalento de uno de sus integrantes -los otros dos nunca fueron tan dotados musicalmente- pero fue también Cerati el artífice de que, a pesar de esa superioridad musical evidente que lo separaba de sus compañeros, el trío sonara como una entidad sólida y bien engranada, que llenó los ojos y oídos de bandas como U2 y Tears for Fears, a quienes telonearon de igual a igual en Argentina. Y Gustavo Cerati no tiene comparación como guitarrista de rock en esta región, como pude comprobar in situ en el excelente concierto que la banda ofreció en Lima, como parte de la gira Me verás volver, en diciembre del 2007, en un abarrotado Estadio Nacional. Que en paz descanse.




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