sábado, 24 de julio de 2010

N.F.L.


Cuando veo las noticias en la televisión o repaso los titulares de la prensa, cada vez menos repasables dicho sea de paso; cuando escucho a los "líderes de opinión" burlándose de las indignadas voces que se atreven a llamar las cosas por su nombre (por ejemplo se burlan cuando alguien dice cosas como estas: "los funcionarios de la Municipalidad de Lima son ladrones", "las carátulas de El Comercio y de El Trome son pornografía", "el último corso de Wong sacó a la luz el nivel más elevado de estupidez masiva masculina", "el Perú avanza solo para el 25% de limeños"); cuando enciendo la radio y escucho una y mil veces a los Hermanos Yaipén, el Waka Waka o Aventura mientras los jóvenes músicos realmente talentosos difunden su arte a duras penas en pequeños locales y eventos de minorías.

En fin, cuando compruebo que cada actividad o espectáculo, importante o trivial, está contaminada por esta nueva cultura de ignorancias, prejuicios, poses y dinero plástico y que es imposible hallarle substancia a casi nada, me acuerdo de esta canción de Anthrax, la cual me encantaría poner a todo volumen y en pantalla ultramoderna LED de 85" delante de, por ejemplo, un tonto "desfile de modas" (debería decir de otra cosa pero mo quisiera herir la susceptibilidad de mi reducido pero selecto grupo de lectores), una inauguración de obra muerta del Estado, un debate pre-electoral municipal o presidencial, una fiesta en Asia o cualquier evento de esos que cubre la revista Cosas...


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