jueves, 8 de marzo de 2012

DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER


El Día Internacional de la Mujer no debe ser motivo de celebración, debe ser motivo de reflexión y felicitación. Después de prácticamente un siglo, aun hay zonas en el mundo globalizado en las cuales las mujeres no ejercen sus derechos civiles, son estigmatizadas y lapidadas o sufren de múltiples abusos. Sin irnos muy lejos, en nuestro país la violencia doméstica, el abuso psicológico, físico y sexual, la cosificación, etc., son aun comunes. Y no estoy hablando de pueblecitos escondidos de Apurímac o Huancavelica o de etnias amazónicas no afectas a los usos y costumbres de la "civilización limeña". A veinte minutos del regio balneario de Eisha o del pomposo Palacio de Gobierno, a diario se abusa de las mujeres que menos tienen, aquellas que deben salir a trabajar para dar algo qué comer a sus hijos y que soportan, por ausencia de autoestima o por dependencia económica (o por ambas cosas), vejámenes innombrables que van desde el insulto y la violación hasta sutiles maneras de maltrato. Sobre eso necesitamos reflexionar.

Y debemos felicitar a todas aquellas mujeres que, desde el anonimato o desde cualquier área pública (política, deporte, arte, empresa, etc.) y en cualquier espectro socio-económico, hayan comprendido que su femineidad, su inteligencia, su belleza, su sensibilidad y su innegable capacidad para ver siempre más allá de lo evidente no deben estar en confrontación con los hombres. Aquellas mujeres que sin perder la elegancia y el atractivo propio de su género, superaron todos los prejuicios de generaciones anteriores y se convirtieron en el pilar de sus familias, de sus parejas o de sus propias vidas, con decencia y brillo propio, sin hacer daño a los demás, sea desde el ejercicio profesional o desde el trabajo en casa, uno de los más duros y menos remunerados del mundo.

Dicho esto y extendido mi saludo a todas las mujeres que merecen ser saludadas, permítanme ser políticamente incorrecto y declarar mi repudio a toda esta costumbre "moderna" según la cual el Día Internacional de la Mujer se ha convertido en una festividad más para que aquellas mujercitas subdesarrolladas que representan con su vacuidad y sus ligerezas todo lo contrario a lo ganado por las verdaderas mujeres durante años de esfuerzo y de tener que demostrar que también son seres humanos como los hombres que las dominaron y mantuvieron en el ostracismo, se celebren a sí mismas en un canto irrelevante y superficial.

Todas esas mujeres que se creen lideresas de opinión y que han construido un imperio económico y una legión de seguidoras sobre la base de la venta y distribución de basura y ejemplos negativos, todas esas "vedettes" y "modelos" que saltan a la fama solo por quitarse la ropa delante de una cámara, sin ningún talento para nada y sin la más mínima educación, que validan con su descerebrado accionar muchas de las razones por las cuales en otras épocas se les consideraba únicamente para dar placer a los hombres y salir embarazadas cada dos meses, no merecen ser saludadas por el simple hecho de ser mujeres. Porque constituyen una verguenza para el género femenino. Y lo más triste es que ni siquiera se dan cuenta de eso.

El problema en esta falacia social es que muchas de estas señoritas alcanzan, con este desarrollo neuronal ínfimo que las lleva a vanagloriarse de que se les considere como una cosa, como un objeto, la ansiada "independencia económica" que les permite no necesitar de un hombre "para ser alguien". Y es más, este progreso económico les permite mantener a toda su familia, hasta el punto que sus abuelos, padres y hermanos tienen que aceptar las reacciones de los demás hombres hacia sus nietas, hijas o hermanas, cuando no desarrollan también sentimientos trastocados hacia ellas ¿Hasta qué punto tiene sentido que toda una generación de mujeres jóvenes considere que es válido aceptar la denigración, el uso indiscriminado y público de su imagen corporal para ganar dinero y ser independientes? ¿no es algo enfermizo en nuestra sociedad occidental, eso de que un amplio sector de mujeres urbanas y supuestamente cosmopolitas acepte ese trato a cambio de enormes cantidades de dinero y fama? ¿la liberación femenina no tenía que ver con la dignidad, con el respeto que nunca habían tenido? Muchas preguntas, pocas respuestas.

Pensar que el Día Internacional de la Mujer es patente de corso para que saludemos a las cabezas huecas, a las que protegen y luego asesinan a narcotraficantes, a las que sienten orgullo de que las consideren la causa del bajo rendimiento de un jugador de futbol o a las que ponen en pantalla casos de infidelidades, golpes y episodios vulgares y lumpenes de una farándula estúpida y destalentada me parece un inmenso despropósito. Pero que sean las mismas mujeres, desde las zonas VIP de las discotecas de Asia o desde los pueblos jóvenes más pobres de la ciudad, las que vean estos comportamientos como normales, admirables, modelos a seguir, termina desconcertando hasta al más tolerante.

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